sábado, 31 de agosto de 2013
Los colorados y el fantasma de la guerrilla
A una semana de asumir, el gobierno de Horacio Cartes ya consiguió superpoderes que utilizará para combatir la amenaza de supuestos grupos guerrilleros. El temor a una revuelta campesina.
Desde que el 15 de agosto, festividad de Nuestra Señora de la Asunción, asumió como nuevo presidente del país, el multimillonario Horacio Cartes vio a su gobierno, comprometido con un cambio estructural para volver solvente al país, amenazado día tras día por acciones armadas atribuidas al fantasmal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). La muerte de unos matones rurales que ejercían la violencia en el norte del Paraguay llevó a que el Ejecutivo pidiera al Legislativo, y consiguiera en la primera semana de mandato, superpoderes para combatir a la guerrilla y militarizar la lucha contra los guerrilleros. La vuelta del Partido Colorado al poder, después del breve interludio de la presidencia del ex obispo católico Fernando Lugo, se caracterizó ya por procurar la suma del poder público para el primer mandatario, pero evitado la expresión, sin duda más odiosa, de estado de sitio, cuyo ejercicio caracterizó a las largas décadas en el poder del colorado Alfredo Stroessner (1954-1989).
Una guerrilla misteriosa. Si en algo coinciden los analistas, observadores y aun algunos militares paraguayos consultados por esta revista es en el carácter evanescente de toda definición completa y abarcativa del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). De una manera conservadora, podría resumirse que el EPP existe, pero que no todo lo que se le atribuye es su obra, que al menos otro grupo en acción también se hace llamar a veces EPP, y que este se encuentra integrado o por narcos o por fuerzas locales aliadas con otras del Brasil. “Hasta ahora no se ha precisado qué es el EPP –dice a Veintitrés Damián Cabrera, ganador del último gran premio nacional de novela–. El Ejército del Pueblo Paraguayo se autorrepresenta como una guerrilla de izquierda. Sin embargo, hay quienes consideran que el EPP está más bien al servicio de la derecha, puesto que suele tener más visibilidad precisamente cuando la derecha necesita algo que justifique su avance conservador, como en el caso del regreso de las fuerzas armadas a las calles, ahora durante el gobierno del empresario Horacio Cartes –quien ya manifestara su simpatía con el gobierno del dictador Stroessner–. Los medios corporativos de comunicación representan al EPP como un fenómeno aislado e insólito, pero lo cierto es que en Paraguay siempre han existido guerrillas”. En Paraguay, país de seis millones y medio de habitantes y una superficie de 407 mil km2, el 98% de la tierra está en manos del 2% de la población.
Seguridad nacional. Paraguay es la nación más rural de Sudamérica y el temor de la protesta campesina sin tierra embanderada con la protesta agraria está compartido por los grandes terratenientes, muchos de ellos brasileños en el norte del país, que han forjado una nueva identidad cultural, llamada brasiguaya, resistida por los paraguayos pero no necesariamente por la oligarquía terrateniente local. “Cartes tiene mayoría parlamentaria que le posibilitó la modificación de la ley de Seguridad: evitar pasar por la burocracia de la consulta –dice a este semanario Cristino Bogado, una de las mayores voces de la cultura asuncena– en cada caso para hacer incursiones militares en las zonas donde se han ectoplasmizado los fuegos del EPP –agrupación que desata sangre y muerte en las estancias de extranjeros– sin sucumbir al estado de sitio, de triste nombre (Stroessner gobernó casi 30 años con ese artilugio constitucional). Esa tranquilidad para actuar en el Norte turbulento no la tendrá, al parecer, en su propia casa, ubicada sobre la calle 25 de Mayo, sede del partido colorado. Al llenar de tecnócratas su gabinete y dejar fuera a la clientela atávica de seccionaleros y hurreros (los que van pagados a los actos partidarios), recurso humano elemental de este partido desde el origen, veremos en cuál guerra triunfa. Una dependerá de la otra. Al final no es muy difícil vislumbrar un motín en su propia casa”.
Campesinos entre narcos y paras. No deja de ser un signo que en menos de dos semanas de gobierno haya ocurrido durante el gobierno de Cartes el mayor decomiso de droga de la historia paraguaya, 2.500 kilos de cocaína y marihuana en el norte del país. “Las organizaciones campesinas y los partidos políticos señalaron que todos conocen que en el norte el poder de los narcotraficantes es evidente –explica a Veintitrés el periodista de investigación Jorge Zárate–. Hasta el propio titular de la Secretaría Antidrogas (Senad), Luis Rojas, señaló que el EPP no podría sobrevivir en la zona sin tener contactos con los malvivientes. Rojas dijo inclusive que es posible que cobren peajes en efectivo, armas y drogas para poder sostener su logística. Entendiendo esta situación, los atemorizados pobladores comienzan a preguntarse por qué la policía y el ejército no irrumpen con la misma violencia en estancias sospechadas de tener pistas aéreas de abastecimiento de avionetas y plantaciones de marihuana ocultas detrás de explotaciones ganaderas y sojeras.
Este fenómeno de los narcoganaderos y narcosojeros es el preeminente en la zona y así inclusive lo admiten los políticos regionales. A pesar de ello, la hipótesis de que EPP es funcional a los intereses de este sector que necesitan territorio libre de gente para poder desarrollar su negocio, no es seguida con la misma intensidad por el Estado. Cuando Cartes asumió, anunció guerra sin cuartel a la pobreza que afecta a la mitad de los paraguayos. Antes, la violencia en estado puro se le interpuso en el camino.
