Viernes 25 de Enero de 2013 11:41
Por Enrique de la Calle
AGENCIA PACO URONDO: La idea de volver a contactarte tiene que ver con los hechos ocurridos en Rosario, Santa Fe, supuestamente vinculados con narcotráfico. ¿Cuán grave es la situación? ¿Rosario puede derivar en algo como México? ¿Cuál es tu opinión sobre lo que allí ocurre?
Norberto Emmerich: Lo que está ocurriendo en Rosario y en general en Santa Fe es, para algunos especialistas en narcotráfico, relativamente novedoso. Por suerte empieza a salir y lo hace con hechos de gran magnitud. No es que se pueda comparar, como congelando la situación, con lo que sucede en México pero nada descarta que termine transformándose en un problema insostenible y muy difícil de manejar.
APU: ¿En principio se podría decir que está muy lejos de ser lo que, por ejemplo, es Sinaloa en México?
NE: Claro, pero a la hora de encontrar algunos puntos en común, lo más llamativo, lo que más se destaca es la postura, la actitud, la conducta de los gobiernos en relación a los vínculos que hay entre la política y el narcotráfico. Uno los encuentra en seguida y es lo que se destaca más en el caso de Santa Fe, muy involucrado. A veces uno entiende que haya cierto grado de involucramiento, en parte porque el desarrollo de la actividad en el lugar no parece ser tan organizado y peligroso como en el caso de México y entonces, a ese nivel de grado medio de desarrollo del narcotráfico se supone que el involucramiento político no es muy elevado; pero en el caso de Santa Fe, por un lado el involucramiento y por el otro una incapacidad de gestión política del tema, no han logrado congeniar y eslabonar respuestas políticas con el Gobierno Nacional o con instancias federales, no han presentado el tema en instituciones, organismos, incluso con instancias a nivel nacional donde se discuta el tema, de tal manera que no sea una novedad sorprendente.
Por un lado, hay un cierto alto grado de complicidad, porque llega ya a la jefatura de policía de la provincia y por otro lado una especie de incapacidad de responder políticamente a la cuestión y de dar una cierta certeza respecto a que, independientemente de cuan desarrollado esté el problema, por lo menos el gobierno tiene noción de cómo actuar frente al mismo.
APU: ¿La situación en Rosario/Santa Fe, es diferente a la de otros lugares o uno puede ubicar fenómenos parecidos, por ejemplo, en el GBA?
NE: Sí, en relación con las características de estos hechos en comparación con otros países, estas son particularidades muy argentinas. Incluso la del mismo mundo futbolero es muy nuestra y no hay demasiadas comparaciones con otros lugares del mundo, por ejemplo, en el caso mexicano, este comportamiento de lo que se podríamos llamar las “barras” mexicanas es muy distinto ya que los partidos de fútbol no son lugares particularmente violentos. La sociedad mexicana es violenta, sobre todo, en las relaciones hombre-mujer y el homicidio es altamente frecuente en dicha sociedad. Por otro lado hay que tener en cuenta también que es una sociedad con fuerte componente indígena y campesino, cosa que no sucede en Argentina que tiene un alto componente urbano, con alto nivel educativo y con niveles de pobreza, comparado con los países latinoamericanos, muy reducidos, el de México es de alrededor del 50%.
En este sentido, las características de lo que estamos viendo suceder en Santa Fe son costumbres o formas bien argentinas. Ahora, si queremos comparar la forma en que suceden los hechos allí, sí son comparables con cómo se desarrollan en otros lugares y por supuesto, en el GBA e incluso en la ciudad de Buenos Aires. Lugares con altos índices de pobreza, con características de marginalidad o de exclusión bastante elevadas, procesos de empobrecimiento de larga data, el cierre de de cordones industriales también de larga data, la no renovación de mano de obra, incapacidad de gestionar económicamente y socialmente la zona, etc. Una serie de procesos que cuando el poder político tiene más o menos serias intenciones de encarar, se encuentra con enormes dificultades ya que no son proceso de carácter criminal sino que son de carácter social en los cuales las conductas criminales quedan inmersas.
APU: Según decías, entiendo que no ves una especificidad en Santa Fe respecto de otros puntos del país.
NE: Sí, si uno quiere ver el GBA, uno de los actores destacados es la policía como también sucede en Santa Fe, en cuyo caso hay que describir los pormenores de la intervención de la policía. Los casos de la provincia de Buenos Aires y del GBA son muy llamativos, la policía es uno de los principales actores criminales en esa zona del país. Pero el narcotráfico, en el caso argentino, también tiene comportamientos diversos dependiendo del lugar, las características, por ejemplo, el caso de Salta en la frontera con Bolivia nos encontramos con que el narcotráfico se conduce de acuerdo a factores geográficos.
