martes, 17 de diciembre de 2013
La aristocracia del dinero
Tomás de Iriarte cuenta en sus “Memorias”, que caminando con al aristocrático Carlos María de Alvear por el centro de la ciudad, se cruzaron con un Manuel Dorrego que lucía sucio y desalineado.
- Caballeros, no se acerquen que puedo contagiarlos – fue el saludo irónico de Dorrego
Iriarte antota en sus Memorias: “Excusado es decir que esto era estudiado para capturarse la multitud, los descamisados”.
Dorrego, se opuso al proyecto constitucional rivadaviano de 1826, considerándolo nulo porque se desconocía en él la voluntad general de las provincias. En el debate sobre el artículo 6º del proyecto constitucional, se negaba el derecho de voto en las elecciones a los menores de veinte años, a los analfabetos, a los deudores fallidos, deudores del tesoro público, dementes, notoriamente vagos, criminales con pena corporal o infamante, pero también los “criados a sueldo, peones jornaleros y soldadas de línea” Se presumía que los domésticos y peones estaban bajo la influencia del patrón.
Dorrego levanta su voz:
“ He aquí la aristocracia, la más terrible, porque es la aristocracia del dinero (…) Échese la vista sobre nuestro país pobre: véase que proporción hay entre domésticos y asalariados y jornaleros y las demás clases, y se advertirá quienes van a tomar parte en las elecciones. Excluyéndose las clases que se expresan en el artículo, es una pequeñísima parte del país, tal vez no exceda de la vigésima arte (...) ¿Es posible esto en un país republicano? ¿Es posible que los asalariados sean buenos para lo que es penoso y odioso en la sociedad pero que o puedan tomar parte en las elecciones?" El argumento de quienes habían apoyado la exclusión era que los asalariados eran dependientes de su patrón. “Yo digo que el que es capitalista no tiene independencia, como tienen asuntos y negocios quedan más dependientes del Gobierno que nadie.. A esos es a quienes deberían ponerse trabas (...) Si se excluye a los jornaleros, domésticos, asalariados y empleados. ¿entonces quiénes quedarían? Un corto número de comerciantes y capitalistas”. Y señalando a la bancada unitaria: “He aquí la aristocracia del dinero y si esto es así podría ponerse en giro la suerte del país y marcarse (...) Sería fácil influir en las elecciones; porque no es fácil influir en la generosidad de la masa, pero si en una corta porción de capitalistas. Y en ese caso, hablemos claro: ¡el que formaría la elección sería el Banco¡” Los unitarios impusieron su Constitución, pero el interior la rechazó en bloque.
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