Ha sido el primer gobernador del partido centenario que se autoproclama socialista en una apropiación indebida de identidad. En un sentido amplio, un partido socialista debe proponer la propiedad colectiva de los medios de producción y una planificación estatal de la economía. De ahí que cuando este médico opta por Capriles contra el Chavismo en Venezuela; o afirma que “cree en la mano invisible del mercado”, se puede apreciar que su formación la ha realizado mucho más cerca de los mentores del liberalismo que del marxismo. Desde su nacimiento el 28 de junio de 1896, el socialismo ha sido el ala izquierda del establishment. Tributarios de la historia mitrista, le dieron un precario lenguaje marxista a la construcción histórica de Bartolomé Mitre, el representante de las clases sociales que ganaron la extensa guerra civil argentina.
Así se pregunta Juan B. Justo: “¿Por qué fracasó la resistencia de los gauchos contra el odiado gobierno burgués de Buenos Aires? Porque eran de una incapacidad económica completa. Su triunfo hubiera significado el estancamiento económico del país, su aislamiento del resto del mundo, revolucionado ya por entonces por el vapor y la electricidad. Si los gauchos hubieran vencido a la burguesía argentina, este país hubiera sido un gran Paraguay, para ser conquistado después por alguna burguesía extranjera más poderosa, a la que hubiera sido imposible resistir”. El texto tiene tantos errores como palabras. El proteccionismo que enarbolaban los caudillos norteños era el mismo que había llevado al Paraguay de Francia y de los López a ser el estado más desarrollado de América Latina del siglo XIX. Fue necesario que los comerciantes importadores de las ciudades puertos de Buenos Aires y Montevideo y la nobleza portuguesa asentada en el Brasil, con el aliento británico y comandadas por Bartolomé Mitre, se coaligaran para destruir al Paraguay lo que le llevó 4 años de luchas despiadadas que exterminó el 75% de la población paraguaya. El fundador de La Nación estimaba en tres meses llegar y apoderarse de Asunción.
Justo considera desde ya que una política autónoma desemboca en una invasión extranjera por lo que hay que seguir el camino contrario. En ese pensamiento están resumidas las sucesivas claudicaciones que llevaron a oponerse al yrigoyenismo y luego al peronismo en 1945 y 1955, donde José Luis Romero fue rector de la Universidad de Buenos Aires y Alfredo Palacios embajador en el Uruguay. Luego en 1976, el sector más derechoso del “socialismo” ocupó cargos en la dictadura criminal.
Librecambista empedernido, Juan B Justo escribió en La Vanguardia del 8 de mayo de 1916: “La guerra ha determinado en todas partes la aparición de industrias nuevas empeñadas en asegurar su supervivencia por medio de la aduana. El proteccionismo es una enorme mentira que podrá conciliar por un momento los intereses de empresarios y obreros en ciertos ramos de la producción, pero lo hará siempre a expensas de la población de todo el país.”
Con relación a la intransigencia del yrigoyenismo que obligó al sistema a conceder la ley Sanz Peña de voto secreto, obligatorio y universal (aunque sólo para los hombres), escribió: “Nunca hemos incurrido en la estúpida jactancia de la intransigencia de los titulados radicales.”
Sobre el 17 de octubre de 1945, La Vanguardia, órgano oficial del Partido Socialista, decía el 23/10/1945: “En los bajos entresijos de la sociedad hay acumulada miseria, dolor, ignorancia, indigencia más mental que física, infelicidad, resentimiento…..Cuando un cataclismo social o un estímulo a la policía movilizan las fuerzas latentes del resentimiento, cortan todas las contenciones morales, dan libertad a las potencias incontroladas, la parte del pueblo que vive del resentimiento y acaso para su resentimiento, se desborda en las calles, amenaza, vocifera, atropella, asalta diarios,persigue en su furia demoníaca a los propios adalides permanentes y responsables de su elevación y dignificación….”.
Con relación a los ferrocarriles el Dr. Juan Bautista Justo escribió: "El Partido Socialista acoge con mucha reserva los proyectos de nacionalización... prefiriendo la gestión privada a su manejo por gobiernos corrompidos e ineptos... nuestros ferrocarriles nacionales no dan siquiera para la conservación de su propio material y son una verdadera carcoma de la riqueza pública... no se desaloje al capital extranjero con medidas violentas y arbitrarias; déjesele prosperar en cuanto prospere espontáneamente..."
