En apenas una hora, las calles de Belgrano se transformaron en ríos. Hubo anegamientos en Palermo, Colegiales y Villa Crespo. Influyó la gran cantidad de basura sin recolectar, aunque el gobierno porteño dice que hizo un operativo especial.
Por Emilio Ruchansky
Bastó una hora ayer, entre las 12 y las 13, para que la lluvia inundara y anegase varios puntos de la ciudad de Buenos Aires, que aún siguen recuperándose del último temporal, el 29 de octubre pasado. Como aquel día, varios autos volvieron a ser removidos en la caudalosa calle Blanco Encalada, en el barrio porteño de Belgrano. “¡Historia repetida! Pasados por agua. Liquidación. Todo a 35 pesos”, decía una cartulina pegada en el escaparate de una tienda de ropa, sobre la avenida Cabildo. Allí, comerciantes y vecinos salieron a parar el tránsito, hasta que acudieron las policías Federal y Metropolitana. En otros barrios, como Palermo, Villa Ortúzar y Retiro, flotaban y se deshacían en el agua las bolsas de basura, que anoche se apilaban en varios barrios. Entre las 11 y las 16 cayeron, en total, 73,7 milímetros.
La tormenta sobre el área metropolitana causó ayer dificultades de tránsito en avenidas como General Paz, Libertador o Hipólito Yrigoyen, en Avellaneda, donde se circuló a baja velocidad con las banquinas llenas de agua. En algunos tramos de estas avenidas se transitaba por uno o dos carriles. En Libertador, cerca de la calle Virrey del Pino, había decenas de bolsas de basura sobre el boulevard. Varias escuadras de limpieza trabajaron sobre los sumideros, como parte de un despliegue de seiscientos operarios, según el gobierno porteño, que cubrieron la emergencia.
Blanco Encalada volvió a ser zona crítica por el arroyo Vega, cuyo aliviador está inconcluso: Macri acaba de recibir autorización de la Legislatura para endeudarse por 250 millones de dólares, con aval del gobierno nacional, para una obra que demandará al menos tres años. Sobre esa calle, en el tramo comprendido entre las avenidas Crámer y Cabildo, un vecino con una maza en la mano salió a detener el tránsito para evitar las olas y esperar que el agua drene después de alcanzar su punto máximo, que ayer sobrepasó el metro. Como en el temporal pasado, el agua entró en las verdulerías y los comercios de ropa, música y cotillón sobre esas cuadras, donde muchos locales tienen compuertas.
“Esta vez llamamos a la comisaría y vinieron a desviar el tránsito en Cabildo y Monroe y Cabildo y Mendoza. El gran problema son las olas, si no hay tránsito entra mucha menos agua”, dijo a este diario José Luis, de la zapatería Oggi. El temporal pasado, afirmó, lo dejó sin cien pares de zapatos de 350 pesos. “No pido indemnización al gobierno porteño, ni me gasto”, agregó. En otro negocio del rubro, Marta Sixto, todavía están con el papeleo de la inundación anterior. “Y tengo pendiente un pago de febrero, ni siquiera sé cuánto me van a dar”, afirmó Gonzalo, el encargado.
Marta Sixto se sumó ayer a esta segunda rueda de liquidaciones de los negocios cercanos a Cabildo y Blanco Encalada en menos de dos semanas. “Por suerte no llegamos a poner el piso nuevo de madera flotante. No lo hacemos de cerámica porque tardaría tres días y es mucho tiempo en momentos como éste”, agregó el encargado de esta zapatería. Muy cerca se ofrecían carteras con cincuenta por ciento de descuento en Bendito Glam, aunque no abundaba el público. En otras tiendas de ropa, las vendedoras salieron de short y ojotas a sacar el agua con secadores y trapos. Además de los camiones cisterna que llegaron a Belgrano para bombear agua, también acudieron a la zona un carro de bomberos de la Policía Federal con un gomón, una ambulancia, una cuadrilla de Edenor y varios móviles de la Defensa Civil porteña. “En toda la zona del arroyo Vega no hay un solo contenedor y las bolsas quedan en las calles y veredas tapando los sumideros. No es justo que los vecinos tengan que arriesgarse a sacar ellos mismos las bolsas de las bocas de tormenta”, denunció ayer el legislador porteño Adrián Camps, del Partido Socialista Auténtico.
