lunes, 30 de diciembre de 2013

Cuña guazú

Un cuento de Marcos Mizzi Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. Entonces la mujer de Lot miró atrás, y se volvió estatua de sal Génesis, 19: 24-26 -Este es el infierno, y el Diablo soy yo- había gritado mientras hundía un cuchillo en la pierna del soldado brasileño que intentó violarla. Ahora Madame Lynch llora en silencio mientras busca flores para las tumbas. Todo está perdido: Francisco, sus hijos, el Paraguay. Su vida. Adiós a la ilusión de un porvenir, los sueños de gloria. Quién hubiera dicho que el despertar era tan horrible, que todo iba a terminar así, espantando jejenes en medio de la calor, lavando en un arroyo el cadáver destrozado de su hijo Panchito. -¡Un paraguayo no se rinde ni nunca!- fueron las últimas palabras del muchacho antes de caer bajo el peso de los sablazos, mientras intentaba defenderla. Madame Lynch debe haberse desmayado en ese momento, porque lo siguiente que recuerda es al negro barbudo rasgándole el uniforme de mariscala. Cuando se irguió invocando la autoridad de la Reina de Inglaterra, el negro se revolcaba en el piso agarrándose la herida, y un oficial ordenó que la dejasen en paz. La dejaron llorar los muertos, cavar sus tumbas, consolar a los pocos heridos. Después la encadenaron para llevarla a Asunción. ¡Ah, la ciudad estaba irreconocible! ¡Qué sorpresa se llevaría cuando la viese! Ya no había pibitos jugando entre los puestos del mercado, viejos durmiendo en las hamacas. El río lleno de cañoneras, los viejos talleres eran montañas de escombros donde acampaban gauchos y negros heridos. Las mujeres estaban flacas de tanto hambre y llanto. ¡Tanto podía cambiar una ciudad en siete meses! Cuando tuvieron que entregarla al enemigo había sido terrible. Y lo peor vendría después: cabalgar día y noche, de pueblo en pueblo, con el ejército aliado pisándoles los talones, cada vez con menos comida, fusilando a la propia tropa por temor a las traiciones. Siempre hacia el norte, hacia el norte buscando… ¿buscando qué? ¿Qué buscaba Francisco huyendo así? ¿Qué buscaba ella cuando dejó los bailes de París para seguir a ese mariscal de ojos ardientes y palabras magnéticas que la trajo hacia un país en medio de selvas en el lejano sur? Madame Lynch se seca las lágrimas. Y mirando el arroyo, la orilla roja por la tierra y la sangre, cae en la cuenta: todo fue por amor. El amor de Francisco por su pueblo lo llevó a defenderlo como a un hijo, con fiereza y desesperación, hasta entregar la cordura y al fin la vida. El amor de Elsa Lynch por un hombre que le proponía un porvenir de gloria en un lugar paradisíaco la llevó a amar a un pueblo entero. El oficial brasileño le toca el hombro. Ya se preparan para partir. Madame Lynch mira la tumba de Panchito por última vez. Y cuando el oficial la empuja para que se apure, se sorprende a si misma gritando en guaraní, por primera vez en su vida hablando en guaraní sin tener que pensarlo antes: -¡Añaracopeguaré, brasileño!-. Marcos Mizzi Peronista y rosarigasino, nacido a fin de mes el mismo año en el que el mundo dejó de ser bipolar, cuando un peso se transformó en un dólar. Ve y ama; a veces pierde. Adora la teletransportación. Cree que a la larga ganaremos la guerra por la Independencia, y tiene la certeza de que formamos parte de algo más grande que nosotros mismos.

2 comentarios:

  1. hermoso relato,, PARAGUAY era una codiciada joya en este CONTINENTE,,, por eso se armo la TRIPLE ALIANZA, FUE ARRASADO, SIN HOMBRES,, SOLO QUEDARON ANCIANOS, MUJERS Y NIÑOS, todo esto en nombre de que,, de que LIBERTAD.

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  2. Gracias por tu comentario saludos cordiales GB

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