miércoles, 8 de mayo de 2013

LEEMOS EN AL PACO URONDO: PRESIONES PARA DEVALUAR

Economía El dolar ilegal y la presión para devaluar Lunes 06 de Mayo de 2013 18:09 Por Nicolás Adet Larcher I Los sincericidios ruralistas y ortodoxos expusieron el verdadero sentido que tiene el dólar ilegal. Los héroes del campo en el 2008, pretenden retener los granos esperando una devaluación y a su salvación salen los opositores y los economistas "endiosados". El cambio social producido por las medidas tomadas por el gobierno en cuanto al dólar abre el debate sobre la dolarización de la economía. Nadie cuestiona al tiempo. Ningún ciudadano cuestionaría que el uso horario del país, o del mundo está mal o que debe usarse a conveniencia de cada uno. Ningún opositor cuestionaría por qué se impone una forma de medir el tiempo aquí que yo no decidí que fuera así. Puede resultar incoherente lo que se está diciendo, pero tiene mucho sentido. Para entenderlo mejor se debe tener en cuenta a Robert Levine que escribió, hace no mucho, el libro “una geografía del tiempo”. Allí, Levine narra la historia del tiempo y en un punto comenta algo interesante, entre 1883 y 1918 no existía un tiempo uniforme y general para un país. Cada estado o provincia tenía un uso horario distinto, incluso dentro de ese mismo estado las personas tenían horas distintas en sus hogares, las estaciones ferroviarias contaban con tres relojes distintos y era imposible determinar qué hora era la correcta. Era evidente el caos existente para realizar tareas, y sobre todo organizar un país. Debido a esto surgió un movimiento de “estandarización” que tenía como objetivo alinear de una vez todos los relojes para evitar confusiones. En resumen, lograr lo que tenemos hoy en día, que cada país tenga su hora fija marginando el caos. La oposición no tardó en responder y reclamaban “¡Queremos mantener nuestro propio mediodía!”, algunos diarios se refirieron a la estandarización como un “fraude monstruoso” e incluso el editor del diario “Courier Journal” recibió la carta de un lector indignado por tal avasallamiento sin “consentimiento de la gente”. En la misma carta el lector horrorizado proclamaba a la estandarización como “…una puñalada por la espalda a nuestros amados derechos de estado”. Ya en 1884 Charles Dudley Warner, editor de un diario, escribía - con gran similitud a los medios actuales - que esto era una “invasión a la libertad individual”. Pasado los anuncios catastróficos, las denuncias y lo demás, nada paso. Ningún pronóstico se cumplió, ni se empeoró la vida. Al contrario, al coordinar los tiempos de un país se pudo avanzar más y manejar mejor los tiempos para cada paso que se tomaba. Se sabe que la liquidez temporal no puede compararse con el dólar. Pero las reacciones expresadas ante un cambio favorable que mejoró la calidad de vida en cierto punto, sí. Desde que se implementaron las medidas de restricción a la compra de dólares, se logró reducir en un 95% la fuga de capitales que tanto perjudicaban a la economía nacional. Una gran medida para poder conservar los dólares necesarios ante una crisis de magnitudes desproporcionadas, también tuvo reacciones del tipo de “queremos nuestro propio mediodía”. La argumentación de quienes quieren su propio mediodía, deja de lado las 24 horas restantes del día, o en este caso los millones de argentinos restantes que padecen corridas cambiarias motivadas por unos pocos. El argentino “dolarizado” es susceptible al capricho mediático de intentar crear la conciencia de que el dólar es la mejor opción contra la inflación. Nada más lejos de la realidad, el dólar cada día pierde más peso en la economía mundial. Además, se percibe que las mayores potencias del mundo dejaron de utilizarlo en sus transacciones comerciales. Caso de China, Japón, Rusia, etc. Pero además no puede llamarse opción de ahorro una moneda totalmente inestable que frente a la compra de inmuebles, bonos de YPF, o demás acciones, tiene una diferencia de más del 15% en cuanto a ganancias. El dólar ilegal, mal llamado “blue”, logró consumir todo espacio mediático que se propuso y se instaló en el debate cotidiano. Los economistas ortodoxos claman sobre que “la gente quiere el dólar”, “el gobierno genera esto” y niegan que la compra del dólar “blue” sea algo ilegal cuando está penado por la ley penal tributaria. No es ilegal comprar dólares, lo ilegal es hacerlo en el mercado negro, el cual vive de la pura especulación ya que no hay nadie que centralice cuál es el precio cierto que debe tener. Las “cuevas” muchas veces no coinciden con los precios, se usa el boca en boca y al ser un mercado pequeño y escaso, tiende a aumentar su precio. Los sincericidios ruralistas y ortodoxos expusieron el verdadero sentido que tiene el dólar ilegal. Los héroes del campo en el 2008 pretenden retener los granos esperando una devaluación y a su salvación salen los opositores y los economistas “endiosados” a pedir una mega devaluación como lo hizo el presidente del banco ciudad, Federico Sturzenegger, que pidió un 40% de devaluación como lo mejor para el país. No menciona en su verborragia infundamentada que eso provocaría un perjuicio para la masa asalariada, para la industria, y generaría grietas en el país que tomaría tiempo restaurar. Mientras la doctrina del shock reine en los medios, la gente aceptara estas medidas. Un ciudadano con miedo acepta cualquier cosa, porque justamente tiene miedo de que pase algo peor. Nadie razona cuando el miedo reina, y si los economistas se autoproclaman salvadores absolutos, se tendrá confianza sobre ellos pretendiendo a la economía como una ciencia exacta y no como una ciencia social. Así continua el intento por armonizar el hambre de dólar. Algunos siguen pretendiendo tener su mediodía a costa de todo. Otros pretendemos que no se nos venga la noche.

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