Desde el gobierno porteño, desmintieron que la presencia de basura haya influido en la inundación de un sector de Belgrano. “El servicio de recolección se encontraba totalmente normalizado antes de la tormenta. La recolección se completó en toda la ciudad y en las esquinas críticas en zonas inundables se realizó un operativo especial de refuerzo”, afirmó el ministro de Espacio Público, Diego Santilli. Según los datos enviados desde esa cartera, desde el jueves pasado a las 13, hasta la misma hora de ayer, recolectaron 5386 toneladas de residuos.
En las paradas de colectivos que preceden a la estación de tren de Belgrano, una docena de palomas perforaban las bolsas negras y metían la cabeza hasta encontrar restos de comida y extraerlos con su pico. Al pie de varios eucaliptos de la avenida Santa Fe, entre el Jardín Botánico y Coronel Díaz, se veían muchas bolsas apiladas, al igual que en un acceso cerrado de la estación Juramento, de subte. Este servicio, informó Metrovías, estuvo totalmente interrumpido al mediodía en la línea C, mientras que las formaciones de la línea D no se detuvieron en la estación Scalabrini Ortiz, en el momento de lluvia más intensa, entre las 12 y las 13, cuando cayeron 31,7 milímetros.
Además de Belgrano, hubo anegamientos en Colegiales y en lugares puntuales, como la esquina de Juan B. Justo y avenida Corrientes, en Villa Crespo, y Crisólogo Larralde y Triunvirato, en Villa Ortúzar. También en la Villa 21-24, en el sur de la ciudad, por la subida de las napas, que provocó el ingreso de aguas servidas en las viviendas.
La fuerte tormenta, producto del arribo de un frente frío proveniente del sur, comenzó con ráfagas y chaparrones antes del mediodía en las localidades de Luján, Cañuelas, Moreno, Ituzaingó, General Pacheco y Pilar. Luego se extendió al sudeste, centro y noreste de la provincia de Buenos Aires y Santa Fe, donde se registraron fuertes vientos y caída de granizo. Según informó el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), también llovió mucho en el centro y norte de Córdoba, Entre Ríos, sur de Santiago del Estero, Tucumán, sobre el Río de la Plata y el área marítima adyacente. La buena noticia es la baja considerable en las temperaturas, que se extenderá al menos hasta el domingo, con máximas de 22 grados y mínimas de 15.
ENTUBAMIENTO DE ARROYOS, ASFALTO MASIVO, TORRES EN LA RIBERA
Cómo construir una ciudad inundableBastó una hora ayer, entre las 12 y las 13, para que la lluvia inundara y anegase varios puntos de la ciudad de Buenos Aires, que aún siguen recuperándose del último temporal, el 29 de octubre pasado. Como aquel día, varios autos volvieron a ser removidos en la caudalosa calle Blanco Encalada, en el barrio porteño de Belgrano. “¡Historia repetida! Pasados por agua. Liquidación. Todo a 35 pesos”, decía una cartulina pegada en el escaparate de una tienda de ropa, sobre la avenida Cabildo. Allí, comerciantes y vecinos salieron a parar el tránsito, hasta que acudieron las policías Federal y Metropolitana. En otros barrios, como Palermo, Villa Ortúzar y Retiro, flotaban y se deshacían en el agua las bolsas de basura, que anoche se apilaban en varios barrios. Entre las 11 y las 16 cayeron, en total, 73,7 milímetros.