La zona de Salvador Mazza-Yacuiba por ejemplo, es una frontera muy caprichosa porque Bolivia tiene una cuña dentro del territorio Argentino de tal manera que uno puede cruzar de Argentina a Bolivia y si sigue caminando, vuelve a Argentina nuevamente o lugares donde para entrar a Argentina hay que entrar por Bolivia. Son cuestiones históricas pero la geografía tiene mucha importancia. Son ciudades conurbanadas, o sea que Salvador Mazza y Yacuiba tienen un solo ejido urbano de tal manera que el tráfico, que es el primer problema en la zona, está constituido en una zona más tradicional de tal manera que nos encontramos con carteles en disputa por el territorio, con cobertura policial, involucramiento del aparato político con el tráfico de drogas, crímenes reiterativos de carácter predatorio por disputas por el control de las rutas del tráfico y del territorio. Un problema complejo que, llamativamente, no es tratado de manera binacional.
En el GBA tenemos características más clásicas de grandes conglomerados urbanos como Rosario con una crisis de expectativa en zonas que se empobrecen a raíz de crisis económicas –acordémonos que venimos de crisis cada 10 años y periódicamente desde la hiperinflación alfonsinista-, son golpes que, independientemente de cómo se vaya desarrollando la economía después, dejan fuera del sistema permanentemente a un grupo muy numeroso de población.
APU: ¿Por donde pasan las políticas para revertir este fenómeno del narcotráfico?
NE: Las políticas para resolver el tema no tienen el principio de que son de largo aliento. Una planificación de lucha contra el narcotráfico, por así decirlo, no tienen que tener como primer objetivo y más cercano al mismo. Lo que hay que hacer es quitarle el oxígeno. El narcotráfico tiene sentido social, no criminal, legal, jurídico sino social y político y se alimenta de la falte de respuesta de los estados nacionales a las exigencias sociales. Cuando el Estado no cumple con la ley, no garantiza la subsistencia diaria de los ciudadanos, cuando los valores, consignas, mensajes de los programas políticos son letra muerta, el narcotráfico crece sin proponérselo, simplemente porque no tiene ninguna de esas cosas declamatorias.
Elabora un discurso muy preciso que está íntimamente ligado a la realidad: promete trabajo, seguridad para sus integrantes, grandes ingresos económicos y cero democracia. No se discute, no se negocia y el precio para cualquier discusión o disidencia es casi siempre la vida, por lo tanto, es un sistema de regulación claramente específico para cada uno de los integrantes y al Estado nacional le cuesta mucho competir con eso porque la política de los estados nacionales siempre es ambigua, porque en la democracia lo que siempre es permanente es el combate entre incidentes, entonces todos son compromisos y todas son zonas grises entonces se vuelve dificultoso pero ejemplo, algunas medidas muy precisas que podrían tomarse en grandes conglomerados como Rosario y el GBA serían por ejemplo: que los trenes funcionen las 24 hs. del día, que las zonas de transporte estén bien iluminadas, mayor presencia policial por la noche. Esto hace que las zonas de tránsito de personas están vigiladas por las propias personas que transitan.
Aunque parezca mentira, no se pueden cometer muchos delitos en zonas de mucho tránsito de personas, bien iluminadas y gente comerciando legalmente. Esto no quiere decir que en el medio no se esté comerciando droga pero los narcos no ocupan ese territorio. Son medidas que importan un gasto presupuestario importante para los municipios que podrían formar parte del plan federal de lucha contra el narcotráfico. Que haya cabinas de teléfono con aparatos que anden –muchas por cuadra- junto a las estaciones de trenes. Nos encontramos con una ciudad de 10 millones de habitantes y después de las 10 de la noche la gente no puede ir a ningún lado, con lo cual la ciudad está desierta pero poblada, un territorio perfecto para que la gente que sí se anima a salir de noche haga los negocios de la manera que mejor le convenga porque no hay custodia. Ciudades inseguras para todos, donde nadie sale porque siente que es insegura y la sensación de inseguridad, además, es cierta, no un prejuicio. Algunas de estas medidas ayudarían a quitar esa sensación y a fortalecer la presencia ciudadana en las calles en horarios nocturnos.
APU: Siempre hay un actor relevante para pensar este tipo de fenómeno que son las fuerzas de seguridad, la policía, y lo que se propone tiene que ver con el control político sobre esa fuerza. No dejar que se autogobierne.
