lunes, 29 de diciembre de 2014

En 2015 también será la política, pavotes Por Fernanda Vallejos

El recorrido por el año económico, nos deja algunas reflexiones y, por supuesto, no menos desafíos.

Este 2014 que vamos dejando fue, sin dudas, un año complejo. Signado, primero, por las tensiones sobre el mercado cambiario. Sacudido, luego, por el fallo pro-buitres de Griesa que convalidó el sistema judicial norteamericano. Pero marcado a fuego, también, por la certeza de que la política puede hacer camino al andar, a contramano de buitres, caranchos y gurúes.

El cimbronazo de la devaluación de enero, inexorablemente, impactó en el derrotero del año económico, afectando el desenvolvimiento de la economía real, en un contexto internacional adverso y con nuestro principal socio retrocediendo en sus compras de nuestras manufacturas, especialmente las de la industria automotriz. Sin embargo, cuando los adalides de la "competitividad"se frotaban las manos convencidos de que este año lograrían su objetivo permanente e inconfesable de licuar el salario de los trabajadores argentinos, el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner impuso, a destajo, un nivel de iniciativa política que despejó toda duda sobre la firmeza para sostener el norte de la política económica.

En enero mismo, mientras las usinas opositoras anunciaban catástrofes, a la par que los sectores del poder real que representan generaban las condiciones para la devaluación seguida de exigencias de ajuste sobre el salario y el gasto del Estado, el gobierno nacional lanzaba el PROGRESAR que hoy beneficia a 513.214 jóvenes, y que, sumados a los 473.814 nuevos jubilados de la segunda moratoria previsional, permitieron incorporar a un millón de argentinos al sistema de protección social nacional. Un millón de hombres y mujeres que, a pesar de la devaluación, del fallo pro-buitres que golpeó a mitad de año y de los incansables esfuerzos del bloque liberal-opositor –económico, mediático, político y judicial– para desestabilizar la economía, han adquirido un derecho efectivo y son hoy un poco más iguales.

El rechazo contundente a la cantinela del ajuste parió, también, una actualización del 40% para las Asignaciones Familiares y Asignación Universal por Hijo, y la convalidación –marca registrada del ciclo kirchnerista– de las paritarias libres que arrojaron un incremento promedio del 30% que permitió recomponer los salarios reales. Para torcer el devenir de lo que la ortodoxia anunciaba inevitable, se interpuso –nada más, nada menos– la política. La respuesta fue nítida: políticas de ingreso, expansión de la inversión social, afirmación de la inversión pública cristalizada en Atucha II o el Ar-Sat I.

En estas horas de balance, el recorrido por el año económico, nos deja algunas reflexiones y, por supuesto, no menos desafíos. Primero, el reconocimiento de que el gobierno tuvo capacidad de dar respuesta a los interrogantes que planteábamos un año atrás: no sólo se logró la estabilidad en el nivel de reservas sino que las mismas han vuelto a crecer; el Banco Central desplomó la cotización del dólar ilegal, mientras que las diversas cotizaciones –tanto la ilegal como las otras paralelas– achican su brecha con la cotización oficial. Se conjugaron el establecimiento de tasas de interés mínimas para los plazos fijos, frenando la preferencia por el dólar, la liquidación de posiciones en dólares de las aseguradoras, la emisión de bonos ajustados por el dólar oficial y una coordinación estricta en los controles sobre quienes efectuaban la mayor cantidad de las operaciones en esos mercados paralelos y en el ilegal. La activación del swap con el Banco de China por hasta U$S 11 mil millones, el acuerdo con las empresas cerealeras para la liquidación de U$S 5700 millones o los acuerdos de financiamiento suscritos con China por U$S 4714 millones para la construcción de la represa Kirchner-Cepernic, contribuyeron a echar por tierra, de la mano del fortalecimiento de la posición de reservas del BCRA –que se acercan a los U$S 31 mil millones–, las expectativas de una nueva devaluación, en un marco de indiscutible estabilidad cambiaria.

La administración del frente cambiario fue, además, la más importante política antiinflacionaria, toda vez que la devaluación de enero – al inicio de la cadena causal en la evolución de los precios– tuvo un claro impacto reflejado en la medición del IPCNU del 3,7% para ese mes, con tendencia marcadamente declinante hasta el 1,1% en noviembre. Si bien el fin de año económico llega con una inflación todavía elevada, que se proyecta en 24% anual y una actividad económica y nivel de consumo que aún no terminan de recuperarse, estamos tan lejos de los pronósticos de catástrofe o de aquel 40% de inflación que se intentó instalar, como del conflicto social que, como expresión de deseo, vaticinaban los mismos que hasta debieron abortar el paro que fogoneaban frente a la exención de ganancias del medio aguinaldo que decidió la presidenta. Las últimas mediciones del consumo privado arrojan una expansión, en términos constantes, del 12,6% y 4,2%, para supermercados y shoppings, respectivamente; acumulamos dos meses de recuperación de la construcción a octubre (uno de los sectores con floja performance en 2014, junto al automotor) traccionada por (la mano visible de) el Estado con los 130 mil créditos Pro.cre.ar para construcción de viviendas sorteados en junio, y las construcciones petroleras; en diez meses la producción de gas en pozos de YPF acumuló una expansión del 12% y la de petróleo un 8,9 por ciento.

El desempeño de YPF, por su parte, cristaliza, en ejemplo, la agenda estructural que sigue alumbrando los desafíos a futuro: la profundización de un rumbo con desembocadura en la superación de la restricción externa, basada en la soberanía industrial, energética y en materia de deuda externa. En esa clave, mientras los promotores del ajuste insisten con la salida fácil del endeudamiento, justificando su pulsión colonial a arrodillarse frente a los buitres, YPF logró, a partir de su renacionalización, sustituir importaciones por U$S 3695 millones. Es ese el recorrido que la Argentina debe sostener en el nuevo año que se avecina y en los que lo siguen. Junto con el sostenimiento de una buena macroeconomía del desarrollo, en sintonía con la profundización de la política industrial y su planificación estratégica, y la defensa de la política de desendeudamiento frente al acoso de los buitres.

Si somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros, este año los argentinos fuimos mejores. La política se abrió paso entre los pronósticos envenenados de los profetas del odio. El diciembre caliente que imaginaban determinado, se cayó como un castillo de naipes frente a esta Nochebuena que transcurrió mansa, apacible, alegre, anunciando un fin de año que nos pone cara a cara con un 2015 que invita a abrigar expectativas alentadoras frente al futuro.

Volverán, ahora, seguramente, con sus cantos de sirena. Dirán que cayó la cláusula vedette y que urge un "acuerdo" que nos ponga ante el beneplácito del "mundo" o, mejor, de los dueños de las finanzas globales. Dirán que el país debe "negociar", no que son los buitres, hasta ahora renuentes, amén de abiertamente hostiles hacia la Nación, los que deben hacerlo. Seguiremos aferrados a los sueños. Como cuando Néstor soñó aquella reestructuración que muchos intentaron ver fracasar y que devino en la más exitosa de la historia. Exitosa para la Argentina. La política tiene esa capacidad de transformar. Como el amor. Ese que reclamó la presidenta en la Plaza de la Democracia. El mismo que –ojalá– desborde la copa de los 40 millones de argentinos el próximo 31, para saludar el camino que debemos seguir andando: el de esta "nueva y gloriosa Nación, la nuestra". ¡Salud!

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