La tormenta sobre el área metropolitana causó ayer dificultades de tránsito en avenidas como General Paz, Libertador o Hipólito Yrigoyen, en Avellaneda, donde se circuló a baja velocidad con las banquinas llenas de agua. En algunos tramos de estas avenidas se transitaba por uno o dos carriles. En Libertador, cerca de la calle Virrey del Pino, había decenas de bolsas de basura sobre el boulevard. Varias escuadras de limpieza trabajaron sobre los sumideros, como parte de un despliegue de seiscientos operarios, según el gobierno porteño, que cubrieron la emergencia.
Blanco Encalada volvió a ser zona crítica por el arroyo Vega, cuyo aliviador está inconcluso: Macri acaba de recibir autorización de la Legislatura para endeudarse por 250 millones de dólares, con aval del gobierno nacional, para una obra que demandará al menos tres años. Sobre esa calle, en el tramo comprendido entre las avenidas Crámer y Cabildo, un vecino con una maza en la mano salió a detener el tránsito para evitar las olas y esperar que el agua drene después de alcanzar su punto máximo, que ayer sobrepasó el metro. Como en el temporal pasado, el agua entró en las verdulerías y los comercios de ropa, música y cotillón sobre esas cuadras, donde muchos locales tienen compuertas.
“Esta vez llamamos a la comisaría y vinieron a desviar el tránsito en Cabildo y Monroe y Cabildo y Mendoza. El gran problema son las olas, si no hay tránsito entra mucha menos agua”, dijo a este diario José Luis, de la zapatería Oggi. El temporal pasado, afirmó, lo dejó sin cien pares de zapatos de 350 pesos. “No pido indemnización al gobierno porteño, ni me gasto”, agregó. En otro negocio del rubro, Marta Sixto, todavía están con el papeleo de la inundación anterior. “Y tengo pendiente un pago de febrero, ni siquiera sé cuánto me van a dar”, afirmó Gonzalo, el encargado.
Marta Sixto se sumó ayer a esta segunda rueda de liquidaciones de los negocios cercanos a Cabildo y Blanco Encalada en menos de dos semanas. “Por suerte no llegamos a poner el piso nuevo de madera flotante. No lo hacemos de cerámica porque tardaría tres días y es mucho tiempo en momentos como éste”, agregó el encargado de esta zapatería. Muy cerca se ofrecían carteras con cincuenta por ciento de descuento en Bendito Glam, aunque no abundaba el público. En otras tiendas de ropa, las vendedoras salieron de short y ojotas a sacar el agua con secadores y trapos. Además de los camiones cisterna que llegaron a Belgrano para bombear agua, también acudieron a la zona un carro de bomberos de la Policía Federal con un gomón, una ambulancia, una cuadrilla de Edenor y varios móviles de la Defensa Civil porteña. “En toda la zona del arroyo Vega no hay un solo contenedor y las bolsas quedan en las calles y veredas tapando los sumideros. No es justo que los vecinos tengan que arriesgarse a sacar ellos mismos las bolsas de las bocas de tormenta”, denunció ayer el legislador porteño Adrián Camps, del Partido Socialista Auténtico.
Desde el gobierno porteño, desmintieron que la presencia de basura haya influido en la inundación de un sector de Belgrano. “El servicio de recolección se encontraba totalmente normalizado antes de la tormenta. La recolección se completó en toda la ciudad y en las esquinas críticas en zonas inundables se realizó un operativo especial de refuerzo”, afirmó el ministro de Espacio Público, Diego Santilli. Según los datos enviados desde esa cartera, desde el jueves pasado a las 13, hasta la misma hora de ayer, recolectaron 5386 toneladas de residuos.
