La aparición del “testigo clave”: un clásico de los casos policiales mediáticos
El caso de la empleada presentada por Clarín como "clave" en la causa, recuerda una serie de personajes que se hicieron conocidos por presentarse en los medios contando historias que luego nunca pudieron ratificar en la Justicia.
La aparición de Natalia Fernández, una joven empleada en un restaurante de Puerto Madero presentada como "testigo clave" por el diario Clarín en la causa que investiga la muerte del fiscal Alberto Nisman, trajo el recuerdo de una serie de personajes que en los últimos años se hicieron conocidos por presentarse en los medios de comunicación contando historias que luego nunca pudieron ratificar en la Justicia.
Un repaso por la historia reciente de la crónica policial argentina revela al menos una decena de casos en los que fabuladores o mitómanos consuetudinarios irrumpieron en la escena mediática, atrayendo la atención de la opinión pública y dando lugar a todo tipo de especulaciones e hipótesis que en algunos casos hasta lograron colarse en un expediente judicial.
Si bien en la mayoría de los casos se ha terminado comprobando que estos individuos se involucran en una investigación policial por motu propio, existen también muchos antecedentes en los que personas allegadas a una causa judicial suelen "plantar" al testigo en cuestión.
Ya sea de manera voluntaria, cuando se trata de sujetos ávidos de fama que se exponen mediáticamente sin tener real conciencia de lo que están haciendo, o de los "plantados" por alguna parte interesada que busca perjudicar el normal desarrollo de una investigación, la irrupción de los testigos falsos ya es un clásico de los casos policiales mediáticos.
Uno de los más conocidos de las últimas tres décadas fue Rafael "El cartonero" Báez, quien durante muchos años aseguró haber visto cómo Carlos Monzón asesinó a la modelo Alicia Muñiz en la madrugada del 14 de febrero de 1988 en la ciudad de Mar del Plata.
Báez declaró en infinidad de reportajes gráficos y televisivos cómo aquella madrugada, mientras "cirujeaba" por el coqueto barrio La Florida, vio desde una ligustrina de la casa de veraneo que ocupaban Monzón y su pareja de entonces, cómo el ex campeón mundial de boxeo mató a Muñiz.
Una vez que pasaron sus 15 minutos de gloria, Báez tuvo que declarar en el juicio en el que Monzón fue condenado a 11 años de prisión por homicidio simple, pero los jueces no creyeron su historia y el "testigo clave" terminó procesado por falso testimonio.
En febrero de 2003 el fiscal Diego Molina Pico ordenó detener a Gustavo Castro, un jujeño con antecedentes por delitos contra la propiedad, quien aseguró en un video haber asesinado a María Marta García Belsunce por encargo de su marido, Carlos Carrascosa.
Castro fue apresado un año después en su provincia por otros delitos, y aunque fue llevado a declarar ante el fiscal, su testimonio fue desestimado por inverosímil. Lo último que se supo fue que terminó internado en un centro de salud mental.
Más cercano en el tiempo, el remisero platense Marcelo Tagliaferro aseguró a quien quisiera entrevistarlo que la noche del 27 de noviembre de 2011 llevó en su auto a a Marisol Pereyra, una de las víctimas del cuádruple crimen de La Plata, hasta la casa en la que fue asesinada junto a otras tres mujeres.
Tagliaferro dijo que quien le había pagado ese viaje había sido Osvaldo "Karateca" Martínez, novio de otra de las víctimas, Bárbara Santos.
Finalmente, a pesar de la repercusión mediática que tuvo su historia, el remisero terminó imputado por falso testimonio y su declaración nunca fue tomada en serio por los magistrados que terminaron sobreseyendo a Martínez.
El caso Ángeles Rawson, uno de los de mayor resonancia en las páginas policiales de los últimos años también tuvo sus testigos truchos, que desfilaron por canales de televisión dando su versión de los hechos, en particular una mujer, Beatriz Fuentes, quien apareció un día en el canal Todo Noticias (TN) invitada por el periodista Ricardo Canaleti, asegurando haber escuchado momentos antes de la muerte de la joven, una fuerte discusión que tuvo como protagonistas a la propia víctima, a su madre y su padrastro.
El relato de esta mujer, que llegó a ser incorporado a la causa por pedido del abogado del padre de Ángeles, ex fiscal Pablo Lanusse, fue desestimado por el juez Javier Ríos, quien además la imputó por falso testimonio.
Este caso tuvo también el aporte de otro testigo delirante que también terminó acusado de mentir por el juez Ríos: un taxista, de nombre Leonardo, que aseguró en distintos programas de televisión haber llevado al acusado Jorge Mangeri hasta el predio del Ceamse ubicado en el barrio de Colegiales, con dos bolsas de residuos en el baúl, en las que podría haber estado el cadáver de la víctima.
Menos pintoresca y más compleja fue la irrupción mediática del supuesto testigo Roberto Aníbal en la investigación por el asesinato de la niña Candela Sol Rodríguez: su testimonio desde un principio levantó sospechas por la relación previa que mantenía este personaje con la Brigada de Investigación de Hurlingham, dependiente de la DDI de Morón.
La declaración de Aníbal, quien en su momento fue considerado "testigo clave" por los medios que dieron crédito a su versión, sirvió para encarcelar a muchos de los imputados por el homicidio de Candela que luego quedaron libres por lo endeble de las pruebas en su contra.
También de la mano de la Policía bonaerense apareció en escena Carlos Redruello, utilizado para desviar la investigación del crimen de José Luis Cabezas en los primeros meses de 1997.
Redruello fue quien apuntó contra la banda de "Pepita la Pistolera", un grupo de marplatenses detenidos y puestos en libertad rápidamente, al descubrirse que no tenían nada que ver con el caso. Al cabo de unos meses, este otro "testigo clave", en realidad plantado por la Policía, terminó detenido y juzgado por falso testimonio.
Télam
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