martes, 15 de abril de 2014

Indio Solari: todo el año es carnaval

El Indio Solari reunió a sus seguidores y conmocionó a Gualeguaychú con el show más grande de la historia argentina. Presentó en vivo su nuevo disco Pajaritos, bravos muchachitos, repasó clásicos de su etapa solista y del mítico Patricio Rey y sus redonditos de ricota.
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Por Pablo Russo (en El Diario de Entre Ríos)
"Mamá yo quiero oh oh, mamaaa yo quiero mamá, que salga el Indio oh oh, que salga el Indio y todo el año es carnaval” coreaban las más de 170.000 personas reunidas anoche en el Hipódromo de Gualeguaychú, calentando el ambiente y generando clima antes de la aparición de Carlos Solari y Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. El pelado se subió al imponente escenario a las 22.17. Arrancó la fiesta con el tema Nike, al que le siguieron dos estrenos: Chau Mohicano y A los pájaros que cantan en la selva de Internet. Luego, se desató la nostalgia ricotera con Fusilados por la cruz roja, Me matan limón y Unos pocos peligros sensatos.
Tres ex Redonditos acompañaron a la banda como músicos invitados: el bajista Semilla Bucciarelli, el saxofonista Sergio Dawi y el baterista Walter Sidotti. Ellos participaron en la grabación de La pajarita pechiblanca tema con el que cierra el nuevo disco, Pajaritos, bravos muchachitos, que sonó en vivo finalizando la segunda parte del espectáculo, antes de los bises. Las expectativas generales en el público fueron satisfechas ya que además de varios temas nuevos, hicieron varios clásicos de Los Redondos y la multitud explotó.
Una noche despejada y con mucho frío se abatió en Gualeguay chú, pero el predio del evento tuvo su propia temperatura humana. La multitud abigarrada lo más próximo del escenario posible, donde los movimientos ya no son voluntad propia sino efecto de la masa y su desplazamiento, fue dejando lugar al público parado pero más holgado recién a unas cuantas decenas de metros más atrás. Hasta donde están las columnas de sonido, el gentío era compacto, y más allá se vislumbraba la muchedumbre ricotera. El suelo se presentaba barroso y con varios charcos de agua, porque hubo tormenta desde el viernes hasta la madrugada del sábado. Algunos se divirtieron en el barro, como en un Woostok criollo. En los bordes del Hipódromo, pero dentro del predio, había puestos de venta de cerveza y hamburguesas. También los baños químicos y las ocho postas sanitarias, con médicos, enfermeros y ambulancias de contingencia.
El sábado por la tarde, cerca de las 16, se abrieron las puertas para el ingreso del público, que desde temprano se fue concentrando en las cercanías para vivir “la previa” al primer recital solista en Entre Ríos del artista nacido en Paraná en enero de 1949 (Patricio Rey se había presentado dos noches en una discoteca de Concordia, en diciembre de 1995). Los grupos ricoteros, llegados en masa desde los puntos más alejados de la geografía nacional y de países vecinos, comenzaron sus rituales mucho antes de la hora prevista para el show, porque también de eso se trata “el viaje” de sus seguidores, que saben que “el que abandona, no tiene premio”, como dicen algunas banderas parafraseando a la letra de Sorpresa en Shangai. Los 100.000 habitantes de Gualeguaychú se vieron sobrepasados este fin de semana con la llegada de unas 150.000 personas, que se desplegaron con sus banderas y cantitos en todas las esquinas de la ciudad. Las carpas florecían en cualquier plaza y hasta en los canteros de los boulevares céntricos. En los cordones de las veredas, muchos improvisaban asados con la mercadería transportada en los baúles de los autos. La felicidad de participar de un hecho único en su naturaleza embargaba a los viejos y nuevos incondicionales del Indio, gente curtida en las recorridas de larga distancia (la presentación anterior, en septiembre de 2013, fue en la provincia de Mendoza, bajo una persistente aguanieve, ante 120.000 personas). Pero la alegría no es sólo ricotera: quioscos, supermercado, almacenes y particulares abastecidos desde mucho antes, vendieron (y seguirán vendiendo el domingo a los rezagados) hasta el agua de los floreros. Los choripanes y hamburguesas cocinándose en las calles levantaban sus señales de humo a los peregrinos hambrientos, mientras los mercaderes ambulantes (el 90% de los 500 habilitados son habitantes de la ciudad) voceaban sus clásicos “remeras, pañuelo y vincha”. Muchos de los vendedores no tienen ningún tipo de habilitación, simplemente van con sus remeras estampadas allí donde el Indio se presente. Además, una tropa de artesanos andaba desperdigada por toda la zona, ofreciendo su producción manual para pagarse el viaje. Lo que más se vende, claro, es aquello que haga referencia al ídolo de estas multitudes.
Todo había sido previsto de antemano y meticulosamente programado por la productora En Vivo S.A., que se ocupó también de los 1.200 custodios a cargo de la “prevención”, como se le dice hoy en día a la seguridad. A los custodios privados, la Policía de Entre Ríos aportó un refuerzo de 1.100 efectivos. Más de 1.500 ómnibus de larga distancia, 1.000 combis y miles de autos particulares llegaron al sur entrerriano. En las cercanías del Hipódromo, anuncios indicadores ofrecían lugares para estacionar, además de otras señalizaciones implantadas en los alrededores por única vez: “Al recital, 500 metros”. En la ruta 14, por ejemplo, 150 carteles extra ayudaron a los conductores en su camino de ida.
Al cierre de esta edición, ante una incalculable cantidad de gente, se realizaba en la ciudad entrerriana el show con entrada paga más grande de la historia argentina. El metafórico poeta y cantante del rock local preparaba a sus admiradores para la frutilla del postre de todas sus presentaciones: el pogo más grande del universo, cuando al ritmo de Jijiji (séptimo tema de Octubre, segundo disco de estudio de Patricio Rey, editado en 1986) los cuerpos se lanzan a un baile desenfrenado, en el que las individualidades se pierden dentro de la marea humana de las miles de personas.

El predio
El Hipódromo de Gualeguaychú tiene más de 140 años de historia. Fue creado el 26 de abril de 1867 por un contingente de irlandeses que habían desembarcado en la ciudad y decidieron crear un Círculo de Carreras que llamaron Gualeguaychú English Race Club. El nombre que le dieron a su Hipódromo fue Primer Entrerriano. Éste contó con una pista de 1.628 metros. En el lugar, ubicado en Constitución 849, estuvo trabajando la Dirección Provincial de Vialidad durante los últimos tres meses para poder duplicar su capacidad hasta 200 mil personas.
El operativo de tránsito:
la entrada a Gualeguaychú estuvo sumamente complicada después del mediodía del sábado. Se generaron kilométricas colas, especialmente en el Acceso Norte por el que debían ingresar los automóviles, que se movían a paso de hombre. “No sé si parar acá y hacer un asadito al costado y después arrancar caminando hasta el Hipódromo o seguir adentro del auto”; decía Juan, que viajaba desde Buenos Aires. Muchos optaron por eso: estacionar sus vehículos a varios kilómetros de la llegada, y seguir a pie para llegar a horario.

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