En las paradas de colectivos que preceden a la estación de tren de Belgrano, una docena de palomas perforaban las bolsas negras y metían la cabeza hasta encontrar restos de comida y extraerlos con su pico. Al pie de varios eucaliptos de la avenida Santa Fe, entre el Jardín Botánico y Coronel Díaz, se veían muchas bolsas apiladas, al igual que en un acceso cerrado de la estación Juramento, de subte. Este servicio, informó Metrovías, estuvo totalmente interrumpido al mediodía en la línea C, mientras que las formaciones de la línea D no se detuvieron en la estación Scalabrini Ortiz, en el momento de lluvia más intensa, entre las 12 y las 13, cuando cayeron 31,7 milímetros.
Además de Belgrano, hubo anegamientos en Colegiales y en lugares puntuales, como la esquina de Juan B. Justo y avenida Corrientes, en Villa Crespo, y Crisólogo Larralde y Triunvirato, en Villa Ortúzar. También en la Villa 21-24, en el sur de la ciudad, por la subida de las napas, que provocó el ingreso de aguas servidas en las viviendas.
La fuerte tormenta, producto del arribo de un frente frío proveniente del sur, comenzó con ráfagas y chaparrones antes del mediodía en las localidades de Luján, Cañuelas, Moreno, Ituzaingó, General Pacheco y Pilar. Luego se extendió al sudeste, centro y noreste de la provincia de Buenos Aires y Santa Fe, donde se registraron fuertes vientos y caída de granizo. Según informó el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), también llovió mucho en el centro y norte de Córdoba, Entre Ríos, sur de Santiago del Estero, Tucumán, sobre el Río de la Plata y el área marítima adyacente. La buena noticia es la baja considerable en las temperaturas, que se extenderá al menos hasta el domingo, con máximas de 22 grados y mínimas de 15.
ENTUBAMIENTO DE ARROYOS, ASFALTO MASIVO, TORRES EN LA RIBERA
Cada día, Buenos Aires acentúa un poco más su perfil como ciudad inundable. El entubamiento de los arroyos de llanura cuyos cauces no pueden contenerse enteramente, la construcción de torres siguiendo la costa del Río de la Plata y otras, las sucesivas renovaciones de capas asfálticas que elevan el nivel de la calzada hasta el de la vereda son sólo algunos de los rasgos que parecen asegurar un horizonte de inundaciones recurrentes. Las soluciones técnicas que prometen los canales aliviadores y el boom indiscriminado de la construcción también, según señalaron a este diario los arquitectos Osvaldo Guerrica Echevarría y Rodolfo Livingston, quienes coincidieron en el diagnóstico: la única manera de evitar las inundaciones es rever el modo en que se construye cada día la ciudad.
“La única solución es terminar de construir. Y sin embargo no paran”, evaluó Guerrica Echevarría, de la Asociación Amigos del Lago de Palermo. “Todo lo que se hace es para acentuar el problema”, razonó. En la ciudad de Buenos Aires, “los arroyos son de llanura, por lo que hay muy poca diferencia de nivel entre el arroyo y el terreno. Todo río, todo cauce de agua, necesita un desnivel pronunciado para acelerar la salida del agua. Cuanta menos diferencia hay, más lento es el desagote”. Entubados, los arroyos porteños dependen de “aliviadores que van a mucha profundidad y tienen que levantar el nivel del agua para que salga al río”, que, por otra parte, cada vez queda más lejos: con el terreno ganado al río, la ciudad vuelve cada vez más distantes las desembocaduras.
“Negar los arroyos, negar los ríos” es uno de los problemas “históricos” de la ciudad, señaló el arquitecto Rodolfo Livingston, quien recuerda que “el Maldonado fue un río que ha tenido márgenes verdes, que atraviesa la ciudad como el Támesis atraviesa Londres y el Sena, París”. “Una visión de que la naturaleza está para ser dominada llevó a meter el agua en un caño. A los ríos no les gusta que los metan en caño. Y no tienen cauces uniformes. Tienen un cauce. Ese error cometido con el arroyo Maldonado se repite con el arroyo Vega y todos los otros de la ciudad”. Se trata de “cuencas hídricas sometidas”.
