José Guillermo Capdevila, ex director de Asuntos Jurídicos del Ministerio de
Economía.
Cuando habló ante el fiscal, Capdevila dio un testimonio favorable al
vicepresidente Boudou en la causa. El juez Casanello decidió que, cuando regrese
al país, se lo incluya en el programa de protección de testigos.
Por Raúl Kollmann
La salida del país de José Guillermo Capdevila, ex director de Asuntos Jurídicos
del Ministerio de Economía, produjo ayer una asombrosa cobertura mediática. El
ex funcionario manifestó estar amenazado y dijo que su vida corre peligro por su
declaración en la causa Ciccone. En verdad, Capdevila fue un testigo favorable
al vicepresidente Amado Boudou, ya que dijo en su momento que ningún funcionario
le pidió que dictamine en un sentido u otro y, además, que lo que firmó Boudou
coincidía con lo que él sugirió. Ayer, en declaraciones radiales, trató de
torcer –aunque levemente– su declaración original en la causa, sosteniendo que
Boudou no le había hecho caso. Su denuncia por amenazas también es curiosa:
nunca la hizo en la policía ni ante el juez, no dijo a qué hora ocurrió, sostuvo
vagamente que fue en las inmediaciones del Rosedal. Tuvo nitidez para decir que
allí no hay cámaras, pero al mismo tiempo no pudo describir ni la ropa ni
ninguna característica de las dos personas que le dijeron “declare bien doctor”.
El juez Sebastián Casanello le pidió a Migraciones que cuando regrese al país le
advierta a Seguridad que active el programa de protección de testigos.
Capdevila salió hacia Uruguay el lunes y ayer habló en varias radios. “Prefiero
ser un exiliado en democracia antes que un Jorge Julio López”, dramatizó –en
referencia al testigo desaparecido del juicio por violación a los derechos
humanos contra el represor Miguel Etchecolatz–. “No sirve un testigo muerto”,
agregó Capdevila, quien sostuvo que “en su momento ya declaré y lo volveré a
hacer, cuando estén dadas las condiciones.”
En realidad, el ex funcionario se presentó ante el fiscal Carlos Rívolo el 19 de
marzo de 2012 y su declaración estuvo claramente en línea con lo que viene
sosteniendo Boudou. Por ejemplo, le preguntó Rívolo si para hacer el dictamen
sobre el caso Ciccone recibió instrucciones. “No. La consulta fue respondida en
base a lo que las leyes indican para cada caso, de acuerdo a mi competencia”,
contestó Capdevila. Y cuando el fiscal preguntó sobre el contenido del dictamen,
Capdevila sostuvo que “lo que se dice allí (el dictamen) es que de acuerdo a las
normas aplicables, lo consultado era de exclusiva responsabilidad de la AFIP”.
En otras palabras lo que finalmente respondió Boudou: que otorgarle un plan de
facilidades a Ciccone para que pague su deuda impositiva era una decisión que
debía tomar el organismo recaudador. “No obstante lo cual –agregó Capdevila–,
dada la importancia de la empresa y los puestos de trabajo estaba dentro de las
facultades del ministro contestar lo que contestó.” Es decir que, ante el fiscal
Rívolo, avaló en un ciento por ciento lo firmado en su momento por Boudou. En
esa óptica, no era un testigo adverso al ahora vicepresidente ni éste tenía
razón alguna para tenerlo como adversario. Es más, en el dictamen firmado por
Boudou, Capdevila puso sus iniciales, algo que reconoció ante el fiscal.
Más curiosa es la historia de la amenaza. Capdevila afirma que ocurrió el 30 de
abril, por la noche, en las inmediaciones del Rosedal. En Comodoro Py dicen que
no tienen antecedentes de una denuncia tan imprecisa: no señala la hora ni el
lugar ni cómo eran o estaban vestidos los dos individuos que le dijeron que
declarara bien. O sea ninguna forma de identificar a nadie en cámaras de
seguridad, al punto que el juez Casanello tuvo que pedir que le trajeran
imágenes de todas las cámaras del Rosedal o a 300 metros a la redonda y en un
horario que abarca casi doce horas.
Capdevila no hizo la denuncia ni en la policía ni ante el juez Ariel Lijo que
instruye la causa Ciccone. Tardó ocho días en ir a un escribano para describir
lo poco que describió. Luego vino la denuncia mediática y, cuando el fiscal
Jorge Di Lello llevó el caso a la Justicia, tampoco se presentó. Recién el lunes
a última hora envió el texto redactado ante escribano y dijo que se iba del país
por falta de garantías. Casanello decidió ayer que cuando vuelva a la Argentina
se active el programa de protección a testigos.
“En el ámbito judicial”
En sus habituales declaraciones matutinas, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich,
consideró que el sistema judicial otorga a los testigos la posibilidad de
utilizar la estrategia de “testigo de identidad reservada” o “testigo protegido”
si “una cuestión afecta su seguridad”, al ser consultado sobre las denuncias del
ex funcionario de Economía José Guillermo Capdevila, testigo en la causa Ciccone,
quien dejó el país tras alegar haber sido amenazado. “Si tenía una afectación
podría haberlo hecho en el ámbito judicial”, dijo el jefe de los ministros en
alusión a la denuncia de Capdevila, sólo realizada mediante un escrito ante
escribano.
22/05/14 Página|12
jueves, 22 de mayo de 2014
La batalla por el sentido Otro 25 de Mayo en disputa: redoblar o volver atrás
El kirchnerismo devolvió el término "revolución". Es la síntesis de un cambio de
época que ya no podrá volver atrás.
Por Demetrio Iramain
El 25 de Mayo es una fecha con profundo contenido simbólico. No es una marca más en el calendario de feriados. Alude a una ruptura, a un punto de inflexión en la historia. Sin embargo, como casi todo en las sociedades de conflicto, su sentido siempre está en tensión. A un lado y a otro disputan por sus implicancias, sus alusiones, su mensaje histórico y, especialmente, su proyección sobre el presente.
El domingo, algunos marcharán a Plaza de Mayo para recordar el 25 de mayo de 2003, cuando Néstor Kirchner refundó el país y los argentinos comenzamos a transitar un camino hasta entonces inexplorado e inesperado: el de la integración regional, en la búsqueda y la construcción –esta vez sí– de la Patria Grande latinoamericana, viejo sueño de los próceres de la independencia y que quedó suspendido durante dos siglos. Otros, aprovecharán esa fecha que mantuvieron cautiva las élites culturales, económicas y políticas de este país, para volver a reclamar "concordia", que disfrazan de "trato judicial igualitario en las causas por la represión", como tituló el diario La Nación algunos días atrás. Se entiende: para los genocidas, guardianes del viejo orden del hambre y la exclusión, la "pacificación", el "encuentro", la "paz social", consisten en la impunidad de sus crímenes.
Cuando la Argentina celebró el Bicentenario de aquel 25 de Mayo, cuatro años atrás, el gobierno que organizó desde la cima del Estado el festejo recuperó para la memoria histórica el término "revolución". Doscientos años de la "Revolución de Mayo", enfatizó la Unidad Presidencial que previó hasta el detalle los actos; no del "25 de Mayo". Le puso apellido a una fecha que las clases dominantes habían condenado a la orfandad y el anonimato. Sólo si quedara huérfana de sentido histórico, esa marca en rojo en el calendario podrá ser apropiada por los dueños del dinero y del dispositivo cultural que se organiza para justificar sus posesiones y bienes.
Llamar "Revolución de Mayo" a la angelical escena que Billiken reduce a paraguas y escarapelas es una clara manera de tomar partido en la historia, de mirarla de frente y ponerle una carga cierta, pero resistida durante décadas por quienes vieron en aquel hecho formidable de nuestra historia apenas un accidente menor, una prolongación bajo otras formas de la vieja dominación colonial.
La derecha siempre vio continuidades donde otros quisieron profundizar las rupturas. Aún sigue siendo así. La continuidad es para ella la supervivencia de su dominación de clase. La persistencia del capital y el dinero. Esas clases dominantes detestan las teorías de la Historia. No desconocen su importancia; de ahí su reparo. Allí están sus crímenes y sus miserias, que vuelven histórico y terrenal un dominio que quisieran presentar naturalizado e intrínseco al mundo, propio de la condición humana. Como ya hicieron con el 24 de Marzo y el 20 de Noviembre, reducen la reivindicación desde el Estado a los 200 años del Congreso de los Pueblos Libres a "el kirchnerismo busca un feriado más".
La toma de conciencia de los hechos históricos por las clases medias y bajas que crecen paulatinamente en organización dará más temprano que nunca en mejores perspectivas para las futuras luchas populares. Si esto, además, no se reduce a un saber académico, ni se hace en el aula solamente sino también (y esencialmente) al fragor de las luchas y al amparo del Estado, estamos ante una experiencia que podrá resultar de envergadura, por su proyección.
¿Se acuerdan? Un 25 de Mayo, pero del año 2001, la hija de Hebe de Bonafini, María Alejandra, fue torturada en su casa de La Plata. La derecha en su apogeo represivo daba un claro mensaje: el 25 de Mayo es nuestro. Los destinatarios eran Hebe, las Madres y todo el campo popular que por entonces redoblaba sus luchas contra el neoliberalismo. Ni el juez ni el fiscal encontraron a los culpables, que no buscaron en la Bonaerense ni la gobernación de Ruckauf. La nefasta década del '90, que en nuestro país había comenzado en 1975 y se extendía hasta mucho después de Menem, comenzaba a emprender la retirada. Pero no se iba sola. Arrastraba consigo cientos de miles cuerpos, muertos de hambre, atraso y también de balas del Estado represor. Trece años después, el sentido es claramente otro. "Once años de Revolución" es la consigna de quienes llaman a movilizar a la Plaza el próximo domingo en defensa de los logros del gobierno.
Nadie lo sabía por entonces, pero aquel cruel 25 de Mayo de 2001 estaba inaugurando una saga represiva que llegaría a su pico el 20 de diciembre y culminaría el 26 de junio de 2002, en el Puente Pueyrredón. Lo que sucedió a partir del 25 de Mayo de 2003 es la superación dialéctica de ese sótano histórico en el que los argentinos estuvimos durante 30 años: la trabajosa construcción del proyecto nacional y popular, ajeno a la sempiterna hegemonía imperial estadounidense.
Ese ciclo abierto hace once años aún está desarrollándose. Hay muchos interesados en clausurarlo abruptamente. Los más buenos entre ellos conceden su final hasta el 10 de diciembre de 2015. Se equivocan, sin embargo: uno de los activos del período es el rol preponderante de los jóvenes. No los desespera su participación política, sino su influencia en la toma de decisiones en áreas estatales clave. De la conciencia "para sí" del ser joven, recelan. La juventud no garantiza per se una revolución, pero ninguna revolución verdadera carece de ella. Y ese condimento está asegurado. Es una marca registrada del período. No hay "década ganada" sin juventud, sin militancia, sin su ingreso torrentoso en la política, sin el edificante interés por la historia. Kirchnerismo, juventud y política se habitan uno en el otro. No puede haber uno sin los otros dos.
Quienes buscan un techito donde guarecerse por si sobreviniera la retirada, vuelven a quedar a destiempo de tan temprano que quisieron llegar. El kirchnerismo excede el sentido de la oportunidad. Su ética demanda ser orgánico. Sus límites comprenden una decisión moral: en las difíciles, no salvarse solo. Contra el imposibilismo, el odio de clase, la cobardía de quienes piden perdón por las osadías de todos estos años, existe una única respuesta: redoblar. Con inteligencia, pero redoblar. Es una lección histórica, la síntesis de un cambio de época que ya no podrá volver atrás.
Infonews
Por Demetrio Iramain
El 25 de Mayo es una fecha con profundo contenido simbólico. No es una marca más en el calendario de feriados. Alude a una ruptura, a un punto de inflexión en la historia. Sin embargo, como casi todo en las sociedades de conflicto, su sentido siempre está en tensión. A un lado y a otro disputan por sus implicancias, sus alusiones, su mensaje histórico y, especialmente, su proyección sobre el presente.
