lunes, 24 de noviembre de 2014

Fauna Por Eduardo Aliverti

El hecho político más difundido de la semana coincide con el creciente reconocimiento opositor de que el Frente para la Victoria podría ganar las elecciones del año próximo, incluso en primera vuelta. ¿Es casualidad?

Esa pregunta, que se formula con voz más alta o más baja en todo ámbito político y politizado, sintetiza el espíritu alerta, intranquilo, hasta derrotista, de quienes enfrentan al kirchnerismo. Pero es necesario angostar el concepto. Hay una frontera bastante clara entre la dirigencia opositora propiamente dicha y el aparato enérgico que conforman medios de comunicación, establishment financiero y grandes compañías agroexportadoras. Lo segundo empuja a través de operaciones de prensa descaradas; presiones sobre el tipo de cambio, que en enero ya supieron torcerle el brazo al Gobierno; retenciones de cosechas. Pero lo primero, ese rejuntado de presuntas voluntades electorales, sigue sin dar pie con bola y afronta serios problemas para expresar alguna idea no ya de unidad, sino de mera pegatina de consignas. El escenario general remite otra vez a la reunión cumbre que Héctor Magnetto convocó, en su casa, a principios de agosto de 2010. El CEO de Clarín citó a Mauricio Macri, Eduardo Duhalde, Felipe Solá, Francisco de Narváez y Carlos Reutemann, para exigirles abiertamente que encontrasen una vía de consenso candidateable, capaz de enfrentar a los K con chances de éxito. Las crónicas de aquellos días dan cuenta de que los asistentes salieron del cónclave con la orden de no hablar y desde ya que cumplieron, hasta la actualidad, pero les fue imposible evitar la filtración de que brindaron ante el jefe una imagen terrorífica, o deprimente, de batalla de egos. Cristina los arrasó en las urnas de muy poco después y el ejército periodístico antikirchnerista, con el diario del lunes, sentenció que la culpa debía recaer en el horrible fracaso opositor a la hora de mostrar alguna estampa de unidad. Hoy, como entonces, el tema no (les) consiste en qué proyecto podrían ofertarle a la sociedad –que no fuere la repetición de sus recetas de ajuste tradicionales– sino en que están discapacitados para articular marketing, disimulo, capacidad de hacer la plancha in eternum como si no se tratara de que en algún momento deben producir definiciones. Sería eso, nada más: ausencia de cinismo conducente. Apenas habría la diferencia de que ahora quieren prevenirse y los medios opositores hablan antes, para curarse en salud, de que la oposición es un balde de bosta a la que volvería a cargársele toda la responsabilidad en caso de nuevos éxitos oficialistas.

El incontable portazo de Elisa Carrió, ya algo cansador y humorístico, fue presentado bajo esa lógica. De todas las capas de la cebolla que tiene el asunto, sólo interesó la superficial de que la diputada –en el mejor de los casos– se especializa en destruir todo lo que construye. En la peor de las conjeturas, algunos medios de la propia oposición han sugerido que Carrió, simplemente, ya no está en su sano juicio. El firmante vuelve a admitir que es muy grande la tentación de simplificar las cosas de esa manera. Uno mismo supo rotularla como paciente psiquiátrica ambulatoria, seguramente en un exceso de meras atribuciones periodísticas. No es dispensa que Carrió haga todos los esfuerzos para mostrarse, dicho en entonación popular, con la falta de varios jugadores. Sostener que no tiene la culpa de que la gente la ame; que esa misma gente jamás termina de confiar en ella como única salvadora de su República Disney, y que se siente mucho más cómoda como “atracción turística” que como dirigente política, es una invitación inevitable a pensar que sufre severos trastornos psicológicos. Pero es, también, caer en la misma frivolización analítica que debe evitarse porque, loca o cuerda, y aunque parezca mentira, Carrió es el referente a cuyo compás baila tanto el gorilismo salvaje como el modosito del espacio antiperonista. Y no desubica solamente a radicales conservadores, socialistas (?), patéticos nacandpoperos del tipo Fernando Solanas Pacheco, sino que además desacomoda a algunas franjas del populismo liberal (Ma-ssa, Macri, Scioli mismo) que sacan la cuenta de cuánto les restan o suman los desplantes o disparates de Carrió. Son números relativamente sencillos, que admiten las encuestólogos del ¿frente? anti K. Se gana con el 45 por ciento en primera ronda, derecho viejo, o con un 40 que le saque más de 10 puntos al segundo. Con el kirchnerismo asentado en un núcleo duro en derredor del 30 por ciento y la oposición partida en dos, tres o más archipiélagos, ¿es absurdo pensar que el oficialismo pueda imponerse con comodidad cuando, además, Cristina todavía no marcó a su candidato? Como si fuera poco, ¿acaso esos cálculos no se basan en el grado de confianza que trasladan las opciones en danza? ¿Cristina tiene alrededor de un 45 a 50 por ciento de valoración social positiva, según lo que también reconocen las encuestas opositoras, sólo por obra de una inexplicable descerebración colectiva?

