domingo, 28 de junio de 2015

La realidad es un potro encabritado Por Hugo Presman

La realidad es un paredón donde pueden estrellarse las mejores intenciones, los deseos más fervientes, las aspiraciones más vehementes, los análisis más medulosos y profundos. La realidad es un potro que hay que domar evitando que haga morder al jinete el fracaso de golpearse contra el suelo. O peor aún provocarle una caída definitiva.

La política es el arte de interpretar la realidad, encuadrarla dentro de una estrategia que permita dominarla seduciendo a los ciudadanos para los cuales se implementan las tácticas que permitan alcanzar el objetivo.

Cuando se cometen errores en la apreciación de la realidad y en consecuencia en las tácticas desarrolladas, la política obliga a consumir una abundante cantidad de batracios. El militante encuentra siempre justificativos ante situaciones que contradicen sus aspiraciones con frases como “Prefiero comer sapos y no masticar vidrios”.

Hace mucho que en el “Frente para la Victoria” se viene encubando una realidad que pronosticaba aceptar situaciones que antes de que se precipitaran definitivamente, llevaron a buscar placebos para ir soslayando una situación que para el kirchnerismo duro resultaba dolorosa: un proceso de 12 años con intensa politización y transformaciones importantes, desemboca en un sucesor poco confiable que levantó en su trayectoria un discurso insípido y descafeinado. Daniel Scioli es un fenómeno inédito en la política argentina: sin grandes virtudes destacables; sin estructura política que además hasta ahora no le ha interesado construir; sin figuras destacadas en su staff de colaboradores, ha sido diputado, ministro de varios gobiernos de diferentes signos ideológicos, vicepresidente, dos veces gobernador y es muy probable que en pocos meses llegue a convertirse en presidente de la Nación. Siempre ha manifestado una lealtad hacia los gobiernos de los que formó parte y soportó todo tipo de desaires del kirchnerismo que siempre lo consideró un mal necesario, un complemento imprescindible a la hora de las elecciones.

Sólo en una ocasión, por lo menos conocida, estuvo a punto de romper su lealtad hacia el partido que tiene un día que celebra y enaltece esa virtud pero que es pródigo en traiciones: fue en las elecciones del 2013, cuando estuvo a horas de romper con el kirchnerismo y conformar una alianza con Sergio Massa y Mauricio Macri. Pero cuando el salto al vacío parecía consumado, dio un paso atrás y decidió jugar definitivamente con el “Frente para la Victoria”.

Siendo el candidato oficialista con mayor atracción electoral, se alentó la candidatura de Florencio Randazzo para bajarle el precio al gobernador, proporcionándole al ministro una vidriera muy visible como fue la recuperación de los ferrocarriles, los que el gobierno había descuidado por la ineficiencia de un funcionario impresentable como Ricardo Jaime, y posiblemente por la alianza estratégica con Hugo Moyano. La ruptura con el dirigente sindical y la tragedia ferroviaria de Once le abrieron a Randazzo, a instancia de la Presidenta, un espacio que cubrió con eficacia, como ya lo había hecho con los DNI y los pasaportes.

Su principal propulsor fue Carlos Zannini. Ya como candidato a presidente de la Nación, Randazzo realizó una campaña de diferenciación con relación a Daniel Scioli, no a nivel de un adversario sino directamente como un enemigo. Posiblemente era necesaria la diferenciación clara para crecer en esa interna, pero el tono y la dimensión de las descalificaciones (“hombre de Clarín”, “representante de las corporaciones”, entre otras del mismo tenor) lo ayudaba en su afán de ser competitivo pero implicaba de alguna manera un avance que volvía muy dificultoso todo intento de retroceso. En términos de Alejandro Magno, Randazzo quemó las naves, al afirmar categóricamente algo que un político experimentado no suele decir: “La presidencia o nada”.