El domingo, algunos marcharán a Plaza de Mayo para recordar el 25 de mayo de 2003, cuando Néstor Kirchner refundó el país y los argentinos comenzamos a transitar un camino hasta entonces inexplorado e inesperado: el de la integración regional, en la búsqueda y la construcción –esta vez sí– de la Patria Grande latinoamericana, viejo sueño de los próceres de la independencia y que quedó suspendido durante dos siglos. Otros, aprovecharán esa fecha que mantuvieron cautiva las élites culturales, económicas y políticas de este país, para volver a reclamar "concordia", que disfrazan de "trato judicial igualitario en las causas por la represión", como tituló el diario La Nación algunos días atrás. Se entiende: para los genocidas, guardianes del viejo orden del hambre y la exclusión, la "pacificación", el "encuentro", la "paz social", consisten en la impunidad de sus crímenes.
Cuando la Argentina celebró el Bicentenario de aquel 25 de Mayo, cuatro años atrás, el gobierno que organizó desde la cima del Estado el festejo recuperó para la memoria histórica el término "revolución". Doscientos años de la "Revolución de Mayo", enfatizó la Unidad Presidencial que previó hasta el detalle los actos; no del "25 de Mayo". Le puso apellido a una fecha que las clases dominantes habían condenado a la orfandad y el anonimato. Sólo si quedara huérfana de sentido histórico, esa marca en rojo en el calendario podrá ser apropiada por los dueños del dinero y del dispositivo cultural que se organiza para justificar sus posesiones y bienes.
Llamar "Revolución de Mayo" a la angelical escena que Billiken reduce a paraguas y escarapelas es una clara manera de tomar partido en la historia, de mirarla de frente y ponerle una carga cierta, pero resistida durante décadas por quienes vieron en aquel hecho formidable de nuestra historia apenas un accidente menor, una prolongación bajo otras formas de la vieja dominación colonial.
La derecha siempre vio continuidades donde otros quisieron profundizar las rupturas. Aún sigue siendo así. La continuidad es para ella la supervivencia de su dominación de clase. La persistencia del capital y el dinero. Esas clases dominantes detestan las teorías de la Historia. No desconocen su importancia; de ahí su reparo. Allí están sus crímenes y sus miserias, que vuelven histórico y terrenal un dominio que quisieran presentar naturalizado e intrínseco al mundo, propio de la condición humana. Como ya hicieron con el 24 de Marzo y el 20 de Noviembre, reducen la reivindicación desde el Estado a los 200 años del Congreso de los Pueblos Libres a "el kirchnerismo busca un feriado más".
La toma de conciencia de los hechos históricos por las clases medias y bajas que crecen paulatinamente en organización dará más temprano que nunca en mejores perspectivas para las futuras luchas populares. Si esto, además, no se reduce a un saber académico, ni se hace en el aula solamente sino también (y esencialmente) al fragor de las luchas y al amparo del Estado, estamos ante una experiencia que podrá resultar de envergadura, por su proyección.
¿Se acuerdan? Un 25 de Mayo, pero del año 2001, la hija de Hebe de Bonafini, María Alejandra, fue torturada en su casa de La Plata. La derecha en su apogeo represivo daba un claro mensaje: el 25 de Mayo es nuestro. Los destinatarios eran Hebe, las Madres y todo el campo popular que por entonces redoblaba sus luchas contra el neoliberalismo. Ni el juez ni el fiscal encontraron a los culpables, que no buscaron en la Bonaerense ni la gobernación de Ruckauf. La nefasta década del '90, que en nuestro país había comenzado en 1975 y se extendía hasta mucho después de Menem, comenzaba a emprender la retirada. Pero no se iba sola. Arrastraba consigo cientos de miles cuerpos, muertos de hambre, atraso y también de balas del Estado represor. Trece años después, el sentido es claramente otro. "Once años de Revolución" es la consigna de quienes llaman a movilizar a la Plaza el próximo domingo en defensa de los logros del gobierno.
Nadie lo sabía por entonces, pero aquel cruel 25 de Mayo de 2001 estaba inaugurando una saga represiva que llegaría a su pico el 20 de diciembre y culminaría el 26 de junio de 2002, en el Puente Pueyrredón. Lo que sucedió a partir del 25 de Mayo de 2003 es la superación dialéctica de ese sótano histórico en el que los argentinos estuvimos durante 30 años: la trabajosa construcción del proyecto nacional y popular, ajeno a la sempiterna hegemonía imperial estadounidense.
Ese ciclo abierto hace once años aún está desarrollándose. Hay muchos interesados en clausurarlo abruptamente. Los más buenos entre ellos conceden su final hasta el 10 de diciembre de 2015. Se equivocan, sin embargo: uno de los activos del período es el rol preponderante de los jóvenes. No los desespera su participación política, sino su influencia en la toma de decisiones en áreas estatales clave. De la conciencia "para sí" del ser joven, recelan. La juventud no garantiza per se una revolución, pero ninguna revolución verdadera carece de ella. Y ese condimento está asegurado. Es una marca registrada del período. No hay "década ganada" sin juventud, sin militancia, sin su ingreso torrentoso en la política, sin el edificante interés por la historia. Kirchnerismo, juventud y política se habitan uno en el otro. No puede haber uno sin los otros dos.
Quienes buscan un techito donde guarecerse por si sobreviniera la retirada, vuelven a quedar a destiempo de tan temprano que quisieron llegar. El kirchnerismo excede el sentido de la oportunidad. Su ética demanda ser orgánico. Sus límites comprenden una decisión moral: en las difíciles, no salvarse solo. Contra el imposibilismo, el odio de clase, la cobardía de quienes piden perdón por las osadías de todos estos años, existe una única respuesta: redoblar. Con inteligencia, pero redoblar. Es una lección histórica, la síntesis de un cambio de época que ya no podrá volver atrás.
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A 55 años de su muerte Raúl Scalabrini Ortiz o el malestar en la cultura
Hay variadas maneras de sumarse a proyectos colectivos, pero quizás la única
duradera es la de anteponer fidelidad a uno mismo. De esa madera estaba tallado
Raùl Scalabrini Ortiz, por eso fue feroz cuando
correspondía y supo callarse cuando convenía. Por eso también es un rara avis de
nuestra cultura, que molesta y aguijonea cuando la historia llama.
Por Hugo Biondi
Pedro Scalabrini nació en Italia un 21 de diciembre de 1848. Llegó a la Argentina a los 19 años, junto a gran cantidad de compatriotas que veían en nuestro país una especie de paraíso futuro.
Pedro pertenecía a una familia de vieja estirpe europea, con cultura burguesa, pero prefirió instalarse en la mítica Pampa Húmeda, más bien lejos de la ambiciosa Buenos Aires. Le gustó la provincia de Entre Ríos donde, entre 1868 y 1870, se desempeñó como profesor de Historia en el colegio Paraná.
Buscando datos de la historiografía de Entre Ríos para incluir en su cátedra, conoció a la familia Ortiz, de gran raigambre lugareña. El Profesor italiano se enamoró perdidamente de una joven de esa familia, Ernestina, quien colaboraba intensamente en su búsqueda de material entrerriano. Pronto se casaron en la propia ciudad de Paraná, y pronto también se mudaron a la provincia de Corrientes, donde Pedro emprendería trabajos de investigación paleontológica, quizás su verdadero sueño. Tiempo más tarde, el sabio Lujanenese Florentino Ameghino le publicó en 1883 un Estudio suyo titulado “Mamíferos fósiles del piso Mesopotámico”, y lo llenó de elogios. Pero el hombre seguía en la búsqueda y se recibió de Profesor de Filosofía. Entre tantas formaciones forjó un espíritu riguroso, disciplinado, severo cuando era preciso. Y siempre atento a la verdad, mas allá de si respondía o no a sus valores o valoraciones previas.
Allí, en Corrientes, el 14 de febrero de 1898 nació su primer hijo, Raúl, sin dudas un continuador de sus inquietudes. Su primogénito, sería un alumno ejemplar. Raúl agregaría a aquellos valores heredados fuertes compromisos polìtico-ideològicos, gran interés por la Literatura y aptitud para los deportes, particularmente por el boxeo, actividad que llegó a practicar de manera semiprofesional representado a la Universidad de Ciencias Exactas, donde estudiaba la carrera de Ingeniero Agrónomo desde 1919. La Literatura era su norte, por eso en 1923 se vinculó al Grupo Florida (que por entonces rivalizaba en estilo y objetivos con el Grupo Boedo) donde conoció a Jorge Luis Borges, Eduardo Mallea y a Macedonio Fernández, su mentor y guía. Aquel viejo Maestro de una generación inquieta y decidida a cortar lazos e influencias del pasado, fue quien lo inicito a escribir su libro más emblemático, donde el hombre de Corrientes y Esmeralda resume y absorbe el “espíritu de una tierra” que está buscando su identidad.
En 1919 publicó una serie de cuentos breves al que tituló “La Manga”, que si bien no constituyen textos de trascendencia, se observan varios de los tópicos que serán un sino en su vida posterior.
En el año 1924 visitó París, ciudad a la que admiraba como todos los intelectuales latinoamericanos de la época, pero que también le permitirá in situ observar que las diferencias en la calidad de vida de uno y otro país son necesariamente interdependientes, que para que a uno le sobre al otro le debe faltar. A su regreso, cargado de una especie de pesimismo militante emprendió una serie de viajes por el interior del país, y corroboró su percepción al ver en directo la explotación del trabajador por parte de las oligarquías lugareñas, sector funcional a aquellos suprapoderes.
Por eso tomó inmediato contacto con una agrupación nacionalista que publicaba La Nueva República, cuyos referentes eran Ernesto Palacio y a los hermanos Irazusta. El vínculo duró poco, pues consideró que allí se anidaba una perspectiva elitista y sectaria. Y esto también lo consideraba funcional.
Raúl Scalabrini Ortiz no lograba identificarse con ningún grupo ideológico, y mucho menos con algún Partido Político. Se sentía más o menos cerca del Radicalismo, pero no tenía sin embargo demasiada simpatía por su caudillo popular, Don Hipólito Yrigoyen, a quien criticaba severamente en varios de sus artículos periodísticos. Luego del golpe de estado del 6 de septiembre de 1930 revisó su posición (un ejercicio que nada le costaba, porque su búsqueda era la Verdad, no la comodidad), se percató de inmediato sobre el carácter reaccionario de las fuerzas que se habían confabulado contra el líder radical. Su actitud fue la de renunciar a la redacción del diario La Nación, medio al que observaba como difusor estructural de la asonada y viró sus dardos críticos hacia la dictadura desde Noticias Gráficas. Ganaría la mitad del sueldo y lo leerían la mitad de personas, pero sentiría el doble de satisfacción y mantendría su coherencia, principio innegociable.
Implacable, original y siempre muy documentado, sus notas pronto le traerían exilio y persecución.
Una fracción de si mismo
Estamos en los albores de la Década Infame, período en el que Scalabrini será un protagonista insoslayable. En 1932 comenzó el estudio de los problemas económicos del país, y cuando más los conoció más se le hizo evidente la mentira de la oligarquía, instaurada a través del control del aparato educacional y cultural, es decir, la quintaesencia de FORJA, futura y emblemática agrupación que ayudó a fundar.Luego de denunciar en un estudio detallado el pacto Roca – Runciman, participó en el levantamiento radical de 1933 que le valió su detención. Fue conducido detenido a la Isla Martín García, y debió optar entre el exilio o la prisión de Ushuaia. Él analizaba templadamente la cruel disyuntiva, pero su compañera Mercedes Comaleras, presentada por su hermano Juan dos años antes, fue contundente: Nos vamos, le dijo.
Se casaron el 23 de enero de 1934, y como aún era prisionero de la Dictadura, debió concurrir al Registro Civil esposado y en compañía de la policía.
El diario Crítica, cuyo particular dueño acababa de romper relaciones con los golpistas luego de haber sido su brazo comunicacional, reflejó este curioso hecho como “un acto de dignidad, y hasta heroico”, pero para Scalabrini fue una simple anécdota personal, a lo sumo un símbolo de época.
