Malvinas y la Democracia. Entre el
reconocimiento y la desmalvinización.
“Federico Lorenz afirma que uno de los
tres imaginarios que se construyeron sobre sus participantes al terminar la
guerra fue la victimización de los conscriptos. Obligados a combatir con armas
de fuego, los colimbas fueron víctimas de sus propios superiores, víctimas del
estado, objeto de lástima por parte de la sociedad. A través de la literatura y
los medios de comunicación, se conocieron los flagelos a los que fueron
sometidos muchos de estos jóvenes”[1]
A ello se le deben sumar las prácticas
violatorias a los Derechos Humanos que formaban parte de la Doctrina militar
argentina, como, por ejemplo: “estaqueos” y “submarinos” en las islas, “prácticas
que eran reproducción de lo que sucedía en los Centros Clandestinos de
Detención en el continente. Así, se comenzó a construir el discurso victimizado
de los jóvenes ex combatientes en los 80´. Se clausuraba de esta manera
cualquier iniciativa de debate público sobre la experiencia vivida en el
Atlántico Sur”. [2]
El veterano de guerra Fernando Cangiano lo
ratificó al decir: “…el excombatiente fue arrojado a una zona de invisibilidad
social en tanto sujeto con identidad propia y con un mensaje para transmitir.
Pierde la palabra de protagonista activo, sólo se le permite describir el
hambre y el frío padecido en el terreno.”[3]
Hacia
finales
del mes de agosto del año 1982, se conformó la Coordinadora Nacional de
Excombatientes. Federico Lorenz sostiene que “los jóvenes de uniforme
pasaron a ser una presencia fuerte en la transición a la democracia”. Y lo
hicieron desde un planteo antiimperialista, reivindicando su lucha
en las Islas, pero diferenciándose de las Fuerzas Armadas, vistas como
victimarias durante la guerra como prolongación de sus métodos represivos
durante el Proceso. En el año 1984, en una de las manifestaciones de los
excombatientes, apoyados por columnas juveniles de la Juventud Peronista, destruyeron
la estatua de George Canning ubicada en Retiro.[4]
El gobierno de Raúl Alfonsín
llegaba al poder con el voto popular del 52% del electorado, permitiéndole a la
Unión Cívica Radical, ganar una elección sin proscripciones de opositores o del
peronismo, por primera vez, desde el año 1928. No obstante, los problemas eran
múltiples, a saber: una deuda externa calculada en 30.107 millones de US,
sumado a ello, un aparato productivo destruido, los grupos económicos (Grupo María/Capitanes de la Industria)
sumamente favorecidos por la dictadura cívico-militar, renuentes a ceder nada
de sus privilegios y el genocidio perpetrado por lxs militares que arrojaba un
saldo de 30000 detenidos/as-desaparecidos/as.
En el ámbito internacional, el eje
Norte-Sur, liderado por los EE.UU., con Ronald Reagan como presidente
monitoreaba la Guerra Fría que alcanzaba también a América Latina, con la
presión militar del imperio, y financiera (Banco Mundial y Fondo Monetario
Internacional), en pleno inicio de la etapa neoliberal del capitalismo global.
En el plano local, debía colocar a la Argentina desde la visión democrática
“alfonsinista”, como un país confiable por lo tanto pacífico. Para ello se
plantea desandar el camino del conflicto bélico no solo en lo referido a las
Islas Malvinas, sino también a la temática vinculada con el Canal de Beagle;
litigio que teníamos con la hermana república de Chile.
En este tema, los militares habían
rechazado laudos arbitrales en el año 1979, y estuvieron a punto de iniciar una
guerra en el año 1977. Por lo tanto, el gobierno radical se aprontaba a dar
respuesta a estos puntos de política internacional al tiempo que profundizaba
el proceso democrático, y especialmente en el caso del diferendo con Chile
desde esta concepción latinoamericanista
“Nuestras relaciones con los países
latinoamericanos deben ser muy estrechas. En América Latina debe producirse un
cambio cualitativo en el orden político. La región toda debe cobrar conciencia
de la necesidad imperiosa de su unión. Esta afirmación no es retórica, y tiene
un fundamento práctico: ningún país latinoamericano podrá afrontar solo las
condiciones adversas de la actual situación mundial.”[5]
Y en cuanto al tema que nos ocupa
declaró:
“Nuestros esfuerzos deben tender a la
incorporación definitiva de las islas
Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur al territorio nacional. Esta es
una reivindicación legítima, y en este sentido el desenlace militar no puede
cambiar las cosas; de ahí que alentaremos cualquier esfuerzo que tenga por
objeto la negociación con el Reino Unido tendiente a cumplir con las
resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en especial la
2.065 (XX) y la 37/9, que invitan a las partes a resolver mediante
negociaciones la cuestión de la soberanía sobre las islas.”[6]
La vía diplomática como eje y la soberanía
como “norte”, a sabiendas que esta postura y la posición británica no dejarían
margen para esta discusión, ya que el imperio no iba a levantar la zona de
exclusión que pesaba sobre las Islas. En esta línea de argumentación tampoco
aceptaron una fuerza de paz mediadora en el archipiélago.
