sábado, 1 de agosto de 2015

Claudio Gómez: “De 35 deportistas desaparecidos durante la dictadura, 20 fueron jugadores de La Plata Rugby Club”
El autor de “Maten al rugbier” (Sudamericana) cuenta la historia de los jugadores desaparecidos durante la última dictadura cívico militar, entre los que se encuentran Jorge Moura, hermano de Federico Moura, líder de Virus, y Marcelo Bettini, hermano del actual embajador en España.
El autor de “Maten al rugbier” (Sudamericana) cuenta la historia de los jugadores desaparecidos...
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Una idea trasgresora

El anuncio de Daniel Scioli de su intención de crear en el futuro un Ministerio de Economía Popular inicia una etapa de reflexión, debate e implementación de una idea muy fuerte, que de ser exitosa cambiará de manera sustancial y permanente la forma en que pensamos la oferta y demanda de bienes y servicios en la sociedad.
La primera mirada de políticos, economistas o analistas en general puede equivocar el foco, imaginando que lo que se intenta es contener a los pobres o excluidos con algún componente productivo mayor que lo que hasta aquí ha intentado y logrado el Estado de Bienestar creado en esta última década. Si así fuera, sería positivo, pero no se alejaría mucho de un ajuste fino de una red de subsidios y apoyos colaterales a millones de argentinos, a los que el capitalismo concentrado dejó fuera de la producción y el gobierno kirchnerista logró en parte incluir por ingresos.
El desafío del nuevo espacio ejecutivo que se comienza a esbozar, que deberá ser tema de discusión y acción de buena parte de quienes aspiran a aportar a la mejora de la justicia social en los próximos años, sin embargo, es superior a la contención y la protección de los desamparados por un sistema organizado alrededor del lucro. De lo que se trata es de construir ámbitos donde progresivamente millones de compatriotas alcancen una vida digna produciendo bienes y servicios que la comunidad necesita y usa, trabajando en unidades productivas individuales o colectivas, pero donde se dé prioridad al servicio comunitario, no al lucro. La palabra competitividad debiera ser remplaza por productividad; la cooperación estaría dentro de los valores positivos; la derivación de problemas ambientales o cualquier otro a terceros debiera ser moral y legalmente penadas. Así siguiendo.
En tal contexto, los hoy cartoneros podrán pasar a ser líderes ambientales de sistemas de procesamiento de residuos donde los generadores del residuo –particulares, comercios o empresas– son parte activa del proceso de recuperación y posterior reciclado. Los 300 mil agricultores familiares podrán ser la columna vertebral del abastecimiento alimenticio de toda la población argentina, reservando a buena parte de la actual dinámica empresaria la responsabilidad de especializarse en la exportación. Los productores de indumentaria podrán sacarse de encima todas las capas intermediarias que se apropian de su valor agregado y llegar en forma directa a los consumidores. Hasta la forma de producir nuestra energía podrá cambiar, integrando los techos de nuestras casas a sistemas de generación fotovoltaica administrados por las actuales cooperativas de servicios públicos del país. Además, los barrios populares podrán reemplazar a las villas, sobre terrenos urbanizados fuera de la especulación perversa, con capacitación cooperativa para la autoconstrucción o construcción solidaria. Y más. Mucho más.
La economía popular es eso. Es darle a la sociedad –especialmente a los sectores más humildes, que han aguantado el peso de la discriminación del capitalismo concentrado– la posibilidad y los instrumentos para que quien aspire a una vida digna con su trabajo lo logre. El sistema vigente seguirá su camino de crisis y de tensión. Los economistas clásicos seguirán ocupándose de buscar evitar el daño a los más humildes o de beneficiar a los poderosos, según su ideología.
En paralelo, la economía popular podrá construir nuevos escenarios en que ser felices, sin tener a Miami y sus centros de compra como meta personal. «

Ideas conservadoras vs progreso social

Esta semana se realizó en Córdoba el VIII Coloquio Industrial de la Unión Industrial Argentina (UIA), sin demasiadas sorpresas en cuanto a posicionamientos políticos de la entidad. Por su parte, los medios de comunicación hegemónicos le dieron un tratamiento menor al tema e hicieron foco en la cuestión cambiaria y la inflación, los caballitos de batalla de los sectores conservadores.
Durante el evento, los economistas invitados no se salieron del molde, aunque dejaron algunas reflexiones interesantes. Dante Sica señaló que "no les alcanzará una mejora" del tipo de cambio ya que "no pueden soportar una apertura de la economía", en tanto, Bernardo Kosacoff sostuvo que una de las causas del menor dinamismo del sector es la baja de la inversión. Estos comentarios evidencian la visión cortoplacista y devaluacionista de los núcleos más concentrados del empresariado local y extranjero.
En tiempos electorales fértiles para encuestadores y consultoras, que se lanzan vertiginosamente a la arena política dejando por un rato su disfraz de "neutralismo y objetividad", vale la pena reflotar las palabras de Miguel Ángel Broda en el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICYP), allá por el mes de abril. Por entonces, no titubeó en pontificar: "nosotros necesitamos un equipo económico como el de Cavallo", dejando en claro el verdadero plan del establishment. Según Broda, "en un mundo de bajas tasas de interés lo que tenemos que hacer es copiar a los exitosos, no inventar nada,(…) yo tengo una sola palabra: fotocopiadora". Si algo no se le puede negar al hombre, es que dice lo que piensa, aunque se ha destacado por pronosticar días soleados, cuando sobrevinieron furiosos huracanes. Su concepción manifiestamente retrógrada esconde que la mayoría de los países que lograron desarrollarse promovieron inicialmente su mercado interno y la planificación estatal.
Desde nuestra perspectiva, ese es el único camino posible para llevar adelante un proyecto político de transformación productiva, con inclusión social y distribución de la riqueza. Más aún en un orden global dominado por la lógica de las empresas transnacionales y la especulación financiera, en el que es moneda corriente el chantaje económico y político de los mercados en representación de los polos de poder mundial que van desde el FMI y los fondos buitres, hasta la Troica dominada por Ángela Merkel y los banqueros alemanes, pasando por el Tea Party.
El "Programa fotocopiadora", que no ganará ningún premio a la originalidad, cae por su propio peso si tomamos como espejo lo que está ocurriendo en Brasil. Durante el lulismo y la primera presidencia de Dilma Rousseff, el país hermano logró avances importantes en materia social, sacando de la pobreza ancestral a millones de ciudadanos. Sin embargo, desde principios de la década pasada abrió de par en par sus puertas al capital financiero internacional y ahora sufre las consecuencias de este tipo de inserción internacional exigida por su establishment. A esta situación se agrega el delicado entorno global, que combina el menor crecimiento en China, la caída de los precios de las materias primas y la posible suba de tasas por parte de la Reserva Federal. Este cuadro dificulta la continuidad de la llegada de financiamiento externo, generando presiones sobre la moneda. Una vez que esta dinámica adquiere vida propia, se transforma en una suerte de monstruo que se autoreproduce sin fin. Así es que se hace necesario recurrir a mayores subas de las tasas de interés y a nuevas y cada vez más dolorosas medidas de austeridad fiscal, que generan caída de la actividad económica, y de la recaudación fiscal; consecuentemente, "no hay plata" para sostener el gasto social. Por estas razones, el gobierno brasilero reconoció hace unos días que la anterior meta fiscal era de cumplimiento imposible. En todo este dispositivo para alimentar al monstruo juegan un papel estelar las agencias calificadoras de riesgo como Standard and Poor's, que ya amenazó con retirar el "grado de inversión" de incumplirse los ajustes fiscales. Todo este círculo vicioso amplifica el temor de los inversores y prestamistas, ya muy preocupados por la crisis europea que pone en riesgo sus capitales; y nuevamente incrementa el costo del endeudamiento externo, en una suerte de rueda sin fin, al amparo de la laxitud que provee la desregulada arquitectura financiera global.
Volviendo a nuestro país, vale la pena tomar nota de la experiencia de Brasil, especialmente si tenemos en cuenta que el problema más acuciante en términos macroeconómicos pasa por la restricción de divisas. Esta cuestión crucial no debe abordarse desde una lógica coyuntural recurriendo indiscriminadamente al endeudamiento externo para alimentar nuestras reservas. Estos cantos de sirena de economistas y candidatos de derecha, quienes por algún ratito se pasan al estatismo; intentan que se olviden las lecciones de tiempos de convertibilidad, cuando el orden de prioridades estaba invertido, y la soberanía nacional pasaba por la reducción del riesgo país y el control del gasto público, que incluía al "déficit cero" y la rebaja de las jubilaciones. Por aquellos tiempos, las variables como el empleo, la actividad productiva y la pobreza no eran motivo de preocupación.
De hecho, para este año la CEPAL proyecta una contracción del 1,5% del PBI en Brasil, que contrasta con el crecimiento del 0,7% que avizora para la Argentina -aunque aquí los pronósticos son mejores-. Y mientras que en Brasil el desempleo subió por sexto mes consecutivo y se situó en el 6,9% en junio (por encima del 4,8% verificado tan sólo un año atrás); en Argentina la desocupación se mantuvo constante en el primer trimestre respecto de 2014 (7,1%). En un contexto internacional de crisis del capitalismo, la comparación es muy útil a los fines de resaltar como virtud la autonomía que posee nuestro país a la hora de implementar las políticas públicas de expansión del mercado interno y de desendeudamiento que se llevaron adelante durante el kirchnerismo. Esta visión ideológica y su consecuente acción política fueron fructíferas y lo suficientemente sólidas como para afirmar un amplísimo consenso social y político, que permitió soportar los intentos finales de desestabilización y creación del miedo, canalizados por la vía ya muy remanida del "dólar ilegal electoral".

A 41 años del asesinato de Ortega Peña

Según relató Marcelo Duhalde, compañero de militancia de Ortega Peña y hermano de su socio y amigo, el fallecido Eduardo Luis Duhalde, ese mismo día le habían discutido a Ortega Peña la necesidad de tomar recaudos mayores por su seguridad limitando su exposición publica, a lo que Ortega Peña se negó argumentando que “la muerte no duele”.
Esa noche Ortega peña y su compañera, Helena Villagra, tomaron un taxi en Santa Fe y Riobamaba que era conducido por un cómplice del comando fascista, cuando a la altura de Pellegrini y Arenales, desde dos autos que se atravesaron bajaron los hombres que dispararon 9 balazos de ametralladora contra la cabeza de Ortega Peña (dato que llama la atención porque habla de que estaban al tanto de que el diputado usaba un chaleco antibalas). Su compañera fue gravemente herida pero sobrevivió al ataque.
Sus restos fueron velados en la Federación Gráfica Bonaerense, organización emblemática del sindicalismo peronista de izquierda, pilar de la CGT de los Argentinos, del cual Ortega Peña era abogado, y la marcha que acompañaría sus restos hasta la Chacarita seria brutalmente reprimida.
El crimen de Rodolfo Ortega Peña simboliza en gran medida la tragedia de los sectores más a la izquierda del peronismo que creyeron que acompañando a Perón en 1973 se estaba avanzando en el camino de la liberación nacional y se encontraron con que el viejo general era quien daba vía libre a las bandas de ultraderecha para liquidar a la vanguardia obrera, juvenil y popular que había parido el Cordobazo. Ortega Peña fue abogado de militantes y luchadores populares, de luchas obreras y presos políticos. Proveniente de una familia antiperonista, supo acercarse al frondicismo y militar en las filas de la Federación Juvenil Comunista, hasta que, bajo la influencia del historiador Juan José Hernández Arregui, abrazó por izquierda al peronismo.
Fue junto al fallecido ex Secretario de Derechos Humanos de kirchnerismo, Eduardo Luis Duhalde, el principal editor de la revista Militancia y luego de clausurada por el gobierno peronista, de De Frente, quien corrió la misma suerte. En 1973 accedió a su banca de diputado por la lista del FreJuLi y asumió juramentando bajo la consigna de las organizaciones guerrilleras del peronismo “la sangre derramada, no será negociada”. En enero de 1974, el presidente Juan Domingo Perón convocó a una reunión a los diputados de la Juventud Peronista que estaban en desacuerdo con una reforma del Código Penal. La misma fue televisada y resultó humillante para los hombres de la tendencia.
Perón los amenazó: “el que no esté de acuerdo se va” y que “en una semana se termina todo esto, porque [yo] formo una fuerza suficiente, lo voy a buscar a usted y lo mato”. Los diputados de la llamada Tendencia afín a Montoneros, entre ellos Carlos Kunkel, decidieron renunciar a sus bancas para no enfrentar a Perón, pero Rodolfo Ortega Peña se negó a renunciar y formo su propio bloque, bloque de Base, desde el cuál seguirá defendiendo a los presos políticos, las luchas obreras y denunciando el accionar de la recién creada Triple A. Luego de la Masacre, el 29 de mayo de 1974, donde una banda de las Tres A asalta el local del Partido Socialista de los Trabajadores y asesina a tres militantes, Ortega peña se hará eco del llamado a organizar la movilización unitaria para derrotar al fascismo (llamado que lamentablemente el PST, poco más tarde va a abandonar).
Cercano al Peronismo de Base y las Fuerzas Armadas Peronistas, formado por los viejos militantes de la resistencia y herederos políticos de John William Cooke. Ubicados claramente a la izquierda de Montoneros, consideraban que había que construir una alternativa independiente de los trabajadores, apelando a las bases obreras del peronismo y sin romper con él. Ortega Peña y el Peronismo de Base simbolizan la tragedia de toda una generación de luchadores que siguiendo la idea de Cooke, quien sostenía que el peronismo constituía el hecho maldito del país burgués

Política de Estado y pugna de modelos

El 25 de octubre los argentinos no sólo vamos a elegir a un nuevo presidente de la Nación, sino que (y esto es mucho más relevante), tendremos la oportunidad de escoger entre dos modelos de país. Aspectos como la posición de los candidatos frente a la recuperación de YPF, de Aerolíneas Argentinas, la reconstrucción de un sistema público y solidario de jubilaciones, o la vigencia de la Asignación Universal por Hijo (AUH), forman parte del debate público y no hace falta más que hacer una rápida búsqueda por los medios en la red para conocer como se manifestaba y votaba la oposición cuando el gobierno nacional adoptaba las medidas que permitieron avanzar en cada uno de los temas aludidos.
La política exterior parece no concitar tanta atención de la prensa ni provocar abundantes posicionamientos en el marco de la campaña electoral. Si bien este es un fenómeno social que excede las pretensiones de este artículo, entendemos que debe asignarse la debida atención al debate sobre cuáles deberían ser los principales lineamientos de la política externa argentina, y para ello, haremos un breve repaso de la historia reciente.
Al retorno a la vida democrática, en 1983, el gobierno tuvo que hacerse cargo del enorme pasivo que dejaba la dictadura en materia de política exterior, conformado por la condena por las violaciones de Derechos Humanos, un endeudamiento externo inmanejable, el conflicto con Chile y la Guerra de Malvinas, todo ello en un contexto de crisis política, militar y económica que derivó en, finalmente, en el estallido hiperinflacionario y la entrega anticipada del poder, del presidente Alfonsín. De esa turbulenta etapa podemos extraer la reinserción de Argentina en el concierto de los países democráticos y respetuosos de los derechos humanos, los primeros tramos de la integración con Brasil y el activismo en torno a la solución pacífica del conflicto centroamericano, que abrió paso, finalmente, en el Grupo de Río en 1986.
Ya en la década de 1990, y en un contexto internacional signado por el fin de la Guerra Fría y la emergencia del neoliberalismo –vía Consenso de Washington–, el gobierno de Menem, creyó descubrir una sencilla fórmula para nuestro relacionamiento con el mundo: las "relaciones carnales". Así, la política exterior argentina quedó reducida a un alineamiento automático con los Estados Unidos que (se suponía) redundaría en una postura favorable o indulgente de ese país hacia el nuestro. Adquirimos compromisos de defensa con la hiperpotencia y participamos en la primera guerra del Golfo, pagando en términos de atentados terroristas nuestra irreflexiva injerencia en el perenne pantanal político del Oriente Medio. Mientras acertadamente construíamos el Mercosur (aunque sobre bases exclusivamente mercantiles), sobreactuamos nuestro automático alineamiento en la condena a Cuba y en el respaldo acrítico al intervencionismo en diversos puntos del planeta. Este ejercicio no impidió que, en el momento de la crisis de 2001, nuestros socios "carnales" nos soltaran la mano y nos dejaran a la más completa deriva.
Con la llegada al gobierno de Néstor Kirchner, comienza la construcción de un nuevo modelo de política exterior, fundada en una nueva visión de soberanía nacional y de integración regional, no sólo económica, sino –y fundamentalmente– política, social y cultural, como elemento clave y estratégico para la resolución de los nuevos desafíos globales.
Sin entrar en la confrontación gratuita con los poderosos del mundo, no dejó de defender, frente a ellos, los intereses nacionales cuando era debido. (Recomiendo la lectura de los discursos de Nestor y Cristina en Naciones Unidas)
En ese marco, nuestro país volvió a tomar decisiones autónomas y soberanas, como el rechazo al ALCA en 2005, y a bregar por un mundo multipolar. Pero, por sobre todas las prioridades políticas, se procuró construir los cimientos de la política exterior desde la región, desde nuestra definición identitaria. Así, Argentina impulsó la expansión del Mercosur, la construcción de la Unasur (2008) y la conformación de la Celac (2010), al tiempo que promovía la defensa de la democracia regional frente a los nuevos embates desestabilizadores. Se auspició la libre circulación y residencia en el marco subregional (la "ciudadanía sudamericana") y se propició la integración productiva, en el ámbito regional.
En cuanto a la inédita y exitosa reestructuración de la deuda (2005 y 2010), la Argentina pudo desplegar y conjugar allí la visión y la acción de aquella política exterior iniciada en 2003. "Los muertos no pagan las deudas", había expresado Néstor Kirchner ante la ONU en 2003, cual preámbulo de una constitución –actualizada– que portaría las banderas de la "independencia económica" y la "soberanía política"; allí, en ese gesto, nació un acto disruptivo, emancipatorio y fundante, no sin resistencias y críticas, pero que hoy suena real, claro y contundente. "La única verdad es la realidad".
La defensa de la soberania económica de nuestro país y de todos los países, el crecimiento con inclusión social, la necesidad de regular a los capitales financieros, paraísos fiscales y fondos buitres, la generación de empleo de calidad como mecanismo central para erradicar la pobreza, el promover la demanda agregada, son algunas de las posiciones firmemente sostenidas por nuestra Presidenta Cristina Fernandez de Kirchner en las cumbres del G20, siendo, varias de ellas, finalmente incluidas en los distintos documentos y resoluciones.
La defensa de la multipolaridad, sumada a la dinámica comercial vigente, que redirecciona flujos de exportación a mercados de consumo creciente de la canasta que conforma nuestra oferta exportable, llevó a la Argentina a ampliar el foco en las vinculaciones y alianzas estratégicas con Rusia, China e India. Superando una anacrónica visión eurocentrista, se han abierto nuevas representaciones diplomáticas en países del Asia y África, que nos permiten un renovado activismo en ámbitos como el Consejo de Cooperación del Golfo, la ASEAN, la Unión Africana y la Unión Euroasiática.
No todo es cooperación y armonía en las relaciones internacionales, que por basarse en intereses también conllevan conflictos. Para quienes expresan el modelo noventista opositor, lo correcto sería plegarse a la corriente liberal hegemónica, seguir a pie juntillas las recomendaciones, o libretos, de instituciones financieras, con escasos atributos democráticos, a cambio de recibir halagos, reconocimientos y premios al mejor alumno. Experimentamos ese ejercicio de diplomacia de "red carpet" en la última década del siglo XX y así nos fue.
Plantear posiciones claras en cuestiones como los Derechos Humanos, Malvinas o la reestructuración de deudas soberanas, ciertamente no desata un tsunami de simpatías de los países, organismos internacionales, medios y think tanks cuyos intereses confrontan con los nuestros. Pero el endoso de posiciones ajenas o antagónicas con nuestro interés nacional es algo más que el material de floridos discursos en reuniones internacionales: impactan en forma directa o indirecta en el bienestar de nuestro pueblo.
Lejos del aislamiento que sentencian quienes analizan la política exterior sólo por los titulares de cierta prensa, la Argentina tiene una intensa agenda exterior con la conducción estratégica de Cristina Kirchner y la ejecución del canciller Hector Timerman a través del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Esto ha significado cosechar el respeto y acompañamiento internacional al país, por sus políticas y propuestas en materia de Derechos Humanos, contra el terrorismo internacional, en el respeto de las democracias y autodeterminación de los pueblos, en los proyectos de democratización de los organismos internacionales que den cuenta de la actual multipolaridad, así también, como el haber concitado un masivo apoyo de la comunidad internacional por la Causa Malvinas y en la pelea con los fondos buitre.
Toda Nación que se precie de su soberanía y madurez institucional tiene un trazo grueso de su política exterior que suele ser compartido por todas las fuerzas políticas, más allá de ello, puede haber matices que no alteran el rumbo principal. En nuestro país, fuera de algunas cuestiones como Malvinas, es difícil encontrar ese trazo grueso de consenso.
Sigue existiendo un modelo anclado en el neoliberalismo, que persigue drásticos giros copernicanos en nuestra política exterior y, además de ignorar la historia reciente, simplifica en la condescendencia con los grandes actores de la escena externa, la solución a todos nuestros problemas, sin reparar que esa actitud solo los profundizará.
Es por todo ello, entonces, que en materia de política exterior, el 25 de octubre también se elige entre dos modelos.
El que propone el Frente para la Victoria, de una Argentina Soberana, con voz propia –la del pueblo–, y defensora de los intereses nacionales, o el que contrapone el conglomerado opositor, el de una Argentina reducida y sincronizada su soberanía al latir del dinero –"estiércol del Diablo" como lo calificara el Papa Francisco– que hoy gobierna y condiciona los destinos del mundo desde los países centrales, o simplemente, y parafraseando a Milan Kundera, ser "un ingenioso aliado de sus propios sepultureros". «

La ríspida vereda de los que eligieron guardar las armas y acompañar al líder

López Rega: la leyenda negra más indigerible del peronismo
Como movimiento social multitudinario y transformador, el peronismo lleva trabajosamente sobre sus espaldas algunas leyendas negras de difícil explicación.La última y más dolorosa es la del "Brujo" José López Rega.
Muchas veces los líderes políticos yerran en la elección de sus colaboradores. A veces no se trata de errores, sino de elección deliberada de personas que cumplirán un rol que el líder no quiere para sí mismo. Cuando su presencia se transforma en un problema grave, la resolución pasa por alejarlos del poder. Aunque, siempre, con un costo para el líder. Lo complejo en el caso López Rega fue el alto nivel de influencia que logró al momento de la desaparición física de Perón.
En 1966, López Rega formaba parte de la logia secreta Anael, que dirigía el ex juez Julio César Urien. Su personalidad solícita y manipuladora, sumada a su afición a la astrología y ciencias esotéricas, le permitió acercarse a Isabel (cuando vino a enfrentar a Vandor) y ganar su confianza para que lo llevase a Madrid. Al principio, fue una especie de valet que recibía y les servía café, y luego, ayudado por Isabel, fue ganando espacios al lado del General. Cuando Perón comenzó su decaimiento físico, se transformó en algo imprescindible.
Todos los testimonios de la época dan cuenta de que Perón tenía cierto fastidio y desprecio por "Lopecito", pero lo soportaba y, sin duda, lo usaba para filtrar ciertas visitas y dar algún mensaje poco agradable, a sabiendas de que el enojo caería en su secretario. Además, en la cabeza de un gran líder como Perón no cabía la idea de que ese ser pequeño significara algún peligro.
Entre mediados y fines de 1973, López Rega aparecía como un ambicioso trepador, a quien Perón usaba de paragolpes y fusible y tenía bajo un relativo control. Se conoce que varias veces pensó, o intentó, alejarlo del centro del poder, pero tropezaba con aspectos domésticos y familiares a los cuales no son inmunes los grandes líderes (al igual que todos los mortales).
Tras la muerte del General, usufructuando la debilidad de Isabel, López Rega, en alianza con sectores ultramontanos, avanzó sobre distintas áreas de gobierno, hasta que chocó contra un poder superior al suyo: el movimiento obrero organizado, expresado en las 62 y la CGT. En julio de 1975 una gran movilización de trabajadores lo arrojó del gobierno y tuvo que marchar al exilio.
Perón no fue infalible, cometió errores a lo largo de su vida, y tal vez el más grave fue creer que tenía tiempo suficiente para terminar su mandato. Muchos se apresuran a juzgarlo por este último acto, el de su muerte, dejando a Isabel cercada por López Rega. Eso es minimizar treinta años de historia argentina que lo tuvieron como principal protagonista. Treinta años durante los cuales el pueblo lo tuvo como líder fiel e indiscutido. Pretender juzgar a Perón por Isabel y López Rega es reduccionista y malintencionado.
Perón y la Triple A
Sobre la historia de los '70 se ha tejido una serie de relatos construidos con verdades a medias, que luego fueron repetidos reiteradamente sin volver a verificar su origen. Internet contribuye de manera notable, pues es posible encontrar textos idénticos reproducidos en distintas páginas, lo que genera una idea de diversidad de fuentes, cuando en verdad es siempre la misma. Una mentira o un dato incorrecto dicho miles de veces se convierte en una verdad de la que es muy difícil retroceder, e implica un enorme esfuerzo para rebatirla, pues el dato incorrecto, la verdad a medias o la mentira ya están instalados. Uno de estos relatos es que Perón fue el creador de la Triple A, una siniestra organización que es el antecedente directo de la mecánica represiva que utilizarían los militares a partir de 1976.
Es importante reflexionar sobre quiénes se benefician con esta teoría. En primer lugar, son justamente los militares genocidas y sus cómplices internos y externos. Si la Triple A la creó o avaló Perón (como afirman algunos), quiere decir que el genocidio comenzó en plena democracia. Esta falsedad da lugar a que la camarilla militar diluya su responsabilidad legal e histórica asumiéndose como "continuadores" de una política iniciada en democracia.
En segundo lugar, satisface a los "espíritus gorilas" de izquierda y derecha, que justifican así su desprecio por la figura de Perón. Porque este "tercer Perón facho" vendría a ser la "continuidad" de aquel Perón "nazifascista" del '45, cuando izquierda y derecha se unían en la Unión Democrática bajo el mando del embajador Spruille Braden. Es decir, les confirmaría la idea de que "ellos tenían razón". Lamentablemente, varios investigadores e historiadores que se dicen o consideran más o menos peronistas adhieren con fervor a esta teoría.
Muchos argumentan que "Perón no podía desconocer la existencia de estas bandas, por lo tanto las permitía". Este razonamiento podría ser válido en un proceso democrático normal como el que vivimos desde 1983 a la fecha. Pero, en ese momento, que un ministro o un sindicalista contara con una custodia civil fuertemente armada y que cada grupo de activistas tuviese armas no era un secreto. Con el mismo criterio de adjudicarle la "protección" de las bandas de derecha, le podemos atribuir la "protección" de la guerrilla, en cuanto, 15 días antes del asesinato de Rucci, Perón estaba reunido a solas con Quieto y Firmenich. Y no falta quien dice que Perón mandó a matar a Rucci.
Uno de los propulsores de la teoría de Perón creador de la Triple A es Miguel Bonasso, quien, en su libro El presidente que no fue, toma una frase que escuchó de Gloria Bidegain para fundamentarla: En una de esas tertulias en las que había algunos extraños que Gloria no conocía, Perón se volvió hacia Don Oscar y dijo algo extraño, que la jovencita tardaría años en descifrar: "Lo que hace falta en Argentina es un ‘Somatén’". Mucho después, la hija de Bidegain creyó recordar que el Somatén había sido un cuerpo represivo no oficial, probablemente creado por Franco, que había actuado después de la caída de la República. La sombra de aquella charla se extendería sobre los cadáveres que la Alianza Anticomunista Argentina sembraría en los bosques de Ezeiza, alimentando una sospecha que Gloria no podría confesarse nunca: la idea de la Triple A no había nacido de la cabeza de López Rega, sino en la del propio Perón.
José Pablo Feinmann, en sus cuadernillos de Página/12, luego editados como libro, reproduce ese texto de Bonasso. Luego Gloria Bidegain le escribe a Feinmann una carta de respuesta, que transcribimos:
Estimado Sr. Feinmann: Le escribo porque sigo atentamente sus cuadernillos sobre Peronismo en Página/12 y deseo agregar un par de detalles, en lo que a mí respecta, al del último domingo. Soy la ya no tan joven Gloria Bidegain, acompañante de mi padre, el entonces gobernador electo de la provincia de Buenos Aires, en la visita al general Perón novelada por Bonasso a que usted se refiere. Efectivamente, Perón mencionó al Somatén, como lo hizo otras veces, delante de otras personas, incluso de la Juventud Peronista, como consta en bibliografía de la época. Eso es todo. Los sentimientos, "sospechas terribles", pensamientos, etc., que se me atribuyan corren por cuenta del escritor Bonasso. Yo no solo no los compar to, sino que los combato, ya que es tan absurdo creer que Perón fue jefe de una banda de asesinos terroristas como las tristemente célebres Tres A, como útil para quienes quieren convertirnos a los peronistas en victimarios cuando siempre hemos sido víctimas. Prueba de ello es que, a pesar de los pesares, sigo siendo peronista, diputada de la Nación y presidenta del Partido Justicialista de Azul, todos lugares desde donde apoyo a nuestro gobierno con total decisión y compromiso, venerando el recuerdo de Perón y Eva Perón y recordando cada día a los héroes y mártires de nuestro movimiento y a tantos compañeros caídos en la lucha que también usted nos recuerda permanentemente en sus ar tículos y documentos, por críticos que éstos sean. Y con todo el derecho y el deber de serlo si así lo cree.
"Confesiones" que los muertos no pueden desmentir
Luego de la desmentida de la diputada Gloria Bidegain, Bonasso, en su nuevo libro Lo que no dije en “Recuerdo de la muerte”, deja de lado la “teoría del Somatén." Y ahora, respecto de la Triple A, dice: "Pocos, pero informados, como el autor de la Constitución del '49, A rturo Sampay, la suponían creada y conducida por el propio Perón". Ya en su libro anterior dice que Sampay "me deslizó en privado que la muerte de Mugica es la respuesta de Perón al retiro de ustedes de la Plaza".Sampay, un peronista histórico fallecido en 1977, no tiene la posibilidad de Gloria Bidegain de desmentir al ex director del diario Noticias.
Estas frases no tendrían mayor trascendencia si no fuera porque han sido recogidas y multiplicadas miles de veces en Wikipedia y cientos de páginas de Internet. Y cualquier joven que busque información sobre Mugica se encuentra con la "terrible hipótesis" (así la llama) de Bonasso.
El doctor Arturo Sampay fue, efectivamente, el autor intelectual de la Constitución de 1949. El 24 de septiembre de ese año, Perón le dirigió una carta en la que le expresaba que "sus discursos integran la doctrina auténtica de la Constitución Argentina de 1949 y a ellos deberá remitirse el conocimiento científico jurídico para interpretarla". Se trata de una Constitución que, en su artículo 38, establece que "la propiedad privada tiene una función social y, en consecuencia, estará sometida a las obligaciones que establezca la ley con fines de bien común", definición que en la actualidad es compartida por juristas y pensadores de todo el mundo, y que ha hecho suya el Papa Francisco en sus prédicas contra el capitalismo deshumanizado.
Más allá de este antecedente, hay testimonios que refutan los dichos de Bonasso. Uno de ellos es el de Jorge Cholvis, discípulo y amigo de Sampay desde 1970 hasta su fallecimiento, en 1977:
En primer lugar debo aclarar que Sampay era una persona de profundas convicciones éticas, que tenía un gran respeto y aprecio por el general Perón, respeto y amistad que eran mutuos. Yo jamás escuché de su boca o por terceras personas que don Arturo opinase eso a lo que se refiere el señor Bonasso. Y no dudo que, si hubiese tenido una opinión de esa naturaleza, se habría alejado de Perón y el peronismo. Sin embargo, aunque no cumplía funciones en el Estado, Perón deseó conocer su opinión sobre el Tratado del R ío de la Plata de 1973; y luego le pidió que preparara un proyecto de ley creando la figura de primer ministro. Isabel, a poco de asumir la presidencia, pidió a Sampay que colaborara asesorándola en diversas cuestiones de Estado, tarea que realizó hasta el 24 de marzo. El 19 de febrero de 1976 el gobierno publicó el Decreto Nº 620/76, por el que declaró programáticamente prioritaria la reunión de una Convención Constituyente. Los fundamentos de este decreto fueron el último aporte de Sampay en el intento de afrontar los momentos que se avecinaban.
Otro de los que acompañaran a Sampay desde 1955 hasta su muerte es Felipe A. González Arzac, amigo y compañero en la cátedra de la UBA, quien ante nuestra consulta respondió: que alguien me diga que el insigne maestro acusaba a Perón de haber ordenado matar al padre Mugica es un agravio a Sampay que no puedo admitir, porque él admiró a Perón desde que Jauretche lo llevó al peronismo, cuando el peronismo nacía (ambos eran de origen radical e yrigoyenistas). […] Sampay no abandonó el Movimiento Peronista ni en los momentos en que la dirigencia secundaria trató de excluirlo y lo obligó a exiliarse. Y cuando el General estuvo en el exilio, reconoció que la supresión de las reformas de 1949 había sido el objetivo de la antipatria. Por su parte, el maestro aceptó asesorar a la viuda del General en la búsqueda de una solución jurídica para la situación política engendrada por la muerte del líder. […] Por estas razones, entiendo que una versión como la que me consultan no merece ser tratada y ofende las memorias de Perón, Sampay y el padre Mugica.