Bolivia pisa fuerte en Brasil
Fue una semana tensa en las relaciones bilaterales entre Bolivia y Brasil, tras la salida clandestina de La Paz y llegada a la capital brasileña de Brasilia del senador opositor Roger Pinto Molina, que culminó con la renuncia del canciller brasileño Antonio Patriota. Pinto estaba refugiado en la embajada brasileña en la sede de gobierno boliviana desde el 28 de mayo de 2012. Aguardaba un salvoconducto para abandonar el país rumbo a Brasil, que ya le había concedido asilo político. El gobierno de Evo Morales se negó a conceder el salvoconducto, argumentando que el senador figuraba como acusado en varios juicios por incumplimiento de deberes, contratos lesivos al Estado, corrupción pública, sedición, asesinato de campesinos en 2008, desmonte en el departamento de Pando y delitos económicos. Por eso fueron, y sonaron conciliatorias, las palabras de la presidenta de Brasil Dilma Rousseff acerca de que ha de ser deseable que su país mantenga una relación “armónica y respetuosa” con vecinos en el continente, es decir sobre todo con Bolivia. La pronunció en el discurso que ofreció en la asunción del nuevo canciller, Luiz Alberto Figueiredo Machado. Patriota había renunciado el lunes en medio de la crisis desatada en las relaciones con Bolivia por la operación clandestina organizada por la embajada brasileña en La Paz, con la anuencia del canciller renunciante. Una operación deplorada por Rousseff este martes, cuando sostuvo que Brasil “jamás podría aceptar” la salida del ex senador –que había recibido asilo político de Brasil el 8 de junio del año pasado– sin un salvoconducto del gobierno boliviano.
Revista Veintitrés
El Nobel de la paz anuncia la guerra Por Antonio Caño | Washington
Obama, ante un dilema desgarrador en el que se juega su lugar en la historia.
En las horas más críticas de su presidencia, cuando ha decidido lanzar un ataque en la región más explosiva del mundo, Barack Obama se juega su lugar en la historia como el incompetente que condujo a su país a otra guerra innecesaria o como el líder firme que se plantó ante la actuación salvaje de un tirano.
Tendrá primero que convencer a un Congreso hostil y una opinión pública escéptica. Pero, frente a aquellos que este sábado se manifestaban en las puertas de la Casa Blanca con pancartas para que EE UU no ponga sus manos en Siria, el presidente que ganó las elecciones con la promesa de paz tiene ahora que defender la necesidad de la guerra.
Obama se ha visto ante la responsabilidad de acatar el veredicto de silencio de la ONU y quedarse quieto o actuar fuera de la única legalidad internacional que se conoce. El dilema es desgarrador. Como decía el viernes el secretario de Estado, John Kerry, al presentar las pruebas que, según él, vinculan al régimen de Bachar el Asad con el ataque químico, “todo el mundo advierte de los peligros de una intervención, pero ¿alguien ha pensado en el peligro de no hacer nada?”.
Un ataque a Siria, pese a que Obama ha prometido que será de carácter “limitado”, es decir, corto y sobre objetivos muy concretos, engendra un alto riesgo de propagación del conflicto en la zona y en la propia Siria, con la posibilidad de que EE UU se vea obligado a otros y más prolongados ataques en una espiral infernal.
Pero no hacer nada supone, desde la perspectiva de Washington, no sólo sancionar el uso de armas químicas en Siria, sino enviar a Irán, Corea del Norte o cualquier otro país que quiera escucharlo el mensaje de que no existen límites en el grado de crueldad que el mundo está dispuesto a soportar de forma impasible. Es cierto que ya han muerto más de 100.000 personas desde que la guerra civil en Siria estalló hace más de dos años, y que un millar más de cadáveres, por mucho que las armas con las que murieron fueran químicas, no parece cambiar mucho el balance de la tragedia. Pero Obama lo ha planteado como una cuestión de límites. EE UU no puede intervenir en todos los conflictos ni impedir todas las catástrofes humanas, pero el uso de armas de destrucción masiva constituye una línea roja que el propio Obama marcó en su día y que El Asad han traspasado groseramente ahora, según los datos que exhibe la Administración.
Este momento es particularmente angustioso para Obama, que construyó su leyenda sobre las cenizas de un predecesor arrogante y belicista. También es especialmente desconcertante para el resto del mundo ver al frente de esta nueva aventura militar al hombre en quien se creyó para construir la paz.
El propio Obama admitió el viernes que “mucha gente, entre la que me encuentro, está harta de guerra”, teniendo en cuenta las experiencias de Afganistán y de Irak. Pero añadió que también “hay mucha gente que dice que hay que hacer algo y luego nadie hace nada”. “Es importante tener en cuenta que, cuando más de 1.000 personas son asesinadas, incluyendo centenares de niños inocentes, por el uso de armas químicas, de las que el 98% o el 99% de la humanidad cree que no deberían utilizarse, si no hay una respuesta estamos enviando una señal que pone en peligro nuestra seguridad nacional”.
Obama decide atacar Siria pero lo someterá a votación del Congreso
"No fui elegido para esquivar decisiones difíciles", proclama el presidente de EE UU en su declaración en la Casa Blanca
"¿Qué mensaje estamos mandando al mundo si un dictador puede gasear a sus ciudadanos sin pagar por ello?"
