lunes, 8 de diciembre de 2014

Elecciones en Uruguay Un fin de ciclo que no llegó Por Walter Mariño | Periodista.

Dos o tres temas centrales de la campaña repiquetearon en los oídos de Luis Alberto Lacalle Pou. A pesar de intentar una campaña “blanda”, por la positiva, el apocalipsis del fin del ciclo populista estaba al alcance de su vista y de su mano. 

Dijeron los medios: la inseguridad es insoportable. Incluso, apostaron a bajar la edad de la imputabilidad y no tuvieron suerte. El logotipo de la campaña, los colibríes, se multiplicó y multiplicaron las voluntades juveniles, incluidas las de los jóvenes de los partidos tradicionales. 

Como todo el mundo sabe, la inflación erosiona las entradas de los más vulnerables. Extraño. Después de haber provocado las crisis más tremendas, los ajustes más perversos, la derecha descubrió la pobreza. 

Dijeron también que la enseñanza se caía a pedazos y que había que revertir ese deterioro. 

En los próximos años, dijeron con voz de augur, no habrá “viento de cola”, los precios de los commodities bajarán y entonces no habrá nada que repartir. 

Inseguridad, inflación, menor crecimiento. Apocalipsis now. 

Sin embargo, ¿ésa era, es, la realidad? ¿Es cierto lo que difunden el diario El País / La Nación, la televisión, las radios, un día y otro también?

Clave oriental. La contundencia de los resultados de la primera vuelta y los de la segunda permitieron ver a la derecha arrastrando los pies hacia el rincón, como un boxeador vencido (esta es una fácil metáfora, pero es la primera que se me ocurrió). Como se repitió en los análisis políticos de una y otra orilla no hubo sorpresas el 30 de noviembre: el Frente Amplio consolidó posiciones y hará un tercer gobierno progresista incluido en un contexto que vale la pena observar. 

Para repasar en la región nada más que los últimos hechos. Los ganadores. Bachelet, en Chile. Evo, en Bolivia. Dilma, en Brasil. Tabaré, en Uruguay. Este es el contexto latinoamericano al cual hay que añadir, por supuesto, la Venezuela de Maduro, el Ecuador de Correa. 

Los resultados parecerían alimentar el anuncio: hay un final de ciclo. ¿Hay un final de ciclo? Los populismos, dicen, no escarmientan. Ya no es el comunismo tan temido. Los socialistas se transformaron en ovejas del sistema. Los cañones apuntan contra los reverdecidos populismos.

Para intentar comprender lo sucedido en Uruguay y en América latina, habría que escuchar al doctor Julio María Sanguinetti (dos veces presidente de la República), quien además de coleccionar sombreros y ser hincha de Peñarol, se caracteriza por acumular frases célebres. Veamos. “Ensoberbecidos por los resultados de octubre, la mayoría del Frente Amplio ‘va por todo’. Es imprescindible que a la mayoría parlamentaria sumen ahora una mayoría ciudadana que sea interpretada como un cheque en blanco para cambiar las bases republicanas y liberales de nuestra Constitución, la que hoy sienten como un corset. Como dijo la senadora Topolansky, ‘hay que pasar al socialismo, lo que requiere otra Constitución’.”

La frase que nos sirve de título, sigue planteando Sanguinetti, “fue dicha por la Dra. Cristina Kirchner luego de su reelección. Embriagada por su formidable éxito electoral, ungida por un 54% de la ciudadanía, no optó por el camino superior de convocar a todo el país para un proyecto nacional sino, por el contrario, ir ‘por todo’, o sea, apañar todo el poder posible. Ya sabemos lo que pasó después con la prensa, con los impuestos, con el dólar, con las empresas favorecidas y las perseguidas. En ese programa absolutista incluyó también la re-reelección, que –felizmente– quedó en el camino”.

El doctor Sanguinetti está enojado. Con Jorge Batlle y Pedro Bordaberry que han sido los enterradores del batllismo, un sector emblemático del Partido Colorado que reunió el 12% de los votos en octubre (la primera vuelta). Ese porcentaje es el más bajo de su historia. ¿Cuántos votantes batllistas podrían contabilizarse en la exigua votación? Nadie lo sabe, pero el resultado provocó la ira de muchos y una sangría de cuadros. Algunos, como legisladores del departamento de Salto, migraron al Frente Amplio. Otros se han reunido, discuten, piensan. La duda es la de siempre: cómo asegurar un sector progresista en el Partido Colorado, cuando los dinosaurios se mantienen al mando.

Amenazadora, la nube de ceniza se acercó al país colorado.

Nadie pierde en las vísperas. El Guapo Larrañaga (y ojo, no es una transgresión, él se hace llamar así) lo mira serio, muy serio, al “windsurfista” Lacalle Pou, que intenta sonreír, pero no puede. Es una foto, pero así aparecen públicamente. Están solos, no llegó Bordaberry al que no pudieron localizar para que ayudara en la última semana de campaña. Ellos querían inaugurar el fin de un ciclo que fuera la aurora de otros días para la derecha en el país y en la región. Por eso, sus bunkers fueron visitados por partidarios del Pro de Macri y por Sergio Massa, políticos argentinos cuya presencia no fue objetada, más bien alentada por los deshilachados equipos de campaña locales.

