Dentro de pocas horas se conocerán los resultados definitivos de la elección a gobernador de Santa Fe. Aunque siempre puede haber sorpresas de último minuto, la información que circulaba al cierre de esta edición indicaba que el socialismo, con Miguel Lifschitz, retendría la provincia que gobierna desde 2007 junto con la UCR.
Dentro de pocas horas se conocerán los resultados definitivos de la elección a gobernador de Santa Fe. Aunque siempre puede haber sorpresas de último minuto, la información que circulaba al cierre de esta edición indicaba que el socialismo, con Miguel Lifschitz, retendría la provincia que gobierna desde 2007 junto con la UCR. El resultado que se develará hoy no será para descorchar champagne: los propios operadores del oficialismo santafesino reconocían que la victoria sería por una irrisoria diferencia de entre 1500 y 2000 votos. Hay un dato, sin embargo, que ha pasado desapercibido: por primera vez desde que maneja el distrito, el Frente Progresista controlará la mayoría de la legislatura. Este dato se explica por la gran elección que realizó al actual mandatario, Antonio Bonffatti, que encabezó la nómina de diputados distritales y fue el político más votado el pasado 14 de junio. Sacó casi 170 mil votos más que el postulante a sucederlo de su propia fuerza.
El escenario para el PRO es más complejo. Aunque la mayoría de las encuestas indican que Mauricio Macri tiene una intención de voto inédita para un dirigente nítidamente de centro-derecha, lograr que esos sondeos se plasmen en un resultado contante y sonante se ha vuelto un objetivo imposible. Ganar una provincia como Santa Fe implicaba para el PRO sacar el título de partido de envergadura nacional y, por ende, capaz realmente de poner un presidente de la República. La derrota de Miguel Del Sel -si el resultado se confirma- le arranca al jefe porteño la posibilidad de mostrar al comediante como símbolo de su capacidad de construcción por fuera de la Capital Federal, en la que ciertamente su fuerza tiene una maquinaria aceitada en todos los frentes.
Habrá que esperar hasta octubre para que se confirmen o no los vaticinios de las mediciones de opinión. Hasta ese momento, a Macri sólo le queda colgarse de los posibles triunfos de sus aliados radicales, como el domingo pasado, en Mendoza. Mientras tanto, el destino de su partido parece ser el de una fuerza municipal, que no puede cruzar la General Paz.
El escenario para el PRO es más complejo. Aunque la mayoría de las encuestas indican que Mauricio Macri tiene una intención de voto inédita para un dirigente nítidamente de centro-derecha, lograr que esos sondeos se plasmen en un resultado contante y sonante se ha vuelto un objetivo imposible. Ganar una provincia como Santa Fe implicaba para el PRO sacar el título de partido de envergadura nacional y, por ende, capaz realmente de poner un presidente de la República. La derrota de Miguel Del Sel -si el resultado se confirma- le arranca al jefe porteño la posibilidad de mostrar al comediante como símbolo de su capacidad de construcción por fuera de la Capital Federal, en la que ciertamente su fuerza tiene una maquinaria aceitada en todos los frentes.
Habrá que esperar hasta octubre para que se confirmen o no los vaticinios de las mediciones de opinión. Hasta ese momento, a Macri sólo le queda colgarse de los posibles triunfos de sus aliados radicales, como el domingo pasado, en Mendoza. Mientras tanto, el destino de su partido parece ser el de una fuerza municipal, que no puede cruzar la General Paz.
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