Un día antes (el 17 de julio) de un
encuentro pactado entre ambos países, en la ciudad de Berna, Suiza,[7]
el gobierno inglés autorizó a los kelpers a ceder la explotación de petróleo a
la empresa First Oil and Gas, por lo tanto,
las negociaciones naufragaron. En el mes de setiembre de ese año, el presidente
argentino ante la Asamblea General de las Naciones Unidas planteó que se
utilizar el estatus de negociación para las Islas, que le daría la soberanía a
la colonia británica de Hong Kong en el año 1997. La negativa británica se
mantuvo.[8]
El 30 de octubre de 1985, tras una nueva
Constitución para los kelpers, estos fueron declarados ciudadanos británicos. A
ello se sumaron la construcción de una pista de aterrizaje de envergadura,
avances en la explotación pesquera, vuelos regulares con Punta Arenas y
Montevideo, Uruguay, y maniobras militares, entre ese año y 1988. Y es
precisamente en ese momento que los EE.UU., plantearon el término “paraguas de soberanía”, como un
punto desde el cual se dejara de discutir acerca de ella y sí se avanzaran en
otros puntos en común que permitiera un acercamiento entre ambos gobiernos.
Esta nueva propuesta no tuvo eco,
básicamente porque en ese año se profundizó el debilitamiento del gobierno de
Raúl Alfonsín en materia económica y social. Al tiempo que Margaret Thatcher
esperaba una nueva reelección. Todo volvió a fojas cero. El contexto
internacional como ya dijimos tampoco ayudaba a un país como la Argentina que
al igual que la mayoría de los países de América del Sur salían de dictaduras
cívico-militares sin antecedentes en su violencia sobre sus propias
poblaciones. Así lo comprendió el presidente quien aseveró:
“…el mundo está hoy drásticamente dividido en
países ricos y países pobres, sectores cuyas diferencias tienden a ahondarse.
Las potencias centrales se hallan empeñadas en su propio conflicto: el que
enfrenta al Este con el Oeste (…) Los países del Tercer Mundo que se dejan
utilizar como peones en el conflicto Este- Oeste corren todos los riesgos de
ese enfrentamiento, pero no están destinados a participar en ninguna de las
ventajas de una eventual victoria. Ninguno de los países ricos que han asumido
liderazgos en aquella lucha está interesado en modificar la estructura del
sistema internacional y, entre todos, sólo nos prometen la destrucción del
mundo o el mantenimiento del statu quo. Se enfrentan por el predominio mundial,
pero, en cualquiera de sus esquemas, nosotros formamos parte de los dominados”[9]
Pareciera que la consigna esgrimida por el
expresidente Juan D. Perón (Unidos o Dominados) recuperaba en boca de un
radical vigencia a mediados de la década de los ‘80. Como ya afirmamos, en
plena carrera armamentista soviético-estadounidense, con la que ambos imperios
se seguían disputando seres humanos y recursos naturales.
La
década menemista: 1989-1999.
El 1° de julio del año 1990, ante el Congreso
de la Nación, el presidente argentino, el Dr. Carlos S. Menem, afirmaba que “los derechos soberanos de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y
Sandwich del Sur son el tema prioritario, la causa más importante de nuestra
política exterior”. Desgranando a continuación una serie de conceptos que
reivindicaban “el diálogo constructivo,
acuerdo bilateral, amistad, cooperación, paz, negociaciones”, todos ellos de
acuerdo a su mirada, fruto de la reunión llevada a cabo en la ciudad de Madrid,
los días 14 y 15 de febrero de 1990.[10]
A partir de dichos acuerdos (Madrid I y II), el presidente Carlos S.