“He decidido que EE UU debe actuar militarmente; puede ser mañana, la semana que viene o en un mes", asegura Obama, que ha hecho referencia al cansancio de los estadounidenses tras dos guerras en Irak y Afganistán: "Por eso no queremos poner a nuestros soldados en medio de otro conflicto, pero no podemos ignorar lo que ocurrió en Damasco". El ataque será "limitado en duración y objetivos", según el mandatario.
Barack Obama ha anunciado este sábado que ha decidido tomar represalias militares contra el régimen de Siria, pero, tratando de hacer más robusta su posición política y de ganar legitimidad para su actuación militar, someterá su decisión a la votación del Congreso –de vacaciones hasta el día 9-, lo que, como mínimo, retrasará varios días el posible ataque, si es que no lo impide por completo, teniendo en cuenta que la oposición republicana tiene el control de una de las cámaras, la Cámara de Representantes.
Obama declaró, en una comparecencia en el Rose Garden de la Casa Blanca al borde de las dos de la tarde (hora local), que, como comandante en jefe, está capacitado para ordenar el ataque en cualquier momento. Pero añadió que, “como presidente de la democracia constitucional más vieja de la tierra, es preciso liderar, no solo con la fuerza, sino también con el ejemplo”, por lo que, aunque no está obligado legalmente a ello, va a implicar a los representantes de los ciudadanos en esta grave decisión.
Se trata de una maniobra enormemente arriesgada, puesto que Obama está lejos de tener asegurado un voto favorable, pero, al mismo tiempo, increíblemente hábil, ya que, sin renunciar a una respuesta firme contra el régimen de Bachar el Asad, le otorga a su decisión una legitimidad, al menos desde el punto de vista nacional, que lo pone a salvo de futuros y previsibles riesgos una vez que la operación militar haya comenzado.
Obama establece, además, un precedente muy relevante: todos los últimos presidentes norteamericanos, de todos los signos políticos, desde Ronald Reagan hasta Bill Clinton, han procedido sin votación en el Congreso a acciones militares de muchas más envergadura que la que se espera en Siria, que Obama repitió que será “limitada” y no incluirá el despliegue de tropas sobre el terreno. “Sé que puedo hacerlo sin la autorización del Congreso, pero seremos más efectivos si buscamos su aprobación", declaró el presidente.
más información.
Este paso abre, no obstante, un largo proceso de debate lleno de incertidumbres. Obama dijo que ha comunicado su decisión al presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, a la líder demócrata en esa cámara, Nancy Pelosi, al líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, y al líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, quienes le comentaron que respaldaban esa medida. Falta ahora que esos líderes convoquen a sesiones de urgencia a sus respectivas cámaras, que actualmente se encuentra en receso.
Si no se produce una convocatoria urgente, el debate en el Congreso no podría celebrarse hasta el próximo 9 de septiembre. Aún convocándose una sesión de emergencia, el debate podría ser largo y accidentado, sobre todo en la Cámara de Representantes, donde los líderes republicanos no tienen pleno control sobre un extenso grupo de congresistas vinculados al Tea Party cuyo radicalismo, aventurerismo y odio visceral a Obama es de sobra conocido.
Si la Casa Blanca no ha acudido antes al voto del Congreso es, precisamente, porque teme meterse en una dificilísima negociación sobre lo que los miembro del Tea Party pueden exigir a cambio de su voto a favor de la intervención en Siria. Conociendo los antecedentes ocurridos, la verdad es que puede esperarse cualquier cosa. Basta citar como ejemplo que EE UU se verá de nuevo a mediados de octubre ante la amenaza de la suspensión de pagos porque la Cámara de Representantes se niega a apoyar el presupuesto sin una serie de condiciones, por ejemplo, sobre la reforma sanitaria.
Es decir, que Obama ha abierto la caja de Pandora y tiene que prepararse para un camino lleno de obstáculos en el Congreso. Su ventaja es que el público norteamericano no suele ver con buenos ojos una actitud obstruccionista de parte de la clase política cuando el presidente y comandante en jefe está en medio de una crisis militar. Pero tiene en contra que la opinión pública no está aún convencida de la necesidad de actuar en Siria. Sólo un 20% de la población comparte actualmente los argumentos del Gobierno.
En su intervención, Obama trató de agrandar ese porcentaje con nuevos argumentos sobre la gravedad de lo ocurrido en Siria, que describió como “el peor ataque químico del siglo XXI”, y la necesidad de darle respuesta. “¿Qué mensajes estaremos mandando si un dictador puede gasear cientos de niños hasta la muerte a la vista de todo el mundo sin pagar un precio?”, preguntó.
El momento del ataque queda ahora pendiente de esos dos factores: la decision del Congreso y el estado de la opinion pública. ¿Cuando? Obama trató de quitarse presión de encima sobre la fecha de la intervención. “Puede ser en un día, en una semana, en un mes”, dijo. Las fuerzas militares están listas y la decisión de la Casa Blanca plenamente tomada.
El resto de los elementos que se han manejado en los últimos días ya apenas cuenta. El informe de los inspectores de Naciones Unidas, que también puede tardar varios días, no es considerado en Washington un asunto relevante. El apoyo de otros países, tampoco mucho.