En medio de todas las barrabasadas que Carrió disparó en estos días, con sus periodistas amigotes rendidos ante lo bien que siempre pagan los escandaletes, con sus acusaciones de que todos son narcotraficantes, con parecer a esta altura la jefa de campaña del kirchnerismo, con que volvió a arrojarse casi desnuda a los brazos de Macri tras haber jurado que nunca lo haría porque el alcalde porteño es el símbolo de la corrupción, la diputada ausente dijo algo que, de piso, es verosímil, atendible, provocativo pero difícil de eludir: ninguno quiere gobernar. Ella es la primera que no tiene previsto hacerlo, según confesó, siendo que el pueblo que la ama prefiere verla haciendo denuncismo en TN y nunca en un puesto ejecutivo. Pero parecería estar claro que la chaqueña pegó donde más les duele. En su fantasía, la única alternativa es ella contra todos los demás. Pero hay la parte sensata de que todos esos demás no se animan a romper nada porque lo que en verdad quieren romper es aquello que una amplia franja de la población, mayoritaria, desea conservar: los logros indesmentibles alcanzados desde 2003. Carrió no tiene el inconveniente de confesar lo inconfesable, porque ella no hace política: juega a que la hace. Nadie le exige programa de gobierno alguno, nadie le pide una idea concreta respecto de nada. En otras palabras, nadie la toma demasiado en serio como no sea para conseguir altisonancias. El resto, en cambio, sabe que tarde o temprano deberá generar enunciaciones y tampoco las tiene; o sí, pero so pena de espantar electorado. De allí que la UCR termina en una federación –con suerte– de caudillos o punteros provincianos sin fórmula nacional confiable o, más aún, sin apenas un precandidato que al menos entusiasmara desde alguna épica narrativa; Massa no trascienda los límites bonaerenses –donde tampoco dispone de figura atractiva– y Macri dependa de personajes mediáticos focalizados, como Del Sel en Santa Fe, todos al arbitrio de alianzas con unos y otros para que en un sentido todo esté muy claro y, en otro, no se entienda o no se verbalice qué son ideológicamente.

