lunes, 6 de mayo de 2013

"Gatica representaba la picardía argentina"

Entrevista con el escritor Enrique Medina, autor de una novela (1991) dedicada al boxeador. "El box es el más noble de los deportes, el más heróico", aseguró para explicar por qué la literatura vuelve una y otra vez sobre ese deporte. Por Enrique De la Calle AGENCIA PACO URONDO: ¿Por qué una novela sobre Gatica al comienzo de la década del 90? ¿Qué te llevó a querer escribir sobre el boxeador? Enrique Medina: Es un homenaje al boxeo argentino que tanto me dio. Soy de la época de Lausse, Merentino, el genial Mario Díaz y otros muy brillantes. Y por supuesto también la novela es un homenaje a mi padre que fue boxeador y yo no conocí. También intenté el box pero no servía, no tenía condiciones. Mi boxeo era arrabalero, muy de las orillas, a matar o morir, que era la escuela de Las Tumbas. El secreto era no dejar de batallar en ningún momento, y eso no es inteligente en el box. Perjudica. Como lo perjudicó a Maravilla Martínez cuando el otro lo calzó en el último round y por poco lo noquea. Esas bravuconadas nunca las hace un boxeador inteligente y respetuoso del rival. Por ejemplo: Monzón, que fue el más inteligente de nuestros boxeadores. En su cabeza tenía una computadora que le llevaba la pelea round a round. Fue el más grande, sin duda. Después viene Pascualito. Y luego Firpo y César Brión. Éste fue un genio y tiene mucho que ver con Maravilla, porque se hizo en el exterior, acá boxeó poco y sin pena ni gloria. Afuera llegó a pelar dos veces con Joe Louis, uno de los más grandes pesos pesados de todos los tiempos. Perdió las dos por puntos, bien, pero en la primera se la robaron porque Brión era un don nadie. Luego vuelve al país y se retira y le regala a Perón sus guantes de boxeo. La novela Gatica se la dedico a mi padre. La primera intención fue hacer una novela sobre otro boxeador emblemático: Justo Suárez, casualmente ídolo del mismo Gatica. Al final, como yo tenía más relación con Gatica a quien había conocido y visto, no así al Torito de Mataderos, me decidí por él. AGENCIA PACO URONDO: ¿Volver sobre un símbolo del Peronismo plebeyo era un modo de repensar el Peronismo menemista? ¿De qué modo? EM: Esos planteos nunca me los hice. Como escritor me interesa más el tema que la especulación sobre él. Tengo dos versiones de Gatica. La primera del 90, cuando yo estaba muy influenciado por grandes amigos que lo conocían al dedillo y no le tenían mucha simpatía: Américo Barrios, Dante Panzeri, Ulises Barrera, García Blanco. Casi todos ellos lo consideraban un boxeador menor y un símbolo poco edificante. Y en general era así aún entre la gente normal. Aunque se lo estimara, se aceptaba que no era buena letra su nombre. Nunca fue un ejemplo, a pesar de no ser mala persona, todo lo contrario. En la primera versión se nota esa influencia, especialmente la de Panzeri y Ulises. Incluso lo dice la tapa donde se ve el rostro deforme por un golpe. Ya pasado el tiempo, y cambiando uno su visión de las cosas, fui modificando la mirada y la tapa ya demostraba que el punto de vista era otro. La tapa lo muestra en una de El Gráfico en su mejor momento: espléndido, fuerte, gallardo y arremetedor. En esta nueva versión incluyo una breve segunda parte que antes no estaba y es un capítulo donde él ve una carpeta de estudios de una sobrina y en esas páginas hay fotos de Perón joven haciendo todo tipo de deportes, incluso el box. Ahí Gatica toma consciencia de su importancia como boxeador-referente y en esta versión marco más la parábola de él y el Peronismo: ambos nacen y caen juntos. También la más dolorosa metáfora de su vida: tomar consciencia de que él estaba destinado a ser el primer campeón mundial argentino, como se lo había pedido Perón, y no le cumple por una vida desordenada. Y ya en su declive, ve, desolado, que Perón va (rompiendo todos los protocolos) al aeropuerto para recibir a Pascual Pérez como Campeón mundial. Y lo peor de todo, para Gatica, es que el manager de Pérez era Lázaro Koci. El mismo que lo había sacado a él de la calle haciéndolo boxeador, y a quién Gatica le dio una patada cuando se engrupió y en el Luna Park, antes de firmar el contrato le dijo que prescindiera de Koci. Él aceptó desligarse de Koci y aceptar al nuevo mánager: Nicolás Prezioza, un borrachín como él. Y esta fue su perdición, el principio de su caída. AGENCIA PACO URONDO: El mundo popular, plebeyo, tiene una presencia poderosa en este libro y en otros textos suyos. No es una visión romántica, digamos. Es un mundo atravesado por relaciones de dominación, violencias y también miserias humanas. ¿Cómo ves eso en relación a tu obra y al libro sobre Gatica? EM: Gracias por percibir esos detalles de mi obra (ver entrevista al autor sobre su trayectoria). Sí, es así porque