viernes, 24 de abril de 2015

No reconoce, pero acompaña


Un ministro de Asuntos Europeos turco, Vokan Bazkir, participará hoy por primera vez en la misa que el Patriarcado Armenio de Estambul ofrecerá en memoria de los armenios muertos durante el genocidio. El ministro asistirá en nombre del gobierno turco a la misa que conmemora el centenario del genocidio armenio en la iglesia Santa María del barrio Kumkapi en Estambul, si bien el gesto turco no tuvo ninguna repercusión oficial por parte de Armenia. Kumkapi es la zona donde se concentra la mayor cantidad de armenios de Estambul, mientras que la catedral de Santa María es una de las más concurridas de la comunidad, ya que allí suelen realizarse conciertos de música religiosa. De todos modos, el comunicado oficial expresa que Ankara no reconoce la matanza como genocidio, pero sí admite que se trató de una “deportación masiva”. Pese a confirmar la presencia en el evento, el ministro afirmó que las víctimas del período que va desde 1870 a 1920 no fueron únicamente armenias. “Hay que poner las cosas en perspectiva. Atravesamos tiempos de mucho sufrimiento. Y no únicamente entre nuestros hermanos armenios, también entre los turcos y kurdos”, dijo en una entrevista al multimedio Euronews. Bazkir expresó que los archivos otomanos se encuentran a disposición de todo el mundo desde hace más de veinte años, y que en ellos se explica por qué Turquía niega el genocidio. “Soy una persona que conoce con detalle cómo han sido analizados estos documentos y sus conclusiones. Y en ningún lugar vemos que hubiera órdenes ni intenciones de cometer un genocidio. Y por esta razón estamos en contra de esta terminología. Turquía está segura de esto y nada de nuestra historia, ni de la época otomana debería avergonzarnos.”


Canonizan a los mártires
Armenia canonizó ayer al millón y medio de mártires del genocidio cometido hace un siglo por el Imperio Otomano, para lo que contó con la presencia del Vaticano y de las principales iglesias cristianas del mundo. Las víctimas del primer genocidio del siglo XX –como lo definió el papa Francisco, expresión que provocó el rechazo de Turquía, país que se niega a reconocerlo de ese modo oficialmente–, fueron proclamadas mártires de la Iglesia Apostólica Armenia, la más antigua del mundo. La santificación tuvo lugar al aire libre, a escasos metros de la catedral de Echmiadzin consagrada en el siglo IV, donde se congregaron los descendientes de las víctimas y decenas de miles de armenios que llegaron de diversos lugares para participar de la ceremonia.

La mayoría de víctimas del genocidio perecieron durante las deportaciones a los desiertos de Siria y Mesopotamia, donde murieron de enfermedades e inanición, en lo que es considerado el crimen contra la humanidad más grave de la Primera Guerra Mundial. A partir de ahora, los mártires del genocidio pasan a ser una comunidad espiritual a la que los fieles armenios pueden dirigir sus oraciones. Los que se salvaron, por sus propios medios o ayudados por misioneros, diplomáticos o sus vecinos turcos, rehicieron sus vidas en la Unión Soviética, Irán, Siria, Estados Unidos, Francia o Argentina, donde integran la célebre diáspora armenia.

El encuentro religioso fue oficiado frente a los restos de las víctimas de las matanzas cometidas entre 1915 y 1923, que fueron reunidos en un solo osario que, a partir de ahora, será objeto de culto y peregrinación. Durante la canonización fueron mostradas en público varias reliquias de renombre universal guardadas en Echmiadzin, como la lanza que el centurión romano Longinos clavó en el cuerpo de Cristo en la cruz.
24/04/15 Página|12

HOY SE CONMEMORA EL CENTENARIO DEL PLAN DE EXTERMINIO EN CONTRA DEL PUEBLO ARMENIO A un siglo del primer genocidio moderno

Las deportaciones forzadas de armenios al inicio de la Primera Guerra Mundial dieron comienzo al genocidio.

El creciente número de organizaciones de derechos humanos e intelectuales turcos que critican la política de su país respecto de la cuestión armenia permite proyectar a futuro el inicio de un entendimiento entre ambos pueblos.

Apenas veintidós países reconocen de forma oficial, al día de hoy, el genocidio de la mitad de la población armenia perpetrado por Turquía, entonces el Imperio Otomano, entre 1915 y 1917. Con una serie de actos en todo el mundo, Armenia y su gran diáspora mundial recordarán al millón y medio de muertos durante la campaña de exterminio. El estado turco niega que las muertes hayan sido a causa de un plan sistemático, y dice que tuvieron lugar en el marco de la Primera Guerra Mundial. Nueve de cada diez turcos dicen que no hay razones para disculparse con Armenia. Sin embargo, el creciente número de organizaciones de derechos humanos e intelectuales turcos que critican la política de su país respecto de la cuestión armenia permite proyectar el inicio de un entendimiento entre ambos pueblos.

Argentina es uno de los países que reconocieron oficialmente el genocidio armenio, con la promulgación en 2007 de la ley 26.199, a través de la cual se declara el 24 de abril como Día de la Acción por la Tolerancia y el Respeto entre los Pueblos. El reconocimiento llegó tras una fuerte campaña informativa que llevó adelante la diáspora argentina, calculada en alrededor de 100.000 personas, la más importante de todos los países hispanoparlantes.

