Por Alfredo Zaiat
Una devaluación brusca no ayuda a mejorar la competitividad. La política ortodoxa de Brasil es un problema. El contexto económico internacional no es favorable. El dólar no está atrasado. La inflación está bajando. Es muy difícil el trato con los buitres porque son inflexibles. El año financiero está cerrado en cuanto a las necesidades de dólares para pagar vencimientos de la deuda. Sólo se emitirán bonos de deuda en el mercado como parte de una estrategia en el manejo de las expectativas no porque se requieran esos dólares. Hubo un punto de inflexión en el nivel de actividad económica a partir de diciembre. La economía crecerá este año y los salarios subirán en términos reales. Pese a ser un año electoral, las variables financieras estarán bajo control. Estas son las principales definiciones que los integrantes del equipo económico tienen como guía para intervenir en la hoja de ruta en este año de elecciones presidenciales. En un diálogo informal con Página/12, uno de los colaboradores del ministro desarrolló cada uno de esos capítulos de la agenda económica.
- Dólar. El tipo de cambio no está atrasado. Una devaluación brusca provoca un shock inflacionario que en poco tiempo termina por absorber esa variación del tipo de cambio, y en ese trayecto hay costos sociales a reparar en un contexto de expectativas negativas. Es una medida que no sirve. Por el contrario, la tranquilidad cambiaria disminuye las tensiones inflacionarias. Una nominalidad más baja en el movimiento del tipo de cambio es menos costosa y más eficiente que una brusca devaluación.
- Competitividad. Este año será uno de los de menor crecimiento de la demanda externa de nuestros productos por parte de nuestros principales socios comerciales. El peor desde 2009. Ponderado por el peso de cada uno en la canasta de exportación, esa demanda externa crecerá apenas el 1,5 por ciento, cuando en 2014 había aumentado el 3,0. En 2009 había descendido 1,5 por ciento. Es un mundo que nos va a demandar poco. Una devaluación no cambia esa situación. Por las políticas aplicadas durante todos estos años, nuestra economía está configurada bajo el dinamismo del mercado interno. Esto nos brinda mejor margen de acción para enfrentar ese contexto internacional desfavorable, donde además se está librando una guerra de monedas.
- Brasil y Rusia. El problema puntual es Brasil y Rusia. Con Brasil se puede manejar la situación a partir del comercio administrado, con tres cuartas partes correspondiendo al complejo automotor. Aquí no es tan importante el nivel del tipo de cambio. Con Rusia es diferente porque devaluó 70 por ciento su moneda y está afectando la economía regional exportadora de peras y manzanas.
- Economías regionales. Las economías regionales sí están con un problema de competitividad. Pero no se lo tiene que atender con una devaluación. ¿Cuánto se tiene que devaluar para compensar la devaluación rusa? Es insostenible esa medida. La cuestión se tiene que atacar por el lado de los costos, y uno de los principales es el transporte y la logística, que lo estamos encarando con las inversiones en el Belgrano Cargas. A más de 200 kilómetros de distancia del puerto, es más eficiente el tren. Estamos invirtiendo 2000 millones de dólares en ese ramal que beneficiará a 17 economías regionales. El transporte por tren triplica la velocidad y duplica la carga que el realizado por camiones. Es una apuesta estructural al desafío de la competitividad. Este año el Belgrano Cargas estará funcionando casi en un 50 por ciento, y en el 2016, a pleno.
- Brasil II. Es lo que más nos preocupa, más que la competitividad del tipo de cambio. Están lanzados a una política económica ultraortodoxa. Antes tenían una política monetaria ortodoxa y una fiscal navegando en el medio. Hoy, en cambio, tienen ajuste fiscal, devaluación y reducción de líneas de financiamiento del Banco de Desarrollo. Esto afecta mucho a la economía argentina. Por cada punto que Brasil desacelera su PBI, impacta negativamente en 0,7 por ciento en el PBI de Argentina. Además, si hacemos keynesianismo, políticas expansivas, te ingresan más importaciones del país que está ajustando, como Brasil. Es más complejo hacer keynesianismo en un solo país; necesitamos que Brasil no sea ultraortodoxo. Están muy jugados con el ajuste, la devaluación para recuperar competitividad y bajar el gasto público. Pero la inflación subió fuerte por la devaluación, pero ellos culpan al déficit fiscal por el alza de precios.
- Respuesta a la ortodoxia brasileña. Administrar el comercio, en especial el automotriz. El 70 por ciento de la producción va a Brasil. Vamos a hablar con las terminales para que cuiden el empleo. La economía brasileña estará estancada en 2015. Además negociaremos con Brasil para que no reemplacen autos argentinos por asiáticos. El año pasado, hubo un momento donde la pérdida de mercado fue de 2 a 3 puntos, y ahora es de 1,0 a 1,5 por ciento. Hay que tener en cuenta que para la industria automotriz local un punto de la demanda brasileña es mucho.