Menem, volvió a destacar la “confianza mutua” que permitió sostener el “paraguas
de soberanía”, una definición según él que hacía “irrenunciables los
derechos de nuestro país sobre los territorios en disputa”, pero quedaría “en reserva” hasta que se inicie la búsqueda
por parte de ambos gobiernos “de una
solución duradera en esta materia”. Para finalizar esta breve alocución acerca
del tema Malvinas, destacando la
creación de la provincia de Tierra del Fuego (lo cual se había realizado por la
ley nacional 23.775 del mes de abril del año 1990).
El bilateralismo más allá de las palabras
que pudiera contener ese discurso, anclaba la relación exclusivamente con el
Reino Unido, sin apelar a los apoyos tradicionales de las Naciones Unidas y
América Latina que se venían reiterando desde el año 1965. A lo cual hubo que
sumarle la política exterior concreta desarrollada por el canciller Guido Di
Tella, sustentada en lo que él mismo definió como “la seducción de los isleños”,
a quienes había que tener en cuenta a la hora de tomar decisiones sobre las Islas
Malvinas.[11]
Para este funcionario, “el 3%” era el tema
pendiente (la soberanía) sobre un 100% en la relación con Gran Bretaña, de
acuerdo a su particular mirada el 97% restante estaba solucionado.[12]
Se producía así un retroceso de cien años en materia de política exterior,
regresando a la dependencia extrema de la oligarquía terrateniente de la
Generación del ‘80, cuando el ministro de Relaciones Exteriores, Francisco J.
Ortiz, en aquél año afirmó en nota
dirigida al embajador británico en Buenos Aires, Edmund Manson, que debería “estar persuadido que el más grande interés
de la República es conservar bajo el mejor pie de igualdad las relaciones con
Gran Bretaña, sin que pudiera en ningún caso, dar ocasión a que ellas se
alteren en una discusión amistosa y razonada, sobre un punto de derecho
internacional, como sería el de la soberanía de las referidas islas (Malvinas)”.[13]
El 22 de enero del año 1997, se les otorgó
el trato de “Héroes nacionales” a los combatientes muertos en acción
durante la guerra. En el año 1999, ambos Cancilleres (G. Di Tella y Robert
Cook) firmaron un acuerdo (sin hablar de soberanía) que retomó los
vuelos comerciales desde Chile, con escala en Río Gallegos, para que los/as
argentinos/as visitaran las Islas sin visado, como así también la construcción
de un cementerio en Darwin, con inversiones privadas que se finalizó e inauguró
en el año 2009, con un viaje especial de alrededor de 400 familiares de los
caídos. En 1997, se creó, luego de la ratificación de la III Convención de las
Naciones Unidas de Derechos del Mar, la Comisión Nacional del Límite
Exterior de la Plataforma Continental (COPLA – Ley 24.815/97)[14].En
el año 1998, la ley Nacional 24950/98, declaró “Lugar Histórico Nacional y
Tumba de guerra “el sitio donde fue el hundimiento del Crucero “General Belgrano”.
De todos modos, no se abandonó en la
estrategia geopolítica, una mezcla de pragmatismo, pero también de
voluntad política e ideológica de insertar a la Argentina fundamentalmente en
el orden económico del nuevo mundo de la globalización y el neoliberalismo.
Los
acuerdos económicos.
La “Declaración
Conjunta sobre Conservación de Recursos Pesqueros”, fue firmada en el año 1990,
tras la celebración de los Acuerdos de
Madrid. A partir de esta declaración, Argentina y el Reino Unido
establecieron la conformación de la Comisión de Pesca del Atlántico Sur y del
Subcomité Científico, dependiente de ésta, para poder avanzar en forma conjunta
en materia de explotación pesquera.
Los objetivos fueron promover acciones
conjuntas para poder hacer uso de los recursos de los espacios marinos de las Islas,
y generar acciones para preservar el ecosistema marítimo. No obstante, las
acciones unilaterales superaron a las cooperativas, y prevalecieron los
intereses propios. Lo mismo sucedió con la “Declaración Conjunta referida a la
cooperación sobre actividades costa afuera en el Atlántico Sudoccidental” y la
consecuente conformación de la Comisión de Hidrocarburos del Atlántico Sur. Las
diferencias persistieron también en este rubro a pesar de que el balance nos
demuestra un acercamiento de índole comercial y financiero tal como lo veníamos
planteando; siempre alejado de toda discusión referida a la soberanía,
fundamentalmente en los foros multilaterales y fundada en la resolución 2065 de
las Naciones Unidas, privilegiando además la opinión de los kelpers.
[1] María Elena Otero Tejeró. Entre balas y soberanía: memorias
femeninas de Malvinas. Red Federal de Estudios sobre Malvinas. ReFem.
2065.XIII Congreso Nacional de Ciencia Política. CABA, 2 al 5 de agosto
2017. p.115. Ultima vez consultado 2 de
agosto de 2022.
[2] Ibídem.
[3] Loc. Cit.
[4] Federico Lorenz. Las
Guerras por Malvinas. Buenos Aires:
Edhasa. 2006.pp. 217-223. George Canning (1797-1829) fué ministro de
Relaciones Exteriores de Gran Bretaña a inicios del XIX.
[5] G.E.García. La cuestión Malvinas durante el gobierno
de Alfonsín. En http//sedici.unlp.edu.ar. 2014. p.10. Ultima vez consultado, 15
de julio de 2022.
[6] op.cit.
Ultima vez consultado, 16 de julio de 2022.
[7] La embajada de este país representaba los intereses
del Reino Unido en la Argentina.
[8] Al finalizar la “Primer Guerra del Opio” en el año
1842, entre las potencias imperiales occidentales (entre ellas Gran Bretaña) y
China, mediante el Tratado de Nanking, este país cedió a perpetuidad esta isla
a los inlgeses. En 1984, Margaret Thatcher se comprometió a devolverla a la
República Popular China el 1° de julio del año 1997.
[9] op. cit. p.
17. Ultima vez consultado el 15 de julio de 2022.
[10] “Madrid I”, se
llevó a cabo en el 19 de octubre del año 1989, y lo sustancial fue que ambos
gobiernos acordaron no discutir el tema “soberanía”. Ver https://www.dipublico.org/4049/acuerdo-de-madrid-i-declaracion-conjunta-de-las-delegaciones-de-la-republica-argentina-y-del-reino-unido-de-gran-bretana-e-irlanda-del-norte/. Ultima vez consultado el 16 de julio de 2022. Cinco
meses más tarde, ratificaron el primer acuerdo y Gran Bretaña quitó la zona de
protección de Malvinas, se restablecieron las embajadas, y se plantearon una
serie de artículos que fortalecerán el intercambio de información sobre pesca,
movimientos militares, inversiones privadas y la visita de familiares de lxs
caídxs argentinxs al cementerio de las Islas Malvinas. Ver https://www.iri.edu.ar/publicaciones_iri/manual/Malvinas/Madrid%20II.pdf. En www.iri.edu.ar. Ultima vez consultado el 16 de julio de 2022.
También ver: http://rephip.unr.edu.ar/xmlui/handle/2133/16730. Marina Mántaras. Ultima vez consultado 16 de julio
de 2022.
[11] La Argentina reconoció así a lxs isleñxs como el
tercer actor en esta disputa, logrando que participen en la delegación
británica en la Declaración conjunta sobre Comunicaciones en el año 1999; habrá
que tener en cuenta en palabras del Canciller argentino: “intereses, deseos,
temores y aspiraciones de los kelpers”. Mezclando dos posturas contrapuestas: intereses (Argentina) y deseos (Gran Bretaña), siendo que la
primera favorecía a los ojos de las Naciones Unidas a nuestro país. En http://rephip.unr.edu.ar/xmlui/handle/2133/16730. Marina Mántaras.p. 57. Ultima vez consultado 16 de
julio de 2022.
[12] Convencido el Canciller argentino que la
seducción debía formar parte de los acuerdos con los ingleses, en la navidad
del año 1998, envió 600 libros infantiles a los isleños junto a “ositos Winnie
Puh”.
[13] op. cit.
[14] La COPLA
es una comisión interministerial bajo el mando de la Cancillería Argentina e
integrada también por el ministerio de Economía y Producción, y el Servicio de
Hidrografía Naval), con el objetivo de delimitar el borde del margen
continental, ya que los derechos de soberanía del Estado argentino sólo están
limitados a los recursos naturales que se encuentren en el lecho y el subsuelo
de las áreas submarinas adyacentes a su mar territorial, lo cual implica que no
abarca la superficie del mar ni sus aguas.
CONTINUA
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