Por Oliver Carroll *
Nikolai Kozitsyn, el líder cosaco conocido por el apodo de Papito, regresó ayer, inesperadamente, a la primera línea del este de Ucrania. Se suponía que había sido retirado a Rusia por sus responsables en el Kremlin, pero fue visto dando vueltas victoriosas en un jeep militar por las desoladas y destrozadas calles de Debaltsevo.
Hasta anoche, la totalidad de la ciudad ferroviaria había pasado a estar controlada por las fuerzas prorrusas, y sólo un puñado de soldados ucranianos permanece en el área después del retiro masivo de ayer. Con la continuación de los bombardeos, los funcionarios ucranianos temían que los rebeldes pudieran estar preparándose para una ofensiva en la ciudad portuaria clave de Mariupol, a unos 180 kilómetros al sur. El ambiente de celebración entre las fuerzas rebeldes que daban vueltas por Debaltsevo contrastaba con una mezcla de alivio, ira y motín de las tropas ucranianas que habían logrado hacer el peligroso viaje de 50 kilómetros por la carretera hasta la siguiente ciudad importante de Artemivsk.
El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, voló en la noche del miércoles para felicitar a los hombres que describió como “héroes regresando”. En declaraciones al inicio del día, Poroshenko se había jactado de una operación de “éxito abrumador” que había “demostrado la fuerza del ejército ucraniano” y “mostrado que no hubo un sitio”. Esos comentarios fueron recibidos con burlas por los soldados de la brigada 128º. “Nosotros le transmitimos nuestro agradecimiento”, le dijo Sanya, un soldado de la brigada, a The Independent. “Le dimos las gracias por negar el sitio, le dimos las gracias por equiparnos tan bien, le dimos las gracias por el alto el fuego y le dimos las gracias por enviarnos a la batalla como la carne al matadero”.
Los soldados parecían especialmente molestos por declaraciones oficiales militares de que sólo 13 soldados habían muerto y 157 fueron heridos durante el retiro. El número de muertos estaba “claramente en los cientos”, dijeron.
Funcionarios del hospital local se negaron a confirmar el número de muertos en acción. Es probable que muchos permanezcan tras las líneas enemigas. Los voluntarios que trabajan en el hospital confirmaron que unos 200 soldados heridos habían pasado por allí, sólo una parte de los heridos, como aquellos que estaban en condiciones de viajar más lejos hacia instalaciones mejores.
Lo que está claro es que varios de los pequeños grupos que rompieron el cerco sufrieron pérdidas significativas. Nikolai Gemon, un oficial de la Brigada 128ª, dijo que sólo uno de los 12 vehículos de la columna que él encabezaba logró pasar. El convoy cayó bajo importantes bombardeos, dijo, y muchos de los hombres se vieron obligados a abandonar sus vehículos y regresar a pie. Gemon también dijo que tres camiones Kamaz se habían extraviado en el camino de vuelta y terminaron en los puestos de control separatistas. “Viajaban mucho más atrás, no vieron que los otros daban vuelta y siguieron adelante”, afirmó. Cada camión lleva generalmente hasta 30 soldados y, hasta anoche, su destino era desconocido.
Muchos soldados se burlan de la aseveración de que se trataba de una operación bien organizada. Sergei Mykulaichuk, un soldado de la brigada 51, tuvo su base en Chornukhine, un pueblo situado al este de Debaltsevo. El dice que las fuerzas ucranianas estaban totalmente rodeadas antes que las de Debaltsevo, desde fines de enero en adelante. Su unidad fue una de las últimas en regresar, haciendo el viaje de 14 horas a través de los campos minados a Artemivsk. “No teníamos mapas adecuados, para no hablar de un navegador GPS. Simplemente seguíamos la dirección de la luna”, dice Mykulaichuk. The Independent se enteró de que, a partir del mediodía de ayer, tal vez 60 soldados ucranianos quedaron rodeados en Chornukhine, esperando órdenes para retirarse. Un soldado evacuado dijo que no podía entender por qué sus compañeros los habían abandonado a su suerte.
Los presidentes de Francia y Alemania, que supervisaron toda la noche conversaciones de paz en Minsk la semana pasada, dijeron que tenían la intención de salvar el acuerdo de alto el fuego, con la esperanza de que se cumpliera una tregua después, tras la captura de Debaltsevo.
Los locales son menos optimistas. Varios formaban corrillos consultando a los agentes de la Guardia Nacional de Ucrania sobre el mejor curso de acción. Estaban preocupados porque la guerra pudiera alcanzarlos.
“Váyanse, Artemivsk será la próxima”, fue el consejo del oficial.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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