jueves, 28 de febrero de 2013

PICHUCO Y EL BANDONEON MADE IN LANUS

Promueven una red de producción y distribución integrada por cooperativas y pequeñas empresas de la región “Pichuco”, el bandoneón made in Lanús, está listo para salir al mundo Por Sergio Di Nucci El instrumento es un desarrollo de la carrera de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Lanús. Conserva la tela, el cartón y la madera del fuelle, y actualiza otras piezas. Costará diez veces menos que los modelos europeos. Un bandoneón nacional y popular. Es el instrumento musical que ha logrado producir la Universidad Nacional de Lanús. Ya este año podrá fabricarse en el país. Será a un precio razonable, casi diez veces menos a lo que cuestan en plaza los modelos europeos. "Pichuco", se llama. Y es el resultado de un proyecto mucho más vasto que nació en 2009 desde el interior de la carrera de Diseño Industrial de esta universidad . Tiempo Argentino dialogó con tres integrantes del proyecto, los docentes e investigadores Andres Rusciti, Guillermo Andrade y Edgardo Chanquía. Desde luego, hubo más gente incluida en este proyecto, que por razones de tiempo no pudieron estar: la ideóloga de la idea, Ana Jaramillo, que es la rectora de la Universidad, pero además es una ferviente cultora del tango, bandoneonista y miembro de la Academia de Tango, y gente importantísima en la casa de estudios como Roberto De Rose, Roberto Crespo, Mariano Llorens, Mayté Ossorio, Agustín Peralta, Fabián Martínez, Magdalena Vidart, Matías Ingrasia, entre otros. "La idea originaria fue poner a disposición popular un bandoneón de estudio. Actualmente, y desde hace un tiempo, el bandoneón es un instrumento que corre riesgo de extinción, porque no es muy accesible. Hoy se lo vende en euros, y a 5000 euros. Por eso el desafío de este año es que el ‘Pichuco’ cobre vida, cobre peso social y comience a ser producido serialmente a través de una red de cooperativas del municipio de Lanús". Con estas palabras arranca Andrés Rusciti –que ahora dirige el departamento de Vinculación Tecnológica de la misma carrera de la UNLa–, sentado en torno a una amplia mesa de trabajo del aula que alberga el Taller de Diseño Industrial, y en cuyo centro se encuentra un ‘Pichuco’, hecho y derecho. –¿Qué queda por hacer? Andrés Rusciti: –Ponerlo a disposición de la sociedad. Guillermo Andrade: –Industrializarlo. Forjar un núcleo de producción que descanse en una red de cooperativas de la zona, para que dote a las escuelas de país de un ‘Pichuco’ por unidad educativa, para que los chicos tomen contacto cuanto antes con este instrumento que tanto tiene que ver con nuestro país, y que por distintos motivos está perdiendo entidad nacional. A.R.: –Creemos que pronto podrá estar disponible en las escuelas para que aprendan los más chicos, una edad en la que se debe aprender este instrumento. –¿Y de esa red de producción comunitaria se están encargando de forjarla también ustedes, es decir la Universidad Nacional de Lanús? A.R.: –Sí, estamos en tratativas con el gobierno nacional, porque queremos que sea cien por ciento estatal. Porque la idea es que los graduados nuestros se consideren parte del sistema productivo, parte de la cadena de producción, de consumo, de exportación y que ese sea su oficio. G.A: –Es que se trata de al menos dos objetivos, entre tantos otros, aunque todos en tándem con este, y no otro, modelo productivo de país: se trata siempre de dos puntos unidos entre sí, y ‘Pichuco’ es apenas un ejemplo bajado a tierra. Sustitución de importaciones: que el bandoneón se haga acá, respetando las medidas y alcances de nuestro país, y sumar valor agregado a la exportación, porque este bandoneón, hecho en Lanús, también será exportable, con el valor intransferible de que fue hecho acá, en Lanús, en Buenos Aires, en la Argentina. A.R: –Esto es muy importante. Por lo siguiente. Esta universidad cuenta con un laboratorio excelente. Tuvimos y tenemos todo para hacer y producir lo que queremos. Es notable la tecnología de la que disponemos en esta universidad. Pero por eso mismo, como esos dos objetivos que mencionó Guillermo, si bien este bandoneón se hizo merced a la inversión de la Nación en tecnología de punta, por ejemplo esta impresora 3D que ves ahí, cuyo origen es norteamericano, y en la que vos sólo debes introducir un diseño y te sale el objeto diseñado, estamos haciendo ahora una impresora 3D nacional. Es decir que en todo está presente la idea rectora que anima a una universidad nacional como la nuestra. Se trata de un cambio. Para eso estamos G.A.: –Un cambio de paradigma. –Y esto implicó, concretamente… Edgardo Chanquía: –Incorporar nuevas piezas y remplazar válvulas y botones por polímeros, eso fue determinante. Conservamos la madera, el cartón y la tela en el fuelle, ya que es fundamental en el timbre. Un cambio