No se vota por ideología, es cierto, sino por la coyuntura económica. Ese aspecto es el que casi siempre termina definiendo los números electorales y habrá de verse con cuál paisaje calmo o tormentoso enfrenta el kirchnerismo los desafíos de 2015, sin perder de vista que el FpV siempre ha sabido desempeñarse con mayor eficacia en la adversidad. Pero tampoco es costumbre inevitable que los pueblos se suicidan en manos de sospechosos que podrían empeorar las cosas. A valores de hoy, bien que con varias prevenciones, podría hablarse de una situación relativamente análoga a la del clima electoral de las presidenciales de 1995. La fórmula Bordón-Alvarez sucumbió por obra del voto-licuadora, cuando ya se sabía que el menemato era lo que era. Luego, sin que hubiera de esperarse mucho, el oficialismo comenzó a desbarrancar y ganó una Alianza que, bajo el imaginario de que bastaba con liquidar la corrupción oficial, se acabarían las contrariedades mayores. Acabóse en el helicóptero de De la Rúa. La diferencia con la actualidad es que Cristina, y su espacio consolidado, mal o bien significan contundencia, afirmación, se va para allá y se demostró que se puede habiendo partido del infierno, se pelea contra tal y cual factor de poder y, al cabo, lo que hay puede juzgarse tras nada menos que década y pico de gestión. Gestión: no comentarios. Orientación progre siempre dentro del mar de contradicciones de un gobierno capitalista: no proclamas consignistas de izquierdismo fácil, ni mucho menos las declaraciones escolares de que es posible un mundo sin conflictos donde sólo cabe la unidad nacional.

Así, lo loco no es que Carrió marque la agenda. Es lo que hay detrás de que la marque.

24/11/14 Página|12

Tras la Marcha contra el Cambio Climático -- Avances concretos en la UE, EE.UU. y China

Hace poco, en una cumbre en Bruselas, necesitábamos con urgencia que la Unión Europea iniciara una ronda de compromisos globales para reducir las emisiones de carbono. Nuestros contactos internos nos dijeron que la UE no se enfrentaría "de ninguna forma" a las industrias petrolera y carbonera para que redujesen sus emisiones "al menos un 40%" para 2030. Pero no nos dejamos desinflar, ¡y lo han hecho! 

Así fue como pasamos de un "no se puede" a lograr una gran victoria: 
  • Impulsamos la movilización contra el cambio climático más grande de la historia, con675.000 personas en las calles en 162 países.
  • Logramos que el secretario general de la ONU se uniera a la marcha junto a 18 ministros de Estado e incontables políticos de todo el mundo.
  • Entregamos una petición global de 2,2 millones de voces pidiendo un cambio hacia las energías 100% limpias a los líderes del mundo, incluyendo el presidente de Francia, François Hollande.
  • Mantuvimos reuniones estratégicas con los ministros de Medio Ambiente y Energía de Francia, Alemania, Brasil y el Reino Unido.
  • Arrinconamos a Polonia, que estaba bloqueando el progreso en política ambiental, a través de una campaña publicitaria que consiguió que este tema apareciera en todos los medios nacionales y que los miembros de Avaaz en Polonia hicieran llamadas al gobierno.
  • Encargamos y publicamos encuestas de opinión en Alemania, Francia, Polonia y el Reino Unido antes de que se tomara la decisión.
La marcha global fue decisiva
¡30.000 personas marcharon en Melbourne!
La marcha global fue decisiva y nombrada discurso tras discurso por muchos presidentes que acudieron a la cumbre de la ONU. Y, aunque cientos de organizaciones contribuyeron a construir esta marcha y la victoria en la UE, nuestro rol fue crucial. Según un artículo de la BBC"Estas marchas sacaron a la calle a más gente que nunca, en parte gracias al poder organizativo del grupo de campañas online Avaaz." Y la ministra de Medio Ambiente de Alemania declaró:"Quiero mostrar mi agradecimiento a los millones de personas que se unieron a Avaaz. Sin el apoyo público será imposible frenar el cambio climático." 

El presidente de EE.UU., Barack Obama, también reaccionó a la marcha diciendo:"Nuestros ciudadanos siguen manifestándose. No podemos hacer como que no los oímos." Tras la añorada victoria en el continente europeo, Obama se reunió esta semana con el presidente chino, Xi Jinping, ¡y ambos prometieron reducir las emisiones de forma razonable por primera vez en la historia! El momento político que tan urgentemente necesitábamos ha despegado. 

Y, después de las industrias carbonera y petrolera, ¿cuál es el grupo empresarial y de lobby más despiadado? Sí, se trata de Monsanto, y esa es otra gran victoria reciente que nuestra comunidad ha ayudado a conseguir. 
¡Frenamos la fábrica de transgénicos de Monsanto! 

