Las purgas de Karina que dañan a Javier y la guerra por la caja de los espías
La hermanísima en el frente político y Caputo Jr. en el armado del supra-poder generan problemas. Datos de alerta en el laboratorio libertario. El peronismo que se acerca a Villarruel. El mercado negro de las bases de datos y los “mitos” de la inteligencia criolla.
Victoria Villarruel no habita el futuro político de Javier Milei. Todavía no integra, como muchos exfuncionarios y dirigentes libertarios, el club de los desterrados porque el presidente no puede –y, por ahora, no cree conveniente– borrarla de las fotos de familia. Pero es la figura más visible de la purga que ejecuta Karina Milei y que comenzó a ser un problema para el gobierno.
La guerra entre la vice y Karina, que la hermanísima escaló sin el consentimiento del presidente, se asume en Casa Rosada como un “daño controlado”, e incluso como una “distracción”. “Sin Javier, Victoria no es nada”, minimizan. Se nutren de la estadística: ningún vice, al menos desde el retorno democrático, llegó a presidente. Eduardo Duhalde, duelista de Carlos Menem en los ‘90, es la excepción, pero su interinato fue por el atajo de la Asamblea Legislativa post estallido de 2001.
Los vicepresidentes tuvieron, en cambio, mejor suerte en otras aventuras. Tres llegaron a gobernador bonaerense: Duhalde, Carlos Ruckauf y Daniel Scioli. Pero hay que revisar la letra chica de las maldiciones: a la del gobernador bonaerense que no llega a Casa Rosada se le puede sumar la de los vices que no alcanzan la presidencia. Doble gualicho. A Villarruel la persigue ese estigma: como Scioli a Julio Cobos, los vices han sido objeto de deseo y celebración, de los críticos del presidente de turno o de los que no lograban acceder a él.
La foto actual es clara. Apartada del Gobierno –no fue a las últimas reuniones de gabinete– y expulsada del armado territorial de La Libertad Avanza, Villarruel hace una razonable lineal: entiende que los hermanos no la consideran una pieza del espacio libertario ni una posible carta para la continuidad o la herencia.
Frente a ese escenario, y quizá espejándose en otros que la precedieron en el cargo, en el entorno de la vice plantean que una salida posible sería competir en 2025 en la provincia de Buenos Aires para tener juego propio y entrar, como variable, en la carrera por la gobernación en 2027.
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Pero para llegar a ese destino en el medio debe cruzar el muro de hielo que le construyeron los Milei. El diálogo con Javier no se reactivó y en los últimos meses, luego de una reunión mano a mano, los contactos con Karina fueron esporádicos y por chat. Se entera de novedades del Gobierno por los mensajes que comparten en el grupo de Whatsapp del gabinete.
El club de los desterrados
En 228 días de gobierno se produjo la salida de 60 funcionarios, renunciantes o renunciados. Uno cada 91 horas. El conteo lo lleva el consultor Pablo Salinas en X. Hay una lista más gorda e imprecisa: los dirigentes exiliados. Unos pocos son visibles, como el diputado nacional Oscar Zago o el legislador porteño Ramiro Marra, ambos castigados por Karina. Otro afluente son los legisladores provinciales, como los bonaerenses que armaron La Libertad Avanza bis coordinados por Carlos Kikuchi, alguna vez mano derecha de la hermanísima. Aparece un tercer pelotón de referentes territoriales, del Partido Libertario o de sellos que usó Milei para ser candidato, a los que les piden subsumir sus espacios en el partido nacional LLA y someterse a las jefaturas locales que bendice Karina.
Todo ese universo de libertarios desclasados identifica a Villarruel como un plan B. En la práctica, la purga que ejecutó la hermanísima es la principal fuente de adherentes de la vice. Es, por ahora, una relación unilateral: Villarruel desecha invitaciones a actividades que arman libertarios críticos o patea, sin fecha, reuniones de estos sectores. ¿Qué ruido puede generar si se juntan, y posan para a foto en redes, Villarruel y Marra?
Jaime Durán Barba, gurú de Mauricio Macri y formador de Santiago Caputo, advirtió sobre la fragilidad del apoyo de la opinión pública a Milei. Planteó que “si la gente no siente que con él se puede vivir mejor, en unos meses se puede incendiar todo” y que, ante una crisis, “las colas de aduladores se convierten en colas de odiadores”. Advirtió, también, que Villarruel cae en la tentación de todos los vices pero “se apura demasiado”.
“Victoria puede armar un polo de poder en el Senado, tener agenda propia y marcarle la cancha a Milei”, teoriza, malicioso, un dirigente libertario. Algo es cierto: la vice se repliega en la Cámara y suma aliados libertarios como el presidente provisional, Bartolomé Abdala, segundo en la línea de sucesión presidencial, y el formoseño Francisco Paoltroni, que cada vez que puede se distancia públicamente de alguna posición del oficialismo. Teje vínculos, además, con sectores del peronismo entre los que aparecen el salteño Juan Carlos Romero y el misionero Ramón Puerta, y emite señales hacia Mauricio Macri, a quien se observa como “aliado” natural contra Karina: promovió, por caso, que la presidencia de la comisión bicamenral de Inteligencia la presida un senador del PRO, mientras Karina y Caputo Jr., parecen preferir al peronista Edgardo Kuider.