“Desde hace algún tiempo nos acercamos a dar charlas en los colegios, ya que nos interesa que el esclarecimiento de los hechos llegue a los docentes y a los alumnos”, destacó el presidente del Centro Armenio de la República Argentina, Alberto Djeredjian. “El tema del genocidio ya no se circunscribe a un círculo de personas que están interiorizadas naturalmente, ya sea por su vocación, sensibilidad o pertenencia al grupo. Pero para este centenario, pretendemos que la información llegue más allá de aquellos grupos que están ya tienen bien en claro lo que ocurrió. Y si bien siempre hay mucho más por hacer, creo que con las actividades que llevó a cabo la comunidad, una parte sustancial de nuestro objetivo se concretó”, expresó el presidente.

Los actos de conmemoración de la comunidad armenia comenzaron el pasado martes con un ciclo de actividades que incluyó conciertos, lecturas, muestras fotográficas y proyecciones de películas, mientras que el cierre, previsto para el miércoles que viene, será con un acto central el Luna Park.

El genocidio coincidió con la desintegración del Imperio Otomano. Tras la independencia de Rumania, Serbia y Montenegro, a fin de impedir que los armenios se sumen a la ola separatista, el Imperio Otomano decidió deportar a grandes sectores de dicha población, desde lo que hoy es la República de Armenia, hacia la zona que actualmente ocupa el suroeste de Turquía y partes de siria e Irak. Esa decisión fue el punto de partida a la matanza. El punto de inflexión fue la derrota del Ejército otomano ante Rusia en el Cáucaso en diciembre de 1914. Las autoridades turcas acusaron directamente a los armenios de colaborar con el enemigo, por lo que el 24 de junio de 1915, ordenaron la detención de 235 armenios en Estambul (entonces Constantinopla), cifra que en los siguientes días ascendió a 600. Finalmente, el gobierno otomano determinó la deportación de toda la población armenia. La marcha forzada a través de miles de kilómetros de zonas desérticas provocó la muerte de la mayor parte de los deportados.

Turquía esgrimió la teoría de los “dos demonios” para justificar las matanzas, sostiene uno de los miembros de la Comisión de Conmemoración del Genocidio Armenio local, Jorge Dolmadjian. “Antes era la negación absoluta. Los turcos decían que las muertes simplemente no sucedieron. Hoy plantean que las muertes fueron en el marco de la Gran Guerra, ya que la población armenia se había rebelado y también murieron turcos. Emulan la teoría de los dos demonios que en algún momento se argumentó en nuestro país”, explicó a Página/12.

Dolmadjian aseguró que se el Estado turco apunta a una política de tergiversación y banalización de la historia, que busca a mostrar una imagen más humanizada y comprensiva de los hechos. “Se omite hablar de planificación, de premeditación, de órdenes emanadas de las máximas autoridades del Imperio, de los juicios contra los criminales que fueron anulados. En fin, de las responsabilidades que tuvieron y no se quieren hacer cargo”, dijo.

Según un estudio realizado este año por el Center for Economic and Foreign Policy Studies, un centro de investigación social turco, solamente el 9,1 por ciento de la población turca cree que su gobierno debería disculparse con el armenio y admitir que lo sucedido fue un genocidio. “Habrá que buscar, no obstante y siempre, puentes quizá frágiles todavía de sociedad a sociedad, entre armenios y turcos, para encontrar alguna ventana de oportunidad para que Turquía, como un todo, reconozca el genocidio infligido a más de un millón y medio de armenios,” señaló a este diario Juan Gabriel Tokatlian, especialista en relaciones internacionales de la Universidad Di Tella.

En esta misma línea, Dolmadjian destacó “el crecimiento en Turquía del número de movimientos de derechos humanos y de académicos e intelectuales que discuten el genocidio, aún a costa de correr ciertos riesgos”. El caso más emblemático fue el del periodista turco Hrant Dink, quien en 2005 fue condenado por “insultar la identidad turca” en un artículo sobre la diáspora armenia y un tiempo después asesinado a tiros en la calle por un joven fanático turco. “Consideramos fundamental que la sociedad turca tenga el coraje de revisar la historia oficial e interpele las conductas que tanto el Estado como la sociedad civil han tenido en relación con el genocidio. Confiamos que esa intervención obligará a modificar las políticas de negación y abrirá una etapa de diálogo más profunda que aborde el tema de la reparación”, reflexionó Dolmadjian.

El negacionismo traspasa las fronteras de Turquía, tal como refleja el escaso número de países que reconocen el genocidio armenio. Israel y Estados Unidos, por caso, no lo hacen por razones geopolíticas: Turquía es un miembro clave de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que alberga bases de misiles de largo alcance en ese país, cuyas cabezas nucleares apuntan tanto a Teherán como a Moscú. No obstante, Alemania –que también forma parte de la alianza militar– reconocerá a partir de hoy el término genocidio, tras la aprobación de una declaración parlamentaria.

Informe: Gustavo Gerrtner.

A PARTIR DE LAS IDEAS DE ERNESTO LACLAU Hegemonía y poder neoliberal

Ernesto Laclau nació en Buenos Aires, en 1935, y murió en Sevilla, España, el 13 de abril de 2014.

