martes, 17 de diciembre de 2013

Desigualdad, extorsión, y los conocidos de siempre Por Jorge Cicuttin

Otro diciembre de picos de temperatura. La que golpea el cuerpo proveniente del Sol y la que llega de la mano de conflictos políticos y sociales en las calles, sean éstos reales o provocados. A dos días de un nuevo aniversario –12 años pasaron– de los estallidos del 19 y 20 de diciembre de 2001, era esperable la aparición de personajes que incentiven los problemas existentes, inventen otros y exacerben los ánimos para provocar estallidos en distintas ciudades del país. En octubre de 2008, aprovechando la cobertura de las elecciones que llevaron a la Casa Blanca a Barack Obama, quien escribe esta columna participó de una charla en el Pentágono, en Virginia. En ese encuentro, el entonces subsecretario adjunto del Departamento de Defensa para Asuntos del Hemisferio Occidental, Stephen Johnson, expuso sobre la seguridad regional. "En el futuro (de América latina), prevemos conflictos por la desigualdad social", aseguró. En la sede del Departamento de Defensa norteamericano, el especialista se basó en distintos gráficos para señalar que hacia 2025 la región tendrá unos mil millones de habitantes; "de esa cantidad se calcula hoy que el 44 por ciento estará por debajo de la línea de pobreza, y la mitad de ellos serán jóvenes", dijo. Y en el Pentágono no dudaban de que ese aumento en la brecha entre ricos y pobres generaría fuertes choques. Más allá de las intenciones geopolíticas de Washington, lo cierto es que hay coincidencias entre los especialistas en los últimos años en que la violencia ciudadana se correlaciona más con la desigualdad social que con los niveles de pobreza. En este sentido, los más violentos no serían los más pobres sino los que sufren más la desigualdad, con altos niveles de resentimiento. No es necesario recurrir a un especialista del Pentágono para que nos cuente sobre los niveles de desigualdad en Latinoamérica, pero es interesante que también en los centros de poder estén alertas sobre los conflictos que surgen o permanecen latentes por estas grietas en la sociedad. Y en momentos del año en que el consumo aumenta y los medios nos muestran todo "lo que hay que tener" para ser felices, no es tan difícil lograr que algunos se sumen a "romper todo" y llevarse por la fuerza a sus casas aquello que solo ven en las vidrieras y en las pantallas de televisión. Se montan sobre las grietas sociales que aún persisten para encender la mecha de la conflictividad. Porque no es hambre, eso está claro. Es machacar sobre esa grieta y el resentimiento de algunos por no poder llegar a eso que te exponen de una manera casi impúdica. Por eso en los últimos saqueos que llegaron de la mano de la extorsión y sublevación de las policías provinciales, las motos y los changuitos estaban más cargados con televisores LED que con paquetes de fideos, harina o azúcar. Por eso, cuando terminaron de apagarse los conflictos con las policías en las distintas provincias, comenzaron a aparecer los conocidos de siempre. Sus voces se reconocen en las radios, los hacen circular por los canales de televisión y dan reportajes a diarios afines. Dicen que no se tolera más, que se acerca el fin y que se vive una situación similar a las de diciembre de 2001, que terminó con el débil y jaqueado gobierno de Fernando De la Rúa y Domingo Cavallo. Dos ejemplos de aquellos conocidos que reaparecen en los momentos justos donde huelen "desestabilización" son Eduardo Duhalde y Hugo Moyano. El primero de éstos, que se autodefinió como un "piloto de tormentas" políticas, vuelve para vender sus recetas, mostrarse como un pacificador y proponer hombres claves para el actual gabinete de ministros, como el de Roberto Lavagna. El otrora hombre fuerte del peronismo bonaerense hoy tiene su poder recortado, pero el odio que le tiene al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner lo vuelve a la escena política en momentos en que puede sumar al desgaste. Hugo Moyano tiene hoy más poder de fuego que Duhalde. A través de sus hijos toma partido por la insurrección policial y amenaza con parar el transporte justo para las fiestas de fin de año, todo por un bono navideño que en los últimos años vienen cobrando los camioneros sin necesidad de paro alguno. Moyano padre aparece como el líder del clan y marca la línea política del "ya no se aguanta más" y hay que hacérselo notar al gobierno en las calles. Paros, marchas, cortes de calles y el llamado a pedir altísimos porcentajes de aumentos salariales en las paritarias para poner en jaque las cuentas provinciales y de la Nación. Son dos de los conocidos de siempre que aparecen cuando se pueden montar sobre un conflicto para aumentar el daño. Sin negar los niveles de desigualdad y los bolsones de pobreza que aún persisten en el país, sólo se puede pensar en repetir un clima social como el de 2001 si se tiene en mente un proyecto desestabilizador, de desgaste. La extorsión policial fue un paso en ese sentido. Promovieron los saqueos y la violencia que costó una decena de vidas. Y sueñan con repetir estas escenas en lo que resta de diciembre. Son los conocidos de siempre.

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