Obama aseguró que ha recibido en privado el respaldo de varios Gobierno del mundo, a los que animó a que lo hagan público. Pero su actuación no va a depender de eso. “Somos los Estados Unidos de América, No miramos a otra parte respecto a lo que ha sucedido en Damasco", manifestó.
El País, España
Los temores de la derecha ¿Por qué conspiran contra la Ley de Medios?
El entramado corporativo pasó de las cautelares a las vacilaciones de un tribunal resistente a la democracia real.
Por Víctor Ego Ducrot
Porque es hija de una militancia profunda, de formas no arquetípicas de hacer política; "del compromiso de los cuerpos con una democracia con volumen y espesor de nuevo tipo, del diálogo entre multitudes, en las calles y con quienes tienen la responsabilidad de gobernar y de legislar, con quienes en esa relación es más lo que oyen que lo que enuncian", como coinciden en señalar quienes fueron los principales hacedores de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, norma de distribución de cultura, de bienes simbólicos de producción social, con tanta densidad inclusiva, equitativa y pluralista que aunó los apoyos de multitudes que se expresan en las plazas y de instituciones con los más diversos atributos, como lo son, entre otras, la Iglesia Católica y la ONU. Y escribía recién, "como coinciden en señalar su principales hacedores"; ellos son entonces Gabriel Mariotto, el conductor político de la trama de gestión y militancia que desembocó en su sanción por parte del Congreso Nacional y promulgación por el Ejecutivo; Damián Loretti, el mismo que tuvo a su cargo la sistematización filosófica del proyecto, heredero este de años de compromiso por una comunicación democrática por parte de innumerable actores, y Graciana Peñafort, de alguna forma la mirada fina desde lo jurídico, que posibilitó ese verdadero mecanismo de relojería en lo legal y administrativo que el Grupo Clarín aun intenta desmontar para mantener sus privilegios monopólicos, con cuatro años de complicidad por parte de la corporación judicial y con las prácticas de terrorismo mediático que sólo puede poner en acción un grupo como el orquestado por Héctor Magnetto, entre las tinieblas de los crímenes de lesa humanidad. A ese tridente que el otro día en Plaza Lavalle un militante de la comunicación comunitaria calificaba de "mariottismo al palo, al que tanto le debemos sobre todo las más jóvenes generaciones, las que tenemos hoy un país por el que pelear, todos de alguna manera 'hijos' de Néstor Kirchner y de Cristina"; a ese tridente se le sumaron otros actores fundamentales, tanto para la elaboración teórica de la Ley como para su militancia durante meses en cientos de Foros, recogiendo experiencias e iniciativas que finalmente fueron volcadas al texto de la misma: ellos son Analía Elíades y Miguel Julio Rodríguez Villafañe.
Tres hechos en distintos ámbitos y de distintas dimensiones, registrados cada uno de ellos a escasas horas de diferencia, pueden darnos pistas acerca de cómo aquella experiencia por la democracia de la palabra sigue atemorizando a los poderes corporativos, y, en definitiva, sobre qué se debate en esta Argentina de nuestros días: la Corte Suprema de Justicia es interpelada por multitudes para que cumpla con la Constitución y no sea sirvienta de Magnetto; un senador provincial de poca monta (Jorge D’Onofrio) es usado por un ex "servicio" y en la nómina de los responsables políticos por los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán (Juan José Álvarez) , para que, en ancas de una elección de medio término que aun no tuvo lugar, un intendente asociado a las mafias del llamado "corredor de Norte" (Sergio Massa) apunte contra las instituciones y la gobernabilidad de la provincia de Buenos Aires, la de mayor volumen económico y político del país; y un tribunal penal se lleva puestos a testigos y pruebas, con jueces que se duermen en la sala y asesoran a voces de "la Bonaerense", para exculpar en forma escandalosa a siete efectivos de ese cuerpo que es más "para" que policial por el crimen de un joven cuyo cuerpo apareció en un zanjón (¿y van cuántos?, y al mejor estilo del siniestro terrorismo de Estado).
El primer caso es la resultante de un modus operandi del entramado corporativo, que pasó de las cautelares a las vacilaciones de un tribunal mayor resistente a la democracia real: no quiere que los magistrados paguen impuestos, se niega a que el principio de soberanía popular sea válido también para la justicia y esta semana llegó a equiparar a un empresa de diarios y TV con el Estado nacional, por supuesto dejando fuera del recinto al conjunto de la sociedad civil.
El segundo desnuda el que hasta ahora parecería ser el paso táctico mejor logrado de la derecha variopinta, asesorada por cierto desde los mismos rincones que en otras épocas no lejanas asesoraron a golpistas y terroristas de Estado (las silenciosas oficinas de "la Embajada"): poner por fuera a un cacique menor (Sergio Massa) y por dentro a algunos dirigentes de primera línea cuyos sarampiones kirchneristas no convencen a nadie; y disparar no sólo contra la gobernabilidad de la provincia de Buenos Aires sino, y muy especialmente, sobre una experiencia de política legislativa inédita en el país, como lo es la protagonizada desde el Senado bonaerense, a partir de Foros Sociales para darle la palabra a los vecinos de distintas localidades acerca de los temas centrales en la agenda púbica, como seguridad, por ejemplo; de proyectos de leyes para democratizar el Consejo de la Magistratura y la justicia misma y sus procedimientos, y para transparentar y hacerles ganar en eficacia a los instituciones policiales; como así también el permanente caminar del territorio por parte de senadores y el propio titular de la Cámara –el mismo Gabriel Mariotto cuyo ejemplo al frente de la creación de la Ley de Medios fue agradecido el miércoles ante una multitud por el actual titular de la AFSCA, Martín Sabbatella -, en diálogo con instituciones de las más diversas incumbencias.
