La designación del exbanquero, de 36 años, quien sustituye a Arnaud Montebourg, cuyas críticas a la política económica del gobierno el pasado fin de semana provocaron la peor crisis política de la actual presidencia, demuestra que el presidente francés, François Hollande, y el primer ministro, Manuel Valls, optaron por dejar de lado las críticas contra los recortes presupuestarios, en momentos en que Francia tiene un alto índice de desempleo.
Al hacer el anuncio, Valls adelantó que sometería su gobierno a un voto de confianza en la Asamblea "en septiembre o en octubre", y advirtió que "lograremos la mayoría". El primer ministro afirmó que "hay una sola línea" y rechazó las acusaciones de Montebourg de llevar a cabo "una política de austeridad". Asimismo, destacó que el debate a nivel europeo sobre el ritmo de reducción del déficit no excluía los esfuerzos a nivel nacional. "Francia, desde hace 40 años, vive por encima de sus medios con una deuda y un déficit demasiado elevados", concluyó.
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