miércoles, 31 de diciembre de 2014

10 años: No nos cuenten Cromañón OPINION

Agustina Claramut es militante de una agrupación que reúne a sobrevivientes de la tragedia. "Creo que nunca logramos dar el debate profundo: ¿por qué el lugar estaba abierto?".
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Por Yael Crivisqui
El 30 de diciembre su cumplen 10 años de una de las peores tragedias por las que atravesó nuestro país. El costo fue demasiado alto: 194 víctimas fatales. Pero también están las otras víctimas, los y las que sobrevivieron. Únicos/as testigos presenciales y para quienes, así como también para familiares de los y las que perdieron la vida adentro del boliche, el paso del tiempo es un peso pesado al que se enfrentan con lucha y memoria.
Para no olvidar se necesita de los testimonios. Por eso entrevistamos a Agustina Claramut, militante de la agrupación de sobrevivientes de la tragedia "No nos cuenten Cromañón".
APU: ¿Qué balance pueden hacer, 10 años después? ¿Hubo un antes y un después en la causa cuando en 2011 se revoca la absolución, dictaminada en 2009, de los músicos de Callejeros, y se los condena a prisión?
Agustina Claramut: Respecto a la tragedia el balance es bastante triste. A nivel social el eje se sigue poniendo en la bengala y en la banda. No hay, ni hubo en su momento, su debate profundo, serio, al respecto, un mea culpa de todos los sectores, principalmente del sector político. A nivel judicial, se refleja lo mismo, hubo ocho artistas presos inconstitucionalmente, en contraposición con tres funcionarios públicos. Desde mi visión, el lugar estaba abierto y habilitado, y eso es responsabilidad estatal. ¿Cómo puede ser que tengan una condena mayor la gente que fue a laburar ese día, que los responsables de que ese lugar estuviera abierto?
Respecto a la causa, sí hubo un antes y un después pero no solo porque se revocó el primer fallo, sino porque a partir de ahí, empezaron a pisotearle los derechos a los músicos de Callejeros. Va más allá del debate de la inocencia, ni al peor asesino, vos podés negarle sus derechos. Ensuciaron demasiado la causa.
APU: Cómo recibieron la doble noticia: el mismo día que Estela Carlotto – quien tanto los ha acompañado - recuperaba, después de años de búsqueda, a su nieto Guido, la Corte dictaminaba que la sentencia – sobre casi todos los integrantes de Callejeros- no era definitiva, por lo tanto recuperaban provisoriamente su libertad.
AC: Fue una semana muy movilizante. Lo de Ignacio Guido no lo podíamos creer, porque es como decís, Estela nos apoyó mucho, además de ser una excelente persona y un símbolo nacional. Festejamos como si Guido fuera nuestro primo, y Estela nuestra abuela.
Y a las pocas horas nos avisan que ya está, que los chicos salen en libertad. Demasiadas cosas juntas, muy movilizantes. Sabíamos que era una cuestión técnica que estuvieran en libertad y que no se había terminado el juicio, pero por lo menos habían recuperado sus derechos.
APU: ¿Podemos hablar a esta altura de un comienzo de reparación judicial?
AC: Hablar de una reparación judicial es un poco engañoso. Si hablamos sólo de la banda se podría hablar de que empezaron a subsanar los errores. No creo que nunca se pueda reparar que los hayan metido presos casi dos años, porque sí, porque se les ocurrió desoír a la Corte Interamericana de Justicia. Sinceramente sentí vergüenza por la justicia argentina.
Pero si hablamos de la causa en general, no hay reparación judicial que valga. No existe manera de reparar esto, faltan 194 pibes en sus casas. Muchos de nosotros todavía tenemos secuelas psicológicas. Ni siquiera metiendo presos a los verdaderos culpables, podemos hablar de una reparación, porque a mi estos diez años no me los devuelve nadie.
APU: ¿Cuál es la posición que ha tomado la agrupación frente a la condena de Diego Argañaras, ex manager de la banda y también integrante de la misma?
AC: La posición es la misma que para todo el resto de los integrantes, queremos la absolución. El trabajo de Diego no era controlar la habilitación (cosa que la prensa debatió mucho), no era saber cuántas entradas se vendían, no era saber si se pagan coimas o no. Diego fue y negoció con el dueño del lugar, (un tipo hasta el momento muy confiable en el ambiente del rock), acordó un caché, compró el lunch para la banda. Y nada más. Diego es inocente.
Cuando hablamos de “Callejeros”, hablamos de toda la banda, incluido Diego.
