El ministro reconoció dificultades en el frente externo a causa de la crisis internacional y advirtió por el costo del déficit energético, pero sostuvo que hay “usinas del pesimismo” que buscan agravar las cosas. Expuso en una conferencia del Consejo de las Américas.
Por Javier Lewkowicz
“La inversión privada depende en buena medida de las expectativas. Por eso en economía muchas veces sucede la profecía autocumplida: si a todos nos convencen de que las cosas van a ir mal, nadie consume ni invierte. Es decir que si todos piensan que todo va mal, probablemente todo vaya mal, aunque no haya razones de fondo que expliquen esa situación. Ese es el daño que generan las permanentes usinas del mal humor y del pesimismo”, señaló ayer el ministro de Economía, Axel Kicillof, ante la platea empresarial que se reunió en el salón principal del Hotel Alvear para escuchar la conferencia de cierre del evento del Consejo de las Américas. Kicillof además relacionó los problemas en la industria a la desmejora de las exportaciones por la situación de la economía mundial y planteó que “uno de los desafíos es lograr el autoabastecimiento energético a la par de un plan de crecimiento para los próximos veinte años”.
El eje del discurso de Kicillof, orador del panel de cierre, fue el contexto económico mundial, a partir del cual vaticinó un escenario estrecho para los países emergentes los próximos años. Citó al economista inglés John Maynard Keynes, habló de la política económica de la dictadura y explicó cómo el deterioro de la balanza comercial energética impactó en forma negativa sobre la disponibilidad de divisas y el déficit fiscal. Se esforzó en sostener en clave didáctica un discurso que escucharon empresarios de primera talla como Eduardo Eurnekian (Corporación América), Cristiano Ratta-zzi (FIAT), Daniel Funes de Rioja (Copal), Alejandro Bulgheroni (Bridas), José Ignacio de Mendiguren y José Urtubey (UIA), Adelmo Gabbi (Bolsa de Comercio), Carlos De la Vega (Cámara de Comercio), Gustavo Weiss (Cámara de la Construcción), Daniel Pelegrina (Sociedad Rural) y Darío Pérez Santisteban (Cámara de Importadores). Héctor Méndez, titular de la UIA, en cambio, prefirió permanecer en un salón contiguo.
“La economía mundial presenta una inestabilidad muy grande desde 2008. La pregunta es si esa sombra ahora se va a ceñir sobre los emergentes. En los últimos años ha habido un importante flujo de capitales desde el mundo de-sarrollado. Pero se pueden terminar las medidas estímulo que generaron esa liquidez y recomponer la rentabilidad financiera en esas economías. Los capitales en los emergentes volarían hacia los países centrales. Además, está el precio de los commodities. ¿Qué pasa si el debilitamiento que estamos viendo en el precio de la soja es un síntoma de lo que viene para la economía mundial?”, fue el diagnóstico de Kicillof.
Minutos antes había disertado el ex ministro de Economía de Chile durante la primera gestión de Michelle Bachelet, Andrés Velasco Brañes, quien también vaticinó un mundo más complicado para los países emergentes, pero planteó exactamente lo opuesto que Kicillof con relación al contexto desde 2009 a esta parte. “Estuvimos viviendo en el estado nirvana: altos precios y baja tasa de interés”, dijo. Levantó los (pocos) aplausos de la jornada cuando dijo que el buen desempeño de las economías de la región en la última década “fue más buena suerte que buena gestión”.
Para sostener su posición, Kicillof citó la revisión a la baja que en julio mostró la proyección del FMI para la actividad económica mundial y en especial de los principales socios económicos de la Argentina. “Nuestras exportaciones no están siendo un factor dinámico. El problema no es de competitividad sino que no hay demanda. Si las economías que nos compran no logran revertir su situación, difícilmente puedan nuestros sectores exportadores ser dinámicos, porque tiene que haber demanda para que se cree la oferta. Cuando la demanda exterior flaquea, hay que incentivar la demanda interna”, planteó el ministro. Diferenció la situación económica global actual de la que primó durante el primer lustro del kirchnerismo: “Indudablemente los primeros años hubo viento de cola, pero siempre es más importante el piloto”.
El funcionario planteó como desafío lograr el autoabastecimiento energético. “Hay mucho trabajo para hacer en los yacimientos maduros, cuya producción declinó muchísimo. Esa tarea de recuperación es encabezada por YPF, que ya ha logrado morigerar la declinación y en breve revertirá la tendencia. Además, tenemos la suerte de contar con Vaca Muerta, que es viable porque hoy hay tecnologías para extraer esos recursos”, dijo. Anticipó que este año el déficit comercial energético será mayor a los seis mil millones de dólares del año pasado, factura que vinculó también al déficit fiscal. “Cuando se habla de subsidios, cabe aclarar que cuando se empezó a importar energía, el Estado se hizo cargo de la diferencia de precios entre el valor en el exterior y al consumo interno. Eso golpea sobre las cuentas públicas”, detalló.
29/08/14 Página|12
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