lunes, 7 de abril de 2014

El discreto encanto de los mercados

Año 7. Edición número 307. Domingo 6 de Abril de 2014
La semana pasada, dos matutinos,Ámbito y Página/12, dieron cuenta de que Goldman Sachs otorgaba un crédito por 1.000 millones de dólares a dos años y, como elemento adicional positivo, que la tasa de interés era del 6,5% anual. Tras el acuerdo de pago a Repsol, muchos sectores opositores pusieron énfasis en que las tasas de interés pactadas eran del 8,75%. Entonces, estos 2,25% menos parecían indicar un mejor posicionamiento ante los mercados. Está claro que ni en el Gobierno ni en la oposición se propone una reforma del sistema financiero. Además, la misión del actual presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, está centrada en mantener las reservas y tratar de evitar disparadas del dólar. Lo curioso de aquella noticia es que el domingo por la tarde, mientras se jugaba el Boca-River, un cable de Télam daba cuenta de un escueto comunicado del Ministerio de Economía en el que se afirmaba que, en el corto plazo, no estaba prevista nueva emisión de deuda. Sin hacer referencia directa, salía al cruce de la nota de Página/12 de ese día que consignaba que el consejo de administración de Goldman Sachs retomaba así sus operaciones con la Argentina, luego de haberse retirado del mercado local por más de una década. "Las conversaciones dieron forma al crédito con el BCRA, pero exceden ese hecho. Alcanzan a otro tema clave: el armado de una ingeniería financiera para dar solución al litigio del Estado nacional con los fondos buitre. La alternativa más firme es que Goldman aporte capital propio para comprarles a los holdouts los bonos impagos desde 2001, los cuales después entregaría al Gobierno a cambio de otros títulos. Allí obtendría una primera compensación, pero el mayor interés de Goldman está puesto en firmar un convenio con el Ministerio de Economía para convertirse en agente financiero de futuras emisiones de deuda."
Télam, a las 19.45, reproducía el comunicado de Economía: "Con posterioridad a la firma del acuerdo de avenimiento de la empresa Repsol por la expropiación del 51% de las acciones de YPF y a la aceptación por parte de los países pertenecientes al Club de París de los lineamientos presentados por Argentina para el inicio de una negociación, diversas entidades financieras han presentado propuestas para acceder a financiamiento externo a plazos y tasas de interés alineadas con las ofrecidas a otros países de la región. Sin embargo, no se encuentra prevista ninguna emisión de deuda en moneda extranjera dentro de la planificación financiera de corto plazo del Tesoro Nacional".
La información sobre el acuerdo de Goldman Sachs había salido precisamente del Central. Si todo se limitara a una discusión sobre las tasas de interés o los chisporroteos entre Economía y el Central, la cosa no tendría trascendencia. Sin embargo, entre esta búsqueda de dólares caros o un poco menos caros y las motivaciones del kirchnerismo una década atrás hay una gran diferencia conceptual y política. Desde el pragmatismo, es algo irrelevante. Desde la perspectiva de la soberanía financiera es otra. En 2003 estaba fresca la idea del saqueo de la banca internacional pública y privada. La pregunta es si en 2014 la sociedad argentina debe cambiar solo la agenda de urgencias o en verdad asistimos a cambios en los rasgos de identidad del llamado proyecto nacional y popular
La pulseada entre el Estado y los grupos concentrados, hasta la devaluación de enero, mostraba la denuncia por parte del gobierno de que las cerealeras y los grandes acopiadores de granos no liquidaban dólares. Ahora, parece que todo se limita a la conveniencia de "emitir o no deuda", como si los niveles de extranjerización y concentración económica no fueran el escenario mayor donde se disputa la puja distributiva. Es más, hasta hace poco, se hacía eje en que los exportadores de soja preferían tomar créditos en pesos a tasas bajas y así fondear la espera de una devaluación sin perder plata. Ahora, además de la devaluación, el crédito interno está caro. Pero no solo caro para desalentar al complejo agroexportador sino caro para cualquiera vinculado al mercado interno.
