En un frontón de Plaza San Martín se lee: "Hay muchas más religiones que niños felices en el mundo". Firma la clásica A del anarquismo. Tachada sólo la A, con una cruz pintada, la réplica se ubica en la misma pared y reza por todo concepto "Dios y Patria". Una sigla menos clásica (MNC, tal vez Movimiento Nacionalista Católico) se responsabiliza por la impugnación. Vale la pena detenerse sobre este modelo de "debate". Las paredes saben, y a veces suelen decir más que algunos columnistas políticos.
Arranquemos por lo obvio. El mundo tiene 7000 millones de habitantes y si uno de cada tres fuera un niño, unos 2 mil millones, es obvio que excedería largamente el número imaginable de religiones posibles. Solamente si los niños felices fueran unos pocos centenares, resultaría posible que hubiera más religiones que niños felices. Se trata, como es evidente, de una lectura cuya literalidad aplasta la metáfora anarquista, metáfora que podría leerse paradojalmente; si la religión tiene por objeto la felicidad, lo que por cierto es más que discutible, y existe un número crecido de caminos para alcanzarla, por qué los niños son la mayoría de los pobres sin cuento de esta tierra. Y los tan pobres, se sabe, no acceden fácilmente a la felicidad.
Pero la respuesta de la pared no trata de poner en tela de juicio los argumentos anarquistas. El Dios y Patria les alcanza. Un intento de argumentación se tacha con dos significantes cristalizados. En lugar de una razón que se responde con otra, dos palabras con historia. Este es el modelo con el que "debate" políticamente la sociedad argentina. No estoy diciendo que es el único, sólo señalo que captura la escena nacional. La marcha convocada para el 18 de febrero se apoya, no únicamente por cierto, en esta estructura argumental.
EL AFFAIRE NISMAM. La muerte del fiscal gatilló toda clase de hipótesis. Desde hombres y mujeres de a pie hasta la presidenta de la República, todos manifestaron y manifiestan en las redes sociales su valoración del hecho. Cuando mayor es la responsabilidad pública de cada participante, mayor debiera ser el cuidado con que emite su "opinión". Cristina Fernández afirmó, a las pocas horas del lamentable suceso, que estaba convencida de que no se trataba de un suicidio. Aventurada opinión cuyo fundamento se desconoce. Ahora bien, si la presidenta piensa así públicamente autoriza (con su voluntad o contra ella) una valoración cuyo sustento judicial no existe. Al menos no todavía. Es más, esa carátula sólo puede ser el resultado de una investigación minuciosa, y anticiparse a su decurso no puede dejar de afectar la investigación misma.
En mi columna del 11 de febrero sugerí que si la fiscalía no puede sostener que se trata de un asesinato político a partir de las pruebas que está recolectando, terminará perdiendo credibilidad pública. El clima de sospecha potenciado por la muerte de Nisman, admito que preexiste, tiene tal fuerza que impone sus propios términos. No se trata de lo que demuestre la investigación, sino de una percepción colectiva alimentada con esquirlas informativas, esquirlas que facilitan toda clase de dislates.
En términos judiciales es claro que se trata de una muerte dudosa. El problema: hacia qué lado se mueve. La muerte dudosa tiene, en este caso, dos polos, en uno se trataría de un suicidio, cuyos motivos no pueden determinarse. En el otro, el asesinato de un fiscal no debe separarse de la causa de la voladura de la AMIA y qué duda cabe, contendría un pistoletazo político.
La justicia cuenta con indicios potentes: los de los forenses que hicieron la autopsia. Funcionarios que no dependen del Poder Ejecutivo sino de la Corte Suprema, y que llevaron las conclusiones de su peritaje a Ricardo Lorenzetti. Tres elementos alimentan la hipótesis de suicidio: primero, la brevísima distancia del disparo, el arma casi apoyada. Segundo, la ausencia de lesiones defensivas en el cuerpo de Nisman. Y tercero, las características del espasmo cadavérico; esto es, el efecto rigidez del cuerpo se corresponde con un disparo autoinfligido, efecto que se reconoce en el índice doblado, tal como queda en el momento de jalar el gatillo. Qué harán los peritos de parte para cuestionar estos indicios firmes está por verse. Algo es claro, difícil que los allegados admitan que se quitó la vida, a menos que haya dejado un mensaje nítido, y Nisman no lo hizo. Por eso el caso está sometido a las más diversas interpretaciones, con mayor o menor fundamento, donde todos terminan siendo expertos en criminalística.