Basándose en las ideas de Ernesto Laclau, el autor advierte que “la Hegemonía es la lógica constitutiva de la política”, mientras que “el discurso capitalista intenta adueñarse de todo el espacio simbólico”.

Por Jorge Alemán *

A Ernesto Laclau, en el primer
año de su muerte, en Sevilla

La Hegemonía es la lógica constitutiva de la política y no simplemente una herramienta de la misma. Pero para desentrañar esta afirmación debemos dar algunos rodeos que nos permitan cierta captación del asunto. La Hegemonía no es una voluntad de poder, ni un deseo de adueñarse del espacio de la representación política. Es siempre muy llamativo que cada vez que emerge una fuerza política transformadora, con vocación de ruptura y con un horizonte emancipatorio, se le enrostre su “pretensión hegemónica”. Cuando esto está proferido por los medios corporativos de la derecha, se ve claramente la jugada; el Poder neoliberal es una dominación que se disimula como consenso, una dominación que se presenta más como una dependencia a una serie de dispositivos que conforman a la subjetividad que como una sumisión impuesta. También se presenta como una dependencia inerte a determinados mandatos que ni siquiera son explícitos, pero sin embargo eficaces. Es lo que llamamos corrientemente la “naturalización” del poder neoliberal, disfrazar su ideología bajo la forma del “fin de la ideología”.

Pero, ¿qué es la Hegemonía?, ¿cuál es la lógica política que la sustenta según Ernesto Laclau? De entrada hay que admitir una complejidad intrínseca a este concepto, a partir de esa radicalización del programa gramsciano que encarna Laclau con su pensamiento. Partamos de los momentos básicos de su constitución como concepto fundamental de una “ontología política”. Primero: la realidad está constitutivamente construida por discursos; los afectos, los cuerpos, las pulsiones, están atravesados por el discurso, marcados por sus significantes, determinados por una retórica y una gramática que suspende toda idea de una “fuerza original e inmanente” que se pueda representar directamente. Segundo: estos discursos que constituyen la realidad lo hacen de tal manera que no pueden nunca representarla en su totalidad. El discurso constituye a la realidad, no la puede representar de modo exhaustivo, y sin embargo, se tiene que hacer cargo de intentar representarla de un modo fallido. Esta brecha “ontológica” entre discurso y realidad es irreductible e imposible de ser suturada. La representación vehiculizada por el discurso es estructuralmente fallida, existirá siempre una “heterogeneidad” que impide que la representación se produzca como totalidad. Por último, en este Límite del discurso al representar la realidad, frente a esta heterogeneidad irreductible, frente a esta “diferencia” imposible de cancelar, se articula el momento político que llamamos hegemónico. No puede haber política sin pasar por el dilema hegemónico. Hacerse cargo de representar aquello que se sustrae a la representación, nos muestra que lo Político no es un subsistema de la realidad, sino el modo privilegiado en que la misma se constituye. El momento hegemónico se resuelve de forma siempre fallida a través de un término limite, ya sea el denominado significante vacío en Laclau, “objeto a” en Lacan, clase hegemónica, en Gramsci. La brecha insalvable entre el discurso y aquello que no puede eludir representar es lo que la Hegemonía, insistamos en su carácter fallido, intenta resolver.
Emancipación

Una vez formulado este rodeo teórico y, ya entrando en mis propias consideraciones, debo decir, y éste es el sesgo de lo que denomino la “izquierda lacaniana”, que no considero al Poder neoliberal una Hegemonía, al menos en este sentido estricto que hemos intentado delimitar. Las lógicas de dominación repudian y son fundamentalmente refractarias a la construcción de experiencias políticas hegemónicas. El Discurso Capitalista que soporta al Poder neoliberal no admite ninguna brecha, ninguna heterogeneidad inicial, se presenta con la potencia de representar todo y llevar todas las singularidades y las diferencias a la totalidad del circuito circular de la Mercancía. La Hegemonía nunca es circular, está siempre agujereada en sus fundamentos, mientras que el discurso capitalista es un funcionamiento “contradiscursivo”, podríamos decir, que intenta incluso adueñarse de todo el espacio simbólico. Siendo la propia producción biopolítica de la subjetividad un claro ejemplo de esta cuestión. Por ello, el odio por la política hegemónica por parte de la derecha es finalmente un odio a lo simbólico y al sujeto que puede emerger en dicho campo. Un sujeto distinto de los proyectos uniformizantes de la biopolítica neoliberal.

Sólo puede existir la Emancipación, que es un duelo y una despedida de la “metafísica” de la revolución y sus “leyes históricas”, si se pasa por la apuesta hegemónica como articulación de diferencias que nunca serán anuladas. La emancipación nunca logrará realizar una sociedad reconciliada consigo misma, como esperaba el marxismo canónico. El momento hegemónico es insuperable, no hay sociedad que no sea en su propia existencia una respuesta a la brecha que la constituye.

El “saber hacer”, con esas brechas, esas diferencias, esas heterogeneidades, en la construcción de una voluntad colectiva, es el arte de lo político.