El tercero da cuenta, una vez más, (¿y van cuántas?) de cómo la trama de complicidades entre elementos policiales, del Poder Judicial y del tablero político, la misma que Mariotto viene denunciando desde su primer día de gestión como vicegobernador, encierra la explicación última de los problemas de seguridad, que se solucionan desarticulando esa circuito perverso y no con cámaras televigilantes, tan fuertemente auspiciadas por el crimen organizado y los intendentes, fiscales, jueces y agentes a su servicio; de una trama que en definitiva sólo le sirve a la derecha política y económica, la única beneficiada por el accionar delincuencial de la compleja red que intento referir, espero que con cierto éxito en término de síntesis.
Y si de síntesis se trata, pues entonces por qué no ensayar la siguiente: los atentados contra le Ley de Medios, las conspiraciones sobre los mismos bordes de la gobernabilidad, y el mantenimiento de las tramas más siniestras, como lo es la de policías, políticos, jueces, fiscales y medios dominantes de comunicación – con prácticas tan bien desarticuladas conceptualmente por un juez de la propia Corte Suprema (Raúl Eugenio Zaffaroni)–, son todos esos los factores de una misma ecuación, aquella por la que apuesta el poder corporativo concentrado, para destruir los instrumentos que crean y distribuyen cultura democrática, destruir al orden constitucional mismo si les hace falta; y sobre todo, y porque les temen, para combatir a los militantes y dirigentes más comprometidos con los haceres republicanos, que tanto aprendieron en términos de producción social de políticas cuando atravesaron las luchas en búsqueda de la tan temida Ley (temores de la derecha), la de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Infonews
Aerolínea de bandera Interés nacional: último aviso para abordar la causa Por Jorge Dorio
Basta con asomar la nariz por encima de la maraña argumental generada por el conflicto con la empresa LAN para notar que ningún análisis ha destacado como basamento para iniciar la discusión el imperativo fundacional de la defensa de lo propio.
Un fantasma acecha en la observación de nuestra política: la rutina del estupor. ¿Cómo es posible que no produzca asombro el hecho de que el Presidente de Aerolíneas Argentinas tenga que dedicarse a dar puntillosas explicaciones por ejercer la defensa del interés nacional?
Mueve a risa pensar que un funcionario público – especialmente si su ámbito de competencia es una aerolínea de bandera – deba enfrentar una discusión de cualquier orden desde una postura de imparcialidad como la que reclaman algunos sedicentes líderes de opinión locales.
En el caso puntual de Mariano Recalde, el cuestionamiento es el más reciente eslabón de una cadena envuelta a su gestión desde el mismísimo comienzo. En aquel momento, carentes aún de un objeto pasible de crítica, los dardos se centraron en dos caracteres de pueril fragilidad. El primero era la “excesiva” juventud del flamante funcionario. El segundo, su pertenencia a La Cámpora, una agrupación a la que se ha intentado demonizar tratando de asimilarla a nucleamientos que van desde Montoneros hasta las Juventudes Hitlerianas.
También en este caso el desatino de las pretendidas similitudes revela el desembozado motivo del ataque, que no es otro que el disciplinado respaldo de la agrupación a los lineamientos del Ejecutivo y su recreación en virtud de renovados desafíos generacionales.
Desde este punto podemos rastrear la conexión con el comienzo de estas líneas. Transcurridas varias décadas de extravío en lo que a la recuperación plena del concepto de soberanía se refiere, el modelo kirchnerista asumió la restauración del interés nacional ( y su consecuente ampliación a la idea de “Patria Grande”) como un leit motiv de sus políticas.
Frente al cipayismo mal disimulado de la dictadura, las relaciones carnales del menemismo y una vindicación nacional puramente declamatoria de otros momentos y núcleos partidarios, esta toma de posición – elemental, fundante, insoslayable – no dejó de hacer cierto “ruido” en algunos sectores de la opinión pública urbana y pseudo progresista.
Desde distintos ámbitos se intentó travestirla de chauvinismo u otras perversiones del concepto aprovechadas históricamente por la derecha para disfrazar sus posturas como imperativos categóricos. Pero pasados diez años de políticas consecuentes, es cada vez más difícil que se logre desnaturalizar la idea concreta de soberanía.
Para volver al tema de Aerolíneas Argentinas ha de decirse en primer lugar que es incorrecto hablar de “conflicto” en el diferendo con la empresa LAN o en la demanda de hangares y explotación de rutas internas en países vecinos. La actitud de Recalde no ha sido otra que la de ratificar su eficacia en la conducción del crecimiento de la empresa con la afirmación del interés que define el carácter de una aerolínea de bandera.
Pero en este punto corresponde también aclarar un perfil ampliado de lo soberano. En el caso de Aerolíneas no se trata sólo de la recuperación de rutas, destinos y frecuencias o de la modernización y ampliación de la flota. La incorporación de miles de ciudadanos a los beneficios del transporte aéreo, la progresiva federalización del servicio y la vocación solidaria en aspectos como el acuerdo con el INCUCAI, expresan la necesidad de entender la soberanía nacional en el perfil que la completa y que es el de soberanía popular.
