jueves, 12 de febrero de 2015

Smith murió en mi celda Quien dice haber sido su compañero de prisión asegura que el sindicalista murió torturado, en enero de 1978

Por ENRIQUE ARROSAGARAY

La declaración de Roberto Corrales ante funcionarios de la Subsecretaría de Derechos Humanos fue precisa: Oscar Smith murió en mi celda en enero de 1978, dijo.Corrales fue a la dependencia del Ministerio del Interior hace más de un año, con la intención de consultar sobre las leyes de reparación para las víctimas de la dictadura, en su supuesta condición de ex secuestrado y desaparecido. Allí contó haber estado secuestrado en un campo clandestino ubicado en el sótano de una fábrica abandonada, en Avenida La Plata y 12 de Octubre, Quilmes (hoy un hipermercado), y dio varios nombres de sus captores. Afirmó también tener miedo a represalias. La denuncia hubiera sido una más, a no ser porque mencionó que compartió la celda con Smith, a quien, dijo, vio morir.Smith se desempeñañaba en febrero de 1977, como secretario general del gremio de Luz y Fuerza-Capital. Había nacido el 8 de enero de 1932 en Villa Dominico y permaneció en el lugar incluso ya casado con Maruja Pérez, con quien tuvo dos hijas. Peronista e hincha de Independiente, buena parte de su formación la hizo al lado de Félix Pérez y de Juan José Taccone, dos históricos del mismo gremio.Según relató una fuente sindical, en el verano de 1977, el general Roberto Eduardo Viola -uno de los jerarcas del Proceso- le avisó a Smith que saliera de circulación porque estaba en peligro. Pero el sindicalista no hizo caso a la advertencia. 

El 11 de febrero salió de su casa -en pasaje Diamante al 5000- con su automóvil. Enfiló por avenida Mitre y luego giró por Debenedetti hacia el Riachuelo. Allí fue encerrado por otros autos. Lo secuestraron y nunca más se supo nada de él.Corrales, quien dice haberlo visto morir, pisa los 50 años. Su relato incluye los siguientes puntos centrales: Afirma que era obrero de la General Motors-Barracas, a la que ingresó gracias a su amigo Jorge Corsini, dirigente gremial de esa planta.Que fue echado en el invierno del 77 tras discutir con el jefe de seguridad.Que supo del secuestro de un obrero de Citroen y de un ingeniero de la Peugeot.Que fue secuestrado en Bernal, el 20 de setiembre de 1977.Que estuvo detenido en una celda junto a una pareja de estudiantes de La Plata -la chica de unos veinte años se hacía llamar Tita- y a un tal García, abogado, de Barracas.Y que un día ingresaron a la celda a un hombre en mala condición física, que dijo llamarse Oscar Smith.Corrales contó que en esa breve convivencia, el dirigente se mantenía moralmente entero, que escupía e insultaba a sus captores cuando ingresaban a la celda y que fue víctima de un método de tortura singular, al que llamaban el chupete. Este consistía en colocar en el pene una especie de preservativo de goma gruesa, que impedía orinar y que provocaba muy fuertes dolores. 

Dijo que Smith murió entre el 8 y el 10 de enero del 78, y que recuerda haber oído que lo enterraron en ese predio.Sobre los represores, Corrales cuenta que reconoció dentro del centro clandestino a uno de apellido Pastorini, por haber sido amigo de la juventud. Con el policía negoció recuperar la libertad a cambio de colaborar en la represión ilegal. Corrales quedó libre el 27 de enero del 78 y si bien no pudo iniciar esa tarea en forma inmediata porque debió ser operado, reconoce que tiempo después facilitó la detención de su viejo amigo Corsini, quien apareció muerto arrollado por un tren pocas horas después de su detención.También recuerda que el jefe de aquel grupo de tareas era el comisario Alberto Rousse, jefe del Comando de Operaciones de la Dirección General de Investigaciones de la Policía Bonaerense, bajo el mando del general Ramón Camps. Rousse viviría en el centro de Avellaneda y frecuentaría un bar de avenida Mitre y French.La personalidad de Corrales fue descripta por Alicia Pierini y Norma Maratea, titular y coordinadora de la Subsecretaría al momento de la presentación, como la de un hombre huidizo, callado, poco confiable y fantasioso.La mención de un supuesto centro clandestino que no figura en los listados oficiales, hizo menos creíble el relato. Pero ante la confesión de que había compartido el cautiverio con Smith, las funcionarias hicieron consultas. Una de ellas con el sindicato de Luz y Fuerza.Fuentes de la Subsecretaría indicaron a Clarín que ante la ausencia de Oscar Lescano, titular del gremio, Corrales fue atendido por el coordinador Edgardo Serase. Allí le ofrecieron una recompensa por sus datos, pero sus comentarios siempre fueron vagos. Agregaron también que hubo dos reuniones con la esposa e hijas de Smith en la Subsecretaría, con un saldo poco alentador. 

En síntesis, que los datos proporcionados por el denunciante nunca pudieron ser verificados.Clarín pudo comprobar algunos datos de la declaración. Por ejemplo el del secuestro de un obrero de la Citroen, el de un ingeniero de la Peugeot y el episodio en que murió el gremialista Corsini. Por su parte Cristina Caiati, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), consideró creíbles los dichos de Corrales.La historia del final de Smith, el sindicalista más notorio desaparecido durante la dictadura, deja así un interrogante abierto

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