Pero prever el crecimiento de los cauces y la posibilidad de respetarlos, o evaluar el modo de aprovecharlos en lugar de pretender domesticarlos, coincidieron Guerrica Echevarría y Livingston, no es el único impedimento para restar factores a la posibilidad de inundación. Guerrica Echevarría señala que existe una lista de “impedimientos al escurrimiento” de agua caída, en la cual la profusión permanente de construcciones juega un rol fundamental. “Se impermeabiliza, se construye y todo a niveles más altos que las calles”, señala al explicar que el pozo necesario para la construcción de una torre usualmente se impermeabiliza, lo que evita el escurrimiento.
“De algún modo, todas las bases de las torres se convierten en impedimentos para que escurran las aguas. Son 20, 30, 40 metros impermeabilizados hacia abajo. Cuanto más alta la torre, más profundo el pozo donde está metido. Sobre la costa, hay toda una barrera de torres, empezando por Puerto Madero, el microcentro, Retiro, Recoleta, Belgrano. Ese cordón de torres, subterráneamente, constituye el dique al escurrimiento subterráneo de las aguas”, explicó Guerrica Echevarría.
Por otra parte, Livingston acotó que “la ciudad tiene una capa impermeabilizadora, que es el cemento”. “El hecho de que todo el piso urbano sea impermeable” facilita las inundaciones. “Se puede inventar un pavimento que sea resistente y duro y, a la vez, permita escurrir parte del agua. Los adoquines hacían eso. No se pueden proponer ahora, porque los automovilistas se quejarían, y además los adoquines, como se entierran sobre arena, no soportarían los pesos de los camiones”, explica. Sin embargo, sí “se podría inventar un piso” capaz de resistir y a la vez absorber parte del agua, “o que todas las calles tengan los bordes del pavimento de adoquines” y allí pueda derivar el agua. Entretanto, las sucesivas capas asfálticas, aplicadas una sobre otra, con un fresado previo que quita lo más superficial de la capa previa, “hicieron que las calles asfaltadas estén muy por sobre el nivel de las veredas”, observó Guerrica Echevarría. “Las bocas de tormenta siempre quedan por debajo del nivel, se las ve en las esquinas. En los últimos veinte, treinta años, las calzadas subieron de nivel y eso favorece que, cuando llueve mucho, el agua entre en las casas.”
Hoy día, “sobre el cauce de los arroyos está edificada parte de la ciudad, aun en las zonas que naturalmente son más bajas. Todo lo edificado a los costados de la avenida Juan B. Justo, que es el Maldonado entubado, está construido en zona baja. Tiende a inundarse porque hacia allí van las aguas de los lados más altos”. En los alrededores, para remediar eso, hay zonas que “podrían ser absorbentes, como la playa ferroviaria de Palermo, que podría convertirse enteramente en terreno para eso si también se eliminaran los paredones a los costados”.
Sin embargo, allí “se está haciendo lo contrario. Hay playas de estacionamiento y están empezando a construir, hay también hectáreas concesionadas para hacer una canchita de fútbol con césped artificial”. Un viejo proyecto vecinal, que alguna vez ingresó en la Legislatura porteña acompañado “con más de cinco mil firmas”, proponía “hacer un parque en la playa ferroviaria de Palermo, el proyecto ‘Lago Pacífico’”, pero nunca avanzó. “El mayor problema era que resultaba muy barato”, aventuró Guerrica Echevarría.
EL CONFLICTO POR LA BASURA YA ES UN PROBLEMA POLITICO
Toneladas sin destino
Ayer la Presidenta confirmó que no se usarán los terrenos de Campo de Mayo para ampliar los rellenos de la Ceamse, cuya vida útil termina en abril. Macri culpó a la Nación por el conflicto.