Las encuestas revelaban que la interna tenía un claro ganador y la campaña en esos términos ya no le bajaba el precio a Scioli sino que sólo deterioraba sus posibilidades de cara a octubre. Cristina Fernández, con una creciente y recuperada popularidad, contradiciendo todos los pronósticos apocalípticos y el vaticinio inexorable del pato rengo, decidió no jugar a los dados y le pidió a Randazzo que bajara su candidatura. Fue una decisión acertada. Además en la interna, al fragmentarse los votos y cuanto mejor fuera el desempeño electoral del ministro, podía dejar al ganador del Frente para la Victoria con menos votos que los obtenidos por el candidato triunfante del conglomerado “Cambiemos”. El originario de Chivilcoy pidió un tiempo, pero antes que terminara de meditarlo, la presidenta tomó la decisión de que su alter ego, Carlos Zannini, fuera el compañero de fórmula de Daniel Scioli. En términos concretos, la fórmula es lo más parecido a Scioli- Cristina Fernández. El ministro comprendió que su suerte estaba jugada y decidió bajar su postulación renunciando a la alternativa ofrecida de ser candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires, el segundo cargo en importancia del país.

La versión oficial fue que Daniel Scioli le propuso a la presidenta que su compañero de fórmula fuera Carlos Zannini. Aceptemos por un momento ésta poco probable alternativa. Revelaría a Daniel Scioli como un estratega astuto y audaz, lector y discípulo de Maquiavelo, quien como hábil ajedrecista, en una jugada extraordinaria, seduce a la dama y le canta jaque mate a su adversario.

LA FÓRMULA SCIOLI- ZANNINI

Carlos Zannini es una figura de nulo conocimiento en la ciudadanía y sólo reconocido en el estrecho ámbito de la política activa. Más que un colaborador estrecho de Néstor Kirchner y Cristina Fernández ha sido la extensión de ambos. La primera interpretación, cercana a la realidad, fue la de controlar al candidato y enviar un mensaje hacia la parte más dura de sus seguidores que Zannini es la garantía de la continuidad de los avances realizados. En ese sentido resulta precisa la apreciación de Dante Palma, profesor de filosofía y panelista de “6-7-8”, bajo el título “Zannini: un mensaje hacia adentro”: “Y lo cierto es que, desde mi perspectiva, tal designación fue pensada como un mensaje “hacia adentro” del kirchnerismo. Porque, claro está, Zannini no trae votos, no interpela a antikirchneristas indecisos ni tampoco seduce a moderados. Sin embargo disipa una enorme cantidad de dudas pues, por lo pronto, muestra que CFK ha decidido comprometerse de lleno con el próximo gobierno. En este sentido, algunos dirán que Zannini está allí para cercar y otros dirán que está para acompañar pero lo cierto es que la presidenta no se ha desentendido de la suerte de Scioli. Se sigue de esto, claro está, que la idea de una CFK que “jugaría” a perder refugiándose en los “puros” no era más que una zoncera. Pero, lo más importante, con Zannini acompañando a Scioli, el kirchnerismo logra plasmar una fórmula que sintetiza un tiempo histórico porque el actual gobernador de la provincia tenía el apoyo del PJ y los gobernadores, pero generaba desconfianza en una porción importante de la dirigencia y el electorado kirchnerista progresista que, por oposición, se identificaba con Randazzo.”

Desde otro ángulo, Lido Iacomini, integrante de Carta Abierta, escribió bajo el título de “Scioli – Zaninni: una alianza con dolor”: “Muy probablemente la fórmula Scioli – Zannini garantiza el triunfo en primera vuelta y quizás también un primer gabinete continuista, es decir con una presencia importante del kirchnerismo. Esto supone que este es un gobierno de alianza entre dos sectores, el sciolismo y el kirchnerismo, de fronteras difusas entre ellos. Lo que prefigura la perspectiva de un gobierno en disputa. Todos hacemos la cuenta: ellos tienen la presidencia en un país presidencialista por excelencia, nosotros (previsiblemente) la mayoría parlamentaria, la vicepresidencia (tradicionalmente pero no fatalmente) bastante inocua salvo en momentos críticos, y esperemos tener también la conducción de la Provincia de Buenos Aires. Scioli no era nuestro candidato porque lo sabemos sensible a las presiones del establishment y aunque ahora será inexorablemente nuestro ya que el enemigo N° 1 es el macrismo, la alianza conformada con esa conducción gubernamental no tiene la contextura que garantice la solidez y la unidad de gobierno necesaria frente al “pliego de Escribano”, en las formas que sean en que la derecha argentina e internacional lo presentará de inmediato al nuevo gobierno, en el palacio y en la calle, en los mercados financieros y en las góndolas, con el gorilaje y con el sindicalismo “pinochetista” de Barrionuevo y el “Momo” Venegas. Su objetivo será “pelar” de kirchnerismo al gobierno y pejotizar al máximo…. para imponer al más corto plazo posible un gabinete adicto suficientemente poroso ante los poderosos.”

