martes, 28 de mayo de 2013
El PRO festeja sus 10 años Macri 2015: manual para inventar un candidato
El macrismo publicó Estamos. Una invitación abierta, libro que intenta posicionar a Macri como candidato presidencial y que invita a militar a los indignados en sus filas. Los ideólogos son Alejandro Rozitchner y Marcos Peña.
“Somos gente normal, que quiere un país normal”
Soledad Martínez, Diputada Nacional
Por Juan Ciucci l En principio causa cierta expectativa que el PRO edite un libro, y que prometa un prólogo de Mauricio Macri, además. Sin embargo, es otra promesa incumplida. La primera nota al pie nos aclara que “si bien tradicionalmente los prólogos no son diálogos, como sabemos que muchas personas tienden a no leerlos por considerarlos superfluos, quisimos ofrecer una conversación informal. Nos pareció la mejor manera de producir un texto cercano”. Este “texto cercano” es una entrevista apologética llevada adelante por el autodefinido macrista-leninista Alejandro Rozitchner, quien junto con Marcos Peña conforman la materia gris del macrismo desde la Secretaría General del GCBA.
El primer trabajo que emprenden es un rescate de los valores de la política y de la militancia, en un intento permanente por incitar a la participación ciudadana dentro del partido macrista. El libro cuenta con testimonios de los máximos dirigentes del PRO, donde reseñan sus trayectorias políticas y sus vivencias personales con “Mauricio”. Escriben más de 50 funcionarios y militantes, entre los que se encuentran Santilli, Bullrich, Rodriguez Larreta, Vidal, Alonso, Bergman, Lombardi, Montenegro, Ritondo, Melconian, Angelici, Del Sel, Michetti, Pinedo, Bertol. “Quisimos hacer un libro lleno de voces para que cada una de ellas diga (...) sus razones para apoyar, estar y/o trabajar con Mauricio Macri en este nuevo espacio político al que llamamos PRO”, sinceran los compiladores. “En el libro todos contamos por qué estamos, que nos pasó al estar y por qué creemos que los demás también tienen que sumarse”.
La “entrevista amistosa” que Rozitchner (hijo, claro, aunque a esta altura uno ya no comprende cómo) le realiza a Macri, es sin dudas el plato fuerte de un libro débil, falto de ideas y superficial. Y su fuerza radica en que aporta datos de la construcción del Macri 2015 que intentarán posicionar en los años venideros. Se le pregunta en la entrevista: “¿Te ves presidente? ¿Pensás que vamos a poder?”. Pura objetividad periodística. Nos dice Mauricio “Sí, me siento cómodo. (..) Estoy seguro de poder armar un equipo valioso de gente que está en la política, en la sociedad civil, en la academia y en las empresas. (...) Lo pude hacer en la empresa, lo pude hacer en Boca, lo pude hacer en la Ciudad. Y estoy seguro de poder hacerlo como presidente”.
Boca aparece continuamente, sigue siendo el punto fuerte del imaginario que construye el macrismo. “Boca es político. Es un bicho de la política por cómo se organiza. (...) Todo lo que sé de política lo aprendí en Boca”, se sincera Macri. Pero también aparece el actual presidente del club, Daniel Angelici. “Ser el presidente del club más grande del fútbol argentino (...) es la responsabilidad más gloriosa que puede imaginar un hincha del club (...) y obviamente, cualquier dirigente político”. Y agrega “fuera de lo que hago en el club, trato de aportar todo lo que puedo para que el país tenga la posibilidad de un presidente como Mauricio”. La distinción entre el adentro y el afuera del club de Angelici no es tan clara, si tenemos en cuenta las distintas intervenciones públicas que como presidente de Boca lleva adelante. En todo caso, este texto remarca sus intenciones políticas al mando del club de la Ribera. De paso, aprovechamos y destacamos las experiencias que como político marcaron a Angelici, según sus propias palabras: la victoria de Raúl Alfonsín en 1983, el Nunca Más, y el 8N...
Meterse en política
La primer pregunta de Rozitchner es “¿por qué te metiste en política?”. Así comienza el libro, reforzando la idea de lo político por fuera de lo social. De golpe, un día, alguien se decide y se pasa a la política. Que también aparece como una carrera, un tipo de especialización. De aquellos que han dejado una vida previa y pegan “el gran salto”, nombre que lleva un capítulo del libro: el campeón de TC Lalo Ramos, el cómico Del Sel, el ex-arbitro Baldassi, la ex-Alianza-Poder Ciudadano Laura Alonso. Ramos recuerda que “a partir del conflicto entre el sector agropecuario y el gobierno por la resolución 125 de 2008, la cabeza me hizo un click y, como muchos otros chacareros que se vieron golpeados por la norma, tomé la decisión de participar”. Un claro ejemplo de la nueva política del PRO; que hace gala de aquellos que no tienen ninguna experiencia previa. “No soy un político, soy una persona normal y voy a seguir siendo el mismo. Tengo mucha fe”, se/nos dice Baldassi.