Por eso el cuestionamiento a ciertas decisiones oficiales no se limita a la vocación entreguista de quienes cuestionaron la postura frente a Malvinas o la Fragata Libertad. La condición de esas voces es idéntica en su respaldo de los fondos buitre y las tutelares de Clarín o la condena de la política tributaria y las relaciones con el lobby agropecuario.
La cuestión es tan sencilla como la que emerge de parafrasear viejos refranes. Es obvio que la soberanía bien entendida empieza por casa. Por eso es necesario mantener la vigilia frente a los abanderados de las hipotecas y otros okupas agazapados. Sólo la unidad frente a esos intereses puede garantizar que la casa esté verdaderamente en orden.
Télam
La Unasur emitió una declaración contra una intervención en Siria
La Cumbre sirvió para reanimar la unidad regional: el retorno de Paraguay, su reencuentro con Venezuela y la distensión entre Brasil y Bolivia
VII Cumbre ordinaria de la UNASUR
Con el recuerdo latente de Hugo Chávez, los 12 países miembros firmaron en Surinam un domumento para exigir la resolución pacífica de los conflictos internacionales. Remarcaron el interés regional en la causa Malvinas.
Los presidentes de los países de la Unasur concretaron ayer su séptima cumbre en un clima poco usual, marcado por el regreso de Paraguay al bloque, la inminente intervención militar en Siria y un sentido homenaje al fallecido mandatario venezolano Hugo Chávez. Al finalizar el encuentro, los 12 países miembro firmaron la declaración de Paramaribo en la que sentaron posición sobre el conflicto en la República Árabe al exigir la solución pacífica del conflicto y la no intervención extranjera en sus asuntos internos. También firmaron una declaración en la que piden por negociaciones pacíficas para resolver la cuestión de la soberanía de Malvinas.
Los jefes de Estado, reunidos en la capital de Surinam, trataron una variedad de temas con el eje puesto en cuestiones prioritarias de integración en cuanto a la agenda doméstica, pero dedicados buena parte de las deliberaciones a la crisis en Siria, sobre lo que se expresaron de manera oficial al culminar la cumbre. Los presidentes hicieron un llamado a que el pueblo sirio encuentre, en el marco del ejercicio de su plena soberanía, una salida pacífica al conflicto que ya dejó centenares de miles de muertos.
El texto establece la necesidad de esperar a que la comisión de la ONU encargada de investigar los supuestos ataques con armas químicas al pueblo de Siria se pronuncie, y "no sólo que precise si hubo ataque, sino que determine quién lo perpetró", según explicó el canciller venezolano. El vicepresidente argentino, Amado Boudou, descartó a su turno que "las guerras, las armas y las intervenciones sean la forma para avanzar hacia un mundo de paz", y luego aprovechó para agradecer "el acompañamiento en la causa Malvinas, de Unasur (que) es una causa de nuestro pueblo pero también de nuestra región, nuestro continente y de esta gran institución que se está formando".
La cumbre fue inaugurada por el mandatario de Surinam, Desiré Bouterse, tras recibir la presidencia pro témpore de su colega peruano, Ollanta Humala. Bouterse inició la reunión con un homenaje al fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, de quien recalcó el impulso dado para construir sistemas de complementariedad económica, solidaridad entre los pueblos y una inspiración para la integración del bloque regional. Su predecesor en el cargo, realizó luego un balance de la presidencia pro témpore peruana, de la que destacó las 151 reuniones de los órganos e instancias de la Unasur. En el repaso que hizo Humala destacó el pronunciamiento conjunto de la Unasur reflejando "su más enérgico rechazo al retiro sorpresivo de los permisos de sobrevuelo y aterrizaje de la aeronave en la que se trasladaba en el presidente Evo Morales en vuelo de retorno de su participación en la segunda cumbre del foro de países exportadores de gas".
La cumbre de Surinam marcó el regreso a la organización de Paraguay después de más de un año suspendido, por lo que también determinó el primer viaje al exterior del nuevo presidente de ese país, Horacio Cartes. El flamante mandatario dio un gesto esperado en pos de la unidad regional al reunirse con su par venezolano, Nicolás Maduro, que el 15 de agosto fue considerado "persona non grata" por el anterior gobierno paraguayo. "Buena reunión con la Presidenta Dilma y el Presidente Cartes. Les ratifiqué mi respeto y amor por el Paraguay!!!", señaló el mandatario bolivariano a través de su cuenta de Twitter, en la que también publicó una foto de los tres jefes de Estado sonrientes.
Durante la cumbre los cancilleres también acordaron que el Consejo de Defensa de la Unasur estará copresidido por Colombia y Surinam. Según detallan sus estatutos, este órgano es una instancia de consulta, cooperación y coordinación en materia de defensa que, en principio, debe ser presidido por el país que ostenta la presidencia pro témpore de la Unasur, pero Surinam había pedido colaboración al reconocer que no estaba en condiciones de comandarlo en soledad.
La vuelta de Paraguay y otras yerbas
La Cumbre de Surinam fue el escenario apropiado para que Paraguay fuera readmitido oficialmente en el seno de Unasur. El país había sido suspendido temporalmente de la organización después del derrocamiento del presidente constitucional , el ex obispo de San Pedro, Fernando Lugo.