ANATOMÍA DE LA PRÓXIMA MOVILIZACIÓN. No faltan quienes comparan la convocatoria a movilizarse de un puñadito de fiscales con una rebelión judicial, los que están a su favor, o como un movimiento destituyente, los que se le oponen. No comparto estas lecturas encabalgadas. Salvo que se juzguen las intenciones (cuya diversidad también es manifiesta), está claro que el 19 de febrero no será tan distinto del 17, o en todo caso no serán los movilizados los que construyan la diferencia.
La comparación que se ha hecho con la marcha de Corpus Cristi impulsada por la Iglesia Católica, tras la fallida intentona golpista de junio del '55, omite un dato esencial: la marcha tenía por objeto legitimar a los oficiales golpistas, hacerles sentir que no estaban solos. A nadie se le escapa que hoy las FF AA dejaron de ser un protagonista político, y que su ausencia espeja la profunda crisis que las aqueja.
En cuanto al "golpe blando", esto es, sin violencia armada, no digo que resulte imposible, sino que este no es el caso. Para que lo fuera, el gobierno debiera estar completamente carente de apoyo popular, descompuesto. Y con un empujón, con millones movilizados en las calles, los integrantes del Poder Ejecutivo se terminarían yendo a sus casas. No alcanza con una movilización de los mismos de siempre sino con una seguidilla creciente cuya consigna explícita sea derrocar al gobierno.
Esto sucedió,por ejemplo, en Irán: la caída del sha a manos del ayatollah Ruhollah Khomeinni. El sha contaba con apoyo militar, y aun así la compacta mayoría pudo vencer. Nadie ignora, ni siquiera los mas funambulescos miembros de la oposición, que esta no es la situación. De lo contrario no se puede entender la atención que toda la dirigencia política presta al desarrollo de las internas, a las próximas PASO. Los que se aprestan a derrocar un gobierno no se proponen dirimir electoralmente quién lo sucederá. De modo que tratan de debilitarlo, de lograr derrotarlo en las próximas elecciones, y temen que tal propósito no se cumpla, al menos con tropa propia.
Joaquín Morales Solá, en su columna de ayer en La Nación, escribe sobre la voladura de la AMIA: "La responsabilidad de Irán es una hipótesis que suscribe toda la justicia argentina, desde la Corte Suprema hasta la mayoría de jueces y fiscales federales de primera instancia." A 20 años de un atentado, una hipótesis… Pruebas no, sólo hipótesis.
Y añade Morales Solá: "La fragilidad de la justicia argentina está en otro aspecto de la investigación: nunca encontró las complicidades internas indispensables para hacer ambos atentados. ¿Chocó con secuaces en la propia estructura del Estado?"
"Ambos atentados" son el de la Embajada de Israel y el de la AMIA. En la enumeración falta la voladura de Río Tercero. Con otro agravante: una investigación que no incluye "las complicidades internas", no sé qué investiga. Entonces, si se admite que no hubo investigación de lo elemental, cómo puede haber una hipótesis que "suscribe toda la justicia argentina". Ese es el verdadero escándalo. Si así pensara la justicia argentina, cosa que descreo, sería gravísimo. En Morales Solá el sintagma "la justicia argentina" sustituye toda la argumentación, como "Dios y Patria" en el frontón de la Plaza San Martín. Semejante rango de labilidad analítica no afecta a los organizadores de la próxima marcha. Las convicciones de los movilizados no necesitan de argumentos, les basta rumiar su furia incandescente.
Ahora bien, la frustración que semejante comportamiento impone a los impulsados no es pequeña. No cabe duda de que mucha gente se movilizará y que los medios lo reflejarán con lujo de detalles, pero a la hora de las "efectividades conducentes", el gobierno seguirá en Balcarce 50 y los movilizados en las redes sociales y en la tapa de los diarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario