Esa noche Ortega peña y su compañera, Helena Villagra, tomaron un taxi en Santa Fe y Riobamaba que era conducido por un cómplice del comando fascista, cuando a la altura de Pellegrini y Arenales, desde dos autos que se atravesaron bajaron los hombres que dispararon 9 balazos de ametralladora contra la cabeza de Ortega Peña (dato que llama la atención porque habla de que estaban al tanto de que el diputado usaba un chaleco antibalas). Su compañera fue gravemente herida pero sobrevivió al ataque.
Sus restos fueron velados en la Federación Gráfica Bonaerense, organización emblemática del sindicalismo peronista de izquierda, pilar de la CGT de los Argentinos, del cual Ortega Peña era abogado, y la marcha que acompañaría sus restos hasta la Chacarita seria brutalmente reprimida.
El crimen de Rodolfo Ortega Peña simboliza en gran medida la tragedia de los sectores más a la izquierda del peronismo que creyeron que acompañando a Perón en 1973 se estaba avanzando en el camino de la liberación nacional y se encontraron con que el viejo general era quien daba vía libre a las bandas de ultraderecha para liquidar a la vanguardia obrera, juvenil y popular que había parido el Cordobazo. Ortega Peña fue abogado de militantes y luchadores populares, de luchas obreras y presos políticos. Proveniente de una familia antiperonista, supo acercarse al frondicismo y militar en las filas de la Federación Juvenil Comunista, hasta que, bajo la influencia del historiador Juan José Hernández Arregui, abrazó por izquierda al peronismo.
Fue junto al fallecido ex Secretario de Derechos Humanos de kirchnerismo, Eduardo Luis Duhalde, el principal editor de la revista Militancia y luego de clausurada por el gobierno peronista, de De Frente, quien corrió la misma suerte. En 1973 accedió a su banca de diputado por la lista del FreJuLi y asumió juramentando bajo la consigna de las organizaciones guerrilleras del peronismo “la sangre derramada, no será negociada”. En enero de 1974, el presidente Juan Domingo Perón convocó a una reunión a los diputados de la Juventud Peronista que estaban en desacuerdo con una reforma del Código Penal. La misma fue televisada y resultó humillante para los hombres de la tendencia.
Perón los amenazó: “el que no esté de acuerdo se va” y que “en una semana se termina todo esto, porque [yo] formo una fuerza suficiente, lo voy a buscar a usted y lo mato”. Los diputados de la llamada Tendencia afín a Montoneros, entre ellos Carlos Kunkel, decidieron renunciar a sus bancas para no enfrentar a Perón, pero Rodolfo Ortega Peña se negó a renunciar y formo su propio bloque, bloque de Base, desde el cuál seguirá defendiendo a los presos políticos, las luchas obreras y denunciando el accionar de la recién creada Triple A. Luego de la Masacre, el 29 de mayo de 1974, donde una banda de las Tres A asalta el local del Partido Socialista de los Trabajadores y asesina a tres militantes, Ortega peña se hará eco del llamado a organizar la movilización unitaria para derrotar al fascismo (llamado que lamentablemente el PST, poco más tarde va a abandonar).
Cercano al Peronismo de Base y las Fuerzas Armadas Peronistas, formado por los viejos militantes de la resistencia y herederos políticos de John William Cooke. Ubicados claramente a la izquierda de Montoneros, consideraban que había que construir una alternativa independiente de los trabajadores, apelando a las bases obreras del peronismo y sin romper con él. Ortega Peña y el Peronismo de Base simbolizan la tragedia de toda una generación de luchadores que siguiendo la idea de Cooke, quien sostenía que el peronismo constituía el hecho maldito del país burgués
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