NE: La categoría de autogobierno o autogestión de los problemas de seguridad, por suerte, ya es una afirmación asumida por aquellos que estudian estos temas pero en los hechos, aunque todos empecemos a sumir dichos problemas como un problema de delegación del tema a las autoridades policiales, el hecho sigue sucediendo. Los gobiernos siguen entregando el tema seguridad para que la policía lo gerencie de la mejor manera posible, la policía lo hace pero, además, nos encontramos con que ésta no tiene capacidad de gerenciarlo “bien” como lo hacía en el pasado. ¿Qué significa “gerenciar el tema de seguridad” para la policía? Significa aceptar un standard más o menos normal, sobre todo en términos de carácter de comunicación, o sea, que las tapas de los diarios no estén llenas de noticias de inseguridad.
Gerenciar, entonces, el tema para alcanzar un status de inseguridad, de criminalidad urbana más o menos aceptable. Esto significa negociar –expresamente o no- con los grandes líderes del crimen organizado, piratas del asfalto, prostitución, juego y narcotráfico para que sus actividades estén en una especie de paraguas que se entienda, en términos bastante amplios, como cumplimiento de la ley como sucede en EE.UU. Esa es la pretensión de la policía a la hora de gerenciar la seguridad. Durante largos períodos de la historia argentina reciente eso funcionó pero, evidentemente, en los últimos años, a raíz de las explosivas crisis económicas, nos encontramos que el delito, al ser derivado de una crisis social y al tener un origen y una explicación de naturaleza social, es una especie de delito de masas en el sentido de que no hay una frontera clara entre la persona que se conduce con pobreza en su vida diaria y el etiquetamiento de criminal que le adjudica la policía con estos pocos elementos que tiene para estandarizar al delito.
Cualquier persona que se vista, camine, se mueva, a determinada hora y hable de tal manera, es criminalizada, es sospechosa de estar cometiendo un delito de tal manera que estamos criminalizando personas inocentes y no estamos haciendo inteligencia “inteligente” sobre organizaciones y personas que sí ejercen delito en forma organizada, porque además, no hay una fuerte preocupación en el sentido persecución e inteligencia sobre el crimen organizado. La preocupación, tanto de los ciudadanos como de los funcionarios, a la hora de tocar el tema seguridad, son los robos y los hurtos callejeros, los homicidios, los secuestros en viviendas y demás, o sea, todo lo que tenga que ver con un impacto electoral o que pueda suscitar protestas por parte de la ciudadanía. El entendimiento del carácter de la criminalidad compleja está muy abandonado y muy dejado de lado.
APU: ¿Escuchaste a los funcionarios del gobierno santafesino? ¿Qué te parecieron sus declaraciones en torno al fenómeno?
NE: Los dichos de los funcionarios han sido en el tono de responder a particularidades de carácter político y defenderse políticamente y no expresan respuestas claras respecto a qué es lo que está sucediendo en la provincia. El ataque a los chicos del Movimiento Evita, como un hecho particularmente relevante de estos fenómenos es algo que debe realmente preocupar porque ahí hay un componente entre represor y delincuencial al mismo tiempo, complicado y complejo que debe resolverse. Estar todo el día defendiéndose y elaborando contrapropuestas políticas de carácter paranoico no ayuda para nada a esta cuestión.
Es una disputa de carácter comunicacional para ver quién le pone un slogan más atractivo a la hora de contraargumentar unos contra otros en un debate supuesto que más bien tiene un carácter de show o de espectáculo que de tendencia a discutir sobre un problema real. Cada uno utiliza la crisis de seguridad en Santa Fe como un argumento político preelectoral o semielectoral.
APU: ¿Para vos hay una crisis de seguridad en Santa Fe?
NE: Sí, si. Es evidente que sí. Me refiero a crisis de seguridad en lo que sea palmariamente claro que hay un desmanejo del tema. Independientemente de que uno pueda argumentar que esté provocada, que no hay muchos elementos o que los elementos que hay son escasos para decir que hay tal crisis, el problema es que no está manejada políticamente y en ese sentido, entonces, la lectura que hace cualquier organización criminal es que tienen una ventana para expandirse porque, evidentemente, no hay siquiera una estandarización del delito. Esto no quiere decir que no tengas un cierto grado de efectividad, no alcanza, no resuelve el tema pero, en cierto sentido, otorga un margen de racionalidad al comportamiento criminal. Las bandas saben cuál es el techo y cuál el piso dentro del cual pueden moverse.
Si en Santa Fe no hay una respuesta concordante, firme, fuerte, coherente, que agrupe a todas las fuerzas políticas alrededor del tema seguridad, la lectura que se hace es que estamos perdidos, no sabemos qué hacer y entonces se aprovecha inmediatamente y por eso los hechos se están acumulando y se seguirán acumulando en una crisis de inseguridad. Esto no hace más que colocar a Santa Fe en un escalón común y corriente del país porque el problema de inseguridad es una asignatura muy pendiente.
GB
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