El primer destino de su exilio fue Italia donde permaneció por corto tiempo, para luego dirigirse a Alemania. En este país publicó una serie de artículos, que luego aparecieron en Argentina en La Gaceta del Sur y conformaron el libro “Política británica en el Río de la Plata”. Pero también escribió notas que eran elogiosamente comentadas, y que se publicaron en Múnich, Paris, Roma y Madrid, bajo la denominación general de “La tragedia argentina”. Su libro “El Hombre que está solo y espera” que ya tenía cierta repercusión en los ámbitos académicos de Europa, cobró a partir de esos artículos una proyección extraordinaria...
A su regreso, fines de 1934, fue colaborador permanente de la revista El Hogar, donde había comenzado a desarrollar ese costado metafísico que campea en “El Hombre….., y en 1935 comenzó a colaborar con el semanario Señales, desde donde cuestionó con mas énfasis y con un extraordinario rigor documental el sistema entreguista que dominaba el país y empobrecía a la mayoría del pueblo argentino.
En la escueta redacción de Señales conoció a Arturo Jauretche, con quien no solo compartió ideas políticas sino, quizás fundamentalmente, turbaciones espirituales. Solían mantener extensas charlas más o menos recurrentes sobre la angustia existencial, la trascendencia anímica o el inevitable escepticismo filosófico que los invadía. No existen testimonios escritos al respecto, pero si un recuerdo claro de sus herederos. Una de esas noches Scalabrini sorprendió a su interlocutor: Voy a fundar un diario, le dijo. ¿Y quien lo va a financiar? preguntó lógico y algo inquieto Don Arturo. Yo. Voy a sacar un crédito hipotecario.
El diario, su diario, Reconquista duró apenas 41 días, pero dejó dos huellas indelebles: A) Un nuevo modo de concebir al periodismo, porque desacralizó la mentada objetividad y documentó con minuciosidad cada información, y B) Dejó a la familia Scalabrini Ortiz, ya con dos hijos, en ruinas y sin hogar.
Para la historia de la comunicación argentina, aquella premonitoria y lúcida Editorial del primer número de Reconquista aparecido el 15 de noviembre de 1939, también deberá significar una huella indeleble. La leemos en su párrafo inicial:
“La prensa argentina es actualmente el arma más eficaz de la dominación británica. Es un arma traidora como el estilete, que hiere sin dejar huella. Un libro permanece, está en su anaquel para que lo confrontemos y ratifiquemos o denunciemos sus afirmaciones. El diario pasa. Tienen una vida efímera. Pronto se transforma en mantel o en envoltorio, pero en el espíritu desprevenido del lector va dejando un sedimento cotidiano en que se asientan, forzosamente las opiniones. Las creencias que el diario difunde son irrebatibles, porque el testimonio desparece”.
75 años han transcurrido desde entoncs...
Estoy de acuerdo….pero me opongo
Se había quedado sin casa, sin dinero y sin diario. Se apuró a terminar su libro Política británica en el Río de la Plata, con la esperanza de que le generara algún ingreso. Ningún diario realizó crítica alguna, y la venta se circunscribió al círculo de amigos y un par de Instituciones donde había disertado. Ante situaciones como estas Scalabrini recordaba a su padre; recordaba el ejemplo de su propia vida, porque no se atuvo a los dictados del destino sino que supo forjárselo. Y en tierras lejanas.
Al poco tiempo apareció el primer tomo de su Historia de los ferrocarriles argentinos, un impresionante recorrido desde los orígenes hasta aquel presente, subrayando lo estratégico de su trazado y con el bonus de una propuesta: Nacionalizarlos.
Si el contexto internacional confluía a tal efecto (Europa estaba en guerra) la coyuntura argentina no le era aún favorable ya que desde 1938 la presidencia de la Nación estaba a cargo del doctor Roberto Ortiz, abogado de las compañías inglesas.
Historia de los ferrocarriles argentinos pasó con más penas que gloria. Transitó tres años colaborando en algunas revistas y elaborando nuevos proyectos e investigaciones siempre relacionados con la recuperación de nuestro patrimonio. Pero faltaba plata……los ingresos eran escasos cuando no nulos. Es entonces cuando luego de charlarlo (como siempre, como casi todo) con Mercedes decide ofrecer su fuerza de trabajo a través de un recurso reciente, el aviso clasificado. Le costó menos redactarlo que llevarlo a que lo publiquen; vaya a saber qué vicisitudes, qué imágenes mentales se asomarían por la cabeza de ese hombre acorralado. La cuestión es que el 13 de enero de 1942 podía leerse en el diario La Prensa:
"Caballero argentino, casado, de 44 años, con amplias relaciones, estudios universitarios, técnicos, una vasta cultura general, científica, literaria y filosófica, con experiencia general y profunda de nuestro ambiente económico y político, ex redactor de los principales diarios, autor de varios libros premiados y de investigaciones, aceptaría dirección, administración o consulta de empresa argentina, en planta o en proyecto, en los órdenes industria, comercial o agrario. Dirigirse a Raúl Scalabrini Ortiz, Calle Vergara 1355, Vicente López".
Esta iniciativa le generó algún trabajo, sobre todo en el interior del país, aunque su espíritu militante seguía con atención los cambios que se estaban produciendo a nivel político.
El grupo FORJA recibió con expectativas favorables el golpe del 4 de junio de 1943, no así Scalabrini Ortiz, quien desconfiaba de las etiquetas militares.
Pero fiel a su mandato interno, estaba dispuesto a modificar su posición, el prejuicio era un desvalor. El 10 de junio de 1944 concurrió a una conferencia del Coronel Perón, entonces Secretario de Trabajo y Previsión, en La Plata, quien condenó al capital extranjero y defendió el desarrollo de la industria nacional.
Luego de la exposición, Scalabrini le comentó a Perón sobre la necesidad de nacionalizar los ferrocarriles, y sintió (porque a pesar de que su formación era estructuralmente racional le daba un lugar central a la intuición) que ése hombre no mentía.
En su recorrida por el interior del país, en los años 1944 y 1945, pudo apreciar el cambio social que se puso en marcha con la política desarrollada por Perón, las leyes laborales se comenzaron a cumplir y los siempre olvidados comenzaron a ser escuchados. “Me parece que algo está cambiando Mecha”, le dijo a su leal compañera.
Presenció maravillado el 17 de octubre de 1945 al que definió como el subsuelo de la patria sublevado. En efecto, algo estaba cambiando.
Con la asunción de Perón, Scalabrini Ortiz bregó incansablemente por la nacionalización de los ferrocarriles hasta que el 13 de febrero de 1947, el gobierno nacional implementó esa histórica medida.
La política del gobierno peronista además de recuperar la soberanía sobre la riqueza nacional también provocó una notoria mejoría de la situación de los más necesitados, por lo que Raúl Scalabrini Ortiz apoyó al gobierno popular sin medias tintas.Transcurrido un tiempo (para él prudencial) comenzó a alertar que aún importantes sectores económicos continuaban en manos extranjeras y que la oligarquía ganadera se encontraba agazapada esperando el momento para reaccionar.
La relación con el gobierno, y con Perón, se fue enfriando, y tanto él como Arturo Jauretche no encontraron un lugar adecuado para insertarse y colaborar. En el fatídico septiembre del ’55, estaban ambos virtualmente retirados de la actividad política, porque preferían no realizar ninguna crítica que pudiera perjudicar al gobierno. La idiotez utilitaria es solo para egocéntricos o fabuladores.
Atravesó este período escribiendo algunos artículos periodísticos, investigando sobre temas que siempre lo inquietaban y delimitando superficies, midiendo áreas y rectificando límites. No le sobraba nada, pero veía a sus cinco hijos crecer con lo necesario. Y en un país que se acercaba bastante a su sueño.
Final de partida
Tras el golpe de estado que derrocó al gobierno popular, los amigos principistas volvieron al barro del debate y el señalamiento. Scalabrini se encontró en una esquina del centro con su amigo Leopoldo Marechal, luego del golpe y le dijo: “Hay que empezar a hacer todo de nuevo. Todo otra vez...”.
Se sumó al staff de la revista “El Líder”, editada soterradamente por la CGT, y cofundò otra, “El Federalista”, desde donde lanzó dardos contra el gobierno golpista y sus esbirros con el mismo rigor y la misma fuerza de siempre.
En 1956 se entrevistó con Rogelio Frigerio quien le ofreció las páginas de la revista “Que” para difundir su ideal. Desde esa tribuna siguió cuestionando la política colonial.A principios de 1958 el Juan Domingo Perón le envió un ejemplar de su nuevo libro Los Vendepatrias, donde transcribe algunos artículos de Scalabrini publicados en la revista Qué. El libro iba acompañado por una carta que decía:
“A usted le cabe el honor de ser el precursor, el formador de una promoción que alimentó la Revolución Nacional (...) Pienso que nadie como usted sería más eficaz, para propiciar y encabezar un movimiento que tienda a aunar las inquietudes de liberación de los intelectuales que no desertan del hombre y de la tierra argentina”.
Participó en las elecciones a convencionales constituyentes cuando se debatía sobre votar a la UCRI (tal su postura) o en Blanco (como en principio mandaba Perón). Luego apoyó, con sus matices claro, al gobierno del Doctor Frondizi, pero las diferencias estallaron cuando se conocieron las cláusulas de los Contratos Petroleros con participación del capital extranjero.
Su último aporte público será en ese sentido. En un artículo en la revista Que propuso aplicar al petróleo las mismas políticas que la desarrollada por Perón con los ferrocarriles.
Era así nomás…..había que empezar todo de nuevo.Pero el hombre ya estaba jaqueado por un tumor, y Frondizi no era Perón. Otra vez decide retirarse en silencio, porque vuelve a observar que la crítica desatendida de la realidad inmediata solo le hace el juego a los poderosos de siempre.El postrero escenario político y económico que se presenta acompañando el avance atroz del cáncer que padece, es desalentador. Frondizi anuncia la adhesión de la Argentina al FMI, le tiende una alfombra financiera a los especuladores de Wall Street y decreta el Plan Conintes.
Lo imaginamos por eso derruido en su cama final, en aquella casona de la calle Alberdi al 1100 de Olivos. De la mano de Mecha, su devota compañera, su cable a tierra, su amada. Y bajo la atenta mirada de sus cinco hijos, jurándose continuidad, sin renunciamientos.
El 30 de mayo de 1959 Raúl Scalabrini Ortiz dejó este mundo, que tanto le dolió.
*Periodista, Escritor y Docente. Autor del libro “Sin Renunciamientos” - El cine según Leonardo Favio-
hugobiondi@hotmail.com.ar
Revista La Tecl@ Eñe http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene
Por Hugo Biondi
Pedro Scalabrini nació en Italia un 21 de diciembre de 1848. Llegó a la Argentina a los 19 años, junto a gran cantidad de compatriotas que veían en nuestro país una especie de paraíso futuro.
Pedro pertenecía a una familia de vieja estirpe europea, con cultura burguesa, pero prefirió instalarse en la mítica Pampa Húmeda, más bien lejos de la ambiciosa Buenos Aires. Le gustó la provincia de Entre Ríos donde, entre 1868 y 1870, se desempeñó como profesor de Historia en el colegio Paraná.
Buscando datos de la historiografía de Entre Ríos para incluir en su cátedra, conoció a la familia Ortiz, de gran raigambre lugareña. El Profesor italiano se enamoró perdidamente de una joven de esa familia, Ernestina, quien colaboraba intensamente en su búsqueda de material entrerriano. Pronto se casaron en la propia ciudad de Paraná, y pronto también se mudaron a la provincia de Corrientes, donde Pedro emprendería trabajos de investigación paleontológica, quizás su verdadero sueño. Tiempo más tarde, el sabio Lujanenese Florentino Ameghino le publicó en 1883 un Estudio suyo titulado “Mamíferos fósiles del piso Mesopotámico”, y lo llenó de elogios. Pero el hombre seguía en la búsqueda y se recibió de Profesor de Filosofía. Entre tantas formaciones forjó un espíritu riguroso, disciplinado, severo cuando era preciso. Y siempre atento a la verdad, mas allá de si respondía o no a sus valores o valoraciones previas.
