lunes, 16 de diciembre de 2013

Se mira y no se rosa SÁBADO Dos momentos difíciles en la historia del xeneize y la enseñanza del marketing.

Por Ulises Castaño Durante la primera ronda del Metropolitano de 1984 Boca tuvo que enfrentar a Atlanta, y ante el parecido de las camisetas los xeneixes se vieron obligados a cambiar la habitual azul y oro por una color claro. Pero a raíz de la crisis económica e institucional que atravesaba, el club de la rivera no contaba siquiera con un juego de repuesto y tuvo que salir a disputar el encuentro con una camiseta de entrenamiento, color claro, si, pero lisa, totalmente lisa, sin publicidad, pero también sin números, los cuales fueron pintados con marcador de fibra. A los pocos minutos, producto de la transpiración, en las espaldas de los jugadores brotaba una especie de mancha que iba mutando en formas diversas y monstruosas. Con la excepción del Metropolitano de 1981, certamen en que jugara Maradona, consagrándose campeón, aquel hecho es recordado como un verdadero símbolo de la crisis del Boca de la década del 80. El domingo pasado, Boca Juniors disputo el ultimo partido del campeonato, ya sin chances de campeonar, cerrando de esta manera no solo el torneo, sino todo un año deslucido. Sin embargo, lo hizo luciendo una nueva, rozagante y polémica camiseta color rosa. Desde el momento en que se hizo publica la intención de utilizarla hubo un repudio generalizado, y sobre todo una fuerte presión de la barra para que la llamativa indumentaria no sea utilizada. Al parecer, esta reacción habría conseguido al menos dejar en suspenso la materialización de aquel anuncio. Pocas veces ha sucedido un hecho de este tipo, en el cual un producto ya confeccionado y próximo a su lanzamiento cosecha una desaprobación tan manifiesta que pone en entredicho su salida. Pero los contratos, contratos son, y finalmente Boca vistió la polémica camiseta en el ultimo partido del campeonato frente a Gimnasia y Esgrima de La Plata. Cabe preguntarse entonces: ¿en estas condiciones, era la única manera posible de estrenarla, es decir, en un partido intrascendente; en una Bombonera sin publico visitante pero también en un partido en que se esperaba poco público local? ¿Volverá a utilizar Boca esta camiseta? ¿No terminó siendo este rosa, como el rojo de la capa taurina, la manera perfecta de atraer la atención, pero en este caso no hacia el toro, sino hacia la platea? Entre las frases que dejó la ultima participación boquense en el torneo, quisiera rescatar una del técnico Carlos Bianchi que dice lo siguiente “Soy yo quien le tiene que dar entidad al equipo, y si no salieron las cosas bien, el responsable fui yo. Buscaré cambiar la situación, que no fue agradable porque Boca tiene que ser protagonista” Después de estas palabras, me pregunto si no debiera haber sido el propio Bianchi quien luciera la camiseta rosa, -y así iluminar un poco esa oscuridad de retaguardia-, como símbolo de un periodo colectivo deslucido por un lado, pero también como una metáfora de la tardanza con que llegan sus palabras; cuando ya nada se juega, acaso cuando ya los hechos han confirmado su inexorable subordinación respecto de una realidad que no es precisamente color de.

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