viernes, 27 de diciembre de 2013

“En el camino de la grandeza de la Patria, el Estado ha de contar con el fervor y la adhesión de todos los hombres de trabajo que anhelan el bien supremo del país.”

Acerca de la labor de la Secretaría de Trabajo y Previsión. 1º de diciembre de 1943. Rol del Estado. “Las empresas podrán delinear en lo sucesivo sus previsiones para de¬sarrollar sus futuras actividades, con la garantía de que habrán de obtener el reconocimiento del Estado si las retribuciones y trato dispensado al personal mantienen las reglas sanas de convivencia humana, inspiradas en el mejoramiento de la economía general y el engrandecimiento del país. Por su parte, los trabajadores estarán garantizados por las normas de labor a establecerse con la enunciación de los derechos y deberes de cada cual y la exigencia de las autoridades del nuevo organismo en el sentido de un mayor celo en sus actividades y la sanción inflexible en el incumplimiento del deber. En tal sentido, habrá exigencias por igual para el disfrute de los derechos y la fiel observancia de las obligaciones.” Se Inicia la era de la política social argentina 2 de diciembre de 1943 El acuerdo social, la comunidad organizada. “Los patrones, los obreros y el Estado constituyen las partes de todo problema social. Ellos, y no otros han de ser quienes lo resuelvan, evitando al inútil y suicida destrucción de valores y energías. La unidad y compenetración de propósitos de esas tres partes deberán ser la base de acción para luchar contra los verdaderos enemigos so¬ciales, representados por la mala política, las ideologías extrañas, sean cuales fueren, los falsos apóstoles que se introducen en el gremialismo para medrar con el engaño y la traición a las masas, y las fuerzas ocultas de perturbación del campo político internacional. “ “El trabajo, después del hogar y la escuela, es un insustituible moldeador del carácter de los individuos, y según sean éstos, así serán los há¬bitos y costumbres colectivos, forjadores inseparables de la tradición nacional.” “La táctica del Estado abstencionista era encontrarse frente a ciudadanos aislados, desamparados y económicamente débiles, con el fin de pulverizar las fuerzas productoras y conseguir, por contraste, un poder arrollador. La contrapartida fue el sindicalismo anárquico, simple sociedad de re¬sistencia, sin otra finalidad que la de oponer a la intransigencia patronal y a la indiferencia del Estado una concentración de odios y resentimientos. La carencia, de una orientación inteligente de política social, la fal¬ta de organización de las profesiones y la ausencia de un ideal colectivo superior que reconfortara los espíritus y los templara para una acción esencialmente constructiva y profundamente patriótica, a retrasado el momento en que las asociaciones profesionales estén en condiciones de gravitar en la regulación de las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores. El ideal de un Estado no puede ser la carencia de asociaciones. Casi afirmaría que es todo lo contrario. Lo que sucede es que únicamente pue¬den ser eficaces, fructíferas y beneficiosas las asociaciones cuando, ade¬más de un arraigado amor a la patria y un respeto inquebrantable a la ley, vivan organizadas de tal manera que constituyan verdaderos agentes de enlace que lleven al Estado las inquietudes del más lejano de sus afiliados y hagan llegar a éste las inspiraciones de aquél. La organización sindical llegará a ser indestructible cuando las voluntades humanas se encaminen al bien y a la justicia, con un sentido a la vez colectivo y patriótico. Y para alcanzar las ventajas que la sindicación trae aparejadas, las asociaciones profesionales deben sujetarse a uno de los imperativos categóricos de nuestra época: el imperativo de la organización.” “En el camino de la grandeza de la Patria, el Estado ha de contar con el fervor y la adhesión de todos los hombres de trabajo que anhelan el bien supremo del país. “ En el almuerzo de camaradería de profesorado y magisterio 20 de diciembre de 1943. El acuerdo social, la comunidad organizada. “Es indispensable lograr la armonía de todos los resortes vitales del país; mas para ello, es primordial garantizar el bienestar y la justa retribu¬ción a los que, siendo una enorme mayoría en la masa humana de la Re¬pública, pueden encontrarse inermes ante el poderío ciego del dinero; o sentirse tentados a asumir actitudes violentas, tan observadas y negativas en su reacción iracunda como la ciega avaricia que las suscita.” El rol de la clase trabajadora. “El mundo, señores, vive momentos de reestructuración, de profunda evolución, que solamente los miopes o los simples pueden ignorar en es¬tos momentos. La clase trabajadora ha pasado a tener una enorme respon¬sabilidad en el Estado como nunca en otros tiempos ha tenido. Esa res¬ponsabilidad de la clase trabajadora debe llevamos a una profunda medi¬tación sobre la acción a desarrollar en el futuro. Si la clase trabajadora si¬guiese pensando que no le incumbe a ella reflexionar sobre los problemas del país, el futuro de nuestra Patria volvería a lo que fue antes del 4 de junio. La clase trabajadora debe pensar que cada uno de sus hombres, el más humilde, representa un piñón de ese enorme engranaje que está cons¬tituido por todo el factor humano de nuestro país, así como cuando en una corona falla uno solo de sus engranajes, la máquina no marcha con la misma suavidad y potencia que cuando la corona está íntegramente sana. Cada trabajador debe tener conciencia de este hecho y reflexionar profundamente en que de su acción y de su propio pensamiento dependerá no sólo su futuro sino el del país. Cuando todos los trabajadores piensen de esta manera, nuestra Nación comenzará por primera vez a ser grande. Hasta ahora la despreocupación de los argentinos es lo que ha permitido el desarrollo de todos los males de que nosotros mismos nos quejamos. No olvidemos, pues, que todos tenemos un poco de responsabilidad por el hecho de que esas cosas hayan sucedido, y si deseamos liberamos de esa responsabilidad del pasado, debemos pensar en accionar honrada y leal¬mente en el futuro para evitar que el panorama de disociación y de tristeza que todos anhelamos proscribir en el país no vuelva a presentarse en el futuro. “ JUAN DOMINGO PERON.

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