El historiador Enrique Manson reflexiona sobre el cierre del Instituto Nacional Manuel Dorrego. "(El Instituto) causó la indignación de quienes se presentan como 'historiadores profesionales'".
Por Enrique Manson
Durante los ‘80, una joven promesa del peronismo –hoy retirado a la fuerza- tuvo la ingeniosa idea de armar un breve discurso exclusivamente con frases de Perón. Era una forma de reírse de tantos que no saben otra cosa que repetir al General de memoria sin entender el significado de sus conceptos.
En este caso, lo citamos totalmente identificados con el significado de sus palabras, cuando repetimos aquello de Primero la Patria.
Hace tres años, la presidenta Cristina, conductora de nuestro movimiento en esta etapa de reconstrucción de lo que destruyó la ola antinacional de las décadas anteriores, creyó conveniente crear un Instituto de Revisionismo Histórico. Esto causó la indignación de quienes se presentan como “historiadores profesionales”. Los herederos de la historia falsificada del mitrismo, que se visten hoy de “objetivos” para facilitar su acceso a los grandes medios y a la repartija de becas y prebendas, y se horrorizaron ante la intromisión.
Para colmo, éramos historiadores “silvestres”, aunque habemos algunos con títulos y con carreras universitarias y de formación de docentes. Y pretendíamos entrar en su coto exclusivo.
No les importaba el cuestionamiento de sus verdades reveladas tanto como la competencia por becas y subsidios. Pero no deben asustarse. No estamos detrás de la promoción de los grandes medios ni de las sospechosas Organizaciones No Gubernamentales. Tampoco buscamos imponer una nueva Historia Única.
Siguiendo a nuestros maestros del primer revisionismo, que puso en duda las “certezas” y del revisionismo popular, que se alineó con las masas de un 17 de octubre, pretendemos:
Que nuestra voz se oiga, porque no tememos al debate con los herederos de la distorsión de nuestro pasado.
Que esa voz sea el fundamento de memoria popular en la gesta de nuestro tiempo.
Así, una vez más, decimos que Primero la Patria, que nos pide esta tarea. Y muy atrás las desprolijidades de alguno o las vanidades de quienes puedan creer que una creación como el Instituto Nacional Manuel Dorrego es un efímero sepulcro blanqueado para lucimientos personales.
El Dorrego, como el héroe que nos presta su nombre, es y será un instrumento de la recuperación de la memoria popular para contribuir, desde nuestros modestos esfuerzos, en la construcción de una Argentina con Soberanía Política, con Independencia Económica, con plena Justicia Social, integrada a la Gran Nación Latinoamericana.
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