Conviene agregar que Economía la semana pasada debía informar sobre el crecimiento del PBI en el último trimestre de 2013 y de ese modo se sabría cuál había sido el aumento de todo el año. Economía prefirió dar un estimativo en el orden del 3% y no del 4,9% como había adelantado el Indec, pateando para adelante una cifra exacta.
Pero, ¿por qué es importante saber si la Argentina creció un 40% menos de lo pronosticado por el organismo oficial de estadísticas? En que una serie de títulos en dólares pagan dividendos "atados al crecimiento del PBI". Y si esa cifra resultaba mayor al 3,2%, el Estado debía sacar de las arcas del Central un total de 3.400 millones de dólares. Desde ya, se trata de un ahorro extraordinario, sobre todo si se tiene en cuenta que las reservas cayeron en los últimos tres años de 54.000 millones a 27.000 millones. Por supuesto, conocida esa información que habla de un crecimiento bajo, los títulos de la deuda atados al crecimiento económico se desplomaron un 50%.
Ahora bien, es interesante mencionar el pragmatismo de los medios que expresan al sector concentrado del poder económico para ver cuán impiadosos son cuando se trata de pecados que los favorecen. Dice La Nación del pasado domingo 30 de marzo: "No se dio a conocer la metodología, sino el número aislado. No hubo precisiones técnicas y tampoco se conocieron serie de datos pasados, lo que volvió a poner un manto de duda sobre la credibilidad y sinceridad del manejo de las cuentas nacionales por parte del Gobierno. Incluso esta nueva decepción podría ser considerada una señal negativa en el camino que se estaba transitando para lograr un acercamiento a los organismos internacionales. No obstante, no todas las lecturas son malas. Siendo racionales y menos subjetivos, el ahorro de los más de 3.000 millones de dólares que implica no pagar a fines de este año es un hecho positivo, en una coyuntura en la que las reservas no sobran."
¿Quién es Goldman Sachs? Marcus Goldman vivía en el ghetto judío de Frankfurt y emigró a Filadelfia hacia 1848. Al tiempo se mudaba a Nueva York y por lazos familiares terminaba asociado a Samuel Sachs, también emigrante judío alemán.
El nombre de la entidad financiera empezó a tomar cuerpo en la Argentina de fines de los noventas, cuando el Grupo Clarín acumulaba deudas y Julio Ramos, desde Ámbito Financiero, advertía que las cláusulas de crack down podían llevar al grupo de Héctor Magnetto a la quiebra. La historia es compleja pero en pocas palabras significaba que algunos de los acreedores financieros en ese entonces podían sortear la compleja trama de convocatoria de acreedores en un juzgado para reclamar los activos de la empresa a la que le prestaban. Así, Clarín podía caer en manos de cualquiera. Uno de los que andaba atrás era el banquero Raúl Moneta, un escribano que empezó con una financiera pequeña en los tiempos de la tablita financiera de Martínez de Hoz.
Goldman Sachs ofreció a Clarín quedarse con la deuda de 500 millones a cambio del 18% de las acciones del grupo. Eso sí, con derecho a veto en determinadas esferas de la discusión del directorio. Tan significativo era el peso de Clarín en plena hecatombe, después de la caída de De la Rúa, que Eduardo Duhalde tenía que acomodar sus primeras leyes a los intereses financieros de Héctor Magnetto. Este tema fue tratado en múltiples oportunidades en los foros de debate de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Resultaba casi el ejemplo de manual para muchos referentes del llamado campo nacional y popular acerca de cómo el neoliberalismo resultaba de acomodar la política a los intereses de los banqueros.
David Martínez. Por estos días también arreció la información de que Fintech –por caminos distintos a los de Goldman Sachs– también está interesado en ser agente financiero de la Argentina (ver nota de Horacio Rovelli). Es conveniente recordar cómo fue que Cablevisión terminó en manos de Clarín. Es relevante en esta historia porque, en 2005, Cablevisión había reestructurado su deuda y el fondo de inversión Liberty, tenedor del 50% de las acciones, vendía su parte. Allí apareció Fintech, de David Martínez, que se asoció con Clarín. La operación de transferencia culminó en septiembre de 2006, pleno gobierno de Néstor Kirchner, cuando todavía no había explotado el conflicto entre el entonces presidente y Héctor Magnetto. Tampoco se sabía que la Coalición por una Comunicación Democrática iba a sentir que en 2009 llegaba el premio mayor: la ley que terminaba con las posiciones dominantes y los monopolios de la comunicación audiovisual.