Por todo esto, y ésta es una cuestión crucial, de entrada debemos señalar que líderes, elecciones, participación en las instituciones políticas, medios de comunicación etc., no expresan a la hegemonía ni la representan, son parte de la misma, juegan en su interior, en lo que Ernesto Laclau denomina en su lógica hegemónica, la “extensión equivalencial de las diferentes demandas”. Estas se deberán articular a un significante vacío que represente a la totalidad imposible, para permitir la emergencia de una voluntad colectiva, que nunca es algo dado de antemano por ninguna identidad o por la llamada “Psicología de las Masas”. Aquí debemos hacer una apuesta sin garantías, o el crimen es perfecto y el discurso capitalista se ha adueñado de la realidad y su sujeto, de tal manera que ya está definitivamente emplazado y solo llamado a ser material disponible para la forma mercancía, o existen diferentes superficies de inscripción donde lo político-hegemónico, de modo contingente, puede hacer advenir un sujeto popular y soberano. Un sujeto interpelado por aquellos legados simbólicos que lo preceden y por las demandas de distintos sectores explotados por las oligarquías financieras. Estas demandas singulares se caracterizan porque no pueden ser absorbidas por la arquitectura institucional dominante. Las demandas no satisfechas institucionalmente son el punto de partida, pero sólo el punto de partida, para que las diferencias ingresen a una lógica equivalencial. Teniendo en cuenta que ya no podemos imaginar una fórmula de desconexión del capitalismo, fundamentada supuestamente desde “leyes objetivas y científicas”, la ruptura populista es la respuesta a ese “esencialismo” de tradición marxista. El populismo no es una renuncia a la radicalidad de la transformación revolucionaria, es aún más radical, porque de un modo materialista admite los impasses y las imposibilidades que se presentan cuando la parte excluida y no representada por el sistema intenta construirse como una hegemonía alternativa al poder dominante.

En cuanto a los medios de comunicación y los distintos debates que acompañan el asunto, parece que no se puede ser optimista con respecto a los mismos. Como aquellos que ven en los medios y particularmente en las redes una posible forma de “capital variable” escindido que contribuiría, a la larga, con una nueva emergencia de una Multitud transformadora. Pero tampoco como la realización del crimen perfecto donde el sujeto desaparece en la enunciación de los medios de comunicación para volverse parte de la “gente”. El Pueblo comienza cuando “la gente” se revela como pura construcción biopolítica. En esto, el Pueblo es tan raro y singular como el propio sujeto en su devenir mortal, sexuado y hablante. El Pueblo es una equivalencia inestable, constituido por diferencias que nunca se unifican ni representan del todo. Sin embargo, su fragilidad y contingencia de origen, es lo único que lo salva de la televisión, los expertos, los programadores, la contabilidad etc. Pero sólo en los pliegos más íntimos de los dispositivos de dominación neoliberal es que el sujeto popular puede advenir, lo otro es soñar con el espejismo de una realidad exterior pura y sin contaminación, que por su propia fuerza inmanente terminaría por desconectar la maquinaria y sus dispositivos.
“Sólo en el peligro”

Es cierto que, desde perspectivas anteriores más propias de lo que podríamos llamar una “ortodoxia lacaniana”, se podría pensar que lo político se queda, en efecto, en la superficie de las cosas y que nunca consigue transformar radicalmente nada, y que la “repetición de lo mismo” socava desde dentro cualquier proyecto. Pero ahora ya no se trata del ejercicio lúcido del escepticismo, ni de la razón cínica, posturas por otra parte anacrónicas y patéticas. Hemos ingresado en un tiempo histórico donde vemos consumarse lo que Lacan precisamente llama el “discurso capitalista” y Heidegger las llamadas “estructuras de emplazamiento técnico”, que a la vez constituyen, radicalizaciones teóricas y prácticas de lo que Marx llamaba “la subsunción real” del Capital en su dominación abstracta. Por ello, es inevitable pensar en la política como el único lugar posible donde se puede dar un combate con respecto al proyecto de deshistorización y desimbolización que el neoliberalismo comporta. El neoliberalismo es la primera fuerza histórica que se propone tocar, alterar, y volver a producir al sujeto, intentando eliminar así su propia constitución simbólica. Parafraseando al filósofo, “sólo en el peligro de la política puede crecer lo que nos salva”.

Sin correr el riesgo de quedar atrapados en aquello que queremos a la vez destituir, no hay actualmente posibilidad de asumir un proyecto populista de izquierda de vocación emancipadora. Estamos siempre a punto de naufragar, y hay que entender que a partir de ahora siempre será así, porque ya no volverá a nosotros aquel espejismo ideal de estar cumpliendo con los pasos revolucionarios que supuestamente expresaban el fundamento de una ley histórica. No sólo nunca fue así, aunque el ensueño metafísico fue trágicamente potente, sino que ahora sería absolutamente funcional a la dominación neoliberal jugar el juego de un hipotético radicalismo revolucionario.

Conectar la política con la vida real implica que la misma es travesía, construcción, articulación, de una heterogeneidad que no siempre toma la dirección que más anhelamos, pero que sin ella no habría nada que oponer como Hegemonía al régimen del Capital.

* Psicoanalista. Autor de Para una izquierda lacaniana.

