Las presiones sobre la moneda brasileña tienen principalmente un componente externo. El comienzo de una reversión de la política monetaria norteamericana hacia posiciones más ortodoxas, en un contexto donde Europa y Japón viran a programas de expansión monetaria, generó una sobre-reacción de los mercados financieros que tendió a encarecer el valor del dólar frente a las demás monedas fuertes del mundo. En menos de un año el dólar se encareció un 20% respecto del euro y un 18% respecto del yen.
Tanto el cambio en las condiciones financieras como el encarecimiento del dólar, impactaron sobre el precio mundial de las materias primas. Por un lado, porque los fondos financieros se deshacen de sus posiciones de futuros en materias primas para pasarse a bonos del tesoro norteamericano. Por el otro, porque los precios mundiales de las materias primas se fijan en dólares, y acompañan los movimientos del valor de la moneda norteamericana.
El comienzo de una reversión de los movimientos financieros hacia los EE UU junto a una baja del precio mundial de las materias primas, afectó doblemente a Brasil. Primero, por el impacto directo del bajo precio de las materias primas sobre su balance comercial. Segundo, porque encareció el financiamiento internacional para cubrir su creciente déficit comercial. De esa combinación de factores resultó una devaluación del real frente al dólar del 25% desde septiembre del año pasado hasta la actualidad, pese al incremento de la tasa de interés por parte de su banco central (la SELIC pasó del 11 al 12,25% anual desde finales de octubre hasta el presente).
La economía argentina recibe un impacto ambiguo por la baja de las materias primas, donde la caída más pronunciada del petróleo (bien que importamos) respecto a la soja (que exportamos), termina minimizando su impacto en nuestro balance comercial. El hecho de que tampoco nos financiemos en los mercados voluntarios de deuda, minimiza también el impacto de la nueva coyuntura sobre nuestra cuenta de capital.
Pero la correa de transmisión de la economía mundial sobre nuestro país se da a través de nuestro principal socio comercial. Tanto la devaluación de Brasil como su bajo crecimiento, tiende a reducir nuestras ventas industriales sobre el vecino país, al tiempo que presiona en la competitividad de nuestra industria respecto de la brasileña, que busca colocar parte de su excedente de producción en nuestro mercado.
Se trata de una coyuntura difícil para nuestra industria, especialmente el sector automotriz, ya que la ampliación del mercado interno como compensación del achicamiento del mercado brasileño choca con la escasez de divisas traducida en limitaciones a la importación de insumos.
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