Pero más que atender a invitados, Lacalle Pou tiene otros temas que encarar. Por ejemplo, sabe que su liderazgo ya empezó a ser cuestionado. ¿Qué ganó hasta ahora el windsurfista? Poco y nada. Una interna.

Sonrientes. Tranquilos, los dirigentes progresistas, ¿izquierdistas?, ¿populistas?, festejan porque el presidente electo los alentó y, además, creen que lo merecen. Y los festejos no son ortodoxos, pautados, acartonados. Nada, después de un día lluvioso, con los servicios meteorológicos anunciando truenos y centellas, después de una campaña agotadora, el Frente juntó entre 80 mil y 90 mil personas en la avenida 18 de julio, con un estrado ubicado frente al monumento al Gaucho y a la Municipalidad, mirando a la plaza Independencia. Hay organización, estructuras partidarias, pero por encima de todo ello, hay ganas de festejar la década ganada a la vida.

“Mirá si esto lo viera Artigas”, me susurra una vieja militante al oído. La avenida está llena de colores rojo, azul y blanco. Hay rachas de viento que hacen tremolar las banderas. Somos un poco sensibleros, nos emocionamos pero otro quiere reafirmar: “En realidad Artigas es todo esto, somos nosotros”.

Relaciones. En la vecindad las relaciones siempre son dignas de atención. Entre la Argentina y Uruguay hay temas pendientes y es bueno no barrerlos debajo de la alfombra. Luis Almagro fue el canciller que ejecutó con mano fina las directivas de Mujica. Los resultados han tenido todos los matices. Sin embargo, el medio vaso vacío sirvió siempre a la derecha para alentar un falso sentimiento nacionalista, algo que Mujica combatió personalmente y por ello lo tratan de traidor y servidor incondicional del gobierno argentino. Ahora Tabaré nombró al ex vicepresidente Nin Novoa, un productor agropecuario, proveniente del Partido Nacional, sin demasiados antecedentes diplomáticos. Algunos medios prevén la inauguración de una nueva etapa. Sin embargo, según las fuentes consultadas en el partido ganador, también para las relacionales internacionales debe tenerse en cuenta que, más allá de las improntas personales, quien ganó las elecciones fue el Frente Amplio. En la concentración y luego de invitar a los uruguayos a que “festejen” dado que “más que nada es una noche de festejo, de festejo del alma”, Vázquez puntualizó que el tercer gobierno frenteamplista no se apartará “ni una coma” del programa de la fuerza política y exhortó a la sociedad a participar del proceso de construcción nacional: “No queremos que nos sigan, queremos que nos acompañen y que nos guíen”.

Lo que vendrá. “La Cancillería sirve para proteger los intereses nacionales fuera de fronteras y haremos lo necesario para concretarlo”, dijo el futuro ministro al periodismo. Respecto de la relación con Argentina, señaló que allí “va a haber un cambio de gobierno y tenemos que renovar nuestros vínculos políticos”.

Y recordó que “Daniel Scioli fue vicepresidente cuando yo fui vicepresidente y tuvimos mucho contacto, conversamos de muchas cosas. Yo no sé quién va a ser el presidente de Argentina y la verdad que no me interesa, yo no me meto en absoluto en esos temas, ese es un lineamiento clarísimo en la Cancillería”, pero señaló que “si es Scioli, obviamente tengo una relación con él, lo conozco. No lo conozco a Massa, ni a ninguno de los otros”.

“Siempre hemos sido muy amistosos con los argentinos”, aunque resaltó que “Argentina a veces ha tomado algunas medidas que son legítimas, pero que son inamistosas para el Uruguay. Nosotros nos solidarizamos con ellos y no les dejamos venir los barcos que vienen de las islas Malvinas y nos perjudicamos. Hay una doble mano, seamos amistosos y si querés que te dé, dame”, dijo Nin Novoa, y aseguró que “hay oportunidad” para mejorar las relaciones.

Molinos. Hubo tiempos en que hombres idealistas luchaban contra los molinos de viento. En las tierras manchegas un Quijote afiebrado cargaba contra gigantes. El Uruguay del Pepe, del Frente Amplio, se sembró de molinos gigantes que generosos ya están brindando la energía que necesita la sociedad para sus emprendimientos, para vivir mejor. En 2015, el 30% de la energía que consumirá el país provendrá de fuentes renovables: represas hidroeléctricas, parques eólicos, biomasa, paneles solares. Dato insólito: el país no tiene una gota de petróleo, siguen buscando, pero hasta la fecha no se encontró nada. Sin embargo, el balance enérgetico es sumamente favorable y provee de energía eléctrica a los países vecinos (Argentina y Brasil). En todo este cambio sustancial, para el presente y para el futuro el rol del Estado es sustancial. Las empresas UTE y Ancap que los militares primero y luego Luis Alberto Lacalle quisieron descuartizar y privatizar, ahora tienen gestión y en asociación con emprendimientos privados que aportan capitales y tecnología llevan adelante la tarea. 

Les planteamos a los dirigentes frenteamplistas si ¿esto es populismo? 

–No lo sabemos.

–¿Es el paraíso? 

–Seguro que no.

–Entonces...

–Es un país mejor que el que teníamos y merece ser vivido.

07/12/14 Miradas al Sur

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