Los peligros de la negación Por Robert Fisk *

A las siete de la noche de hoy, un grupo de hombres y mujeres muy valientes se reunirán en la plaza de Taksim, en el centro de Estambul, para organizar una conmemoración sin precedentes y conmovedora. Los hombres y las mujeres serán turcos y armenios, y se reunirán para recordar el 1,5 millón de cristianos armenios hombres, mujeres y niños asesinados por los turcos otomanos en el genocidio de 1915. Ese Holocausto armenio –el precursor directo del Holocausto judío– comenzó hace cien años a sólo media milla de Taksim, cuando el gobierno de la época sacó a cientos de intelectuales y escritores armenios de sus hogares y los preparó para la muerte y la aniquilación de su pueblo.

El Papa ya molestó a los turcos llamando a este acto malvado –la más terrible masacre de la Primera Guerra Mundial– un genocidio, que lo era: el deliberado y planificado intento para erradicar a una raza de gente. El gobierno turco –pero, gracias a Dios, no todos los turcos– mantuvieron su negación petulante e infantil de este hecho de la historia sobre la base de que los armenios no fueron muertos según un plan (la antigua pavada de “caos de guerra”), y que de todos modos la palabra “genocidio” fue acuñada después de la Segunda Guerra Mundial y por lo tanto no puede aplicarse a ellos. Sobre esa base, la Primera Guerra Mundial no fue la Primera Guerra Mundial, ya que no fue llamada ¡la Primera Guerra Mundial en el momento!

Dos pensamientos vienen a la mente, entonces, en este centenario de la carnicería, la violación masiva y los asesinato de niños en 1915. El primero es que para un poderoso gobierno de una fuerte –y valiente– nación europea y de la OTAN, como Turquía continúe negando la verdad de esta masiva crueldad humana está cerca de una mentira criminal. Más de 100.000 turcos descubrieron que tienen abuelas armenias o bisabuelas –las mismas mujeres secuestradas, esclavizadas, violadas en las marchas de la muerte de Anatolia al desierto de Siria en el norte– y los propios historiadores turcos (por desgracia, no los suficientes) ahora presentan la prueba documental detallada de las órdenes siniestras de exterminio de Talat Pasha emitidas desde lo que entonces era Constantinopla.

Sin embargo, cualquiera que se oponga a la negación del genocidio del gobierno sigue siendo vilipendiado. Durante casi un cuarto de siglo, he recibido correo de turcos acerca de mi propia escritura sobre el genocidio. Comenzó cuando cavé los huesos y cráneos de armenios masacrados fuera del desierto de Siria con mis propias manos, en 1992. Unos pocos corresponsales querían expresar su apoyo. La mayoría de las cartas eran casi malignas. Y me temo que la contínua negación por el gobierno turco podría ser tan peligrosa para Turquía, como lo es la indignación de los descendientes armenios de los muertos. Recuerdo una señora armenia anciana describiendo a mí cómo ella vio milicianos turcos apilando los bebés vivos unos sobre otros y prendiendles fuego. Su madre le dijo que sus gritos eran el sonido de sus almas yendo al cielo. ¿No es esto –y la esclavitud de las mujeres– exactamente lo que el Estado Islámico (EI) está perpetrando contra sus enemigos étnicos justo al otro lado de la frontera turca hoy? La negación está llena de peligros.

Y preguntémosnos qué pasaría si el actual gobierno alemán afirmara que cualquier demanda de reconocer los “eventos” de 1939-1945 –en los que seis millones de judíos fueron asesinados– como un genocidio sería “propaganda judía” y “mutilación de la historia y le ley”. Sin embargo, eso era más o menos lo que el gobierno turco dijo que cuando la semana pasada la UE pidió que reconociera el genocidio armenio. La UE, el Ministerio de Relaciones Exteriores dijo en Ankara, había sucumbido a la “propaganda armenia” sobre los “eventos” de 1915, y fue “mutilando la historia y la ley”. Si Alemania hubiera adoptado tales imperdonables palabras sobre el Holocausto judío, no habría sido capaz de ver por los gases de los caños de escape en Berlín, como los embajadores del mundo se dirigian al aeropuerto.

Sin embargo, al día siguiente de la pequeña conmemoración valiente prevista para la plaza Taksim de esta semana, la grande y la buena parte del mundo occidental se reunirá con líderes turcos a pocos kilómetros al oeste de Estambul para honrar a los muertos de Gallipoli, la extraordinaria y brillante victoria de Mustafá Kemal en 1915 sobre los aliados en la Primera Guerra Mundial. ¿Cuántos de ellos recordarán que entre los héroes turcos luchando por Turquía en Gallipoli había cierto capitán armenio, Torossian, cuya propia hermana moriría pronto en el genocidio?

Tengo la intención de informar sobre la conmemoración de la próxima semana en compañía de amigos turcos. Pero el segundo pensamiento que viene a mi mente –y los amigos armenios me deben perdonar– es que no estoy muy interesado en lo que los armenios dicen y hacen en este 100º aniversario. Quiero saber lo que planean hacer al día siguiente del día del 100º aniversario. Los sobrevivientes armenios –los que podría recordar– ahora están todos muertos. En unos 30 años, los judíos de todo el mundo van a sufrir la misma tristeza profunda cuando sus últimos sobrevivientes desaparezcan del mundo del testimonio vivo. Pero los muertos siguen viviendo, sobre todo cuando su estado de víctima se niega –una maldición que los obliga a morir una y otra vez–. Los armenios seguramente debe ahora elaborar una lista de los valientes turcos que salvaron sus vidas durante la persecución de su pueblo. Hay por lo menos un gobernador provincial, y los soldados individuales turcos y policías, que arriesgaron sus propias vidas para salvar a los armenios en este momento horrible en la historia turca. Recep Tayyip Erdogan, primer ministro triunfalista de Turquía, habló de su dolor por los armenios, sin dejar de negar el genocidio. ¿Se atrevería a negarse a firmar un libro en conmemoración por el genocidio armenio que lleve una lista de los valientes turcos que trataron de salvar el honor de su nación en su hora más oscura?

