Por Raúl Kollmann
El abrupto regreso de Alberto Nisman a Buenos Aires deja planteadas al menos dos hipótesis. La primera, que el fiscal volvió sorpresivamente, pero que lo tenía pensado desde de fines de diciembre y se lo ocultó a su ex esposa y gran parte de su entorno. La segunda, que tomó la decisión un día antes: “Debí suspender intempestivamente mis vacaciones”, como él mismo escribió.
El trasfondo se relaciona con elementos que ya aparecen en la causa judicial.
- Decisión política: El 7 de enero se produjo la matanza en la revista Charlie Hebdo, en París. Los asesinatos crearon una conmoción mundial y la hipótesis es que Nisman o quienes venían trabajando con él, como Jaime Stiuso, decidieron que era el momento político para acusar al Gobierno de algo tan grave como el encubrimiento del terrorismo, en este caso los sospechosos iraníes del atentado contra la AMIA. El WhatsApp de Sandra Arroyo Salgado, dirigido a su ex marido, es impactante: “Está claro que mis prioridades están en otro lugar. Para vos lo más importante es la puja de poder y salir en los diarios, revistas y TV”, le dijo duramente al fiscal. Impresiona que la jueza no haya hablado de que las prioridades de Nisman eran su trabajo o la Justicia, sino la puja por el poder y su aparición en los medios. En cualquier caso tenía lógica el enojo de Arroyo Salgado, porque debió trastrocar sus planes e ir a buscar a la hija de ambos al aeropuerto de Barajas. Pero en esta hipótesis, Nisman volvió sin planificación anterior y porque la denuncia contra el Gobierno le hacía todavía más daño al Ejecutivo porque engarzaba con lo de Charlie Hebdo.
- La fiscalía: La otra hipótesis es que Nisman pensaba que lo iban a desplazar de la fiscalía AMIA, en especial de una de las vertientes en las que trabajaba la unidad: la causa por el encubrimiento, es decir las pistas falsas que se sembraron en el caso AMIA. En ese expediente están imputados todos los que presuntamente desviaron la investigación, entre ellos el ex presidente Carlos Menem, el ex juez Juan José Galeano, los fiscales de entonces, los jefes de la SIDE y varios agentes, el comisario Jorge “Fino” Palacios y un grupo de secretarios judiciales. Existía un pedido de que a Nisman se lo apartara de esa parte de la causa. El pedido lo hicieron los familiares de Memoria Activa porque consideraban que Nisman fue parte de aquel equipo de investigación original. El juicio oral por el encubrimiento está previsto que empiece a mitad de año y si a Nisman lo apartaban la acusación se podía volver en su contra e incluso podría apuntar a Jaime Stiuso, porque todos participaron de las investigaciones, aunque no desde el principio. Tal vez Nisman creyó que era un hecho que lo removían y ya a fines de diciembre pensó en volver, presentar la denuncia, lo que lo convertía en una especie de intocable. De acuerdo con esta hipótesis, él sabía desde fin de año que regresaría el 12, pero se lo ocultó a Arroyo Salgado y a casi todos los que lo rodeaban.
En la procuración niegan en forma terminante que existiera el plan de desplazarlo. Es más, cuentan que en diciembre se hicieron casi todos los cambios, algunos de fuerte trascendencia, y sin embargo que no se tocó la Unidad AMIA. “Si se hubiese pensado en un cambio, se habría hecho en diciembre”, afirman desde las oficinas de Alejandra Gils Carbó.
En cualquier caso parece claro que Nisman volvió de forma abrupta y lo hizo para presentar apresuradamente una denuncia muy poco preparada, sin fundamentos y sin siquiera aportar las pruebas más elementales. Resultó todo tan improvisado que la jueza María Romilda Servini de Cubría le contestó que no era para tratar en feria y que no había acompañado las evidencias, y el juez Ariel Lijo sostuvo exactamente lo mismo.
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