No tengo al día de hoy una opinión definitiva sobre la fórmula concretada en cuanto a la incidencia electoral. Apenas algunas consideraciones: sin Zannini, la inmensa mayoría del kirchnerismo, con pequeñas deserciones, se hubiera alineado finalmente detrás del motonauta, a medida que la campaña electoral avance y quede exteriorizado en forma indubitable “el proyecto Macri”. En síntesis: tranquiliza a un espectro kirchnerista más amplio que el núcleo duro al que produce zozobra Daniel Scioli. Donde puede jugar en forma desfavorable es en el 30% del electorado que no es ni kirchnerista ni visceralmente antikichnerista y que es crítico fundamentalmente por aspectos formales y procedimientos autoritarios del oficialismo. Para esos sectores, Daniel Scioli garantizaba un mejoramiento en ese plano y una disminución del nivel de confrontación que ese sector de la ciudadanía vive dramáticamente como una grieta a reducir primero y a eliminar después. Más allá que está claro y debidamente probado, que para avanzar hay que romper los huevos, pisar callos y enfrentar a los intereses afectados.

Si uno sigue la siempre certera recomendación de Arturo Jauretche, que cuando no están claras las cosas hay que mirar lo que dice “La Nación” y posicionarse enfrente, bastaría leer entre otras muchas notas en el mismo sentido, la columna de Joaquín Morales Solá del 17 de junio que bajo el título de “Continuidad a secas”: “Zannini fue el cerebro de las peores políticas del gobierno cristinista. De su cabeza surgieron las iniciativas para destruir la independencia del Poder Judicial, las maniobras para perseguir a los jueces y los reiterados intentos de perpetrar un golpe de Estado a la Corte Suprema de Justicia. De su imaginación brotaron las líneas básicas para acosar y derribar al periodismo independiente. Fue él quien le llevó ideas a Cristina para terminar de una buena vez con los medios y los periodistas críticos. Desde ya, ésas eran las ideas que Cristina estaba esperando. La culpa es compartida entre ellos. El actual secretario legal y técnico de la Presidencia hizo en los últimos años las veces de comisario político de la Presidenta. Esa tarea la cumplió en el gabinete y en el Congreso. Fue una manifestación monumental de poder, que penetró en la histórica flexibilidad de la personalidad de Scioli. El gobernador pudo decir que no argumentando que la fórmula con Zannini pone en riesgo el triunfo del kirchnerismo en las elecciones presidenciales. Los ojos y los oídos de la Presidenta en otra persona y en la misma persona. Su devoción por la figura de Cristina está fuera de toda duda. Es el autor de la famosa frase que describe la relación de los funcionarios con Cristina: "A la Presidenta no se le habla; se la escucha". No hay error posible en esa mujer convertida en deidad por Zannini…. La designación de Zannini es la continuidad del poder por otros caminos.” A su vez, la columna empresarial del mismo diario a cargo del periodista Francisco Olivera escribió el 20 de junio: “Lo que para ellos ( los empresarios) era hasta el martes la esperanza resignada, pero esperanza al fin de que un triunfo de Scioli en las elecciones fuera coronado con una emancipación inmediata y definitiva del kirchnerismo en el día uno, llevará más tiempo del que se calculaba.”

Por otra parte, en la estructura del poder político en la Argentina, el vicepresidente es importante en la campaña electoral, relevancia que se reduce hasta casi la intrascendencia, cuando asume el presidente elegido. Vuelve a cobrar importancia cuando se vuelve un desleal a su compañero de fórmula. Lo que condiciona al gobernador bonaerense en el caso de llegar a presidente, es el dominio kirchnerista en las cámaras y la influencia social de Cristina Fernández.

CARLOS ZANNINI

El 26 de marzo del 2013 supe escribir una nota titulada “Oteando el horizonte”, cuando ya había quedado definitivamente cerrada la posibilidad de recurrir a alguna alternativa que habilitara a Cristina Fernández a una nueva reelección. En la misma hay un acierto y un error: el acierto, la posibilidad de Zannini candidato; y un error, el haber descartado a Daniel Scioli como sucesor de Cristina Fernández; decía entonces: “Sin posibilidades ciertas de reelección (salvo un acuerdo con la oposición que permitiera llamar a una Convención Constituyente) y descartando a Daniel Scioli como su continuador por fundadas razones de desconfianza política y descreimiento de su lealtad, a lo que se suma la generalizada precaución de la Presidenta hacia sus colaboradores, emerge como alternativa con probabilidades la jugada realizada por Lula en relación con Dilma Roussef. La misma se realizó con un Presidente que gozaba de un 70% de popularidad y una candidata sin conocimiento popular. Allí fue posible. ¿Podrá Cristina emprender exitosamente la gran Lula? Todo dependerá de su popularidad al iniciarse 2014. ¿Y quién podría ser la Dilma Roussef argentina? El único que tiene la confianza absoluta de la jefa de estado es el secretario legal y técnico de la Presidenta, Carlos Zannini. Sin ningún conocimiento público, más allá del círculo estrecho de los políticos, analistas políticos y periodistas, sostienen, los que lo conocen, que es un cuadro político. En su juventud militó en una agrupación marxista pro China: Vanguardia Comunista. De ahí su apodo de “el chino”. Nació en Córdoba en 1954, fue secretario de gobierno municipal cuando Néstor Kirchner fue intendente de Río Gallegos. Cuando su jefe llegó a gobernador, se desempeñó como Ministro de Gobierno de la Provincia. Fue luego legislador y se desempeñó como el jefe del bloque de diputados provinciales. Cuando Néstor Kirchner lo consideró necesario, fue Presidente de la Suprema Corte de Justicia de Santa Cruz. Lleva muchos años integrando la mesa cada vez más chica del kirchnerismo, con el cargo de Secretario Legal y Técnico de la Presidencia de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Tal vez sea sólo una conjetura que el tiempo disolverá y los avatares de la sorpresiva política argentina convertirá en una hipótesis desechada. En ese caso Samuel Goldwin volverá a tener razón y lamentaré no haberle hecho caso: “No conviene hacer pronósticos,sobre todo hacia el futuro.”

En los cables secretos de la embajada norteamericana en la Argentina hacia EE.UU desnudados por el Wikileaks y recopilados por el periodista Santiago O Donnell en uno de sus dos libros sobre el tema titulado “ArgenLeaks”, puede leerse: “Con la ida de Alberto Fernández, Zannini se ha convertido en el miembro más accesible de la minúscula “mesa chica” donde se toman las decisiones claves del gobierno de la Argentina. Su interés en las oportunidades sociales- originado en su historia por haber crecido en una familia de clase baja y haber recibido asistencia gubernamental para ir a la escuela- también es una parte clave de la mirada de CFK…… Y acota O Donnell: “En ocho cables filtrados por Wikileaks, Zannini aparece representando a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner en temas delicados como el caso de la valija de Antonini Wilson, la multimillonaria venta de la empresa de transmisión eléctrica Transener y la Ley de Medios Audiovisuales”

Para su único biógrafo Eduardo Zanini en el libro “El creador” “ (Zannini) fue el proveedor de ideas, el operador entre las sombras. Sin dudas, el creador del kirchnerismo. Es el hombre que el matrimonio necesitaba para que, con la paciencia de un ajedrecista, fuera estructurando uno a uno los planes para que el kirchnerismo resultase una fuerza blindada y de relato unificado”