He estado insistiéndoles a los armenios sobre esta idea durante años. Le dije lo mismo a los armenios en Detroit la semana pasada. Honra a los buenos turcos. Por desgracia, todos aplauden. Y no nadie hace nada.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

23/04/15 Página|12

jueves, 23 de abril de 2015

RENUNCIO SU DIRECTORA POR UN ESCANDALO SEXUAL La DEA se fue de putas

La directora de la Agencia Antidrogas Estadounidense (DEA), Michele Leonhart, presentó su renuncia al cargo como consecuencia de las revelaciones que acusaron a agentes de la agencia norteamericana de haber tenido contactos sexuales con prostitutas. La salida de Leonhart fue anunciada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos a través de un comunicado del fiscal general, Eric Holder. Un informe del Departamento de Justicia, publicado el 26 de marzo, indicó que agentes de la DEA habían participado durante varios años en fiestas sexuales que tuvieron lugar en edificios gubernamentales con prostitutas contratadas con dinero proveniente de los cárteles de la droga colombianos. Estas revelaciones empujaron a Leonhart a tener que responder ante el Congreso por la falta de ética de los agentes.
El informe, de 139 páginas y elaborado por el órgano de control del Departamento de Justicia, señala la existencia de múltiples acusaciones que involucran a varios agentes de la DEA en fiestas sexuales con prostitutas mientras trabajaban en oficinas en el extranjero. Sin embargo, el Departamento de Justicia no especificó el país en el que se celebraron las fiestas, aunque un alto funcionario del gobierno, citado por The Washington Post, afirmó que se trataba de Colombia. La semana pasada, el Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes dijo que había perdido la confianza en Leonhart para dirigir la agencia. El informe destaca el caso de un agente que celebraba ruidosas fiestas en el cuarto que le pagaba para su misión en el extranjero el gobierno norteamericano y que recibió cuatro cartas de queja del propietario de su edificio, entre agosto de 2005 y diciembre de 2008.
Asimismo, el comité aseguró que tras casi una década como directora, Leonhart había consentido o hecho la vista gorda por esos comportamientos. Holder, en cambio, señaló que la funcionaria saliente –una agente antinarcóticos de carrera que estuvo al frente de la DEA desde 2007 y es la segunda mujer en ocupar el puesto–, “dirigió esta distinguida agencia con honor. He estado orgulloso de considerarla mi socia en la labor de salvaguardar la seguridad nacional y de proteger a nuestros ciudadanos del crimen, la explotación y el abuso”, agregó el fiscal general.
Y dio crédito a Leonhart por desmantelar violentas organizaciones de narcotraficantes. La ex funcionaria había sido criticada por su respuesta al reporte sobre la DEA; un grupo de legisladores señaló en un comunicado que ella era “deplorablemente incapaz de cambiar” la cultura de la agencia. La mayoría de los integrantes de la Comisión para la Supervisión del Gobierno dijeron que habían perdido la confianza en ella, luego de lo que consideraron una desastrosa presentación ante la Comisión para la Supervisión del Gobierno de la Cámara de Representantes.
El texto en el que se expresó desconfianza en la funcionaria fue firmado por trece demócratas y nueve republicanos de la Cámara de Representantes, incluido el presidente de la comisión, Jason Chaffetz, quien llegó a decir que Leonhart debería renunciar o ser despedida. Durante el período de Leonhart al frente de la DEA, la agencia fue responsable de varios casos notables, incluida la detención, en 2014, de Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, en México.
De acuerdo con el Departamento de Justicia, en las fiestas pagadas a los agentes de la DEA se puso en peligro la seguridad de las operaciones, ya que la mayoría de las veces, éstos y las prostitutas se encontraban en lugares donde los agentes tenían computadoras portátiles, teléfonos y otros equipos oficiales. Además, los funcionarios de la DEA se sometían al riesgo de extorsión, chantaje o coacción al celebrar las fiestas en el lugar de trabajo, según el informe.
Esta investigación se llevó a cabo en respuesta al escándalo con prostitutas en Cartagena de Indias que protagonizaron agentes del servicio secreto justo antes de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llegara a esa ciudad colombiana para participar en la Cumbre de las Américas, celebrada entre el 9 y el 15 de abril de 2012. Después de ese escándalo, las autoridades comenzaron a investigar a tres empleados de la DEA que, al contrario que el servicio secreto, cuenta con agentes radicados de manera estable en Colombia.