tipológico que es formal, pero que ejemplifica el espíritu que anima este proyecto, y esta Universidad. A.R.: –Es respetar el paradigma de ir hacia un tipo de soberanía musical inclusiva y abierta. El bandoneón languidece. El deterioro de los bandoneones era inevitable, así como lo es la fuga de bandoneones al exterior. Esto puso en amenaza el futuro de este objeto esencial de nuestra cultura. « "No formamos diseñadores pensando en europa" Asi resume Edgardo Chanquia, que dirige una de las orientaciones de la carrera de Diseño Industrial de la UnLA, el objetivo de la carrera: “Desde el momento que nos plantearon pensar una carrera de diseño para esta universidad que pertenece al Conurbano Bonaerense, el desafío fue comprometerse con la región. Esto implica recuperar una concepción del diseño industrial vinculada a la producción regional y nacional. Es decir, uno de los objetivos no negociables de la carrera es forjar diseñadores industriales que atiendan las necesidades regionales y nacionales. A diferencia de otras universidades, preparamos a un diseñador industrial para que oriente sus conocimientos a la realidad contextual. No hacemos diseñadores para Europa o Estados Unidos." El desafío que se impuso la UnLA ha sido el de industrializar la fabricación del bandoneón, para hacer de él un producto cultural del siglo XXI, y no una pieza de museo, que es en lo que se esta convirtiendo. Masificación de su venta y por lo tanto de su uso, merced al empleo de nuevos materiales y tecnología. Si bien existe un revival en la fabricación artesanal del bandoneón tradicional, que logra en 2013 replicar las 2300 piezas que enrostra el bandoneón tal como se lo conoce, la gente de la UnLA eligió un camino completamente distinto: "La realidad es que el bandoneón no se fabrica hace más de cincuenta años. Los pocos que hay se los llevan para vender en el extranjero, entonces salió la ley de protección para que no se puedan exportar más bandoneones antiguos. Y lo otro que pensamos es si la Argentina cambió respecto de su contexto educativo-cultural. Hoy podés hablar de un proyecto de orquestas escuela que se hacen en barrios marginales, en esa dimensión tenés que dar cuenta de un instrumento de música urbana. Agarramos un bandoneón exquisito y lo desarmamos. Un alumno, becario, tomó todas las piezas de madera y con un calibre estuvo mucho tiempo midiéndolas y dibujándolas en computadora. Es una verdadera pieza artesanal", añade Guillermo Andrade. Premiado en innovar El bandoneón de estudio "Pichuco" que se ha desarrollado con éxito en la UNLa recibió el 1º premio en la categoría Diseño Industrial de la edición 2012 del Concurso Nacional de Innovaciones INNOVAR. Se trata de un concurso organizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, que alienta la producción y la invención estrictamente nacional. El proyecto recibió $ 30 mil como premio, porque se logró forjar un modelo de bajo costo. Si bien la historia del instrumento es rica y variada, y sobre todo europea - nació en Alemania a fines del siglo XIX para interpretar música eclesiástica-, llegó al Río de la Plata en el 1900 adquiriendo un carácter tanguero intransferible. En el tango, el "fueye" ganó características y modos de interpretación diferentes de los originales, por eso el fueye es lo que más costó reemplazar en el modelo Pichucco, que quedó más simplificado, pero con la misma calidad. Hace unos cincuenta años, el emblemático doble A (Alfred Arnold) dejó de fabricarse. Los viejos bandoneones que aún pueden conseguirse en el país son muy costosos. En 2009, frente a este estado de cosas, se promulgó la Ley 26.531 de Creación del régimen de protección y promoción del instrumento musical bandoneón. La rectora Dra. Ana Jaramillo se planteó el desafío de fabricar bandoneones en el país. El proyecto surgió en la carrera de Diseño Industrial de la UNLa, entre alumnos y docentes. La iniciativa apuntó a "cambiar el paradigma constructivo y tecnológico, que trata de reproducir sistemas muy antiguos", tal como explicó a Tiempo Andrés Ruscitti. El bandoneón Pichuco corresponde al modelo de 71 teclas, 38 en la mano derecha y 33 en la izquierda. Los investigadores contaron que en el inicio estuvo desarmar un bandoneón y reconocer cada una de sus 2000 piezas. Para ellos debieron catalogarlas y rediagramarlas. Una impresora 3 D hizo el resto, ya que se encarga, como por arte de magia, de realizar objetos de plástico a partir de diseños gráficos. La gente de la UnLA respetó el uso de maderas de luthería en la sonoridad del instrumento, pero el cambio provino de la utilización de materiales más económicos en las partes que no implican compromiso acústico, reduciéndose a la mitad la cantidad de piezas respecto al modelo original. 26/02/13 Tiempo Argentino

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