¡Frenamos la fábrica de transgénicos de Monsanto!
Las protestas contra la fábrica de semillas de Monsanto
Cuando Monsanto intentó sacar sus tentáculos para secuestrar aún más nuestra cadena alimentaria con una nueva fábrica de semillas transgénicas en Argentina, los miembros de Avaaz se pusieron al pie del cañón junto a la comunidad local y lograron frenar la construcción este año de la planta más grande de este tipo en América Latina. 

Monsanto es una corporación de 60 mil millones de dólares que juega sucio. Así fue cómo contribuimos a ganarles esta vez: 
  • Lanzamos una petición global de 1 millón de firmas e inundamos los correos de los políticos responsables con miles de mensajes.
  • Trabajamos con un equipo legal de primera para mostrar cómo el Estudio de Impacto Ambiental de Monsanto no tenía sustento legal, provocando un gran impacto mediático.
  • Publicamos una encuesta que mostraba que dos tercios de la comunidad local se oponían a la fábrica de procesamiento de semillas.
  • Apoyamos a la comunidad local en su lucha, organización y estrategia.

Celina Molina, una de las líderes de la Asamblea de Vecinos, señaló: "Con el apoyo a la gente de Malvinas Argentinas de más de un millón de miembros de Avaaz, hemos ganado una importante batalla en la lucha contra Monsanto. Desde lograr el acceso que se nos había negado a varios documentos hasta realizar una encuesta de opinión decisiva, Avaaz fue un apoyo importantísimo para evitar la construcción de una planta enorme de semillas transgénicas en nuestra localidad." 

“Los grandes medios trabajan con una única fuente que es la fuente policial”

Entrevista a Vanina Pasik, de la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional y miembro del programa Memoria en Movimiento, de la Secretaría de Comunicación Pública de Jefatura de gabinete.
Por Antonella Riso
APU: ¿Cuál es su visión sobre los lineamientos de los grandes medios en relación a las coberturas de violencia institucional?
Vanina Pasik: La primera crítica que hacemos es que no existe, si bien hay medios que cubren casos de violencia institucional, no suelen ser tematizados como violencia institucional: aparecen mezclados con policiales. Creemos que la violencia institucional debería ser tratado como una problemática de derechos humanos. Por otro lado lo que sucede es que la mayoría de los grandes medios trabajan con una única fuente que es la fuente policial o cuando quieren tener una segunda versión acuden a operadores judiciales que se basan en la información institucional, son pocos los operadores judiciales que van a un territorio e investigan. Las recomendaciones que estamos haciendo contemplan que no hay que manejarse con una única versión, la versión policial si no ir a los territorios, indagar otras versiones, hablar con organizaciones especializadas, con organizaciones de base en los territorios, en los barrios.
APU: ¿Usted es periodista?
VP: Soy periodista, colaboro con algunos medios, con Infojus noticias, con la revista Hecho en Bs.As.
APU: Estuvo haciendo varios talleres sobre este tema
VP: Esta es una actividad nacional, la idea es poder armar una especie de guía con recomendaciones para los periodistas, para que tengan más herramientas para discutir en los medios donde trabajan sobre cómo abordar estos tipos de hechos. También enumeramos una cantidad de situaciones donde puede haber hechos de violencia institucional. Por último, acotamos la definición de violencia institucional a aquellos delitos que comete el Estado en su versión punitiva: las fuerzas de seguridad, el sistema judicial penal y las distintas legislaciones provinciales, ese es el universo con el que nosotros trabajamos y el encubrimiento de estos hechos también es violencia institucional.
Lo que recomendamos es que los periodistas traten estos hechos con la máxima rigurosidad periodística posible, que estemos atentos a las distintas situaciones donde suelen haber violencia institucional, como por ejemplo cuando paran a los chicos para averiguación de antecedentes, los allanamientos, los desalojos, las protestas sociales. Son hechos donde hay que conocer muy bien la legislación para después poder detectar los momentos en donde las fuerzas de seguridad incumplen con sus funciones. Un ejemplo clásico ocurre cuando los medios masivos cubren una protesta social y hacen eje en el problema del tránsito y no en cuáles son los reclamos que se están llevando adelante y el accionar de la policía respecto a esa situación.