- Divisas. El año financiero ya está cerrado. No tenemos problemas de divisas para pagar los vencimientos de deuda. Con el swap de China, las liquidaciones de exportaciones previstas más otros ingresos de dólares, ese frente no presenta dificultades. Es probable que además lancemos un nuevo canje de Boden 2015 por Bonar 2024, operación que actores del mercado nos están pidiendo y que ahora, a diferencia del anterior, los precios de esos bonos están más alineados. De todos modos, sin el canje igual no existe problema para hacer el pago del Boden en octubre.
- Emisión de deuda. La colocación de deuda dependerá de la tasa de interés. Ha bajado fuerte, y estamos esperando que baje un poco más. De 7,5 a 8,5 es un rango a evaluar. Tenemos varias ofertas, pero sólo aceptaremos la que sea conveniente por el nivel de la tasa de interés, y no porque necesitemos esos dólares. Si hacemos la emisión será sólo para brindar una señal al mercado en el manejo de expectativas, más que por una necesidad financiera.
- Buitres. El problema con los buitres es que los economistas de los principales candidatos a presidente les están haciendo ofertas muy favorables. Entonces se hace muy difícil para el Gobierno los términos de la negociación. Los buitres no tienen ningún incentivo a negociar con nosotros, entonces se dedican a campañas de desprestigio y de tergiversación. Los buitres están muy inflexibles esperando el próximo gobierno. Por eso seguimos administrando ese frente, porque no hay otra alternativa viable sin costos elevados. Los buitres no se bajan de los 1600 millones de dólares, que hoy ya es un monto más elevado por la indexación de los últimos meses.
- El plan opositor. Unos y otros plantean un esquema básico: devaluación, acuerdo con los buitres y endeudamiento. Ese programa tiene fallas. Plantea un trilema. No se pueden hacer las tres cosas a la vez. Con devaluación, no podrán endeudarse; si no devalúan, tendrán que arreglar con los buitres para endeudarse. Pero si no devalúan, no te prestan porque esperan la devaluación. Es un plan que no van a poder hacerlo sin un elevado costo social, además lo proponen sin tener en cuenta el contexto internacional de suba de la tasa internacional (de la FED) previsto a partir de 2016.
- Griesa. No nos preocupa lo que pueda hacer Griesa, ni que nos declare en desacato ni que sus movidas a favor de los buitres afecten las expectativas. El mercado ya no les da importancia ni las convalida. No hay riesgo de corridas como en el segundo semestre del año pasado provocadas por el accionar de Griesa y los buitres.
- Los me too y Singer. En los me too (los bonistas que se inscribieron en el juzgado de Griesa para recibir el mismo tratamiento de la sentencia a favor de los buitres) no están todos. Falta deuda en default. Griesa tiene que decir que los me too presentados son todos los que existen y que el resto no puede seguir reclamando. Pero no lo dice, dejando abierta la puerta para otras demandas. Y sabemos que Singer tiene más bonos que no presentó. Tiene de 800 a 1200 millones de dólares que no aparecieron en el listado de los me too. Los presentados suman 5400 millones de dólares que se suman a esos más de 1600 millones de dólares. Pero faltan; no están todos los bonos.
- Negociación. Tenemos dos condiciones firmes para negociar: empezar con un monto menor a los 1600 millones de dólares que reclaman, y que se presenten todas las tenencias de bonos para cerrar esta historia, y evitar que se trabe toda la deuda por futuras demandas.
- Nivel de actividad. Empezamos a despegar. El objetivo es crecer el 3,5 por ciento, que es complicado dado el actual contexto internacional, pero vamos a llegar al 2,5 por ciento, que es un resultado muy satisfactorio teniendo en cuenta el panorama local y externo. En diciembre hubo un punto de inflexión en el nivel de actividad. Subió el consumo, el turismo estuvo muy firme, la construcción está más sólida y empezaron a verse brotes verdes en la industria (petróleo y metalmecánica); en el sector automotor, no. El sendero estará más claro en el segundo trimestre.
- Año electoral. Es un escenario más complejo para el manejo de las variables económicas, pero hay un mejor clima por la tranquilidad financiera.
- 2016. Será un año económico difícil. China crecerá a su menor tasa de los últimos 20 años, Brasil con ajuste y Estados Unidos crecerá fuerte y subirá la tasa de interés. Bajarán entonces los commodities por la fortaleza del dólar. Se consolidará un cambio de etapa del ciclo de la economía internacional.
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