Allí, en Corrientes, el 14 de febrero de 1898 nació su primer hijo, Raúl, sin dudas un continuador de sus inquietudes. Su primogénito, sería un alumno ejemplar. Raúl agregaría a aquellos valores heredados fuertes compromisos polìtico-ideològicos, gran interés por la Literatura y aptitud para los deportes, particularmente por el boxeo, actividad que llegó a practicar de manera semiprofesional representado a la Universidad de Ciencias Exactas, donde estudiaba la carrera de Ingeniero Agrónomo desde 1919. La Literatura era su norte, por eso en 1923 se vinculó al Grupo Florida (que por entonces rivalizaba en estilo y objetivos con el Grupo Boedo) donde conoció a Jorge Luis Borges, Eduardo Mallea y a Macedonio Fernández, su mentor y guía. Aquel viejo Maestro de una generación inquieta y decidida a cortar lazos e influencias del pasado, fue quien lo inicito a escribir su libro más emblemático, donde el hombre de Corrientes y Esmeralda resume y absorbe el “espíritu de una tierra” que está buscando su identidad.
En 1919 publicó una serie de cuentos breves al que tituló “La Manga”, que si bien no constituyen textos de trascendencia, se observan varios de los tópicos que serán un sino en su vida posterior.
En el año 1924 visitó París, ciudad a la que admiraba como todos los intelectuales latinoamericanos de la época, pero que también le permitirá in situ observar que las diferencias en la calidad de vida de uno y otro país son necesariamente interdependientes, que para que a uno le sobre al otro le debe faltar. A su regreso, cargado de una especie de pesimismo militante emprendió una serie de viajes por el interior del país, y corroboró su percepción al ver en directo la explotación del trabajador por parte de las oligarquías lugareñas, sector funcional a aquellos suprapoderes.
Por eso tomó inmediato contacto con una agrupación nacionalista que publicaba La Nueva República, cuyos referentes eran Ernesto Palacio y a los hermanos Irazusta. El vínculo duró poco, pues consideró que allí se anidaba una perspectiva elitista y sectaria. Y esto también lo consideraba funcional.
Raúl Scalabrini Ortiz no lograba identificarse con ningún grupo ideológico, y mucho menos con algún Partido Político. Se sentía más o menos cerca del Radicalismo, pero no tenía sin embargo demasiada simpatía por su caudillo popular, Don Hipólito Yrigoyen, a quien criticaba severamente en varios de sus artículos periodísticos. Luego del golpe de estado del 6 de septiembre de 1930 revisó su posición (un ejercicio que nada le costaba, porque su búsqueda era la Verdad, no la comodidad), se percató de inmediato sobre el carácter reaccionario de las fuerzas que se habían confabulado contra el líder radical. Su actitud fue la de renunciar a la redacción del diario La Nación, medio al que observaba como difusor estructural de la asonada y viró sus dardos críticos hacia la dictadura desde Noticias Gráficas. Ganaría la mitad del sueldo y lo leerían la mitad de personas, pero sentiría el doble de satisfacción y mantendría su coherencia, principio innegociable.
Implacable, original y siempre muy documentado, sus notas pronto le traerían exilio y persecución.
Una fracción de si mismo
Estamos en los albores de la Década Infame, período en el que Scalabrini será un protagonista insoslayable. En 1932 comenzó el estudio de los problemas económicos del país, y cuando más los conoció más se le hizo evidente la mentira de la oligarquía, instaurada a través del control del aparato educacional y cultural, es decir, la quintaesencia de FORJA, futura y emblemática agrupación que ayudó a fundar.Luego de denunciar en un estudio detallado el pacto Roca – Runciman, participó en el levantamiento radical de 1933 que le valió su detención. Fue conducido detenido a la Isla Martín García, y debió optar entre el exilio o la prisión de Ushuaia. Él analizaba templadamente la cruel disyuntiva, pero su compañera Mercedes Comaleras, presentada por su hermano Juan dos años antes, fue contundente: Nos vamos, le dijo.
Se casaron el 23 de enero de 1934, y como aún era prisionero de la Dictadura, debió concurrir al Registro Civil esposado y en compañía de la policía.
El diario Crítica, cuyo particular dueño acababa de romper relaciones con los golpistas luego de haber sido su brazo comunicacional, reflejó este curioso hecho como “un acto de dignidad, y hasta heroico”, pero para Scalabrini fue una simple anécdota personal, a lo sumo un símbolo de época.
El primer destino de su exilio fue Italia donde permaneció por corto tiempo, para luego dirigirse a Alemania. En este país publicó una serie de artículos, que luego aparecieron en Argentina en La Gaceta del Sur y conformaron el libro “Política británica en el Río de la Plata”. Pero también escribió notas que eran elogiosamente comentadas, y que se publicaron en Múnich, Paris, Roma y Madrid, bajo la denominación general de “La tragedia argentina”. Su libro “El Hombre que está solo y espera” que ya tenía cierta repercusión en los ámbitos académicos de Europa, cobró a partir de esos artículos una proyección extraordinaria...
A su regreso, fines de 1934, fue colaborador permanente de la revista El Hogar, donde había comenzado a desarrollar ese costado metafísico que campea en “El Hombre….., y en 1935 comenzó a colaborar con el semanario Señales, desde donde cuestionó con mas énfasis y con un extraordinario rigor documental el sistema entreguista que dominaba el país y empobrecía a la mayoría del pueblo argentino.
En la escueta redacción de Señales conoció a Arturo Jauretche, con quien no solo compartió ideas políticas sino, quizás fundamentalmente, turbaciones espirituales. Solían mantener extensas charlas más o menos recurrentes sobre la angustia existencial, la trascendencia anímica o el inevitable escepticismo filosófico que los invadía. No existen testimonios escritos al respecto, pero si un recuerdo claro de sus herederos. Una de esas noches Scalabrini sorprendió a su interlocutor: Voy a fundar un diario, le dijo. ¿Y quien lo va a financiar? preguntó lógico y algo inquieto Don Arturo. Yo. Voy a sacar un crédito hipotecario.
El diario, su diario, Reconquista duró apenas 41 días, pero dejó dos huellas indelebles: A) Un nuevo modo de concebir al periodismo, porque desacralizó la mentada objetividad y documentó con minuciosidad cada información, y B) Dejó a la familia Scalabrini Ortiz, ya con dos hijos, en ruinas y sin hogar.
Para la historia de la comunicación argentina, aquella premonitoria y lúcida Editorial del primer número de Reconquista aparecido el 15 de noviembre de 1939, también deberá significar una huella indeleble. La leemos en su párrafo inicial:
“La prensa argentina es actualmente el arma más eficaz de la dominación británica. Es un arma traidora como el estilete, que hiere sin dejar huella. Un libro permanece, está en su anaquel para que lo confrontemos y ratifiquemos o denunciemos sus afirmaciones. El diario pasa. Tienen una vida efímera. Pronto se transforma en mantel o en envoltorio, pero en el espíritu desprevenido del lector va dejando un sedimento cotidiano en que se asientan, forzosamente las opiniones. Las creencias que el diario difunde son irrebatibles, porque el testimonio desparece”.
75 años han transcurrido desde entoncs...
Estoy de acuerdo….pero me opongo
Se había quedado sin casa, sin dinero y sin diario. Se apuró a terminar su libro Política británica en el Río de la Plata, con la esperanza de que le generara algún ingreso. Ningún diario realizó crítica alguna, y la venta se circunscribió al círculo de amigos y un par de Instituciones donde había disertado. Ante situaciones como estas Scalabrini recordaba a su padre; recordaba el ejemplo de su propia vida, porque no se atuvo a los dictados del destino sino que supo forjárselo. Y en tierras lejanas.
Al poco tiempo apareció el primer tomo de su Historia de los ferrocarriles argentinos, un impresionante recorrido desde los orígenes hasta aquel presente, subrayando lo estratégico de su trazado y con el bonus de una propuesta: Nacionalizarlos.
Si el contexto internacional confluía a tal efecto (Europa estaba en guerra) la coyuntura argentina no le era aún favorable ya que desde 1938 la presidencia de la Nación estaba a cargo del doctor Roberto Ortiz, abogado de las compañías inglesas.
Historia de los ferrocarriles argentinos pasó con más penas que gloria. Transitó tres años colaborando en algunas revistas y elaborando nuevos proyectos e investigaciones siempre relacionados con la recuperación de nuestro patrimonio. Pero faltaba plata……los ingresos eran escasos cuando no nulos. Es entonces cuando luego de charlarlo (como siempre, como casi todo) con Mercedes decide ofrecer su fuerza de trabajo a través de un recurso reciente, el aviso clasificado. Le costó menos redactarlo que llevarlo a que lo publiquen; vaya a saber qué vicisitudes, qué imágenes mentales se asomarían por la cabeza de ese hombre acorralado. La cuestión es que el 13 de enero de 1942 podía leerse en el diario La Prensa:
"Caballero argentino, casado, de 44 años, con amplias relaciones, estudios universitarios, técnicos, una vasta cultura general, científica, literaria y filosófica, con experiencia general y profunda de nuestro ambiente económico y político, ex redactor de los principales diarios, autor de varios libros premiados y de investigaciones, aceptaría dirección, administración o consulta de empresa argentina, en planta o en proyecto, en los órdenes industria, comercial o agrario. Dirigirse a Raúl Scalabrini Ortiz, Calle Vergara 1355, Vicente López".
Esta iniciativa le generó algún trabajo, sobre todo en el interior del país, aunque su espíritu militante seguía con atención los cambios que se estaban produciendo a nivel político.
El grupo FORJA recibió con expectativas favorables el golpe del 4 de junio de 1943, no así Scalabrini Ortiz, quien desconfiaba de las etiquetas militares.
Pero fiel a su mandato interno, estaba dispuesto a modificar su posición, el prejuicio era un desvalor. El 10 de junio de 1944 concurrió a una conferencia del Coronel Perón, entonces Secretario de Trabajo y Previsión, en La Plata, quien condenó al capital extranjero y defendió el desarrollo de la industria nacional.
Luego de la exposición, Scalabrini le comentó a Perón sobre la necesidad de nacionalizar los ferrocarriles, y sintió (porque a pesar de que su formación era estructuralmente racional le daba un lugar central a la intuición) que ése hombre no mentía.
En su recorrida por el interior del país, en los años 1944 y 1945, pudo apreciar el cambio social que se puso en marcha con la política desarrollada por Perón, las leyes laborales se comenzaron a cumplir y los siempre olvidados comenzaron a ser escuchados. “Me parece que algo está cambiando Mecha”, le dijo a su leal compañera.
Presenció maravillado el 17 de octubre de 1945 al que definió como el subsuelo de la patria sublevado. En efecto, algo estaba cambiando.
Con la asunción de Perón, Scalabrini Ortiz bregó incansablemente por la nacionalización de los ferrocarriles hasta que el 13 de febrero de 1947, el gobierno nacional implementó esa histórica medida.
La política del gobierno peronista además de recuperar la soberanía sobre la riqueza nacional también provocó una notoria mejoría de la situación de los más necesitados, por lo que Raúl Scalabrini Ortiz apoyó al gobierno popular sin medias tintas.Transcurrido un tiempo (para él prudencial) comenzó a alertar que aún importantes sectores económicos continuaban en manos extranjeras y que la oligarquía ganadera se encontraba agazapada esperando el momento para reaccionar.
La relación con el gobierno, y con Perón, se fue enfriando, y tanto él como Arturo Jauretche no encontraron un lugar adecuado para insertarse y colaborar. En el fatídico septiembre del ’55, estaban ambos virtualmente retirados de la actividad política, porque preferían no realizar ninguna crítica que pudiera perjudicar al gobierno. La idiotez utilitaria es solo para egocéntricos o fabuladores.
Atravesó este período escribiendo algunos artículos periodísticos, investigando sobre temas que siempre lo inquietaban y delimitando superficies, midiendo áreas y rectificando límites. No le sobraba nada, pero veía a sus cinco hijos crecer con lo necesario. Y en un país que se acercaba bastante a su sueño.