Maurico se remite a otros sucesos para recordar el momento en que “se metió en política”. “Tengo que decir que lo decisivo fue el deterioro que sufrió nuestro país en 2001. Eso me terminó de convencer de que tener la sociedad que creemos que nos merecemos iba a depender del compromiso de cada uno, no iba a surgir de causalidad”. Lo mismo dirán Esteban Bullrich y Rozitchner de su “despertar cívico”. Resulta interesante esta idea de un macrismo deudor del 2001, en el marco del inconformismo de aquella clase media indignada, y de una profunda crisis de representación. Dice Sergio Bergman: “Ser un indignado y batir la cacerola hace catarsis -y la necesitamos!- pero no construye alternativas superadoras ni futuro, ni fortalece el sistema de representación al que nos debemos”. Es un intento por re-direccionar los cacerolazos hacia una representación parlamentaria, un esfuerzo que el PRO viene llevando adelante, con sectores como La Solano Lima que participan activamente de esas marchas.
Es que por detrás del discurso de la buena onda (“Siento que de los demás nos diferencia la buena onda”, dice Rodríguez Larreta), lo que aparece es una voluntad de refundación. “Sé que hay una Argentina oscura en la que hay que dar vuelta la página. (..) La Argentina cambió. Lo que lograron, lo lograron. Pero ya está, se acabó”, le confía Macri al Rozitchner malo. Daniel Chain, Ministro de Desarrollo Urbano interpelado por la represión en el Borda, dice: “Creo que nuestro objetivo no es la presidencia, ese es un medio para el objetivo que es lograr reconstruir la Nación”. “Que la Argentina no sea Venezuela depende de nosotros, no de quienes decidieron importar este régimen. Tener la mayoría electoral no habilita a destituir el sistema constitucional, avasallando sus instituciones y quitándonos nuestras libertades”, sentencia Bergman. Recuperan un discurso de la amenaza, del retroceso histórico de la Argentina, cuando sectores retomaron el poder con un espíritu revanchista, que fue un instrumento del imperialismo para destruir los avances sociales de los gobiernos nacionales y populares.
Autocrítica: peleas internas y Mauricio Macri
La autocrítica del PRO se centra en dos aspectos que son claros para cualquier ciudadano que analice su propuesta política: las luchas internas, y la falta de carisma y oratoria de Mauricio Macri. De las internas hace referencia Gabriela Michetti: “la lógica de la pelea por el poder propia de la política nos ha ido lastimando algunas relaciones y nos ha ido generando como separaciones en pequeños grupos dentro del equipo grande. (...) ¿Cómo se mejoraría eso? Creo que con reglas más claras y más transparentes sobre el acceso al poder en el propio partido”. Pero también lo hace Guillermo Montenegro: “Soy muy crítico de nuestras luchas internas. Me parece que tenemos un desafío muy por encima de eso y no es momento de hablar de internas”. Es evidente que el conflicto al interior del partido está a punto de estallar, y cada nueva elección no hace más que profundizarlo, como se vió en el caso de la Diputada twittera Laura Alonso y Paula Bertol (Ver nota).
De las capacidades limitadas de Macri, casi todos hablan. Hacen referencia a que les gustaría que la gente lo vea como ellos lo ven, de los primeros resquemores hasta que lo conocieron, de su “liderazgo particular”, de lo cambiado que esta desde que se sacó el bigote. Es claro que visualizan los problemas que tienen para intentar construir un partido que solo puede existir a partir de un líder mediático, que para desazón de todos, no tiene ni personalidad ni capacidad de oratoria.
Quizás el texto más esclarecedor sea Mauricio no es el mismo de Gabriela Seijo, “macrista y diputada” que convoca “talentos a surfear nuevas ideas”. Una de las primeras dirigentes de la fuerza, cuenta los periplos del nacimiento del PRO, como quien chapea con el eterno “yo estaba cuando éramos cinco”. Dirá: “Mauricio ya no es el mismo. Creció. Ya no usa bigote, peina canas, se casó y Antonia lo dio vuelta como un guante. Habla bastante mejor y está listo, y con él todos nosotros, para lo que la Patria nos demande”. Por las dudas antes aclara que “en lo personal, nunca me importó demasiado que no fuera un gran orador. La oratoria ha hecho estragos en nuestro país”.
Otro aporte desmitificador es Lo mejor está por venir de José Torello, apoderado nacional y ex presidente nacional del PRO – Propuesta Republicana. “Cuando en el año 2000 Mauricio nos convocó (...) para comenzar la construcción de lo que hoy es el PRO; lo primero que pensé es que era una joda”. Pareciera ser que con estas definiciones logran conquistar a un público que las entiende como descontracturadas. Algo parecido a lo sucedido con la performance de Del Sel en Santa Fe, al borde de un ataque de pánico cuando casi gana la gobernación. Dice Torello de la experiencia en la Ciudad de Buenos Aires que comenzó en 2007: “Para sorpresa de muchos –inclusive nuestra- lo hicimos bastante bien”. Esta es la más clara confesión de parte de un equipo que promete estar preparado para cambiar la historia, como dicen que lo hicieron en la Ciudad.