“Los periodistas también tienen una fuerte presión de las fuerzas de seguridad”

Entrevista a Verónica Torras, coordinadora del Programa Memoria en Movimiento de la Secretaria de Comunicación de la Nación. La charla tuvo lugar después de una jornada realizada en la CIDAC (Centro de Innovación y Desarrollo para la Acción Comunitaria) sobre periodismo y violencia institucional.
Por Santiago Asorey
APU: ¿En que consistió la Jornada?
VT: Yo coordino un programa dentro de la Secretaría de Comunicación Pública de Nación que se llama Memoria en movimiento. Junto con la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual y con la Campaña contra la Violencia Institucional trabajamos en un texto con la idea de generar una serie de recomendaciones para los periodistas que tengan que hacer coberturas de casos que tengan que ver con violencia institucional. La idea es acercarle recomendaciones muy concretas, partiendo de la base de cómo funciona la práctica periodística en este tipo de casos en particular y también en cómo funcionan las instituciones.
En función de eso, intentando evitar diferentes cuestiones que son bastante habituales en la cobertura de este tipo de casos, desde la búsqueda de impunidad por parte de los funcionarios públicos involucrados, como puede ser los integrantes de las fuerzas de seguridad o la propia justicia.
APU: ¿Se reunieron con periodistas?
VT: Hicimos varias reuniones en Mendoza, Córdoba, estamos yendo a Santiago del Estero. La idea era poder discutirlo a lo largo del país para pensar las situaciones de violencia, no solamente en contextos urbanos como el nuestro, sino en otros contextos urbanos y también en otros contextos como el rural, para ver cuestiones de represión y de violencia institucional en relación al movimiento campesino.
APU: ¿Con qué tipos medios de comunicación trabajan?
VT: Invitamos a todos, de hecho en estas capacitaciones, en los lugares que fuimos, invitamos desde medios barriales, comunitarios, populares, intermedios y hegemónicos. En general la respuesta viene más del lado de los medios que están comprometidos con esta temática. Depende mucho también de los temas, venimos haciendo capacitaciones desde hace tres años y en este tema en particular es más fuerte el compromiso de los medios comunitarios y populares y es notoria la ausencia de los medios grandes. En otros temas como por ejemplo trata de personas, hay una respuesta un poco más amplia. La invitación es abierta porque no es para los medios, es para los periodistas en realidad. La Defensoría y el AFSCA sí tienen un trabajo, además de con los periodistas, con los medios.
APU: ¿Qué dificultad observan en relación a los periodistas de los grandes medios de comunicación?
VT: Lo que aparece mucho en los periodistas que trabajan en medios más o menos hegemónicos es el planteo en torno a cómo hacer para implementar nuestra propuesta cuando la exigencia parte del medio tiene que ver con hacer las cosas con un tiempo determinado, que en general es muy corto, cuando muchas veces no existe la posibilidad de ir al lugar de los hechos. Lo que suele pasar con estos medios grandes es que hay ciertos compromisos institucionales con las fuerzas de seguridad, las propias fuerzas llaman a las redacciones, ofrecen su versión de los hechos, hablan con los editores, en Córdoba llaman a los periodistas directo a su celular, con una actitud clara de amedrentamiento. No solamente llaman al medio, sino al periodista que escribió la nota y le discuten su versión. En general lo que plantean los periodistas es cómo podemos nosotros llevar adelante esto que ustedes nos plantean si tenemos todas estas limitaciones en el trabajo cotidiano. Buena parte del planteo que llevamos tiene que ver con la búsqueda de fuentes alternativas porque justamente siempre se instala la fuente policial, en general las agencias también tienen una fuerte presión de las fuerzas de seguridad en la forma en que relatan este tipo de casos.