Final de partida
Tras el golpe de estado que derrocó al gobierno popular, los amigos principistas volvieron al barro del debate y el señalamiento. Scalabrini se encontró en una esquina del centro con su amigo Leopoldo Marechal, luego del golpe y le dijo: “Hay que empezar a hacer todo de nuevo. Todo otra vez...”.
Se sumó al staff de la revista “El Líder”, editada soterradamente por la CGT, y cofundò otra, “El Federalista”, desde donde lanzó dardos contra el gobierno golpista y sus esbirros con el mismo rigor y la misma fuerza de siempre.
En 1956 se entrevistó con Rogelio Frigerio quien le ofreció las páginas de la revista “Que” para difundir su ideal. Desde esa tribuna siguió cuestionando la política colonial.A principios de 1958 el Juan Domingo Perón le envió un ejemplar de su nuevo libro Los Vendepatrias, donde transcribe algunos artículos de Scalabrini publicados en la revista Qué. El libro iba acompañado por una carta que decía:
“A usted le cabe el honor de ser el precursor, el formador de una promoción que alimentó la Revolución Nacional (...) Pienso que nadie como usted sería más eficaz, para propiciar y encabezar un movimiento que tienda a aunar las inquietudes de liberación de los intelectuales que no desertan del hombre y de la tierra argentina”.
Participó en las elecciones a convencionales constituyentes cuando se debatía sobre votar a la UCRI (tal su postura) o en Blanco (como en principio mandaba Perón). Luego apoyó, con sus matices claro, al gobierno del Doctor Frondizi, pero las diferencias estallaron cuando se conocieron las cláusulas de los Contratos Petroleros con participación del capital extranjero.
Su último aporte público será en ese sentido. En un artículo en la revista Que propuso aplicar al petróleo las mismas políticas que la desarrollada por Perón con los ferrocarriles.
Era así nomás…..había que empezar todo de nuevo.Pero el hombre ya estaba jaqueado por un tumor, y Frondizi no era Perón. Otra vez decide retirarse en silencio, porque vuelve a observar que la crítica desatendida de la realidad inmediata solo le hace el juego a los poderosos de siempre.El postrero escenario político y económico que se presenta acompañando el avance atroz del cáncer que padece, es desalentador. Frondizi anuncia la adhesión de la Argentina al FMI, le tiende una alfombra financiera a los especuladores de Wall Street y decreta el Plan Conintes.
Lo imaginamos por eso derruido en su cama final, en aquella casona de la calle Alberdi al 1100 de Olivos. De la mano de Mecha, su devota compañera, su cable a tierra, su amada. Y bajo la atenta mirada de sus cinco hijos, jurándose continuidad, sin renunciamientos.
El 30 de mayo de 1959 Raúl Scalabrini Ortiz dejó este mundo, que tanto le dolió.
*Periodista, Escritor y Docente. Autor del libro “Sin Renunciamientos” - El cine según Leonardo Favio-
hugobiondi@hotmail.com.ar
Revista La Tecl@ Eñe http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene
La arremetida contra la precarización laboral
Por Ana Vainman
La precarización laboral tiene muchas caras. La más aberrante, sin dudas, es la trata de personas y la reducción a la servidumbre que puede verse en prostíbulos, talleres textiles o campos de diferentes cultivos. También hay explotación infantil y trabajo en negro. Pero además existe precarización en trabajos que estén debidamente registrados. Y ahí la precarización se parece bastante a la perversión.
Humillación, miedo, bronca, angustia, desprotección, incertidumbre, impotencia, acoso laboral, alienación. Esos también son sustantivos asociados a la precarización laboral. Especialmente entre los jóvenes. Esos que hoy tienen entre 18 y 30 y que nacieron en o poco antes de la década del '90 y que atraviesan sus primeras experiencias en el mundo laboral.
Esos chicos crecieron escuchando las historias de desánimo de la década menemista, tiempos en los que en Argentina se le dio una vuelta de tuerca al perverso sistema de adoctrinamiento de la clase trabajadora: el ejército del reserva del que hablaba Carl Marx. En los '90 esa masa desocupada que siempre había ejercido presión aún sin saberlo sobre los trabajadores se volvió cada vez más sofisticada y sus víctimas cada vez más sometidas.
Es por eso que esos que hoy tienen menos de 30 y salen a buscar trabajo son los que no quieren ni escuchar hablar de la sindicalización –luego del entreguismo imperante por esos años–, los que no creen en las demandas colectivas, los que no conocen sus derechos laborales, los que aceptan condiciones leoninas porque les vienen con el cuento de que "detrás tuyo tengo una fila de gente queriendo ocupar tu puesto".
Laura Meradi es una autora argentina que escribió Alta Rotación. El trabajo precario de los jóvenes y allí se cansó de reflejar esta realidad con ejemplos reales, en los cuales ella puso el cuerpo. Durante un año, Meradi pasó por distintos trabajos de baja calificación y relató su experiencia.
Una de estas experiencias es la de haber trabajado en un call center. Y la elección de este rubro no es sorprendente: la actividad floreció en la década del '90, hoy ese sector emplea cerca de 70 mil personas y allí se viven situaciones de precarización laboral que son preocupantes. Tan preocupantes, que desde hace al menos tres años se está intentando regular la actividad mediante distintos proyectos de ley que no pudieron prosperar por presión del sector empresario.
El martes pasado se dio un nuevo paso en pos de conseguir cambiar esa lógica. Ese paso se dio en un plenario de comisiones de la Cámara de Diputados donde representates de trabajadores, sindicatos y empresarios expusieron su posición frente a un nuevo proyecto de ley presentado por el diputado del Frente para la Victoria, Andrés Larroque.
A través del proyecto se crea un estatuto que regirá para los empleados de esos centros de atención telefónica, donde se establece que esos trabajadores no podrán exceder las seis horas de trabajo ni superar los cinco días por semana; que deberán descansar 15 segundos entre llamado y llamado y que tendrán una pausa de 15 minutos cada dos horas de trabajo.
Frente a las comisiones de Legislación del Trabajo, que preside Héctor Recalde y de Comunicaciones e Informática, a cargo de Mario Oporto, hablaron representantes del Sindicato Argentino de Televisión (Satsaid), Federación de Obreros y Empleados Telefónicos de la República Argentina (FOETRA), de la Asociación Bancaria de la República Argentina y la Federación Argentina de Telecomunicaciones (FATEL). También asistieron referentes de Trabajadores de Calls Center de Salta, la Federación de Cámaras de Emergencias Médicas (FEM), la Asociación de Trabajadores de Centros de Contactos y Afines de Córdoba (Atccac) y de Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).
Pero lo más interesante fueron las intervenciones del presidente de la Comisión de Asuntos Laborales de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), Pedro Echeverry y de una ex trabajadora de call center y abogada que actualmente está defendiendo a algunos de sus ex colegas, Emilia Calmejane.
"No estamos de acuerdo con la ley porque tiene forma de estatuto y este es un instituto perimido, que sólo tiene importancia en ausencia de negociación colectiva. Habiendo negociaciones colectivas instaladas en Argentina no hay motivo para imponer por ley características del trabajo", explicó Echeverry, quien agregó que para los call center se establen condiciones laborales dentro del convenio de Comercio desde 2010.
Este es uno de los puntos de mayor enfrentamiento con quienes quieren regular la actividad: por convenio se establecen jornadas de seis horas, pero seis veces por semana, no se establecen pausas entre llamados ni los descansos a lo largo de la jornada. Y eso solo cuenta para las empresas en las que se firmaron convenios, porque según indican trabajadores, no en todas las empresas cuentan con estas pautas y las condiciones son peores. Calmejane indicó que "no hay convenios colectivos de alcance nacional y que sólo hay convenios por empresa, pero en algunas no existe".
Según el abogado del sector empresario, la actividad de los call center debe ser regida por el Convenio de Comercio, "porque el núcleo principal son las ventas". Y ahí radica otro punto de conflicto: el encuadramiento. Según los trabajadores, a la CAC le conviene que se rijan por Comercio porque el sindicato no defendió los intereses de los trabajadores en la medida en la que ellos lo hubieran deseado. Así lo aseguró Calmejane, quien detalló: "El sindicato de comercio siempre estuvo ausente de esta actividad. Sólo desde hace un tiempo atrás está presente en algunos casos. Pero lo que hay que tener en cuenta es que esta actividad no es parecida a la de comercio: es diferente la mecánica, los tiempos, la utilización de tecnología, etcétera".
Para los empresarios, la iniciativa persigue el objetivo de generar que FOETRA se convierta en el sindicato que controle la actividad, con los problemas de encuadramiento que eso podría acarrear y que, según Etcheverry, perjudican principalmente al empleador.
Pero el sector empresario además realizó las advertencias esperables sobre lo que podría ocurrir si se aprobase la iniciativa: "El contenido genera costos inmenejales, lo que puede provocar pérdida de fuentes de trabajo". "Estamos de acuerdo con que se regule, pero no para que un sindicato maneje todo esto. Si a las empresas no le damos condiciones claras, las empresas se van a llevar a sus call centers al exterior", sostuvo el empresario.
La semana próxima habrá una nueva reunión para avanzar en el dictamen del proyecto que podría contribuir a reducir la precarización en este sector, pero que, se sabe, es profundamente resistida por el sector empresario.
Pero el de los call center no es el único sector sobre el que hay que poner atención. La actividad informática también está generando alerta del sindicalismo ante reclamo de los trabajadores de este incipiente y floreciente sector.
Por otro lado, la iniciativa del Poder Ejecutivo de reducir el trabajo en negro en el sector de las pequeñas y medianas empresas estaba en pleno tratamiento en la Cámara Baja al cierre de esta edición y, de aprobarse, se convertiría en ley.
Pero además, hay otros proyectos en danza para intentar reducir la precarización o para buscar protección en tiempos en los que la economía no está atravesando su mejor momento. Instaurar la doble indemnización y modificar los montos del seguro de desempleo están entre las alternativas que se piensan desde diferentes sectores de la oposición.
Es más, esas dos iniciativas podrían servir para volver a unir a Sergio Massa y a Facundo Moyano. Ellos eran aliados pero ahora están distanciados desde que el ex intendente presentó un proyecto para inlcuir a los alquileres en las deducciones del Impuesto a las Ganancias ninguneando el articulado que ya había presentado el sindicalista. Pero Moyano hijo no se quedó atrás y también desairó al tigrense: se sacó una foto con Mauricio Macri en un claro intento por mostrar independencia política. Ahora ambos parecen querer hacer las paces y se pusieron a trabajar en estas dos iniciativas.
Se descarta que el Frente para la Victoria no apoyará elevar el seguro de desempleo ni implementar la doble indemnización porque siempre que se barajaron esas alternativas las desató por ser gestos muy negativos para la ciudadanía. Hacerlo significaría reconocer que puede haber despidos masivos.
Los sectores vulnerables son muchos, aunque el nivel de precariedad pueda variar. Todos merecen atención, más allá de las resistencias empresarias.
Infonews
La precarización laboral tiene muchas caras. La más aberrante, sin dudas, es la trata de personas y la reducción a la servidumbre que puede verse en prostíbulos, talleres textiles o campos de diferentes cultivos. También hay explotación infantil y trabajo en negro. Pero además existe precarización en trabajos que estén debidamente registrados. Y ahí la precarización se parece bastante a la perversión.
Humillación, miedo, bronca, angustia, desprotección, incertidumbre, impotencia, acoso laboral, alienación. Esos también son sustantivos asociados a la precarización laboral. Especialmente entre los jóvenes. Esos que hoy tienen entre 18 y 30 y que nacieron en o poco antes de la década del '90 y que atraviesan sus primeras experiencias en el mundo laboral.
Esos chicos crecieron escuchando las historias de desánimo de la década menemista, tiempos en los que en Argentina se le dio una vuelta de tuerca al perverso sistema de adoctrinamiento de la clase trabajadora: el ejército del reserva del que hablaba Carl Marx. En los '90 esa masa desocupada que siempre había ejercido presión aún sin saberlo sobre los trabajadores se volvió cada vez más sofisticada y sus víctimas cada vez más sometidas.