Por su parte, el doctor Arturo Enrique Sampay hijo, que actualmente se desempeña en el Poder Judicial de la provincia de Buenos Aires, también refuta el argumento de Bonasso: Sobre estos temas de la violencia hablamos mucho con mi padre cuando éste guardaba cama, ya debilitado por el cáncer. Él estaba convencido de que era muy riesgoso que los jóvenes se organizaran en forma armada, justamente por las trampas que podían tenderles los organismos de seguridad (regulares e irregulares) que, con apoyo externo de toda índole, custodiaban el "patio trasero" –no hay que olvidar que eran tiempos de la Guerra Fría–, pero jamás le endilgó a Perón ser partícipe de esas acciones antirrevolucionarias. Es más, las poquísimas veces que personificó a la "inteligencia" que podía estar detrás de la desarticulación de los procesos de liberación que asomaban en América Latina, los nombres eran Robert McNamara o Henry Kissinger.
De los tres testimonios podemos inferir dos conclusiones: primero, las "confesiones" que dice haber escuchado Bonasso eran desconocidas para los más cercanos colaboradores de Sampay y para su propio hijo. Segundo, Sampay colaboró con Perón y, a su muerte, fue convocado como asesor de Isabel, estando en ese rol hasta el 24 de marzo de 1976. Difícilmente Sampay hubiese aceptado colaborar si su pensamiento fuese realmente el que señala Bonasso; y tampoco el gobierno lo habría convocado. «

La CAME afirmó que desde 2003 se crearon 18.600 industrias

El presidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Osvaldo Cornide, opinó que el informe de la Unión Industrial Argentina, que sostiene que hubo 100 cierres de fábricas "omite que de 2003 a 2011 se crearon 18.600 nuevas industrias que dieron lugar a la generación de 543.569 nuevos empleos hasta 2013". En consecuencia, la economía argentina logró seguir generando empleo "a pesar de la crisis mundial que afecta a a Argentina y a la región", explicó Cornide.
El Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández también criticó el sesgo pesimista de los empresarios del coloquio industrial de Córdoba. "Hay que revisar de qué industrias están hablando y en qué condiciones. No dice nada ese número, habría que ver la comparación con otros momentos, porque siempre va a haber nacimiento y mortandad de empresas, a la par. Entonces hay que ver la diferencia entre unos y otros", opinó el precandidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Según el informe de la UIA, el número de empresas de 2013 fue de 59.231, mientras que en 2011 había 60.029. Sin embargo, teniendo en cuenta las estadísticas del ministerio de Trabajo sobre la cantidad total de empresas, en la última publicación de 2013 había 609.824 contra 608.258 en 2011. Comparando entre 2010 y 2013, durante el mandato de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, hubo creación neta de empresas tanto en el caso de las grandes, las medianas, las pequeñas y las microempresas,
"La industria argentina siguió dando empleo a partir de una crisis mundial y el cierre de industrias que refiere el informe no se relaciona con que haya una desocupación industrial manifiesta", opinó Cornide, que agregó que la clave fue "el sostenimiento de la demanda del mercado interno que permitió el funcionamiento del sector industrial en forma más o menos normal en este período de crisis".
En el rubro de la industria en particular, entre 2007 y 2013, durante los dos mandatos de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, hubo una creación neta de 591 industrias. La reducción de los últimos dos años de las empresas industriales estuvo principalmente liderada por las microempresas, que pasaron de 31.854 en 2011 a 31.441, y en las pequeñas, que pasaron de 20.114 a 19.718 en ese período, mientras que hubo crecimiento entre las medianas y grandes. Las ventajas de escala y las tendencias de fusiones y adquisiciones en la industria impactan mucho en la creación de pymes.
No obstante, en otros, sectores, como el de comercio, se crearon entre 2011 y 2013 2712 pymes, por lo que, en total hubo un crecimiento de 1269 micro, pequeñas, medianas y grandes empresas en ese período.
Por otro lado, esta disminución de la cantidad de industrias entre 2011 y 2013 no hizo que descendiera el empleo.
De acuerdo a las estadísticas del ministerio de Trabajo de la Nación, en 2014 la industria registró 1.272.517 puestos de trabajo, 9305 más que en 2011 y 123.860 más que cuando comenzó su primer mandato en 2007. Las grandes industrias fueron las grandes creadoras de empleo, con 22.265 puestos nuevo entre 2011 y 2014. Y teniendo en cuenta el total de las empresas, en 2014 había 6.410.595 puestos de trabajo, 141.625 más que en 2011 y 829.169 respecto de 2007. «



Sectores
La ministra de Industria, Débora Giorgi, destacó que los sectores químicos y petroquímicos generaron 32.700 empleos en la última década y redujo un 28% las importaciones. "El autoabastecimiento energético que prevemos alcanzar en 2020 asegurará 6000 nuevos empleos en el sector", anunció la ministra.