“Los pibes son la variable de ajuste cuando se ‘combate’ al crimen organizado”

Berenice Timpanaro es coordinadora general de la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional y ex directora de Violencia Institucional del Ministerio de Seguridad de la Nación. Su visión sobre la transformación del concepto de violencia instucional, a partir de la acción del crimen organizado en los barrios. Los desafíos de la democracia y el rol de los medios de comunicación.
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Por Santiago Asorey y Boris Katunaric
Agencia Paco Urondo: ¿Qué lectura tiene sobre la cobertura de los grandes medios de comunicación en relación a los asuntos vinculados a la violencia institucional?
Berenice Timpanaro: Termina siempre siendo el juzgamiento sobre la víctima de la violencia institucional, se termina invisibilizado los hechos de violencia porque, en definitiva, los grandes medios de comunicación terminan legitimando el accionar policial. Las fuentes periodísticas se nutren muchas veces de los partes policiales, obviamente entre bomberos no se pisan la manguera, y terminan justificando acciones represivos hacia los sectores más vulnerables de nuestra población.
APU: La semana pasada hicimos una nota a Manuel Tufro que nos contaba que el CELS estaba repensando el tema de la violencia institucional. Sobre todo por algunos casos resonantes de asesinatos de jóvenes en barrios pobres realizados no por las fuerzas de seguridad, sino por bandas delictivas, vinculadas con delitos como el narcotráfico. ¿Ustedes tienen una lectura sobre este problema?
BT: Vamos en camino hacia esa lectura: con la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional hemos acompañado varios de los hechos ocurridos en Rosario. Muchas veces los pibes son carne de cañón de las policías y también terminan siendo la variable de ajuste cuando se “combate” el crimen organizado. La idea de perseguir a consumidores o no ver al narcotráfico como un problema que en definitiva tiene que ver con el lavado de dinero apunta siempre a que sean los pibes de los barrios más vulnerables, los más pobres de nuestra patria los que terminan en medio de esa disyuntiva.
APU: En los últimos tiempos hubo casos muy resonantes en el Sur de Capital Federal, como los de Jonathan Mareco o Brían Ayaviri. ¿Qué evaluación hacen del accionar de las fuerzas de seguridad en el cordón sur?
BT: Más allá de tendencias que se pueden advertir, creo que la lectura que tenemos que hacer es no a partir de la foto del momento que, obviamente, es preocupante. Pero sí enmarcar la lectura desde la recuperación de la democracia para ver las condiciones de las fuerzas de seguridad, policiales y penitenciarias. Podemos discutir a partir de situaciones que se conocen más por el esfuerzo de familiares y de militantes por visibilizar estas situaciones.
Todavía muchas familias victimas quedan en soledad y todavía no logran encontrar esa fortaleza para salir a gritar las injusticias. Por eso a partir de lo que pasó con Franco Casco en Santa Fé y un montón de situaciones en el interior del país, debemos reflexionar con que no es una cuestión sólo de territorialidad sino de alianzas que no hemos podido desarticular desde el regreso de la democracia.
APU: Con respecto a la estigmatización que sufren los barrios más humildes por parte los grandes medios de comunicación ¿Cómo un periodista puede resolver este problema? ¿Hay algunas ideas respecto a posibles soluciones?
BT: Principalmente teniendo como voz protagonista a los vecinos y familiares y al entorno cercano de todos aquellos que sufrieron violencia institucional. Para que sea contado en primera persona y no mediatizado a través de otras fuentes que conllevan prejuicios y estigmatizaciones. Después, si bien hay que respetar determinadas líneas editoriales hay que empezar a hacer una crítica de estas situaciones y tener el desafío de ver más allá y poder ver a la persona.

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