Es por eso que esos que hoy tienen menos de 30 y salen a buscar trabajo son los que no quieren ni escuchar hablar de la sindicalización –luego del entreguismo imperante por esos años–, los que no creen en las demandas colectivas, los que no conocen sus derechos laborales, los que aceptan condiciones leoninas porque les vienen con el cuento de que "detrás tuyo tengo una fila de gente queriendo ocupar tu puesto".
Laura Meradi es una autora argentina que escribió Alta Rotación. El trabajo precario de los jóvenes y allí se cansó de reflejar esta realidad con ejemplos reales, en los cuales ella puso el cuerpo. Durante un año, Meradi pasó por distintos trabajos de baja calificación y relató su experiencia.
Una de estas experiencias es la de haber trabajado en un call center. Y la elección de este rubro no es sorprendente: la actividad floreció en la década del '90, hoy ese sector emplea cerca de 70 mil personas y allí se viven situaciones de precarización laboral que son preocupantes. Tan preocupantes, que desde hace al menos tres años se está intentando regular la actividad mediante distintos proyectos de ley que no pudieron prosperar por presión del sector empresario.
El martes pasado se dio un nuevo paso en pos de conseguir cambiar esa lógica. Ese paso se dio en un plenario de comisiones de la Cámara de Diputados donde representates de trabajadores, sindicatos y empresarios expusieron su posición frente a un nuevo proyecto de ley presentado por el diputado del Frente para la Victoria, Andrés Larroque.
A través del proyecto se crea un estatuto que regirá para los empleados de esos centros de atención telefónica, donde se establece que esos trabajadores no podrán exceder las seis horas de trabajo ni superar los cinco días por semana; que deberán descansar 15 segundos entre llamado y llamado y que tendrán una pausa de 15 minutos cada dos horas de trabajo.
Frente a las comisiones de Legislación del Trabajo, que preside Héctor Recalde y de Comunicaciones e Informática, a cargo de Mario Oporto, hablaron representantes del Sindicato Argentino de Televisión (Satsaid), Federación de Obreros y Empleados Telefónicos de la República Argentina (FOETRA), de la Asociación Bancaria de la República Argentina y la Federación Argentina de Telecomunicaciones (FATEL). También asistieron referentes de Trabajadores de Calls Center de Salta, la Federación de Cámaras de Emergencias Médicas (FEM), la Asociación de Trabajadores de Centros de Contactos y Afines de Córdoba (Atccac) y de Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).
Pero lo más interesante fueron las intervenciones del presidente de la Comisión de Asuntos Laborales de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), Pedro Echeverry y de una ex trabajadora de call center y abogada que actualmente está defendiendo a algunos de sus ex colegas, Emilia Calmejane.
"No estamos de acuerdo con la ley porque tiene forma de estatuto y este es un instituto perimido, que sólo tiene importancia en ausencia de negociación colectiva. Habiendo negociaciones colectivas instaladas en Argentina no hay motivo para imponer por ley características del trabajo", explicó Echeverry, quien agregó que para los call center se establen condiciones laborales dentro del convenio de Comercio desde 2010.
Este es uno de los puntos de mayor enfrentamiento con quienes quieren regular la actividad: por convenio se establecen jornadas de seis horas, pero seis veces por semana, no se establecen pausas entre llamados ni los descansos a lo largo de la jornada. Y eso solo cuenta para las empresas en las que se firmaron convenios, porque según indican trabajadores, no en todas las empresas cuentan con estas pautas y las condiciones son peores. Calmejane indicó que "no hay convenios colectivos de alcance nacional y que sólo hay convenios por empresa, pero en algunas no existe".
Según el abogado del sector empresario, la actividad de los call center debe ser regida por el Convenio de Comercio, "porque el núcleo principal son las ventas". Y ahí radica otro punto de conflicto: el encuadramiento. Según los trabajadores, a la CAC le conviene que se rijan por Comercio porque el sindicato no defendió los intereses de los trabajadores en la medida en la que ellos lo hubieran deseado. Así lo aseguró Calmejane, quien detalló: "El sindicato de comercio siempre estuvo ausente de esta actividad. Sólo desde hace un tiempo atrás está presente en algunos casos. Pero lo que hay que tener en cuenta es que esta actividad no es parecida a la de comercio: es diferente la mecánica, los tiempos, la utilización de tecnología, etcétera".
Para los empresarios, la iniciativa persigue el objetivo de generar que FOETRA se convierta en el sindicato que controle la actividad, con los problemas de encuadramiento que eso podría acarrear y que, según Etcheverry, perjudican principalmente al empleador.
Pero el sector empresario además realizó las advertencias esperables sobre lo que podría ocurrir si se aprobase la iniciativa: "El contenido genera costos inmenejales, lo que puede provocar pérdida de fuentes de trabajo". "Estamos de acuerdo con que se regule, pero no para que un sindicato maneje todo esto. Si a las empresas no le damos condiciones claras, las empresas se van a llevar a sus call centers al exterior", sostuvo el empresario.
La semana próxima habrá una nueva reunión para avanzar en el dictamen del proyecto que podría contribuir a reducir la precarización en este sector, pero que, se sabe, es profundamente resistida por el sector empresario.
Pero el de los call center no es el único sector sobre el que hay que poner atención. La actividad informática también está generando alerta del sindicalismo ante reclamo de los trabajadores de este incipiente y floreciente sector.
Por otro lado, la iniciativa del Poder Ejecutivo de reducir el trabajo en negro en el sector de las pequeñas y medianas empresas estaba en pleno tratamiento en la Cámara Baja al cierre de esta edición y, de aprobarse, se convertiría en ley.
Pero además, hay otros proyectos en danza para intentar reducir la precarización o para buscar protección en tiempos en los que la economía no está atravesando su mejor momento. Instaurar la doble indemnización y modificar los montos del seguro de desempleo están entre las alternativas que se piensan desde diferentes sectores de la oposición.
Es más, esas dos iniciativas podrían servir para volver a unir a Sergio Massa y a Facundo Moyano. Ellos eran aliados pero ahora están distanciados desde que el ex intendente presentó un proyecto para inlcuir a los alquileres en las deducciones del Impuesto a las Ganancias ninguneando el articulado que ya había presentado el sindicalista. Pero Moyano hijo no se quedó atrás y también desairó al tigrense: se sacó una foto con Mauricio Macri en un claro intento por mostrar independencia política. Ahora ambos parecen querer hacer las paces y se pusieron a trabajar en estas dos iniciativas.
Se descarta que el Frente para la Victoria no apoyará elevar el seguro de desempleo ni implementar la doble indemnización porque siempre que se barajaron esas alternativas las desató por ser gestos muy negativos para la ciudadanía. Hacerlo significaría reconocer que puede haber despidos masivos.
Los sectores vulnerables son muchos, aunque el nivel de precariedad pueda variar. Todos merecen atención, más allá de las resistencias empresarias.
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India: neoliberalismo y sistema de castas Por Alejandro Nadal
El capital se presenta como fuerza de progreso en el terreno material y político. Y hasta en el ámbito religioso, el capital se ostenta como factor cercano a una visión secular de la sociedad. Pero cuando lo encuentra conveniente se apoya en las fuerzas más reaccionarias y retrógradas, incluso en el fanatismo religioso. En su momento todo puede serle útil, desde el fascismo hasta el sistema de castas. Pero cuidado, a algunos aliados no les gusta que los traten de domesticar.
Narendra Modi es el nuevo primer ministro en la India. Su partido, el derechista Bharatiya Janata (BJ), triunfó espectacularmente en estas elecciones y logró la mayoría absoluta en el parlamento. Esta victoria se debe a un hecho fundamental: en los últimos 20 años, el BJ y Modi han promovido el fundamentalismo nacionalista hindú. Su visión del Estado se basa en una reinterpretación de la historia y la idea de una hegemonía cultural hindú. La palabra clave es Hindutva, que se traduce como las características esenciales de "lo hindú".
El BJ ha tenido varias experiencias en el poder: a nivel nacional estuvo al mando entre 1998-2004, convirtiéndose en el primer partido que derrotó al partido del Congreso, marcado por la dinastía Nehru. Durante su gestión, el BJP impuso el viraje irreversible hacia el neoliberalismo. A nivel estatal (especialmente en Gujarat) el BJ también ha aplicado una línea dura para promover Hindutva.
El descalabro electoral a nivel nacional en 2004 convenció a la dirigencia del BJ sobre la necesidad de cambiar de estrategia. La postura moderada en asuntos religiosos fue culpada de esa derrota. Había llegado el momento de adoptar una actitud más militante y se decidió el regreso al Hindutva. El estado de Gujarat se convirtió en laboratorio político del nuevo enfoque.
En 2002 se produjeron choques entre musulmanes e hindúes en Gujarat con un saldo de 2 mil muertes y múltiples actos de barbarie. El gobernador de Gujarat era Narendra Modi y estuvo a la cabeza de la lista de sospechosos de haber tolerado e incitado la violencia. Una investigación especial le relevó de todo cargo en 2012, pero muchos piensan que esa indagatoria suprimió evidencias incriminatorias: varios jefes de policía repartieron volantes con nombres y direcciones de musulmanes en varias comunidades, avivando el ánimo de linchamiento. Muchos analistas están convencidos de que Modi y sus amigos fueron co-responsables de un intento de limpieza étnica.
El neoliberalismo en la versión del partido del Congreso (con Manmohan Singh a la cabeza) y en la del BJ es el mismo. Ambos partidos creen en las virtudes del libre mercado, prefieren las grandes corporaciones (nacionales o extranjeras), las privatizaciones, el recorte en el gasto público y en especial del gasto social y sus prioridades se someten al capital financiero. Pero el BJ propone un nuevo componente para la ideología neoliberal. En su visión de economía política, la afirmación de Hindutva es la clave para el crecimiento del PIB y la prosperidad. El resurgimiento del fundamentalismo hindú sería ahora la clave del progreso económico y la salida de la pobreza para las masas del subcontinente.
La Jornada, México
Ruanda, Burundi y las temibles tribus de Occidente Por José Steinsleger /II
En el clímax del genocidio ruandés (junio de 1994), el periódico inglés The
Guardian registró la historia de un hombre que no podía dejar de llorar. El
hombre contó que, a pedido de su esposa, la enterró viva frente a sus hijos. Él
era tutsi, ella hutu, y sólo pidió que no la matara a machetazos.
Fue el único modo de salvar a la familia de las milicias de la extrema derecha hutu, entrenadas militarmente por Francia y adoctrinadas durante medio siglo por los misioneros racistas de Bélgica y Alemania. Y de la furia de los tutsis perseguidos que, igualmente, hubieran asesinado a la pobre mujer. Entre los banyaruandas, si un tutsi y un hutu tienen descendencia común, el hijo es ascendido socialmente y considerado tutsi.
¿Horrores "tribales" y "étnicos"? Artificialmente separados, ruandeses y burundeses siempre cerraron un ojo frente a la noción inglesa de "tribu", o la francesa de "etnia". Pero si de esto se trata, habrá que recordar las matanzas entre las "tribus" católicas, protestantes y "nacionalistas" de Europa central, cuando el reino de Ruanda-Urundi gozaba de una gran organización política y cierta armonía social entre hutus, tutsis y batwas ("pigmeos").
En Ruanda y Burundi se habla kirundi, una de las 400 lenguas del milenario y frondoso tronco bantú (vocablo que quiere decir "ser humano"). Y sus pueblos habitan en las mesetas de los "grandes lagos" de África, allí donde nacen el Congo y el Nilo, ríos que desde tiempos inmemoriales modelaron las primeras civilizaciones propiamente dichas.
Los primeros en llegar a los "grandes lagos" fueron los pigmeos ("de pequeño tamaño", en griego), pueblo que hoy se halla en irreversible extinción. En el primer siglo de nuestra era aparecieron los hutus ("hombre", en bantú), y hace 500 años, procedentes de Etiopía y Uganda, llegaron los tutsis, provistos de armas de hierro y en busca de tierras fértiles para su ganado.
Descendientes de los orgullosos guerreros watusis y verdaderos gigantes en comparación con los nativos, los tutsis dominaron fácilmente a los hutus. Sin embargo, con el tiempo absorbieron su cultura, idioma y creencias religiosas, hasta que los tutsis instalaron la monarquía (1680).