FLORENCIO RANDAZZO

La decisión de Florencio Randazzo de no aceptar la propuesta de ser candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires ha desatado una discusión al interior del kirchnerismo. El núcleo duro militante lo considera un individualista que ha puesto sus intereses personales por sobre el proyecto. Desde otros sectores internos pero fundamentalmente externos, se considera como un gesto de dignidad haber respetado las promesas formuladas. Estos últimos (partidos opositores y medios hegemónicos) aprovecharán toda diferencia para alentar todo aquello que perjudique al gobierno. El periodista Hernán Brienza cuyas últimas participaciones en “6-7-8” ha dado lugar a debates muy interesantes, después de informar que si hubiera habido internas lo hubiera hecho por Randazzo, ha escrito bajo el título “Ser Peronista”: “Él se quejaba porque yo lo había comparado con Daniel Scioli y me replicó que yo no podía decir eso porque él no era un liberal. Le retruqué que yo lo iba a votar a él en las PASO y me contestó sonriendo: "Y, claro, porque sabés que soy el único candidato peronista." Nos reímos, hasta con cierta complicidad. Hoy me pregunto: ¿qué habremos entendido cada uno de nosotros por "ser peronista"? Porque yo entiendo por "peronista" no sólo una definición esencialista y doctrinaria sino también práctica. "Ser peronista", en la práctica, es ser leal a la conducción o irse. Pero no jugar en contra desde adentro en el momento más inoportuno. O al menos así se lo entiende desde el día que Perón dijo: "Primero la Patria, segundo el Movimiento y por último los hombres." Ayer celebraron la postura de Randazzo, desde Macri hasta Clarín y La Nación. Desde Menem que no ocurría ese milagro con un peronista.”

Y más adelante concluye: “Desde hace meses, pudo armar su campaña a instancias de la presidenta: fue a 6,7,8, sus spots aparecían en Fútbol para Todos, se metió al progresismo de Carta Abierta en el bolsillo. Ni así le alcanzó para empardar a Scioli en las encuestas. Y en su campaña desplegó una virulencia fenomenal destemplada, innecesaria y a destiempo contra el gobernador bonaerense. ¿Qué pretendía? ¿Dividir el voto kirchnerista para favorecer a Macri? ¿Llevar al FPV a la derrota? ¿A qué intereses está jugando?

Hace pocas horas decidió bajarse solo de la candidatura. Sin que nadie se lo pidiera. Dijo que si iba Zannini de vice de Scioli él no competía. Y tampoco aceptó ser candidato a la gobernación de Buenos Aires………¿Qué tiene de heroico renunciar a ser el gobernador de la provincia más poderosa? No resulta muy "peronista" la decisión. Lejos de ser un reproche este texto es más un pedido de explicación de quien hasta ahora pensaba votarlo y hoy ve con desconcierto cómo su candidato está siendo desleal con la presidenta.

"Peronista" es ser leal a la conducción de Cristina. Crearle un problema es jugar para otros intereses. Ojalá Randazzo demuestre con hechos que es un "peronista" en la práctica. Y, sobre todo, que no está jugando para otros intereses. Porque como dijo Perón en un polémico discurso: "No nos vamos a tirar la suerte entre gitanos, acá sabemos que se juegan otros intereses."

Me llama la atención que como analista lúcido, Brienza diga: “..bajarse solo de la candidatura. Sin que nadie se lo pidiera”. Nadie en el kirchnerismo hoy puede competir si Cristina va en la otra fórmula. En su carta de explicación enviada a la Presidenta, con demasiado autobombo, Randazzo sostiene claramente: “Llegué con vos y me iré con vos de la Casa Rosada. Sin dejar mis convicciones en la puerta de la misma. Y, vos sabés, eso no tiene precio. Así nos enseñó Néstor.”

Está claro que al día de hoy no está siguiendo el camino de Alberto Fernández o Sergio Massa.

Si lo hace, ese será el momento de las críticas.

Renunció no a ser candidato a gobernador sino directamente a gobernador conforme a los datos actuales, ya que como candidato a ese cargo era el que podía sacar un porcentaje de votos mayor.

Creo que un partido político no es un ejército ni tampoco una secta religiosa. No debe atribuirse al máximo dirigente de un partido político la pretendida y falsa infalibilidad papal. Máxime si en ese partido el debate escasea y las decisiones son tomadas exclusivamente desde arriba.

Ese verticalismo extremo llevó a que durante el menemismo se cambiaran los fundamentos y razón de ser del peronismo histórico con mínimas y honrosas fracturas. Es el mismo que fomenta que los que asciendan sean los más serviles y alcahuetes como lo comprobó el mismo Perón cuando la mano vino cambiada en 1954-1955. Dentro del predominio de un proyecto colectivo, debe haber espacio para las decisiones personales, que sin romper con el proyecto, no consideran en un determinado momento encarnarlo en determinadas condiciones. Las experiencias a nivel internacional del stalinismo y el maoísmo dan lugar para largas y lamentables consideraciones. Una cosa es desertar de un proyecto en el que se cree y dar un paso al costado, y otra muy distinta es desertar del mismo y posicionarse en la vereda de enfrente. Los ejemplos de Arturo Jauretche, Scalabrini Ortiz, Homero Manzi son claros ejemplos al respecto en el primer caso. Desde Alberto Tessaire a Julio Bárbaro en el segundo. Y menos, al día siguiente tirarle los perros al disidente, como ejemplo para el disciplinamiento de otros y abortar todo debate interno.

