J. R. Sentis aporta aquí un breve listado de las reacciones de los medios, oficialistas y opositores. Que nos dice lo que escucharon y lo que querían escuchar.
Y – ya como opinión personal – creo que esta nota de tapa de hoy de Página 12, donde se transcriben detalladas respuestas de Máximo Kirchner sobre cómo ve al kirchnerismo, su fuerza propia y sus adversarios, debe leerse como un complemento no casual, que ayuda a definir un proyecto político.
Porque, para mí, lo más importante que nos dice este discurso es que Cristina Fernández está dispuesta, y deseosa, a seguir gobernando por el resto de su mandato. Y a seguir haciendo política, en sus términos, por estos 21 meses y después. Se puede discutir si esto es una noticia, porque no había ningún elemento para pensar lo contrario más allá de especulaciones y deducciones periodísticas que, la verdad, nunca han sido muy serias. Pero, novedoso o no, es un hecho importante.
(De paso: en un posteo reciente, dije que la práctica política de una democracia moderna – remarco: la práctica; no el discurso convencional que coloca a la democracia como una Virtud, que necesariamente nos debe llevar al paraíso – esa praxis, digo, hace que los políticos peronistas y radicales se parezcan entre sí mucho más que sus respectivos credos. Igual, hay diferencias. Una de ellas es que los peronistas muestran mucho más que disfrutan de ejercer el gobierno).
Por supuesto, la voluntad de un gobernante no es toda la historia. Está la realidad, que siempre tiene la última palabra. Pero la existencia de ese liderazgo condiciona todos los proyectos políticos, los de sus partidarios, de sus adversarios… y de los aspirantes a sucesores.
Y que sigue existiendo lo comprobó la movilización que enmarcó ese discurso. También, nada nuevo. Los aparatos, en particular los intendentes del conurbano, los gremios oficialistas, Unidos y Organizados existen. Pero el clima de esa manifestación, la actitud de los que estaban presentes … compartían la adhesión a un liderazgo, el de Cristina.
Como de costumbre, me siento obligado a agregar el toque de realismo. Las encuestas marcan desde hace tiempo un descenso, no catástrofico, ni siquiera brusco, pero continuo en la imagen positiva de la Presidente. La movilización no fue, como digo arriba, una de aparatos, en el sentido que en la política le damos a esa expresión. Fue de militantes; como, salvo ocasiones muy excepcionales, lo son todas. Los militantes son siempre una minoría en la sociedad.
De todos modos, esas mismas encuestas, muy variadas, cómo no, según quien las encarga, todas indican que la Presidente conserva un núcleo de aprobación sólido. Puede decirse que es un potencial de voto oficialista, no específicamente kirchnerista, ni cristinista. Pero… ese liderazgo de CFK es el que transforma ese potencial en un actor político. Hasta ahora, no ha aparecido otro liderazgo que se plantee disputarlo.
(Bueno, existe el FIT, que ha incrementado sus votos y aumenta su influencia en algunos – no muchos – sindicatos. Pero nadie en la sociedad política lo ve como un rival serio. Por ahora, sólo preocupa a angustiados militantes K o ex K que se preguntan si ellos son lo suficientemente revolucionarios).
Como los lectores de este blog saben, desde hace unos cuantos años sostengo dos opiniones básicas:
- Que el kirchnerismo es una expresión, y una etapa, del peronismo. Al que ha aportado transformaciones, e incorporado nuevos sectores sociales. Como lo hicieron todas las etapas del peronismo, desde que surgiera 70 años atrás. Y – lo relevante para la política práctica – que fuera del peronismo, de la relación con sus aparatos territoriales y sindicales que no son necesariamente kirchneristas – se condenaría a ser una expresión de minorías. Efímera.
- Que para el proceso de institucionalización y maduración del peronismo – que todavía nos falta, cómo no – es necesario que el kirchnerismo quede incorporado como una realidad interna vigente, aún después de perder – cuando lo haga, inevitablemente, en el 2015 o más tarde, no importa – la hegemonía automática que en el peronismo da la posesión del Poder Ejecutivo nacional.
Sergio Massa, por encima de abrir la puerta a “coroneles” del peronismo y del radicalismo que vean frustradas sus posibilidades de ascenso en sus respectivas fuerzas, tiene hoy una campaña destinada a captar los votos “no politizados”, “jóvenes”, “fastidiados con el gobierno pero no furiosamente anti K”,… que habrían ido a una candidatura de Macri, si Mauricio no fuera un negado para la política. Y – por lo que se puede apreciar hasta ahora – con cierto éxito, cómo no. Sus posibilidades de triunfo dependen más del desprestigio de las otras fuerzas que de él mismo.
El “no peronismo” – un espacio muy importante, y siempre potencialmente mayoritario – se ve limitado en sus posibilidades por su crónica incapacidad de construir fuerzas políticas sólidas, abarcativas y con voluntad de gobierno. Quizás es inevitable, al estar definido simplemente por ser “no peronistas”. Salvo cuando los peronistas presentamos una cara muy horrible, claro.
Igual, el instrumento de las Primarias Abiertas le da una posibilidad de armar una opción… si evita que partes considerables del aparato territorial del radicalismo – los únicos con alcance nacional – “hagan mejor negocio” con el FpV, con Massa o hasta con Macri.
El peronismo, el oficialismo en realidad, pues el FpV no peronista, no podrá eludir el desafío, se ve forzado – frente al previsible descenso en la intención de voto del kirchnerismo – a definir su candidatura en las Primarias Abiertas. Que deben servirle, desde las campañas previas, al igual que al “no peronismo”, para renovar su imagen y plantear futuros.
Daniel Scioli es el precandidato que pretende sumar los votantes “cristinistas” a los que prefieren versiones menos “crispadas” del peronismo tradicional. Otros saldrán a disputar esas franjas del electorado potencial con la carta de lo “nuevo”, que siempre es un factor poderoso en política. Si lo sabrá Massa.
Y habrá, ciertamente, al menos un precandidato en las Primarias Abiertas que procurará expresar al kirchnerismo. Su o sus desempeños, que pueden ser muy buenos aunque nadie espera que ganen (doce años son muchos), señalarían la vigencia futura del kirchnerismo.
Sólo… que el real desafío será la muy difícil articulación con el liderazgo actual de la Presidente. Difícil desde ambas direcciones, por supuesto. Como siempre sucede en los “populismos”, que es el nombre de moda para los liderazgos personales fuertes.
Tengo que recurrir a mi muletilla: El que viva lo verá. Sólo hay que vivir un año y medio más.
BLOG DE ABEL.
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