En ese marco, el nuevo mandatario paraguayo, Horacio Cartes, emitió una declaración en que dijo que trataría de fortalecer el bloque. "La desigualdad es el enemigo que tenemos que derrotar", dijo.
Un dato destacado de ese encuentro fue que la ceremonia de bienvenida del anfitrión, Desi Bouterse, fue demorada varias horas por el arresto en Panamá de su hijo, Dino Bouterse, quien enfrenta cargos por drogas y armas en Estados Unidos. No hubo menciones al asunto entre los mandatarios.
Los cancilleres sudamericanos, mientras tanto, firmaron un documento de rechazo a la "multimillonaria campaña de desprestigio" de la petrolera estadounidense Chevron contra Ecuador en medio del juicio por los graves daños ambientales que dejó en ese país la empresa Texaco.
31/08/13 Paramaribo | Télam, EFE y DPA
El día que acabó la crisis, Juan José Millás.
El día que acabó la crisis, Juan José Millás.
Un buen día del año 2014 nos despertaremos y nos anunciarán que la crisis ha terminado.
Correrán ríos de tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos harán creer que ha pasado el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay síntomas de debilidad y que hay que ser muy prudentes para evitar recaídas.
Conseguirán que respiremos aliviados, que celebremos el acontecimiento, que depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas.
Un buen día del año 2014, la crisis habrá terminado oficialmente y se nos quedará cara de bobos agradecidos, nos reprocharán nuestra desconfianza, darán por buenas las políticas de ajuste y volverán a dar cuerda al carrusel de la economía.
Por supuesto, la crisis ecológica, la crisis del reparto desigual, la crisis de la imposibilidad de crecimiento infinito permanecerá intacta pero esa amenaza nunca ha sido publicada ni difundida y los que de verdad dominan el mundo habrán puesto punto final a esta crisis estafa —mitad realidad, mitad ficción—, cuyo origen es difícil de descifrar pero cuyos objetivos han sido claros y contundentes: hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios.
Un buen día del año 2014, cuando los salarios se hayan abaratado hasta límites tercermundistas; cuando el trabajo sea tan barato que deje de ser el factor determinante del producto; cuando hayan arrodillado a todas las profesiones para que sus saberes quepan en una nómina escuálida; cuando hayan amaestrado a la juventud en el arte de trabajar casi gratis; cuando dispongan de una reserva de millones de personas paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y amoldables con tal de huir del infierno de la desesperación, entonces la crisis habrá terminado.
Un buen día del año 2014, cuando los alumnos se hacinen en las aulas y se haya conseguido expulsar del sistema educativo a un 30% de los estudiantes sin dejar rastro visible de la hazaña; cuando la salud se compre y no se ofrezca; cuando nuestro estado de salud se parezca al de nuestra cuenta bancaria; cuando nos cobren por cada servicio, por cada derecho, por cada prestación; cuando las pensiones sean tardías y rácanas, cuando nos convenzan de que necesitamos seguros privados para garantizar nuestras vidas, entonces se habrá acabado la crisis.
Un buen día del año 2014, cuando hayan conseguido una nivelación a la baja de toda la estructura social y todos —excepto la cúpula puesta cuidadosamente a salvo en cada sector—, pisemos los charcos de la escasez o sintamos el aliento del miedo en nuestra espalda; cuando nos hayamos cansado de confrontarnos unos con otros y se hayan roto todos los puentes de la solidaridad, entonces nos anunciarán que la crisis ha terminado.
Nunca en tan poco tiempo se habrá conseguido tanto. Tan solo cinco años le han bastado para reducir a cenizas derechos que tardaron siglos en conquistarse y extenderse. Una devastación tan brutal del paisaje social solo se había conseguido en Europa a través de la guerra. Aunque, bien pensado, también en este caso ha sido el enemigo el que ha dictado las normas, la duración de los combates, la estrategia a seguir y las condiciones del armisticio.
Por eso, no solo me preocupa cuándo saldremos de la crisis, sino cómo saldremos de ella. Su gran triunfo será no sólo hacernos más pobres y desiguales, sino también más cobardes y resignados ya que sin estos últimos ingredientes el terreno que tan fácilmente han ganado entraría nuevamente en disputa.
De momento han dado marcha atrás al reloj de la historia y le han ganado 30 años a sus intereses. Ahora quedan los últimos retoques al nuevo marco social: un poco más de privatizaciones por aquí, un poco menos de gasto público por allá y “voilà”: su obra estará concluida.
Cuando el calendario marque cualquier día del año 2014, pero nuestras vidas hayan retrocedido hasta finales de los años setenta, decretarán el fin de la crisis y escucharemos por la radio las últimas condiciones de nuestra rendición.
Juan José Millás
"EL VIEJO MUNDO SE MUERE. EL NUEVO TARDARÁ EN APARECER. Y EN ESE CLAROOSCURO APARECEN LOS MONSTRUOS" Antonio Gramsci
El ataque a Siria es contra Irán Por Robert Fisk
Antes que comience la guerra occidental más estúpida en la historia del mundo moderno –desde luego me refiero al ataque a Siria que ahora todos tendremos que tragarnos–, bien se puede decir que los misiles crucero que con tanta confianza esperamos que barran una de las ciudades más antiguas de la humanidad no tienen nada que ver con Siria. La intención es dañar a Irán.
Se trata de golpear a la república islámica ahora que tiene un presidente nuevo y vibrante –en oposición al orate Mahmud Ajmadineyad–, y cuando tal vez comienza a ser un poco más estable.