Jorge Abelardo Ramos en su libro “De Octubre a Septiembre” escribió: “Juan B. Justo fundó un partido que se especializó en organizar ligas antialcohólicas, en difundir la novela "Fecundidad" de Emilio Zola, en crear entidades mutualistas, en luchar contra la propagación del tabaco, en dorar y edulcorar toda su acción política con una capa de tintura ética. Si bien es cierto que el Dr. Justo no llegó hasta los extremos de los laboristas británicos que cantan en los coros dominicales de los templos protestantes de Londres himnos donde se combinan las rogativas al Altísimo con las aspiraciones del programa mínimo, no es menos cierto que uno de los elementos más característicos de la propaganda socialista argentina ha sido beber a dos carrillos manantiales de una linfa moral. Aquí no hemos tenido felizmente que contemplar el espectáculo de Lord Repetto o de Sir Juan B. Justo, como se puede oír hablar en Inglaterra, en nombre del socialismo, a Lord Balfour o a Sir Walter Citrine. La asamblea revolucionaria de 1813 felizmente había abolido para siempre de nuestro país toda clase de título de nobleza o prerrogativa nobiliaria……… Para el Dr. Justo, nuestro país era una simple dependencia semi-bárbara de las grandes potencias europeas que habían llegado a un notable grado de civilización técnica, de evolucionada cultura y de grandeza histórica. Era perfectamente natural, de acuerdo a mi pensamiento, que cuando estas potencias, en particular Inglaterra, se viesen envueltas en algún conflicto derivado de su influencia mundial, la Argentina participase de las tribulaciones bélicas de su poderosa amiga. Este concepto del Dr. Justo y de los socialistas sobre el carácter subordinado de nuestro país está claramente manifestado en este sugestivo párrafo: "Somos un pueblo cuyo carácter nacional es ser internacional ... el mismo capital establecido aquí es extranjero. Aun las empresas fundadas por extranjeros que han habitado el país o por argentinos mismos, han pasado a ser extranjeras. Se ha internacionalizado el trabajo y la explotación ... Esta situación nos da una evidente superioridad y podemos ocuparnos en influir en la marcha del socialismo". El pensamiento del Dr. Justo está aquí desplegado en su verdadera magnitud. Se trata de que así como la Argentina era una sucursal agropecuaria de la casa matriz en Londres, también era una sucursal ideológica del Partido Laborista británico. Mal puede una sucursal influir en las decisiones de la casa matriz. Lo que corresponde a una sucursal o zona tributaria, es plegarse siempre, inevitablemente, disciplinadamente, a todo aquello que contribuya al bienestar general de la empresa, es decir, del Imperio. De ahí que el Dr. Justo notara con enorme satisfacción el carácter paulatinamente extranjero que iba adquiriendo todo en la Argentina. Por eso subrayaba el hecho de que empresas inicialmente de capital argentino se habían transformado en empresas extranjeras. Según su ángulo de visión, esto contribuía a internacionalizarnos y en consecuencia a facilitar la expansión ideológica del "socialismo", de "su" socialismo, es decir, del socialismo laborista británico. Con esta clase de socialistas, el imperialismo erigía un verdadero baluarte político destinado a impedir que naciera en nuestro país un partido auténticamente nacional, que reflejase los intereses de la clase trabajadora argentina.”
Partido testimonial, el dirigente de la Democracia Progresista Lisandro de la Torre, se lo señaló en el duro debate que mantuvo con Justo en 1926: "El doctor Justo, al cerrar a su partido el camino revolucionario y el gubernamental", lo ha metido en un callejón sin salida, condenándolo a la impotencia perpetua".
Entre julio y octubre de 1908, se desarrolló la polémica entre Juan B Justo y Enrico Ferri, célebre criminólogo positivista italiano, líder del Partido Socialista Italiano. Este sostuvo: “No existiendo industria, no podía existir proletariado, y sin éste no podía haber un Partido Socialista. El que aquí se tenía por tal, sostuvo ante la indignación de la mayor parte de los oyentes, era un “partido obrero” en su programa económico y un “partido radical” en su programa político, ya que los radicales no cumplían esa función. Lo que permitía definir a un partido como socialista, sostuvo, era la propuesta de la propiedad colectiva. Como no se había entrado en la fase industrial, no podía existir un partido socialista que debía estar compuesto de proletarios industriales y agrícolas. Justo le respondió describiendo una sociedad moderna, ligada al mercado.
A lo largo de su más que centenaria historia existieron diferentes fracturas tendientes a superar algunos de los pasivos aquí señalados, con suerte diversa.
Jorge Enea Spilimbergo en su libro “El socialismo en la Argentina. Del socialismo cipayo a la izquierda nacional” los define: “Marxistas en la fraseología, los socialistas fundadores adoctrinados por el doctor Justo nunca dejaron de ser auténticos liberales en el peor sentido de la palabra”
Este es un pequeño catálogo de posicionamientos de quienes se autotitulan socialistas.
Sobre este espejo no sorprenderá entonces que Hermes Binner se alinee con Henrique Capriles en Venezuela y postule en economía la mano invisible del mercado.
Reafirma una vez más, este notable acierto de Juan Bautista Alberdi: “Entre el pasado y el presente hay una filiación tan estrecha, que juzgar el pasado, no es otra cosa que ocuparse del presente. Si no fuera así, la historia, no tendría ni interés ni objeto. Falsificad el sentido de la historia y pervertís por el hecho toda política”
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