Alejandro Rozitchner, el eterno converso
Finalizamos con el otro texto valioso del libro, Ayudar a la desneurotización de la ciudadanía de Alejandro Rozitchner. Es el texto de un converso, aunque no queda claro de dónde viene y hacia dónde va. Lo que sí quiere dejar en claro es que las ideologías son efímeras, vulgares, casi ridículas. “A los 13 años era militante trotskista, (...) no sabía quién era Trotsky ni tenía idea de absolutamente nada, pero había sido capturado por el movimiento de la época y por su militancia infantil, por la toma de los colegios y por una emoción aventurera difusa y justiciera”. Sus propias falencias las vuelca sobre la época, y su “militancia infantil”. “Leía, o intentaba leer, porque me aburría, los diarios y ensayos del Che”. Esto sucede en los ´70, “una época a mi gusto poco valiosa políticamente”, dice este extraño “escritor, filósofo, nutricionista intelectual, macrista-leninista, pensador adjunto del gobierno porteño”, según se define.
La liviandad con que toma casi todos los temas que analiza este “nutricionista intelectual”, casi que nos exime de enojarnos. Pero no, la verdad que esta postura naif reaccionaria en un momento político de discusión social tan profunda como el actual, no sólo desentona sino que genera un profundo rechazo.
“No creo en la ideología”, dispara Rozitchner, con aires de falso rockstar. “La ideología es la neurosis de la historia, la tendencia a ver sentidos excesivos en donde tendríamos que ser capaces de parir soluciones y planes de desarrollo”. Esta falsa dicotomía entre las ideas y la realidad, esta apuesta a un realismo del sentido común, ya suena a lo viejo de lo que tanto se espanta el macrismo. Lo de “sentidos excesivos” sin dudas nos retrotrae a la muerte de la historia que inundó el mundo en los ’90. En esta política de lo novedoso, son falaces hasta las posturas que intentan presentar como nuevas.
Como también es mentirosa la impostura ante los líderes que proclama el PRO, en un libro que todo el tiempo intentar sustentar a ese candidato fallido que es Macri. No es menor que el capitulo final se llame, justamente, Conociendo a Mauricio Macri. Se quejan de los líderes, de los partidos con una conducción tradicional, pero en sus perfiles se definen como “fan de Mauricio” (Marina Klemensiewicz), “emocionalmente promacrista” (Pablo Clusellas), “macrista convencido y jugado” (Omar de Marchi), “macrista de alma” (Carmen Polledo), y claro, “macrista-leninista” (Alejandro Rozitchner). "Con Hernán (Lombardi) jugamos con la idea del "macrismo leninismo", para aludir a los que, viniendo de la izquierda, encontramos en este proyecto político una manera de ser más efectivos en la obtención de los fines de justicia y desarrollo".
El mismo Rozitchner que confiesa: “tuve que vencer mis prejuicios, que creo eran más humanos que ideológicos”. Claro, si dice no creer en la ideología, y a esta altura no debe tener ya ninguna como para ampararse. Continúa: “La posición política del que entonces era para mí “Macri” y hoy es “Mauricio” me parecía valiosa, pero no lo sentía un ser humano cálido o accesible. Conocerlo fue sorprenderme. (...) Nunca hubiera creído, siendo yo un intelectual hippie, escritor, consumidor de marihuana y rockero de formación, que un empresario futbolero y decidido a la política se interesara en mis ideas y que pudiéramos tener una complicidad mental y una comunidad de deseos tan clara”. Descripciones un tanto simpáticas las de este “intelectual hippie”, de deseos no tan alejados del “empresario futbolero”.
Esa primera imagen que todos tenemos de Macri, se ve que perturba al macrismo. Como todos la vivenciaron, reflexionan sobre ella e intentan convencernos de que es distinto. Como si la idea fuera que todos lo conozcamos personalmente, como para que cambie nuestro parecer. Quizás de eso se trate esta convocatoria a militar en el PRO. “Sacarse el bigote fue un gran paso en el proceso de volverse más humano, maduro, pleno y feliz”, dice el Durán Barba cuasi intelectual del macrismo, Alejandro Rozitchner. “Dejó de parecer cana para parecer un tano demasiado flaco y algo cabezón”. Bueno, sí, les juro que es lo que escribió. Y continúa: “Lo que llama la atención, y que comentamos todos los que pasamos la barrera de los prejuicios y descubrimos al ser humano, es que sea tan persona”.
No más palabras. Nos queda la sensación que si con estos argumentos el macrismo llega a la presidencia, esta década ganada no habrá logrado institucionalizar los cambios profundos que el kirchnerismo realizó. Y que la batalla cultural estaría definitivamente perdida. Creemos que eso no va a suceder, pero nos quedan dos años para profundizar este modelo de desarrollo con inclusión social, y lograr consolidar una continuación política e institucional que garantice que no demos ni un paso atrás.
Estamos. Una invitación abierta Marcos Peña y Alejandro Rozitchner (Compiladores) Editorial Planeta
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