Irán es enemigo de Israel. Por tanto, es enemigo de Estados Unidos. Así pues, lancen los misiles contra el único aliado árabe de Irán.
No hay nada placentero en el régimen de Damasco. Tampoco estos comentarios deslindan al régimen en lo referente al gaseo masivo. Pero tengo la edad suficiente para recordar que cuando Irak –entonces aliado de Washington– usó gas contra los kurdos de Halabja, en 1988, no tomamos Bagdad por asalto. De hecho, ese ataque tuvo que esperar hasta 2003, cuando Saddam Hussein ya no tenía gas ni ninguna otra de esas armas que alimentaban nuestras pesadillas.
También recuerdo que la CIA sostuvo en 1988 que Irán era culpable de los ataques con gas en Halabja, palpable mentira enfocada en el enemigo de Estados Unidos al que Saddam combatía por cuenta nuestra. Y en Halabja murieron miles, no cientos. Pero así son las cosas. Distintos días, distintos raseros.
Y supongo que vale la pena señalar que cuando Israel dio muerte a más de 17 mil hombres, mujeres y niños en Líbano, en 1982, en una invasión supuestamente provocada por el intento de asesinato del embajador israelí en Londres por la OLP –fue Abu Nidal, amigo de Saddam, quien arregló ese ataque, pero eso no importa ahora–, Washington se limitó a llamar a los dos bandos a ejercer "contención". Y cuando, meses antes de esa invasión, Hafez Assad –padre de Bashar– envió a su hermano a Hama para exterminar miles de rebeldes de la Hermandad Musulmana, nadie musitó una palabra de condena. Las "reglas de Hama", es como mi viejo amigo Tom Friedman tituló cínicamente a aquel baño de sangre.
Como sea, en estos días hay una Hermandad diferente, y Obama no se animó siquiera a decir "¡bu!" cuando un presidente electo democráticamente, miembro de esa organización, fue derrocado.
Pero aguarden. ¿Acaso Irak, cuando era "nuestro" aliado contra Irán, no usó también gas contra el ejército iraní? Claro que sí. Yo vi a las víctimas de ese perverso ataque de Saddam, con heridas como las de la batalla de Ypres, en la Primera Guerra Mundial –debo añadir que oficiales estadunidenses recorrieron más tarde el campo de batalla y rindieron un parte a Washington–, y no lanzamos ni siquiera una maldición al respecto. Miles de soldados iraníes en la guerra de 1980-88 murieron envenenados por esa arma vil.
Yo viajé aquella noche de regreso a Teherán en un tren de militares heridos y en verdad olí la sustancia; hubo que abrir las ventanillas de los corredores para liberar el tufo del gas. Esos jóvenes tenían heridas sobre heridas, literalmente. Tenían horribles llagas en las que flotaban otras aún más dolorosas, cercanas a lo indescriptible. Sin embargo, cuando se les envió a hospitales de Occidente para recibir tratamiento, los periodistas escribimos, luego de contemplar evidencias de la ONU más convincentes de las que probablemente llegaremos a obtener desde el exterior de Damasco, que eran "presuntas" víctimas del gas.
Entonces, ¿qué, en nombre del cielo, estamos haciendo? Después de que incontables miles han perecido en la atroz tragedia de Siria, de pronto –ahora, luego de meses y años de prevaricación– nos molestan unos cuantos cientos de muertos. Terrible. Inconcebible. Sí, es cierto. Pero el trauma de esta guerra debió impulsarnos a la acción en 2011. Y en 2012. Pero ¿ahora? ¿Por qué?
Sospecho que sé la razón. Creo que el despiadado ejército de Bashar Assad tal vez está ganando contra los rebeldes que armamos en secreto. Con ayuda del Hezbolá libanés, el aliado de Irán en Líbano, el régimen de Damasco destrozó a los rebeldes en Qusayr y quizá esté en el proceso de acabar con ellos en el norte de Homs. Irán está profundamente involucrado en proteger al gobierno sirio. Por tanto, una victoria de Bashar es una victoria para Irán. Y Occidente no puede tolerar victorias iraníes.
Y ya que estamos en el tema de la guerra, ¿qué pasó con esas magníficas negociaciones israelí-palestinas de las que tanto alardeaba John Kerry? Mientras expresamos angustia por los perversos ataques con gas en Siria, la tierra de Palestina sigue siendo engullida. La política del Likud israelí –seguir negociando la paz hasta que no quede nada de Palestina– continúa a toda marcha, razón por la cual la pesadilla del rey Abdalá de Jordania (mucho más potente que las "armas de destrucción masiva" con las que soñábamos en 2003) sigue creciendo: que "Palestina" acabará siendo en Jordania, no en Palestina.
Pero si hemos de creer a las tonterías que salen de Washington, Londres, París y el resto del mundo "civilizado", es sólo cuestión de tiempo para que nuestra veloz y vengativa espada aniquile a los damasquinos. Observar a los líderes del resto del mundo aplaudir esta destrucción es tal vez la más dolorosa experiencia histórica que debe soportar esta región. Y la más vergonzosa. Excepto porque también estaremos atacando a musulmanes chiítas y sus aliados ante el aplauso de musulmanes sunitas. Y de eso están hechas las guerras civiles.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
La Jornada, México
Suscribirse a:
Entradas (Atom)