› LEONIDAS VATIKIOTIS, DE LA COMISION DE AUDITORIA DE LA DEUDA “Grecia debería irse de la UE”

Por Flor Ragucci
Página/12 En Grecia
Desde Atenas
El ágora de los movimientos antisistema de Atenas, la plaza Exarchia, es el lugar elegido por Leonidas Vatikiotis para explicarnos en detalle por qué Grecia no debería pagar su deuda al FMI, al Banco Central Europeo (BCE) y a los estados miembros de la Unión Europea (UE). Periodista especializado en política exterior, doctor en Economía, asesor del reconocido documental Debtocracy (Deudocracia) y uno de los impulsores de la Comisión por la Auditoría de la Deuda Griega, Vatikiotis tiene pruebas más que suficientes para demostrar que el endeudamiento millonario del Estado griego es “ilegal” y “odioso”.
Desde este mes de abril, el Parlamento heleno puso en marcha un comité internacional presidido por el experto belga Eric Toussaint para auditar la deuda griega y dirimir qué parte es ilegítima –y, por tanto, debería ser cancelada– y qué responsabilidades tienen en ello quienes obtuvieron beneficio de la situación. El grupo está compuesto por 15 economistas, constitucionalistas y abogados del ámbito internacional –entre los que Vatikiotis anticipa que habrá un argentino– y otros 15 auditores griegos, completamente independientes de los aparatos estatales. La investigación que llevan a cabo no tiene un papel vinculante, pero sí que podría servir al gobierno como instrumento de presión ante las negociaciones con el Eurogrupo, si el gabinete de Tsipras se decide a utilizarlo.
En cualquier caso, Vatikiotis tiene muy claro que buena parte de la deuda contraída con la Troika no tiene que pagarse, dado su carácter ilegal. “Los dos antiguos gobiernos firmaron acuerdos por 255 mil millones de euros que no fueron ratificados por el Parlamento griego ni avisados de ello a sus votantes en sus programas electorales”, explica Vatikiotis. “El entonces primer ministro socialista, Giorgos Papandreu, firmó un memorándum en 2010 por el cual los bancos alemanes y franceses fueron progresivamente desplazados por la Troika como acreedores de Grecia. Antes de 2010 la deuda era hacia entidades privadas y ahora el 60 por ciento pertenece a la UE, el 10 por ciento al FMI y el 8 por ciento al BCE, es decir el 78 por ciento le corresponde a la Troika”, advierte.
El rescate recibido por el Estado heleno en 2010 –que permitió salvar a la banca centroeuropea tras la devaluación de los bonos griegos en 2009– produjo un traspaso de la deuda de manos privadas a manos públicas y es esa transferencia uno de los puntos que la auditoría se propone investigar. “El 92 por ciento de esos 250 mil millones de euros del rescate no volvió a los bancos griegos, que previamente habían sido salvados con dinero del pueblo, sino a las entidades financieras privadas internacionales y a la Troika. ¿Por qué entonces somos los ciudadanos los que tenemos que pagar la deuda?”, alerta Vatikiotis. “Las instituciones deberían rendir cuentas acerca de ese movimiento en el que el BCE y el FMI libraron del riesgo a la banca y volcaron una responsabilidad que era del sector privado en la sociedad.”
El segundo memorándum firmado en 2012, por el cual se establecía una quita de la deuda que, según el entonces gobierno de Lukas Papadimos, iba a suponer la reducción de la deuda pública en un 50 por ciento, también está bajo la lupa de la comisión impulsada por Vatikiotis. “Lo cierto es que la deuda griega se disparó en coincidencia con los planes de rescate, pasando del 113 por ciento del PIB en la víspera de la reestructuración del 2012 al 185 por ciento en 2015”, apunta.
Una vez expuestos los principales argumentos para no ceder ante las presiones de la Troika, la siguiente cuestión es cómo puede afrontar Grecia –un Estado al borde de la suspensión de pagos– no recibir más fondos de la Unión Europea. Vatikiotis responde, sereno, que su país “desde agosto del 2014 no recibe ni un euro de la Troika porque los acreedores no han respetado sus obligaciones, mientras que Grecia sí que lo ha hecho, con el dinero de sus contribuyentes”. “Los griegos piensan que si desde Europa no nos dan dinero, no tendremos fondos para las pensiones y servicios públicos pero deben entender que los millones que les estamos pidiendo no van al Estado, sino que vuelve a ellos mismos”, puntualiza.
“Grecia debe afirmar que solventará su sistema público con la recaudación de sus impuestos y hacer como Argentina, no pagar ni un centavo a los fondos buitre”, sostiene Vatikiotis, aunque duda de que el actual primer ministro pueda hacerlo porque, dice, “la táctica de la otra parte siempre es la misma: te asfixio y un segundo antes de morir te doy el dinero necesario para seguir discutiendo y obligarte a hacer más concesiones”.
En su opinión, Grecia debería abandonar la Unión Europea y mantenerse, por un lado, con el dinero de los contribuyentes y, por otro, con la autarquía. “Estamos hablando de países como los mediterráneos, en los cuales, donde quieras que plantes, en una semana tenés tu ensalada”, anima Vatikiotis. “Para llevar a cabo en un 100 por ciento el autoabastecimiento con nuestras propias tierras, todo lo que necesitamos es períodos cultivables y agua. Yo sé que esto suena increíble en Rusia o Escandinavia pero en Grecia no lo es.” Contemplando también el problema energético, el economista explica que su país cuenta con grandes reservas de carbón y, si ahora importa petróleo de países amigos de Estados Unidos con los peores términos del mercado, al pasar a adquirirlo de Irán o Rusia, los precios serán más baratos y las condiciones mucho mejores.
Todo pensado en el caso de un grexit (expresión con la que popularmente se llama a la hipotética salida de Grecia de la Eurozona). Vatikiotis está convencido de que es mejor ser un Estado con moneda independiente que seguir en un país con un 27 por ciento de desempleo en el que, además, uno de cada tres de los que trabajan, no está ahora recibiendo sueldo. “Vivimos en una sociedad en la que sólo el 15 por ciento de la población tiene dinero y el resto está esperando vivir de eso. Es una locura y, sin embargo, ese 85 por ciento quiere pertenecer a la Eurozona porque cree en el super poder de la banca. Los griegos quieren estar en Europa porque piensan que les hace vivir mejor y porque, claro, ¡es muy incómodo tener que cambiar dinero si viajas!”, ironiza Vatikiotis.
Pero no sólo los helenos prefieren seguir dentro de la Unión Europea, la propia Alemania –su principal “enemiga” y acreedora– presiona, según Vatikiotis, para que Grecia no se vaya. “Merkel quiere mandar un mensaje: nuestra moneda común sólo sube y nunca baja, porque de esa estabilidad depende su crecimiento.” El economista explica que la estrategia que Alemania lleva desde hace décadas se basa en el euro, ya que si tuviera una moneda nacional estaría sobrevaluada en un 50 por ciento y no podría exportar a todo el mundo, como lo hace actualmente. “En cambio, teniendo el euro los alemanes gozan de muchos privilegios. Primero que nada, disponen de un mercado interno de millones de personas; segundo, pueden exportar a cualquier país porque tienen la moneda devaluada; y tercero, esa sólida red de consumidores les permite reducir los salarios sin demasiado problema.”
En este sentido es que Vatikiotis cree que Grecia tiene la sartén por el mango y debe plantarse ante Alemania en las negociaciones. “Cuando le digamos que si no aceptan nuestros propios términos, nos iremos del euro, Merkel hará todo lo que tenga a su alcance para impedir esa opción.”

