martes, 3 de diciembre de 2013

“La idea es reflejar cómo era la vida cotidiana en la dictadura”

Entrevista con Laura Giussani Constenla, quien ideó y lleva adelante la Colección Cartas de la Dictadura en la Biblioteca Nacional. “Hay una gran cantidad de estudios que se pueden hacer con esas cartas dependiendo de lo que quiera hacer cada uno”. Por Juan Ciucci Agencia Paco Urondo: En principio, ¿cómo surgió la idea? Laura Giussani Constenla: En general las ideas surgen por una cuestión personal. Se había muerto mi madre en el 2011 y ahí empiezo un duelo que significa empezar a revolver sus papeles. Encuentro pilas de cajas y dentro de esas cajas hay montones de cartas. Cuando las empiezo a leer me parecen interesantísimas. No sabía qué hacer con esas cartas porque eran interesantes para mí, pero también les encontraba interés social, como testimonio de la dictadura. Imagino que mucha gente debe tener cajas pero que si no las cuidan, si no hay una organización, terminan como las fotos de las abuelas en el mercado de San Telmo, como fotos de familia que no sabés de qué familia son. Hice un proyecto, se lo presenté a Horacio González, diciéndole que había que hacer una recopilación de cartas y que había que salir a la búsqueda. Además, es un trabajo arduo porque la gente te dice que está bárbara la idea pero cuesta enfrentarse a la carta. La idea inicial era después hacer con ellas un libro. Hay un área en la Biblioteca que se llama Archivos, documentos y colecciones particulares; y cuando empiezo a hablar con ellos me empiezan a decir cuáles son los criterios archivísticos. Es más interesante que te den todas las cartas que quieran y que no seas vos el que establezca el criterio de qué es importante y qué no es importante. Empecé a trabajar con ellas y la verdad que cuando leés todo el conjunto de cartas es impresionante. Son historias de vida que se expresan de una manera muy fresca, muy auténtica, si ya estaba convencida antes, ahora me convencí mucho más de que era importante. APU: ¿Ahí había cartas del exilio, cartas de presos? LGC: Hay cartas de la época del exilio, hay de presos, hay también de las respuestas de los amigos que quedaron en Argentina, que les escriben a los exiliados y hay entonces una mirada poco común. La idea es reflejar -en todas sus versiones- cómo era la vida cotidiana en la dictadura. Muchas veces la gente no entiende cómo hacíamos para vivir en ese momento, y al leer las cartas nos hemos enterado de qué era la muerte en la dictadura. Pero que también había mucha vida, mucho afecto y que si no estamos todos totalmente locos es porque había un sostén afectivo de cartas que iban y venían; que apoyaban, de familias que bancaron a todos los presos aunque a veces estaban en contra de lo que hacían, hay una cosa de solidaridad muy fuerte. Todos los que fuimos de esa época sentimos un compromiso afectivo más allá de histórico, ideológico, lo que fuera; y es de recordar a nuestros amigos. Incluso empiezan a llegar materiales que son por fuera de la dictadura, que igual aceptamos porque siguen siendo del mismo donante, así que tampoco es un límite muy rígido. Las de la cárcel a mí me encantan porque se ve que son muy dulces, se ve que tratan de no molestar demasiado a la familia, de no asustarla. Hay mucha descripción de las cosas que hacen, de los libros que leen, de las obras de teatro, las canciones. Se meten también las sanciones y todos los tramiteríos que había en las distintas embajadas, era impresionante cómo se movían los padres para tratar de que estos chicos salieran. APU: ¿Todas parten de donaciones? LGC: Sí, todas parten de donaciones, lo más complicado es difundirlo. Por eso a mí toda clase de difusión que pueda hacerse entre redes, revistas o lo que fuera, me viene bien. Tengo bastantes contactos, aparte la mitad de mis amigos pueden donar. Yo estuve exiliada en Italia, así que conozco mucha gente en esa situación. Los primeros que llegaron no fue por el lado de la amistad (a ellos me cuesta más sacarle la carta), sino porque les había interesado la idea. Todos necesitan conocer a quién le van a entregar esas cartas. También aceptamos copias, en caso de que no quieran entregar el original. APU: Es un archivo abierto, todo el tiempo están recibiendo material... LGC: Para mí es un archivo histórico que no tiene límites, uno puede hacer la donación dentro de tres años pero creemos que van a estar mejor guardadas en la Biblioteca Nacional. Es impresionante la cantidad de cartas que se han perdido en mudanzas o porque uno se pudrió de llevar la cajita de acá para allá y la terminó tirando. Así que la colección es una colección abierta, posiblemente después se vaya ampliando, no hacerlo sólo sobre dictadura, sino sobre distintas cosas. Horacio González, con criterio, me decía que empecemos con esto que es más acotado y después vamos ampliando. Hace falta tener