lunes, 14 de abril de 2014

Textuales de Laclau


- “Un intelectual tradicional sería incompatible con el tipo de posición política que siempre mantuve. No defiendo cosas en las que no creo. Como un intelectual orgánico participo en el quehacer público.”

- “El populismo no es en sí ni malo ni bueno: es el efecto de construir el escenario político sobre la base de una división de la sociedad en dos campos. Puede avanzar en una dirección fascista o puede avanzar en una dirección de izquierda.”

- “América latina está en un proceso de cambio. Se dieron en la Argentina cortes muy importantes con el pasado. En términos de derechos humanos, ha sido el país que rompió más claramente con el pasado dictatorial. Desde el punto de vista de los modelos económicos, la Argentina ha roto con el FMI e inició un modelo económico de producción para el mercado interno y de diversificación del sistema industrial, todo esto con una fuerte regulación estatal y con una participación de las bases políticas. El Gobierno produjo cambios y generó políticas que difícilmente puedan ser revertidas si una opción de derecha se impone en las elecciones de 2015.”

- “El institucionalismo puro lleva a la ausencia de la política, porque busca que toda demanda pueda ser mediada administrativamente. El populismo puro también lleva a la ruptura de la política, porque no habría ninguna mediación. La idea gramsciana es la construcción de una mediación política. En eso estamos.”

- “América latina está en la etapa final del quiebre de la dominación norteamericana. La última batalla que EE.UU. disputó en Latinoamérica fue en Mar del Plata en 2005. Allí se rompió el proyecto del ALCA. El fortalecimiento del Mercosur es fundamental. En lo que menos se ha avanzado es en la integración política. Es urgente que Unasur defina políticas institucionales cada vez más precisas.”

Populismo y hegemonía
Por Eduardo Rinesi *

Surgido de las entretelas más sutiles del vasto cuerpo de ideas que albergó en su momento (en los años de su temprana militancia en las filas lideradas por su siempre reivindicado Jorge Abelardo Ramos) la llamada “izquierda nacional”, el pensamiento de Ernesto Laclau, que a lo largo de las décadas fue conquistando, en su diálogo con algunas de las más sutiles corrientes de la filosofía social y política contemporánea, una consistencia formal y terminológica fuera de lo común, nunca abandonó, sin embargo, sus motivos fundamentales y primeros: la pregunta por la naturaleza de los fenómenos populistas y la discusión en torno a la idea gramsciana de hegemonía.

Es cierto que en sus escritos de los últimos diez años la palabra “populismo” designa menos un tipo de organización política que una cierta “lógica” que, en su misma indeterminación, puede enseñarnos algo sobre la naturaleza de lo político como tal, y que la noción de hegemonía se ve complejizada gracias a los diversos aportes que Laclau había recogido de los campos del psicoanálisis, la lingüística y la retórica. Pero no lo es menos que es justo gracias a todos estos instrumentos diversos y dispares, que sabía articular con un rigor teórico no exento de gracia y de vocación provocadora, casi pendenciera, que Laclau pudo, en los años finales de su vida, encarar como lo hizo, con el interés y la originalidad con que lo hizo, la tarea de acompañar los fenómenos más interesantes y potentes de los que vienen signando esta singular hora latinoamericana. No parece que podamos seguir tratando de entender las peculiaridades y los retos de esta hora sin volver una y otra vez sobre sus textos.

* Rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento.

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