Los caminadores de la SIDE
El entrerriano contó que hubo una promesa, vía Caputo, de darle la jefatura de esa comisión como parte de su voto a favor de la Ley Bases. Villarruel no está de acuerdo. Es un ruido en el vínculo en siempre amable entre la vice y el asesor premium, que se explica por el celo que Caputo Jr. tiene con lo referido a los organismos de inteligencia. Es un tic de la política tradicional: entender la suma del poder a partir del manejo de los espías.
Caputo envió señales a la oposición para explicar que los 100 mil millones de pesos de fondos reservados son para garantizar el funcionamiento de la central que, como el resto de los organismos públicos, deben sobrevivir con partidas del presupuesto 2023 diezmadas por la inflación. Tendrá que activar un contrafuego si quiere evitar un mega acuerdo opositor para rechazar el decreto de los fondos reservados que vinculan con la red de trolls que operan para el Gobierno. “Se olvidan que el DNU 70 se puede caer en cualquier momento”, dijo una voz de la oposición amigable a Cenital.
Otras áreas de inteligencia también tienen fondos reservados. La Dirección Nacional de Investigación Criminal –conocida por su sigla de sonoridad soviética, DINICRI– depende de Patricia Bullrich, pero la unidad es solo superficial: cada fuerza federal se mueve por las suyas. La Policía Federal tiene unos 800 efectivos, “espías grandes”, y la SIDE mantiene a sus “caminadores”, una red analógica de mozos y taxistas. Todo folklórico, cuando la inteligencia cambió hace años. La DINICRI sumó equipos de tecnología en la gestión Cambiemos, por el G20, y luego la PSA adquirió software de inteligencia criminal que funciona por tickets: no hay una “tarifa plana” sino que se paga por cada uso.
La designación de Juan Bautista ‘Tata’ Yofre en la Escuela de Inteligencia es vista como un homenaje al menemismo, en un juego de espías en medio de un pulseo cruzado entre el “mito” del superpoder de Antonio ‘Jaime’ Stiuso y el regreso –fallido– de Miguel Angel Toma, a quien pareció darle una mano oportuna el juez Ariel Lijo al desclasificar el “informe Toma” sobre el ataque a la embajada de Israel. Toma tiene, desde siempre, relación con Cristian Ritondo.
La precariedad del sistema de inteligencia está a la vista: un dato palpable es la vulnerabilidad de las bases de datos oficiales, como la del RENAPER o Migraciones, que cada tanto son hackeadas mientras en el mundo de los espías hay un mercado negro para acceder a esa información. Un insumo para el negocio de la microsegmentación, usado con firmes comerciales pero para operar sobre la opinión pública. “Todas las bases de datos están a la venta”, afirma un conocedor de ese submundo.
Villarruel y el laboratorio libertario
La obsesión de Caputo Jr. por la SIDE marida –o se explica– con la obsesión por las redes y el manejo de info «blanca» y de la otra. El romance se verificó en el desfile de tuiteros en la jura de los nuevos jefes de la SIDE, que queda bajo el control de Sergio Neiffert. En el tribunal virtual que son las redes, el ejercicio libertario actúa rápido. Lo sabe Ignacio Torres, el gobernador de Chubut, que después de objetar el desempeño del PAMI en su provincia arreció la difusión de gastos de su gobierno. La crítica fue sobre 15 millones de pesos en retratos del gobernador, un gasto superfluo, pero se vinculó con una dinámica repetida: lo sabe también su par cordobés Martín Llaryora, que en el verano cuestionó a Milei y le estallaron las redes con denuncias por el uso del avión sanitario.
Hay otros métodos. La denuncia contra el mandatario correntino Gustavo Valdés en Comodoro Py, a raíz del caso Loan, forzó a Bullrich a salir en respaldo del gobernador y puso en escena vínculos y actores, entre ellos el fiscal Guillermo Marijuan. En el Gobierno especulan que es parte de la interna radical entre el sector de Martín Lousteau y Valdés, donde interviene Ricardo Colombi, exgobernador y patrocinador del actual, con el que hoy está peleado. La Casa Rosada agita un candidato propio, Lisandro Almirón, una decisión que pondrá a prueba de la voluntad de Milei de jugar a tener poder real en los territorios.
En el laboratorio libertario aparecen señales de alerta. Preocupa, por ejemplo, que la guerra con Villarruel no altera sus niveles de apoyo. Y que empieza a mermar el margen de espera. Surgen, entonces, planteos como los del ministerio de Economía, Luis Caputo, respecto de que el salario le ganó a la inflación. Es un dato engañoso. Primero porque no incluye diciembre, cuando la inflación fue de 25,5% y los salarios crecieron menos de 9 puntos. Y segundo porque aun en el período enero-mayo, si bien le ganaron a la inflación los salarios registrados, los estatales y no registrados estuvieron entre 5 y 14 debajo de la suba del IPC.
Un informe reservado que circula en el entorno de Bullrich refleja que en julio se produjo una caída importante en el apoyo de los votantes puros de LLA al Gobierno y que se vio un movimiento similar entre los del PRO. Lo segundo puede explicarse por la tensión con Macri, pero lo primero solo se nutre del malestar con la economía.
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