El cierre inminente del relleno sanitario Norte III, de la Ceamse, en José León Suárez, puso sobre la mesa la discusión sobre qué hacer con las 14 mil toneladas de basura que se generan a diario en el Area Metropolitana. Por lo pronto, la posibilidad de ampliar ese predio sobre 140 hectáreas en el predio de Campo de Mayo quedó descartado de plano: ayer, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner aseguró que “no se va a tirar más basura en ese pulmón”. Pese a que la Ciudad no cumple con la Ley de Basura Cero, el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, responsabilizó al gobierno nacional por el conflicto y apoyó la medida de fuerza de los trabajadores que hace una semana provocaron el retraso de la recolección y disposición de la basura.
“Tenemos montañas de basura al lado de chicos en el Gran Buenos Aires, es una tremenda afrenta al medio ambiente”, sostuvo la Presidenta ante intendentes bonaerenses, en el Salón de las Mujeres en la Casa Rosada. Allí dio a conocer la decisión de no extender la vida del relleno de José León Suárez, en General San Martín, cuyo cierre está previsto para abril o mayo del próximo año. La idea de ampliar el terreno tampoco había sido aceptada por los intendentes de ese municipio, de San Fernando, Tigre y San Miguel.
En el Area Metropolitana se generan 14.250 toneladas diarias de residuos que son dispuestas en rellenos sanitarios de Ensenada, González Catán y San Martín, que están colapsados y tienen fecha de cierre. Además, no existen nuevos sitios alternativos. La Presidenta también criticó que se siga “enterrando basura sin un procesamiento adecuado y moderno”.
“Es tiempo de que tomemos medidas con soluciones regionales de fondo, para que podamos cumplir con metas ciertas de reducción de residuos y que cada municipio se haga cargo de su basura”, apuntó a Página/12 el intendente de San Martín, Gabriel Katopodis. Así, se cumpliría con la ley provincial 13.592, que establece que cada municipio debe concretar el tratamiento de sus residuos.
Para aplacar el nivel de conflicto, el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, propuso buscar una salida en conjunto a través de la creación de una nueva institución que estaría conformada entre el Organismo Provincial de Desarrollo Sustentable (OPDS), la Ceamse (creada en 1978) y la Ciudad de Buenos Aires.
Voceros de la OPDS informaron a este diario que aún no está determinado si cada organismo continuará trabajando de manera independiente. Sin embargo, desde el despacho de una de las intendencias apuntaron que la Ceamse “ya no sirve” y que la intención es lograr delinear planes conjuntos de reducción de la basura. En caso de que la Ceamse desaparezca, una posibilidad para los trabajadores sería trabajar en las nuevas plantas de tratamiento. En San Martín, por ejemplo, el próximo año se implementaría un plan de separación de residuos en origen –en oficinas oficiales y en instituciones educativas– que conllevaría la recoleccción diferenciada. Entre ese municipio, San Miguel y Tigre generan entre 300 y 400 toneladas de basura por día, mientras que la ciudad de Buenos Aires produce seis mil.
El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, también opinó sobre la polémica que se generó en torno de la basura y advirtió a los intendentes que Macri busca “tapar de basura” sus distritos. Señaló que la Ciudad “es el distrito mayor productor de residuos urbanos sólidos”.
Respecto de los dichos de la Presidenta, el delegado moyanista de la Asociación Gremial de Obreros y Empleados de la Ceamse (Agoec), Jorge Mancini, reiteró que esperarán una respuesta hasta la próxima semana para decidir si llevan a cabo medidas de fuerza para reclamar la estabilidad laboral de 1500 trabajadores del relleno Norte III.
Pese a que la medida de fuerza que paralizó (y podría volver a paralizar) la recolección en la Ciudad perjudica a los porteños, Macri dio el visto bueno a la protesta en declaraciones radiales: “La forma que tienen de reclamar que se extienda la tierra es no dejando entrar los camiones y la basura que se entierra no tiene dónde ir”.
Informe: Carla Perelló.
10/11/12 Página|12
GB
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