El sistema de dominación tutsi fue elemental: entregaba a los hutus cabezas de ganado, y de este modo aseguraba su dominio. Por otro lado, resulta interesante apuntar que el reino de Ruanda-Urundi no incursionó con expediciones de conquista en los países vecinos y supo defenderse con éxito del tráfico de esclavos emprendido por árabes y portugueses.
Los problemas de fondo empezaron con el reparto colonial de África subsahariana (Conferencia de Berlín, 1885). Establecidas en Usumbara (actual Bjumbara, capital de Burundi), las tropas imperiales de Alemania celebraron un acuerdo con el monarca tutsi de Ruanda: "protección" del territorio, a cambio del sometimiento. Luego, los alemanes extrapolaron la estructura feudal y clasista europea. Ahora los tutsis eran "nobles" y "aristócratas", y los hutus "vasallos" o "clientes".
Cuando en Francia, por ejemplo, se promulgó la ley sobre la separación de la Iglesia y el Estado (1905), las colonias fueron excluidas de ella. Era el reconocimiento de que la labor evangelizadora de las misiones europeas se orientaba en el sentido de la empresa colonial. Que en los casos de Ruanda y Burundi facilitó el uso de mano de obra esclava en las minas de Katanga (ex Zaire, hoy República Democrática del Congo).
Después de la Primera Guerra Mundial, Ruanda y Burundi pasaron a ser un "fideicomiso" de Bélgica, administrado desde el Congo. En ambos territorios, los misioneros católicos y protestantes combatieron la religión local (animista), olvidándose de sus propias "guerras de religión" en el norte de Europa, y de la feroz demolición de estatuas y pinturas que representaban "santos" (Beeldenstorm, Iconoclastia, 1567).
En el decenio de 1950, al sonar la hora de la independencia de los países africanos, los belgas cambiaron de bando. Frente a las crecientes demandas de los tutsis, apoyaron los reclamos independentistas de los hutus en Ruanda, y de los tutsis en Burundi. Simultáneamente, estimularon la creación de partidos políticos sobre bases "étnicas" (v. gr.: Unión Nacional Ruandesa, UNAR, y el católico racista Movimiento de Emancipación hutu, Parmehutu).
Los caminos de Ruanda y Burundi se separaron en 1959, año en que el líder independentista Patricio Lumumba convocó a los partidos unitarios del Congo que se oponían a la balcanización de África central (Ruanda y Burundi, incluidos). La UNAR envió como delegado al secretario general, el príncipe Michel Rwasama.
Ruanda y Burundi proclamaron la "independencia" en marzo de 1962. Sin embargo, temiendo que el príncipe y primer ministro de Ruanda, Louise Rwagasore, se convirtiera en un nuevo Lumumba, los belgas lo asesinaron pocos meses antes de la independencia. Y el nuevo país, "independiente", pasó a ser gobernado por un rey tutsi, dócil a los neocolonialistas.
La Jornada, México
Fue el único modo de salvar a la familia de las milicias de la extrema derecha hutu, entrenadas militarmente por Francia y adoctrinadas durante medio siglo por los misioneros racistas de Bélgica y Alemania. Y de la furia de los tutsis perseguidos que, igualmente, hubieran asesinado a la pobre mujer. Entre los banyaruandas, si un tutsi y un hutu tienen descendencia común, el hijo es ascendido socialmente y considerado tutsi.
¿Horrores "tribales" y "étnicos"? Artificialmente separados, ruandeses y burundeses siempre cerraron un ojo frente a la noción inglesa de "tribu", o la francesa de "etnia". Pero si de esto se trata, habrá que recordar las matanzas entre las "tribus" católicas, protestantes y "nacionalistas" de Europa central, cuando el reino de Ruanda-Urundi gozaba de una gran organización política y cierta armonía social entre hutus, tutsis y batwas ("pigmeos").
En Ruanda y Burundi se habla kirundi, una de las 400 lenguas del milenario y frondoso tronco bantú (vocablo que quiere decir "ser humano"). Y sus pueblos habitan en las mesetas de los "grandes lagos" de África, allí donde nacen el Congo y el Nilo, ríos que desde tiempos inmemoriales modelaron las primeras civilizaciones propiamente dichas.
Los primeros en llegar a los "grandes lagos" fueron los pigmeos ("de pequeño tamaño", en griego), pueblo que hoy se halla en irreversible extinción. En el primer siglo de nuestra era aparecieron los hutus ("hombre", en bantú), y hace 500 años, procedentes de Etiopía y Uganda, llegaron los tutsis, provistos de armas de hierro y en busca de tierras fértiles para su ganado.
Descendientes de los orgullosos guerreros watusis y verdaderos gigantes en comparación con los nativos, los tutsis dominaron fácilmente a los hutus. Sin embargo, con el tiempo absorbieron su cultura, idioma y creencias religiosas, hasta que los tutsis instalaron la monarquía (1680).
El sistema de dominación tutsi fue elemental: entregaba a los hutus cabezas de ganado, y de este modo aseguraba su dominio. Por otro lado, resulta interesante apuntar que el reino de Ruanda-Urundi no incursionó con expediciones de conquista en los países vecinos y supo defenderse con éxito del tráfico de esclavos emprendido por árabes y portugueses.
Los problemas de fondo empezaron con el reparto colonial de África subsahariana (Conferencia de Berlín, 1885). Establecidas en Usumbara (actual Bjumbara, capital de Burundi), las tropas imperiales de Alemania celebraron un acuerdo con el monarca tutsi de Ruanda: "protección" del territorio, a cambio del sometimiento. Luego, los alemanes extrapolaron la estructura feudal y clasista europea. Ahora los tutsis eran "nobles" y "aristócratas", y los hutus "vasallos" o "clientes".
Cuando en Francia, por ejemplo, se promulgó la ley sobre la separación de la Iglesia y el Estado (1905), las colonias fueron excluidas de ella. Era el reconocimiento de que la labor evangelizadora de las misiones europeas se orientaba en el sentido de la empresa colonial. Que en los casos de Ruanda y Burundi facilitó el uso de mano de obra esclava en las minas de Katanga (ex Zaire, hoy República Democrática del Congo).
Después de la Primera Guerra Mundial, Ruanda y Burundi pasaron a ser un "fideicomiso" de Bélgica, administrado desde el Congo. En ambos territorios, los misioneros católicos y protestantes combatieron la religión local (animista), olvidándose de sus propias "guerras de religión" en el norte de Europa, y de la feroz demolición de estatuas y pinturas que representaban "santos" (Beeldenstorm, Iconoclastia, 1567).
En el decenio de 1950, al sonar la hora de la independencia de los países africanos, los belgas cambiaron de bando. Frente a las crecientes demandas de los tutsis, apoyaron los reclamos independentistas de los hutus en Ruanda, y de los tutsis en Burundi. Simultáneamente, estimularon la creación de partidos políticos sobre bases "étnicas" (v. gr.: Unión Nacional Ruandesa, UNAR, y el católico racista Movimiento de Emancipación hutu, Parmehutu).
Los caminos de Ruanda y Burundi se separaron en 1959, año en que el líder independentista Patricio Lumumba convocó a los partidos unitarios del Congo que se oponían a la balcanización de África central (Ruanda y Burundi, incluidos). La UNAR envió como delegado al secretario general, el príncipe Michel Rwasama.
Ruanda y Burundi proclamaron la "independencia" en marzo de 1962. Sin embargo, temiendo que el príncipe y primer ministro de Ruanda, Louise Rwagasore, se convirtiera en un nuevo Lumumba, los belgas lo asesinaron pocos meses antes de la independencia. Y el nuevo país, "independiente", pasó a ser gobernado por un rey tutsi, dócil a los neocolonialistas.
La Jornada, México
La cultura del miedo legítima al poder (Violencia e inseguridad en un mundo inseguro)
Por Enrique Carpintero*
Era de noche cuando, al salir de la casa de un amigo que vive en el barrio de Belgrano. encuentro en la esquina dos patrulleros y una ambulancia. En el suelo estaba un hombre herido en la cabeza; por los comentarios que escucho me entero que le habían robado un bolso y lo golpearon. Me detengo unos instantes para luego subir a mi auto. En un semáforo que me detiene en Villa Crespo miro hacia un costado y observo a varios policías que tienen detenidos a tres jóvenes contra una pared. En ese momento pienso que si me acompañara algún amigo que vive en otro país creería que caminar por la ciudad es un verdadero peligro. Sí llegamos a casa y ve un noticiero de la oposición al gobierno estaría convencido de esa idea. Ni tanto ni tan poco. Es decir, la situación de inseguridad no es como la difunden los medios opositores pero tampoco la negación del gobierno cuyos índices no registran variaciones.
La inseguridad y la situación de violencia que vemos y padecemos en la Argentina es un tema característico de nuestra época. Es un fenómeno global, con particularidades propias de cada región del planeta, que comienza en los noventa y cuya tendencia creciente no parece haber alcanzado aún su punto máximo. Por ello para analizar la complejidad de los factores sociales, políticos y económicos que se anudan en los hechos de violencia debemos dar cuenta de la base estructural que genera y sostiene una subjetividad construida en la actualidad de nuestra cultura.
La subjetividad asediada por la cultura
Como venimos afirmando en otros escritos la cultura del capitalismo mundializado presenta en la actualidad una unidad paradójica, una unidad de desunión.[1] En ella la ruptura de los lazos libidinales lleva a los individuos a la contradicción, la ambigüedad y la angustia, en donde el miedo crea nuevas formas de comportamientos que se in-corporan a las relaciones cotidianas.
El miedo está siempre presente: en las relaciones sexuales; en el trabajo, ya sea por perderlo o por no conseguirlo; en las relaciones familiares; en las calles de las grandes ciudades, etc.
En este sentido la ciudad, debido a la gran concentración de sus habitantes, muestra espacialmente lo que se inscribe en la subjetividad de quienes la habitan. De esta manera, si el concepto de ciudad corresponde a un espacio donde lo particular se integra en lo general y lo público predomina sobre lo privado, se debe reconocer que la ciudad no existe. En la ciudad actual prevalece lo privado sobre lo público y el individualismo utilitario sobre el trato solidario. Pero si bien este es un fenómeno de todas las grandes ciudades, en aquéllas que pertenecen a Latinoamérica aparecen particularidades propias del mundo subdesarrollado.
¿Sería posible diferenciar en la actualidad los miedos del sujeto en relación consigo mismo, con los otros y con su propia comunidad, y aquello que refleja los miedos de la cultura dominante? Tarea ardua sin duda, ya que una respuesta apresurada conduciría a no tener en cuenta que la pregunta es referida a una cultura, cuya manifestación es la disolución de los parámetros en las relaciones sociales e institucionales, condición necesaria para todo sujeto.
En este sentido la fractura de este soporte imaginario crea la sensación de inseguridad.
Esta situación genera la angustia social en la cual la incertidumbre ubica al sujeto en un no saber; en cambio, la certidumbre de un supuesto saber, en el que algo peligroso va a suceder, es objetivado en diferentes miedos donde el vivir en comunidad se transforma en un peligro para su propia seguridad.
Por ello aparecen choques inevitables, como luchas de legitimación personal en las que una diferencia insalvable con el otro se convierte en un desafío al valor del propio yo. La relación yo-otro es reemplazada por lo que metaforizando podría denominarse el juego del yo-yo, donde el sujeto mide el mundo como un espejo de su propio yo, en el que se encuentra atado a un hilo -diferente al de Ariadna- cuyo carretel realiza un movimiento repetitivo que lo encierra en una relación especular.
De esta manera el proceso de desestructuración del tejido social y ecológico se encuentra con una trama subjetiva en la cual el miedo produce efectos: la violencia contra el otro, la violencia autodestructiva, la sensación de “vacío”, de “estar muerto”, de “disociación”, etc.
