domingo, 6 de abril de 2014

FUEGOS DIURNOS

Salamandra, fuego fatuo, polvo de huesos arbolados.
Sequedad del alma, tierrita en los ojos.
Colorada de verguenza la cara, silogismo de manos
atadas al agua.
Adivinanza del sabiondo loco que purga cárcel
por torcer los rumbos de las golondrinas.
Tipos, marañas, algas pegajosas, pies de arena,
dedos gruesos y con estiércol dibujando esperanzas.
Un sinnúmero de números que van a la gramática a
marearnos y prohibirnos poemar.
Declinación torpe del cuervo sobre mi cabeza.
Dulce acicate de olores a pasto recién cortado,
apenas un trago para seguir escapando de la justicia
de las manos impropias.
Es cuando el ángel se queda en nuestro umbral,
y no quiere entrar a pesar de la lluvia, que morimos
un poquito a sabiendas que todavía falta el mejor amor.

GB


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