yo, claro, soy un poco y mucho Gatica, así qué sé todo lo que él sentía porque yo sentí lo mismo. Tuve suerte porque pude leer, aprender, salvarme, él no tuvo esa oportunidad y nadie a su lado que lo avivara. Al contrario, siempre estuvo rodeado de aprovechadores (salvo algunos fieles amigos) y él, buenazo, les seguía la corriente y se derrumbó solo. En mis novelas como en mis últimos libros, El Jardín de Anías (un periodista de espectáculos que mata gente y la entierra en su jardín y vive con muñecas) y La Yegua (un intercambio tecnológico entre una fisicoculturista profesora de literatura y un escritor, que intercambian textos y se ven pícaramente por Skype) siempre he mantenido la impronta que manifesté desde Las Tumbas: mi frontalidad contra las causas de la miseria, la opresión, el idiotizamiento de la juventud con la droga, la vagancia, la falta de ideales dignos, el desprecio a los jubilados que fueron los que hicieron a la Argentina grande, la seguridad del país en sus fronteras, una fuerza preparada para los cataclismos que nos esperan, etc, etc… AGENCIA PACO URONDO: Como bien señalabas al principio, la de Gatica es una novela también sobre boxeo. Es un deporte que ha atraído mucho a la literatura y también al cine, tal vez más que otros deportes. ¿Cómo ves eso? ¿Por qué esa fascinación (si se puede hablar de algo así) con el deporte? EM: Creo que el box es el más noble de los deportes, el más heroico, es el deporte en el que el deportista está absolutamente solo, únicamente ayudado por su fortaleza física y moral, su inteligencia, y su apego al entrenamiento. Vuelvo a Monzón: cuando Brussa le decía que peleaban dentro de x tiempo, él dejaba el cigarrillo, el buen vino y las mujeres, y se entrenaba como si tuviera que pelear contra una manada de elefantes. Esto lo hizo único. Desgraciadamente Gatica no era así, en este sentido representaba la picardía argentina, el piola. Ike Williams se lo recordó cuando lo bajó en el primer round. A Monzón jamás lo madrugaron como a Maravilla. La vez que lo calzaron bien, enseguida amarró y miró el reloj; esto es propio de un buen boxeador. En cambio, los tontos son aquellos que le dicen al rival que no le dolió y encima, bravuconamente ofrecen el mentón. Y se llevan la sorpresa. En fin, tengo afecto por Monzón porque en la revista Gente declaró estar leyendo Las Tumbas, y eso me emocionó mucho. Lo mismo hizo Sandro en otro momento. Lo que quiero decir es que Las Tumbas, Gatica, Sandro, Monzón, son un solo corazón. Jajaja… AGENCIA PACO URONDO: Casi en simultáneo con tu libro apareció la película de Favio sobre Gatica. ¿Cuáles son las relaciones con esa película? EM: Ninguna en absoluto. Y Favio se lo perdió. Tuvimos una charla en La Academia. Nos conocíamos de haber participado ambos en un programa de Horangel en el 13. Él era el invitado y yo uno de los panelistas. Le di Las Tumbas que me dijo que se lo llevara y luego de unos días tomamos un café. Pasados los años nos reunimos en La Academia y me charló de Gatica, sin concretar nada. Pasó el tiempo y empezó a hacerla. Nos volvimos a ver en el mismo bar y hablamos de Prada que no quiso agarrar viaje o había pedido mucha guita, entonces lo quitó. Le dije que era un error, que no se podía escribir la historia de River o de Boca sin mencionar al otro. Porque en mi novela escribo: Gatica fue Gatica porque tuve enfrente a Prada, y Prada fue Prada porque tuvo enfrente a Gatica. Es como separar a Gardel de Lepera. Ese fue un error y la última vez que nos vimos me reconoció que era así. Además le dije que lo había embanderado muy demagógicamente a Gatica. También lo reconoció, pero me dijo que eso era una licencia y lo acepté. Porque en la realidad, a Gatica (aunque se sacara fotos con Perón y Evita) no le importaba la política. Jamás asistió a ningún acto peronista y eso que Juan Duarte intentó llevarlo. El que sí era verdaderamente peronista era Prada. Pasó lo mismo que con Borges cuando tomando un café en el Foro con él y con Villordo, le pregunté sobre la división del Grupo Florida con el Grupo Boedo. Él me respondió: “A mí me hubiera gustado estar con los de Boedo, pero Bioy ya me había puesto con los de Florida y ahí me quedé”… En fin, a Gatica lo vi boxear en el Luna en sus ultimas peleas. Ya antes, en Las Tumbas, una vez fue a hacer una exhibición, con un boxeador muy bueno de esa época llamado Gonzalito. Luego lo vi un par de veces en el restorán de Prada, que lo ponía en la vidriera como gancho. Gatica, si hubiera sido norteamericano, sin duda hoy sería un estandarte mundial, estaría a la par de Graciano, Lamotta, y hasta del mismo Robinson, que fue el más grandes de todos los tiempos. Pero nació aquí, y el esfuerzo y los estímulos en estas tierras son otra cosa. GB

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