La sociedad consumista
El grado de integración del sujeto a la sociedad varía según la estructura económica. Es en función de las condiciones objetivas en las que se ejerce la actividad material, de la clase o sector social al que se pertenece y de su modo de apropiación de esas condiciones de existencia. Es decir las relaciones sociales se transforman en relaciones entre las cosas. Las mercancías no se consumen por su valor de uso sino por las características fetichistas que adquieren como valor de cambio ya que determinan quien es el sujeto: uno vale por lo que tiene no por lo que es o lo que hace; lo cual lleva a que el sujeto se exprese por medio de sus posesiones.[2]
Sin embargo la actualidad del capitalismo tardío trajo como consecuencia la precarización de la vida social. No hay orden duradero, el pasado no existe y el futuro es vivido como catastrófico. Esta incertidumbre conlleva la imposibilidad de hacer proyectos a largo plazo. El deseo basado en la comparación, la envidia y las supuestas necesidades que permitían los procesos de subjetivación en otras épocas del capitalismo no alcanzan para vender mercancías. Por el contrario, la angustia y la incertidumbre que la propia cultura genera se ha transformado en el camino del consumismo. Los agentes del mercado saben muy bien que la producción de consumidores implica la producción de nuevas angustias y temores. Por ello en la actualidad no es el goce en la búsqueda de un deseo imposible el motor del consumismo sino la ilusión de encontrar un objeto-mercancía que obture nuestro desvalimiento originario, ya que se repite en la búsqueda de poder resolver lo que quedo inacabado y que la actualidad de la cultura lo pone en evidencia. Es así como el consumo como eje de la subjetivación y de las formas de identificación de la singularidad conducen -al decir de Spinoza- a la impotencia de las pasiones tristes.
De esta manera los importantes desarrollos técnicos no están al servicio del conjunto social ya que su objetivo es que el sistema se autoperpetúe. Dicho más claramente, no es la técnica lo que genera este circuito sino la necesidad de seguir sosteniendo el sistema capitalista. Esta racionalidad de la sociedad consumista se construye sobre la base de una subjetivación en la que se ofrecen mercancías cuyo “valor de cambio” genera la ilusión de una certidumbre tranquilizadora ante las mociones desligantes y destructivas de la pulsión de muerte. El mercado de consumo promete una supuesta seguridad que se puede comprar en cómodas cuotas mensuales. Caso contrario están aquellos que tienen trabajos precarizados y los excluidos del sistema que muestran un futuro posible.
El miedo genera miedo
En el capitalismo mundializado la preocupación por la seguridad adquiere particularidades propias de cada región y en los diferentes sectores sociales. Lo que queremos destacar son sus efectos en la subjetividad ya que las crisis económicas, las tremendas desigualdades y las incertidumbres hacen que se potencia la crueldad con el otro. Esta situación la podemos observar en las múltiples violencias de clase, género y generación.
Dada la brevedad de este artículo vamos a detenernos en algunos hechos donde participan jóvenes. Si hacemos un breve recorrido histórico encontramos que, como señala Robert Muchembled, en las sociedades medievales la brutalidad juvenil era considerada algo normal que se fomentaba ya que permitía formar individuos capaces de defenderse en un entorno hostil. Los ayudaba a soportar una espera prolongada antes del largo rito para la obtención de los derechos completos del adulto casado. En ese marco, su agresividad, que habría podido dirigirse contra padres rudos y exigentes, se desviaba hacia sus pares. Se tomaba como una circunstancia natural que un joven muriera en una pelea. A partir del inicio de la modernidad en Occidente se crea el concepto de “adolescencia”, una edad de la vida mejor definida y encauzada a fin de imponer el poder del Estado y las Iglesias. No se trataba solo de impedir que los hombres jóvenes pusieran en peligro la paz de la comunidad sino de poner su violencia al servicio del Estado que los necesitaba para las guerras políticas. De esta manera la violencia de los jóvenes “poco a poco fue siendo objeto de una prohibición esencial, apoyada por la religión, la moral, la educación y la justicia penal. La cultura de la violencia se fue borrando, con más dificultades en unas regiones o categoría sociales que en otras, para acabar canalizando la potencia física masculina y ponerla al servicio del Estado. No sin dejar de subsistir algunos vestigios de prácticas anteriores, como atestiguan en particular el duelo o la venganza del clan”.[3]
En la actualidad del capitalismo tardío, donde -como decíamos anteriormente- el espacio público se ha privatizado y la solidaridad ha sido reemplazada por el individualismo, la violencia destructiva y autodestructiva de los jóvenes toma diferentes caminos como los accidentes de tránsito, el aumento de la tasa de suicidios o el consumo de drogas legales e ilegales. Lo más desfavorecidos, al no poder participar en una sociedad basada en el consumo debido al desempleo y el miedo al futuro, son excluidos socialmente. Esto los lleva a asociarse en “barras bravas” (usadas por el poder político) o en organizaciones delictivas y del narcotráfico (en su mayoría protegidas por las fuerzas policiales) cuyo único fin es buscar la muerte ya que no tienen un valor para sus vidas.
Pero un ejemplo paradigmático de los efectos de la cultura de consumo en la subjetividad lo podemos hallar en el acoso y maltrato que se dan en las escuelas de nuestro país. En una investigación de reciente circulación, elaborada por la Universidad de Columbia, el científico Robert Faris, concluye en señalar que las situaciones de acoso y maltrato entre niños y adolescentes, están sostenidas y alentadas por el reconocimiento que obtiene aquel que maltrata.
Esto quiere decir que quien es “malo” con el otro, en general es considerado por los demás. Posee una capacidad anhelada. Quien hace sufrir es admirado, reconocido, se vuelve popular. Es así como se logra tener un lugar frente a los otros, muchos desean parecerse. Quien suele ser agredido, es aquel que muestra algún rasgo de lo que se considera una “fragilidad”.
“Ahora bien, no es nuevo en la historia de la humanidad que, alguien considerado débil, reciba humillaciones, que algunos se reúnan para ejercer algún daño sobre otros. Esto es algo que puede rastrearse en todos los tiempos. Lo que nos conmueve en la actualidad, es la naturalización de estas lógicas relacionales, y la resignación de otras propuestas para vincularse. Conjeturamos que esto se ha instalado entre niños y jóvenes a partir de la expectativa de los adultos sobre ellos. Lo han recibido como mensaje.”[4] Este mensaje da cuenta de una actualidad donde no es conveniente ser visto como sereno y amable al dominar una competencia brutal en la que se persigue la necesidad del éxito: los deportistas deben ser “agresivos”; los empresarios exigen a sus empleados que sean “duros”; a los adolescentes se le pide que “se lleven el mundo por delante”. Es decir, se valoriza la dominación del más “fuerte” contra el más “débil”. Por ello no debe extrañar el aumento de la violencia que se conoce como buyiling en las empresas y las escuelas. Este hecho cotidiano a veces adquiere resonancia mediática como el suicidio de un chico de 12 años por acoso escolar, el de un adolescente en La Rioja por el hostigamiento que le hacían el considerarlo homosexual y, para mencionar el último hecho, la muerte de Noira Ayelen Cofreces en la ciudad de Junín por una golpiza que le propinaron tres de sus compañeras.
Llegado a este punto debemos decir que nos encontramos con la hegemonía de una cultura que promueve y habilita una violencia de clase, de género y de generación contra aquellos que al considerarlos “débiles” se los estigmatiza: pobre, joven, “negro”, provinciano, inmigrante de países latinoamericanos, travesti, piquetero, cartonero. Estos son los otros, lo bárbaros de quienes hay que cuidarse.
La solución de la derecha es aumentar las medidas de seguridad con leyes más duras y más policías en la calle. Esto es como poner al lobo a cuidar el gallinero. Su propuesta de implementar nuevamente el servicio militar obligatorio para los jóvenes que ni trabajan ni estudian (planteada por un senador del Frente para la Victoria en el Congreso de la Provincia de Buenos Aires) es tan desmesurado como pretender terminar con la violencia en las escuelas poniendo un policía en cada aula. Esta política del miedo genera más miedo en la población para legitimar un poder cuyas consecuencias aparecen en reacciones como la de un grupo de vecinos en Rosario que asesinaron a un joven cuando trataba de robar una cartera o el intento de linchamiento de un muchacho en el barrio de Palermo. Esta “justicia por mano propia” toma como modelo el “gatillo fácil” implementado por la policía, el cual es avalado por algunos sectores de la sociedad. Una justificación de estos actos lo podemos encontrar en un e-mail escrito para una página web en respuesta a un texto sobre Derechos Humanos. Vale la pena que lo citemos: “Lo de esta teórica se escucha a diario, y cambia el argumento cuando son victimas…hablar de afuera es fácil, tildarnos de ´barras bravas´ es idiota, y esperar que no nos defendamos hartos de ser victimas es una utopía. Estamos rodeados de villas donde habitan indios con códigos diferentes a los nuestros y que consideran que robar es un “trabajo” y que si tienen que matar para no correr peligro lo hacen sin que se les mueva un pelo por que son animales…Por lo tanto, que esta imbécil no venga con pavadas porque los derechos humanos son para humanos y no para las hienas asesinas…” Si los otros no son humanos ya que son unas “hienas asesinas” cualquier método es válido para detenerlos.
Ante esta posición el gobierno sostiene que la seguridad solo es posible con políticas inclusivas. La frase es pertinente, el problema es que se olvida que esta gobernando hace 10 años. Es así como los límites de la política económica y social se ocultan o son tergiversados por las estadísticas oficiales. El sinceramiento de los datos oficiales impide una discusión seria sobre el evidente aumento de la pobreza, el desempleo, el trabajo en negro y tercerizado como afirman las mediciones de la CTA y otras instituciones privadas. Además de la dificultad para conocer indicadores claves como los planes sociales, la actividad económica, la cantidad de abortos, adicciones, etc. De allí que -para citar algunos ejemplos- la Asignación Universal por Hijo (cuyo monto disminuyó en los últimos años), las leyes de género (con un incremento de la violencia familiar), o la Ley de Salud Mental (donde encontramos -entre otras causas- el deterioro de la Salud Pública en beneficio de las empresas privadas de medicina[5]) encuentran un serio obstáculo ante el aumento
Pero la principal limitación del gobierno es apoyarse y promover la cultura del consumo donde el capital financiero sigue haciendo sus grandes negocios. Si en su discurso se opone a las políticas neoliberales, en su práctica sostiene las características propias del capitalismo tardío al sostener el consumismo como eje de su política. Las diferencias con la oposición de la derecha conservadora son como lograr el aumento del PBI. Algo que nadie sabe realmente a quien beneficia aunque debemos tener en cuenta que si baja estamos mal y si aumenta supuestamente andamos por buen camino.
La complejidad de los problemas que venimos desarrollando no pueden encontrar la solución en propuestas que se dirigen a los efectos sin dar cuenta de las causas que la producen. De allí que creemos necesario rescatar la importancia de enfrentar la utilización política reaccionaria de la “inseguridad”. Pero también la política de un gobierno que, al no dar respuestas al aumento de las desigualdades sociales y económicas, genera un futuro incierto que solo beneficia a las supuestas medidas “concretas” de la derecha.
*Psicoanalista. Director de la revista y la editorial Topía. Su último libro es El erotismo y su sombra. El amor como potencia de ser, editorial Topía (en prensa).
[1] Entre otros textos podemos citar, Carpintero, Enrique, La alegría de lo necesario. Las pasiones y el poder en Spinoza y Freud, editorial Topía, Buenos Aires, segunda edición 2007.
[1]Carpintero, Enrique (compilador), Actualidad de “El fetichismo de la mercancía”, Carlos Marx, Eduardo Grüner, Pablo Rieznik, Miguel Kohan, Oscar Sotolano y Cristián Sucksdorf, editorial Topía, Buenos Aires, 2013.
[1] Muchembled, Robert, Una historia de la violencia, Del final de la Edad Media a la actualidad, editorial Paidós, Buenos Aires 2010.
[1] Bindi, Pablo, “Acoso y maltrato como ´valores` culturales”, Revista Novedades Educativas, Nº 247, julio de 2011.
[1] Para un análisis de la Salud Mental en la Argentina ver Carpintero, Enrique (compilador) “El poder en el campo de la salud Mental” en La subjetividad asediada. Medicalización para domesticar al sujeto, editorial Topía, Buenos Aires 2011.
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