lunes, 25 de febrero de 2013
LA POLITICA FERROVIARIA.
A 6 meses de la tragedia de Once La política ferroviaria: Subsidios, tarifas populares y baja calidad
"La Argentina ganó competitividad con el congelamiento de tarifas", asegura el autor aunque reconoce "altos niveles de precariedad" en el servicio.
Por Horacio Bustingorry I ¿Cuáles han sido los rasgos centrales de la política ferroviaria del gobierno? Para sintetizarla es necesario destacar su carácter contradictorio. Por un lado resultó ser un aporte importante en el espectacular proceso de creación de puestos de trabajo desde 2003 a la actualidad. Sin embargo también evidenció los altos niveles de precariedad que todavía mantiene el modelo kirchnerista.
Cuando asumió Néstor Kirchner la presidencia de la Nación planteó como uno de los pilares del proyecto la creación de puestos de trabajo. Para lograr ese objetivo una de las políticas implementadas fue el subsidio de los servicios públicos para congelar las tarifas y contribuir a las mejoras económicas, vía disminución de los costos laborales y transferencia de recursos hacia el consumo popular y el mercado interno.
El transporte metropolitano de personas no quedó afuera de los nuevos aires. Todas las tarifas fueron congeladas en Capital Federal y Gran Buenos Aires, la principal metrópolis del país, con más de 14 millones de personas habitando este espacio. Diariamente se trasladan en ferrocarriles, colectivos y subtes alrededor de 6,3 millones de personas. En los trenes, lo hacen 1,2 millones. Como mostró una encuesta, los viajantes de los ferrocarriles pertenecen a los sectores medios y medios bajos.
¿Cuál fue la política kirchnerista para el sector ferroviario? Básicamente orientar la intervención del Estado en dos direcciones interrelacionadas. El gobierno mantuvo los ferrocarriles en manos privadas para que operen las diferentes líneas pero sin potestad para manejar el precio del servicio. De esa manera el congelamiento de tarifas permitió establecer los valores más bajos de América Latina y poder garantizar el acceso popular al transporte de personas. Los trenes y colectivos se llenaron de laburantes, muchos de ellos nuevos, situación que no se vía en décadas. En el caso de los ferrocarriles, un estudio realizado por la Secretaría de Transporte, realizado entre 2006 y 2007 arrojó que el 75,7% de los viajantes gana menos de 3000 pesos.
Esa decisión sirvió para acompañar/apuntalar los crecientes niveles de actividad y empleo que se dieron desde 2003. La Argentina ganó competitividad porque el congelamiento de tarifas permitió que el aumento del dólar reduzca el costo laboral sin afectar el salario. Al crecer el conjunto de los precios locales, incluido el valor de la fuerza de trabajo, muy por debajo del aumento del dólar, el país pudo competir con países con ventajas comparativas en la producción de bienes industriales.
Cabe destacar que la disminución del costo laboral, al estar planchadas las tarifas de los servicios públicos, no significó empeoramiento en las condiciones de vida de la población. Los trabajadores pudieron entonces destinar más dinero para el consumo, incentivar la demanda y fomentar la creación de nuevos puestos de trabajo. Ese ha sido el círculo virtuoso del modelo kirchnerista en el cual la política ferroviaria fue un engranaje no menor.
Sin embargo la otra cara de la moneda es que el servicio deja mucho que desear. Las formaciones se encuentran deterioradas, los trenes llegan a destiempo o se paran en cualquier tramo del viaje y los viajes en horas pico son un verdadero infierno para miles de personas. La tragedia de Once mostró además que ese mal estado general del servicio podía concluir con 51 muertes y decenas de heridos.
En su carácter precario se encuentra el rasgo contradictorio del modelo kirchnerista en general y de la política ferroviaria en particular. Así como el kirchnerismo derrotó al neoliberalismo creando trabajo y diminuyendo fuertemente el desempleo sin poder eliminar la precariedad laboral, la política ferroviaria garantizó tarifas populares sin modificar la precariedad del servicio. El descarrilamiento de una formación de la línea Mitre en Retiro el lunes pasado vuelve a poner el tema sobre el tapete.
La mejora del servicio ferroviario es la gran asignatura pendiente en el sector. Si bien se hicieron inversiones en infraestructura y en renovación de formaciones, que en algunos casos no se hacían desde la década del 60, han sido totalmente insuficientes. El kirchnerismo debe eliminar la precariedad en todas sus formas sea en la calidad del servicio ferroviario o en el mejoramiento de las condiciones de trabajo de la población. El inicio del juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra vincula los dos problemas de una manera mucho más profunda que la mera asociación anecdótica de las vías del tren.
GB
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