jueves, 26 de diciembre de 2013
EE.UU. y Japón provocan a China Por Pepe Escobar. Asia Times Online mundo@miradasalsur.com
Pekín entiende que –por el momento– la armada norteamericana y la japonesa tienen mejor entrenamiento –y más experiencia– que la marina local.
Ocurrió ahora y volverá a ocurrir: casi una colisión entre un barco estadounidense y uno chino en el Mar del Sur de China.
El USS Cowpens, un crucero de 10.000 toneladas con misiles guiados, se “acercó demasiado” a un “ejercicio” en el que participaba el Liaoning, el primer portaaviones chino, y su fuerza de tareas, según Global Times.
La Flota del Pacífico de EE.UU. subrayó que el crucero tuvo que tomar medidas de emergencia para evitar una colisión. Pero Global Times acusó al crucero de “acosar” a la formación del Liaoning emprendiendo “acciones ofensivas”.
El periódico lo dijo claramente: “Si la armada y la fuerza aérea estadounidenses se inmiscuyen continuamente cerca del umbral chino, existirá el peligro de un enfrentamiento”.
Finalmente, el Ministerio de Defensa de China intervino para aclarar que los navíos se habían “encontrado” en el Mar del Sur de China pero que se evitó lo peor mediante “comunicación efectiva y normal”.
Más vale que la comunicación sea harto “efectiva” desde ahora, mientras China se hace valer como potencia marítima ascendiente y es obviamente incierto quién puede hacer qué en el Mar del Sur así como en el del Este de China, para no hablar de los océanos más lejanos.
Es un hecho que la economía china, que continúa su auge, depende directamente de sus complejas líneas marítimas de suministro (y demanda) –sobre todo por el Océano Índico y el Pacífico occidental. Pero eso no significa que China esté tratando de controlar sus mares circundantes imponiendo una versión china de la Doctrina Monroe del siglo XIX, que fue esencialmente una estrategia continental de dominación hemisférica (preguntad a cualquier latinoamericano informado al respecto).
Pekín está ciertamente aumentando sus patrullas marítimas en el Mar del Sur y del Este de China. Ha habido algunos altercados, en su mayoría retóricos, con, por ejemplo, las Filipinas. Y mientras Pekín decidió su nueva zona de identificación de defensa aérea (ADIZ), las aerolíneas comerciales –que no están inclinadas a poner en peligro sus pólizas de seguros– están todas presentando sus planes de vuelo a Pekín, lo que significa que reconocen el derecho y la autoridad de China.
Digamos que ahora China está en la etapa de crear hechos en el mar. Por el momento, una especie de acomodamiento receloso parece prevalecer involucrando a los estadounidenses y también a los japoneses. Pekín sabe que la Armada de EE.UU. y la japonesa tienen mejor entrenamiento –y más experiencia– que la armada china. Una vez más, por el momento.
Reptando por las zonas costeras. Hay un resumen bastante decente en South China Morning Post del reciente crecimiento del poder naval de China en el contexto de un discurso pronunciado por el entonces presidente Hun Jintao, en noviembre pasado, “ante el trasfondo del ‘giro hacia Asia’ del presidente de EE.UU., Barack Obama”.
Conecta unos pocos puntos entre el nuevo mantra acuñado por el presidente Xi Jinping –el “sueño chino”– y el ascenso de China como potencia marítima.
Pero hay mucho más que decir al respecto. No cabe duda de que los estrategas chinos han echado por tierra cabeza abajo el “giro” de Obama, y eso significa repasar furiosamente su Mahan, por el capitán de la Marina de EE.UU., Alfred Mahan, y específicamente su The Influence of Sea Power Upon History 1660-1783 (La influencia del poder marítimo en la historia), publicado en 1890.
Sí, siempre se trata de un “giro”. Mahan creía que el giro geográfico de los imperios no era el Heartland (región vital del territorio) de Eurasia –como con Mackinder–, sino los océanos Índico y Pacífico. Para Mahan, el que controlara esos océanos podría proyectar su poder sobre toda Rimland (zona costera) eurasiática, y también afectaría el Heartland en lo profundo de Asia Central. Los chinos saben cómo eso se ha traducido en que la armada de EE.UU. pueda convertirse en un factor en Eurasia –parte de la dominación de “costa a costa” venerada en Destino Manifiesto–.
Nuestros estrategas en Pekín son muy conscientes de cómo China –como Estado y aún más como civilización– se extiende desde el Heartland a las cálidas aguas de los países de las costas del Pacífico, También son conscientes de un texto absolutamente crucial: A Cooperative Strategy for 21st Century Sea Power (Una estrategia cooperativa para el poder marítimo del siglo XXI), publicado por la Marina de EE.UU. en 2007. Es esencialmente el anteproyecto para el giro de Obama, basado, en teoría, en la cooperación con armadas locales (Australia, Singapur, las Filipinas), en lugar de dominación. (A propósito, la armada pregona a quienquiera esté involucrado que “el poder marítimo protege el modo de vida estadounidense”.)
Inevitablemente, nuestros estrategas chinos también repasaron su Spykman, por el holandés Nicholas Spykman, quien fundó el Instituto de Estudios Internacionales en Yale en 1935. Fue Spykman el que conceptualizó Asia del Sur, el Sudeste Asiático, China y Japón, así como Medio Oriente, como parte del Rimland (zonas costeras), que para él era la llave del poder mundial (no el Heartland).
Y también aquí vemos cómo lo que una potencia marítima como EE.UU. llama “contención” es interpretado por una potencia del Heartland como China (para no mencionar Rusia) como “cerco”.
A los occidentales también les cuesta poco olvidar cómo China fue otrora una formidable potencia marítima, en su apogeo en el siglo XV, gracias al superdotado almirante Zheng He, comandando una amplia flota de barcos frecuentemente de un tamaño excepcional bajo los emperadores Ming.
Ahora la potencia marítima se ha vuelto a despertar. No más taoguang yanghui –“manteniendo un bajo perfil”, la notoria consigna de Deng Xiaoping–.
Y es como si Spykman también hubiera de alguna manera visto el futuro. Basta con ver este pasaje de America's Strategy in World Politics: the United States and the Balance of Power (Estrategia de EE.UU. en la política mundial: EE.UU. y el equilibrio del poder), publicado en 1942: “Una China moderna, vitalizada y militarizada China... va a ser una amenaza no sólo para Japón, sino también para la posición de las potencias occidentales en el Mediterráneo asiático. China será una potencia continental de inmensas dimensiones en control de una gran sección del litoral de ese mar del medio. Su posición geográfica será similar a la de EE.UU. respecto del Mediterráneo estadounidense. Cuando China llegue a ser fuerte, su actual penetración económica en esa región adoptará indudablemente connotaciones políticas. Es bastante posible prever el día en el cual esa superficie acuática sea controlada no por el poder marítimo británico, estadounidense o japonés, sino por el poder aéreo chino.
Está sucediendo ahora, sólo siete décadas después, a medida que el “giro” mahaniano de Obama se arrastra hacia aún más contención de la ascendente China. Ojalá vivamos en tiempos de “comunicación efectiva y normal”.
22/12/13 Miradas al Sur
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