OPINION Galeano y García Linera

Por Emir Sader
Las dos Asambleas Generales de Clacso (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) cuando yo lo dirigía fueron cerradas respectivamente por Alvaro García Linera (en Cochabamba, en 2009) y por Eduardo Galeano (en Ciudad de México, en 2012). Fueron formas contundentes de hacer llegar a los cientistas sociales del continente las expresiones más altas del pensamiento crítico latinoamericano contemporáneo.
Uno, Alvaro García Linera, un profesor universitario, militante político, preso y torturado por ello, gran intelectual revolucionario, que articula alto nivel de elaboración teórica con la práctica política. Se ha constituido en el más importante intelectual latinoamericano. El otro, Eduardo Galeano, del cual conocemos la insuperable capacidad de captar la realidad en sus expresiones más cotidianas, al lado de los grandes y crueles fenómenos globales, a partir de su visión humanista y solidaria. El mejor escritor latinoamericano contemporáneo.
Los dos corresponden, de distintas maneras, a lo que se llama intelligentsia –intelectuales críticos, que abordan los temas más relevantes en lenguaje accesible, defendiendo a los más oprimidos, humillados, ofendidos–. Una categoría –intelectual de la esfera pública– que está en proceso de extinción.
La vida académica condiciona a la práctica de tal forma que ésta tiende a ser absorbida por demandas burocráticas, llevando al intelectual a escribir conforme a los cánones de las instituciones de fomento, y a adherir a especializaciones cada vez más grandes. Como consecuencia de todo ello, se despolitiza, se distancia de los grandes problemas contemporáneos de nuestras sociedades.
Nunca como hoy América latina tiene necesidad de intelectuales que pongan su capacidad de reflexión y de formulación de propuestas alternativas a servicio del enfrentamiento de los grandes desafíos que se presentan en nuestras sociedades. Pero –hay que decirlo– pocas veces, aun más en períodos históricos tan trascendentales como éste, la intelectualidad latinoamericana estuvo tan ausente de una participación activa en los procesos políticos y de elaboraciones teóricas vinculadas con los grandes desafíos que enfrentamos. Hay muchas excepciones, pero que no corresponden a todo el potencial el pensamiento crítico de nuestras universidades, de nuestros centros de estudio, de las distintas formas de práctica intelectual.
Sin ese aporte, que favorece la rearticulación entre la teoría y la práctica, la reflexión intelectual se mantendrá intrascendente, mientras que la práctica política sentirá la falta de la capacidad de creación estratégica, que necesita un poder de elaboración teórica, que capte los grandes problemas que enfrentamos y ayude a formular las alternativas para superarlos.
Es cierto que entidades que antes convocaban a la intelectualidad a esa participación, creaban espacios para ello, se pronunciaban alrededor de los grandes problemas políticos de nuestro continente, ahora se muestran copadas por prácticas burocráticas, despolitizadas, ausentes de la esfera pública, en el plano político e intelectual. Pero, aun así, es posible que los intelectuales se movilicen e intervengan mucho más de lo que lo hicieron hasta ahora.