cierto cuidado cuando hablás con la gente que va a donar, hay que tener paciencia, explicarles que no van a ser cartas para poner a la consulta pública. En realidad son cartas para los investigadores que se registran en la Biblioteca Nacional y ahí firman un contrato de aceptar las condiciones que la ley establece para la reproducción de textos. Es decir, que si tienen que reproducir algún fragmento, tienen que pedir autorización al donante; porque uno tiene miedo también sobre dónde te van a publicar, en qué contexto. Hay cosas personales, hay quienes pueden firmar un contrato que diga que no se hagan públicas hasta dentro de 20 años, porque hay mucha gente viva en esas cartas. Hay distintas alternativas de contrato, por lo general hasta ahora no ha habido mayores inconvenientes, nos tienen confianza y saben que no vamos a hacer cualquier cosa. APU: Antes mencionaba la lógica del archivo ¿Ustedes hacen un análisis de las cartas, existe alguna temática puntual o sólo se encargan del orden? LGC: En principio mantenemos todas las cartas juntas, las del donante van a un mismo lugar. No es que se desparraman por temas, como ser las de cárcel con cárcel, no es así porque hay donantes que estuvieron en la cárcel y después estuvieron exiliados, ellos mantienen su fondo unido. También es una garantía para ellos por si quieren ir a consultar. Después clasificamos carta por carta, hacemos una lectura porque lo interesante de esto es hacer una lectura para que los que van a consultar sepan con qué se van a encontrar. Y se clasifican según la fecha, destinatario, lugar de omisión y de recepción y en la temática que tocan. Si uno lee las planillas de excel tiene una síntesis y puede decidir sobre lo que le interesa. Son tantas las lecturas que pueden tener esas cartas, desde la lectura política, hasta la lectura de un psicólogo para saber cómo reaccionaron los chicos, cómo reaccionaron los padres frente a los chicos. Hay cartas bastante significativas, qué relación había con la mujer, el desarraigo. Hay una gran cantidad de estudios que se pueden hacer con esas cartas dependiendo de lo que quiera hacer cada uno. APU: Es muy importante también cómo se preservan esas cartas, el haberlas guardado, la importancia que se le daba a las cartas. LGC: Lo que me da pena es que ahora no hay cartas. Cuando hice la propuesta uno de los temas era tratar de incitar a la gente a que guarde aquellos mensajes que mandó por mail que considere, que no lo borre todo. Mi gran miedo es que la tecnología y la informática terminen poniendo en manos de una persona el conocimiento universal, de repente van a bajar la palanca y nosotros nos quedamos sin nada, sería interesante que la gente tenga conciencia de eso. Que guarden mensajes en pendrive, no todos pero de repente algunos importantes, cuando uno le escribe una carta a un compañero que está afuera. Recuerdo haber escrito en el 2001 a mi compañero que estaba afuera, una especie de crónica de lo que había pasado, que realmente me da pena no encontrarla ahora porque era la crónica de una persona totalmente asombrada que estaba perdida en medio de la muchedumbre y que nadie entendía muy bien qué estaba pasando. Incitar a que se vuelva a escribir y a dejar testimonio, porque si no son con las cartas a vos qué testimonio te quedan, los oficiales, los diarios o los partidos políticos. En cuanto a la dictadura por ejemplo, las cartas protocolares que se mandaban las distintas instituciones o los panfletos o los diarios y ninguno de esos representaba lo que nos pasaba, en cambio las cartas sí. Además escribíamos bastante bien todos, debo decirlo. APU: Quizás también sea uno de los documentos posibles de esa época, justo ahora que han reaparecido algunos documentos oficiales de la dictadura… LGC: Nosotros los consideramos documentos históricos, es decir, van a ser preservados como documentos históricos. Si uno preserva las cartas de San Martín, está bien; pero la historia no las hacen los próceres, la historia la hacemos todos. En eso la gente se siente muy agradecida de que la Biblioteca Nacional ceda un espacio y considere que su vida también es parte de la historia, porque esto es una lectura que hacés de la cultura y de la historia. No es que la historia pertenece sólo a los que trascendieron por su fama o por su postura política o por lo que sea, la historia es una historia de base que la hacemos todos y muchas veces está menospreciada la parte de lo que sucedió abajo, esa es también la lectura que se hace de esta colección. Yo agradezco a Horacio González que haya dispuesto espacios y a la gente que trabaja en la preservación, cuidando cada cartita para gente que es anónima, eso también es digno de resaltar. Una mirada de la historia que no es de cúpula, es una mirada de base. Agencia Paco Urondo www.agenciapacourondo.com.ar

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