El problema es que los tiempos y los recursos judiciales que se pueden utilizar en el caso de Diego son diferentes, por ejemplo, la inconstitucionalidad de la prisión de los músicos, no lo alcanza a él, porque sí tiene dos condenas. Entonces hay que pelearla por otro lado.
La realidad es que el mayor error fue no firmar un contrato donde las cosas estuvieran claras. Si hubiera un contrato, no estaríamos debatiendo nada. Pero eso no es responsabilidad de Diego ni de Callejeros, en ese momento nadie se manejaba así.
APU: ¿Cómo sigue la causa de ahora en más?
AC: Ahora una nueva Cámara de Casación debe revisar el fallo, y dictar uno nuevo. Ese será el desempate para Callejeros, y probablemente el definitivo.
APU: En su momento, y para el proceso político que se venía desarrollando en el país, la destitución de Aníbal Ibarra, por entonces Jefe de Gobierno porteño, fue una de las consecuencias históricas de un sistema corrupto que ya venía haciendo aguas por todos lados. ¿Cómo les cayó ahora enterarse de su postulación para aspirar a ocupar el mismo cargo en el 2015? ¿Implica un retroceso?
AC: Cuando en el 2005 se lo destituyó, no se lo inhabilitó para ejercer cargos públicos. Si yo me lleno la boca hablando de los derechos de los músicos, no puedo pretender que se le avasallen los derechos a este tipo. Lo mismo me pasó cuando dejaron en libertad a Chabán por la enfermedad. Intento, en medio del dolor que todo esto provoca, ser consecuente con lo que digo y pienso. Entonces, el problema no es que se postule, porque el tipo está en su derecho. El problema es que la sociedad lo vote. Ese es el retroceso. Estuvo mal barajado desde el principio. Había que inhabilitarlo. Pero la destitución fue un poco una pantalla, porque los funcionarios de Ibarra seguían estando, y tres años después estaba postulándose para legislador, ganando una banca, y nosotros, pagándole el sueldo.
Yo no puedo, ni quiero, impedir que se postule. Lo único que espero es que esta sociedad se acuerde que la gestión Ibarra, se llevó la vida de 194 pibes.
APU: El hecho de que gran parte de quienes integraron Callejeros hayan recuperado su derecho a reinsertarse en la sociedad mediante el trabajo desató una gran cantidad de críticas por parte de sectores de la opinión pública. A ustedes: ¿se les dio, desde los medios masivos, la posibilidad de expresar su postura, ya que son una voz distinta a las que se escucha habitualmente en las grandes usinas informativas? ¿Se sintieron respetados?
AC: Los espacios que nos dieron fueron muy pocos, los medios masivos en general siempre nos trataron un poco mal. Yo fui a AM (programa que se emite en Telefé), y si bien todos fueron súper respetuosos (incluso gente que no estaba de acuerdo), Augusto Tartúfoli nos trató muy mal. A veces pasa, y bueno, son las reglas del juego.
Los medios independientes de verdad, los que no son tan masivos, siempre nos dieron lugar y nos trataron con muchísimo respeto.
APU: Entre las declaraciones que hizo “Pato” Fontanet en los medios, después de recuperar su libertad, dijo que Callejeros era la pantalla de distracción para que la gente discuta si son inocentes o no, mientras por atrás pasa todo. En su opinión ¿La sociedad prefiere la comodidad de buscar culpables fáciles, chivos expiatorios?
AC: La sociedad necesitaba chivos expiatorios, y bueno, le tocó a Callejeros. La realidad es que a todos nos incomoda sentirnos interpelados, porque cromañón se desata a raíz de cosas (lamentablemente) cotidianas, como por ejemplo una coima. Que es algo que cualquiera con un auto ha pagado alguna vez. Por eso creo que nunca logramos dar el debate profundo, ¿por qué el lugar estaba abierto? ¿Estamos seguros en la Ciudad? Y todo eso depende del Estado. No de un gobierno, de un Estado, y el estado lo conformamos todos.
Sí, yo creo que el poder político y el judicial crearon esta pantalla. Es mejor tener una sociedad dormida que condene a sus propias víctimas, que una sociedad despierta que exija que las cosas estén en orden.
APU: ¿Qué es lo que garantizará que Cromañón no vuelva a ocurrir nunca más?
AC: Principalmente que la sociedad pueda empalizarse con nosotros, que somos las víctimas. Mientras nos sigan viendo como inconscientes que perdieron fuego un lugar, no va a cambiar nada.
Una vez que se nos vea como víctimas, ahí la sociedad entera va a empezar a buscar a los verdaderos culpables. A la desidia y negligencia estatal, a la corrupción, a los bolicheros ambiciosos y mercenarios. Esa es la única forma de evitar que Cromañón vuelva a pasar.

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