Pero volviendo a 2006, Clarín con ese paso, pudo lanzarse –un año después– a la Bolsa de Valores de Nueva York. Las fechas siempre tienen que leerse con el calendario electoral a mano porque en el gabinete de Kirchner había algunos que operaban bastante públicamente para Clarín y otros que cumplían las instrucciones del entonces presidente sin saber cómo terminaría esa novela de enredos. Lo cierto es que Clarín sale a la Bolsa el 19 de octubre de 2007 y las elecciones nacionales donde gana Cristina Kirchner son nueve días después. El detalle de la concentración de poder de Clarín era tan abrumador y la fusión entre Multicanal y Cablevisión era tan claramente una posición dominante que el tema no podía ser obviado por la Comisión de Defensa de la Competencia en ese entonces a cargo de José Sbatella, quien se opuso. En sus fundamentos, Sbatella decía que Fintech era una fachada de Clarín. Claro, como Fintech tiene oficinas en el Estado norteamericano de Delaware –un paraíso fiscal– no podía probarlo. Con lo cual, cualquiera, hoy en día, puede preguntarse si además de Clarín no habría otros socios de David Martínez.
Volviendo a 2007, el 7 de diciembre, tres días antes de la asunción de Cristina, la fusión entre Cablevisión y Multicanal era aprobada, pero sin unanimidad, en la Comisión de Defensa de la Competencia. El paso siguiente de Magnetto era volver a pelear, como lo había hecho con Carlos Menem en los noventa, por quedarse con Telecom, entonces en manos de Telecom Italia y el grupo Werthein, de muy buenos vínculos con el menemismo en su momento y con el kirchnerismo después. La oportunidad para Magnetto había surgido por la controversia generada en Europa: Telefónica de España pasaba a tener una parte importante de Telecom Italia. Como Telecom y Telefónica eran –y son– las únicas empresas de telefonía fija de Argentina podía considerarse una posición monopólica. Nadie consideró que era un buen momento para desplegar el mapa de la propiedad de la telefonía, desde ya. El Gobierno se limitó a que Telecom Italia no aumentara su participación en la Argentina.
Goldman Sachs y Fintech. La vuelta a los mercados, para los argentinos con memoria, es parte de una discusión eterna respecto de qué es la soberanía. Pero no sólo en términos de banderas nacionales o de dominios territoriales. Goldman Sachs vendió sus acciones en el grupo Clarín en pleno 2012, cuando no se sabía cómo terminaría el litigio de la ley de medios ya en la Corte Suprema de Justicia. El gobierno, a través de la Afsca, aceptó la propuesta de adecuación voluntaria de Clarín. Este cronista no dejó de publicar cuando David Martínez, curiosamente, pudo resultar el adjudicatario de Telecom Argentina. La decisión de aceptar la oferta de Martínez fue en Italia. Pero los hilos del capital transnacional son así: nada importaba que Martínez no estuviera en condiciones de operar la empresa telefónica de acuerdo con las leyes argentinas por ser socio de Cablevisión. Esta parte de la telenovela no terminó. Faltan unos meses para que la Afsca diga qué puede y qué no puede Martínez, por más que las leyes sean tan claras en esto. Como esa entidad financiera tiene su sede en Delaware, un estado de Estados Unidos considerado paraíso fiscal, es difícil saber el origen de los fondos que maneja. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, además, no permite operar telefonía y medios audiovisuales, de modo que Martínez no podría tener Telecom y permanecer en alguna de las seis empresas en las que Clarín propuso readecuarse. Pero Fintech, además, se propone como una rueda de auxilio para la emisión de títulos o las negociaciones en los tribunales de Estados Unidos.

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