En otros términos, aunque tampoco coincido, se refiere el mesurado analista cercano al gobierno Mario Wainfeld: “A los ojos de este cronista, la renuncia de Randazzo expresa más una posición individualista de uno que milita en un colectivo. Trastrueca el tríptico: “la patria, el Movimiento, los hombres” “Si el candidato es el proyecto, los criterios personales de los candidatos quedan (deben quedar) en segundo término.” La pregunta que debería contestar el amigo Mario Wainfeld es si estaría dispuesto como periodista a firmar una nota contraria a lo que ha venido opinando sobre determinados déficits e insuficiencias del gobierno en función del proyecto Página 12.

Y estas consideraciones las formulo después de haber escrito hace pocas semanas una nota con el título “Batracios” en el que afirmaba: “Hacer política implica necesariamente aceptar una cierta dosis de anfibios en el menú. El problema empieza cuando deja de ser un bocado amargo y pasa a convertirse en rutina muy cercana a la gula. “Carta Abierta”, el grupo de intelectuales que apoya al gobierno, ha manifestado que su preferencia electoral es Florencio Randazzo. Seguramente ninguno de ellos se imaginó esta declaración hace tres años. Está claro que la realidad muchas veces se burla de los conocimientos acumulados con las lecturas de Marx, Sartre, Foucault o Jauretche, entre tantos otros. Ni toda la biblioteca voluminosa y leída puede impedir atosigarse con una porción doble de batracios. Más que las virtudes de Randazzo que las tiene efectivamente en la gestión, son los déficits y aprehensiones que despierta Daniel Scioli lo que lleva a Carta Abierta a proclamar que se deleita con un buen plato de sapos.”

LA REALIDAD ES UN POTRO ENCABRITADO (1)

La presente nota se escribe desde las dudas mucho más que desde las certezas. Si la historia es útil es para encontrar ejes para analizar el potro de la realidad. Y fundamentalmente para no repetir errores. Y hacer del debate de ideas, desde las convicciones propias que coinciden con los aspectos fundamentales de un proyecto político, el eje de la discusión. El ser agnóstico en materia religiosa me impide ser religioso en materia política.

Mantengo las múltiples dudas y diferentes críticas que a lo largo de los años he señalado sobre Daniel Scioli. Pero al mismo tiempo la continuidad de su alto reconocimiento popular me induce a pensar que millones de argentinos aprecian cualidades que yo no distingo. Posiblemente para que esto funcione en forma medianamente aceptable y exitosa, se debería partir de la consideración señalada por Lido Iacomini: “Esto supone que este es un gobierno de alianza entre dos sectores, el sciolismo y el kirchnerismo, de fronteras difusas entre ellos.”

La presencia de Daniel Scioli en 6-7-8 el domingo 21 de junio, lo mostró enarbolando un discurso de definiciones concretas, muy lejos de sus habituales ondas de amor y paz. Preguntas incisivas de parte de los panelistas, planteos bien realizados, que están ausentes cuando acuden funcionarios del gobierno nacional, fueron contestadas sin eufemismos, salvo una de ellas acerca de la situación de los presos en las cárceles de la Provincia de Buenos Aires.

Resulta llamativo ( o no) que en seis años del programa en el aire sea la primera vez que fuera invitado el dos veces gobernador de la Provincia de Buenos Aires, a lo que en forma indirecta Scioli hizo referencia aduciendo que tenía muchas ganas de venir a contestar muchas de las críticas que se le formulaban, de lo que deduce que no es que no quería ir sino que no era invitado.

Volviendo al principio: La realidad es un paredón donde pueden estrellarse las mejores intenciones, los deseos más fervientes, las aspiraciones más vehementes, los análisis más medulosos y profundos. La realidad es un potro que hay que domar evitando que haga morder al jinete el fracaso de golpearse contra el suelo.

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