domingo, 17 de febrero de 2013
"LA FALTA DE FUERZAS" Y LOS DESAFIOS POR FLORENCIA HALFON-LAKSMAN
La "falta de fuerzas", una excusa para no enfrentar los desafíos
Distintas personalidades justificaron sus renuncias del mismo modo. Los especialistas hablan de decaimiento de la vitalidad, pero también del temor a no revelar otros motivos.
Por Florencia Halfon-Laksman
Ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio", dijo esta semana el Papa Benedicto XVI al momento de hacer pública su renuncia como líder del Vaticano. Joseph Ratzinger, de 85 años, asoció esa decisión a su avanzada edad, pero sus palabras recordaron las de otros personajes públicos, más jóvenes que el Sumo Pontífice, que renunciaron con los mismos argumentos. Especialistas consultados por Tiempo Argentino coincidieron en que la "falta de fuerzas" es una excusa que, por distintas razones, los seres humanos utilizan para no afrontar desafíos; y advirtieron que hay casos en que esas palabras son el síntoma de "una enfermedad que está en alza y llegó para quedarse: el burnout".
Después de los Juegos Olímpicos de 2004, fue el director técnico Marcelo Bielsa –que ahora tiene 57 años– quien renunció al seleccionado argentino después de obtener la medalla dorada. "Noté que ya no tenía la energía necesaria para absorber las variadas tareas que demanda la Selección. Ya no tenía ese impulso. Revisé la decisión y verifiqué que lo sentía de ese modo", dijo el DT por entonces.
Explica la licenciada Adriana Guraieb, autora del libro Peter Pan y sus mujeres (acerca de los hombres que se resisten a crecer) y psicóloga de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA): "Puede ser una excusa por múltiples razones: para no quedar mal, para ocultar algo que no tiene que ser publicado, para no decir la verdad, por temor a las consecuencias propias o familiares, para evitar amenazas de cualquier tipo."
Los casos más recientes, también vinculados al ámbito futbolístico, son los de Josep "Pep" Guardiola, que renunció a la dirección técnica del Barça bajo el argumento de que no se sentía con fuerzas ni ilusión para continuar en ese proyecto; y el luego arrepentido Juan Román Riquelme, que en julio pasado se despidió del Boca de sus amores, al que ahora regresó, y en su renuncia había declarado: "Me siento vacío, no voy a continuar. No tengo más nada para dar."
No sólo el Vaticano y el deporte son terrenos donde pueden faltar fuerzas. "Es algo que puede pasarle absolutamente a cualquiera en su ámbito", advierte Ricardo Rubinstein, médico psicoanalista de APA y de la International Psychoanalitical Association. En el mundo del espectáculo también hubo figuras que se expresaron en el mismo sentido, como el músico Billy Joel, quien hace 20 años se retiró "por falta de inspiración", o la banda de rock Metallica, que en 2002 suspendió su gira latinoamericana por "cansancio".
Para Rubinstein, autor de los libros Deportes al Diván y El Nunca Jamás en el Siglo, la idea de la falta de fuerzas es "una metáfora energética y con contenido político" y detalla que "está expresando la relación del sujeto con una exigencia que tiene que afrontar en un equipo, organización, institución, etcétera. Incluye un ánimo de incapacidad e imposibilidad. A veces esto es porque un ciclo se cumplió, otras es para tomar aire, y a veces es para buscar otros horizontes. Entonces uno se pregunta por qué no dicen directamente que es un ciclo cumplido. Podría ser por temor a la reacción del otro o ser acusados de abandono, o una reacción hostil."
Daniel López Rosetti, cardiólogo y director de la Sociedad Científica para la Capacitación, Estudio, Investigación y Difusión del Síndrome del Estrés, dijo a este diario: "La energía física y la capacidad de realizar trabajos y esfuerzos no sólo está supeditada al cuerpo, sino al empuje volitivo de las emociones que impulsan la acción. El esfuerzo físico y poder concretar objetivos dependen de la motivación emocional y de la experiencia vivencial de esa emoción. La diferencia entre un campeón y un número dos es emocional. Por distintas circunstancias, como depresión, tristeza o estrés, se llega invariablemente a una etapa de agotamiento que justifica la sensación de frustración." El médico explicó que, en esos casos, "el diagnóstico suele ser el de psicoastenia con repercusión física. Esto significa que existe un decaimiento de la fuerza o vitalidad psíquica. En la práctica, se ve a una persona decaída, sin motivación, sin ganas ni expectativas. Esta situación genera un cuadro neuroendocrino, en el que se producen alteraciones neurohormonales."
Alberto Loizaga, médico clínico y psicoanalista, refuerza: "Esto puede deberse a los altos niveles de exigencia y desgaste. La forma de vida es uno de los elementos a estudiar ante el discurso de la 'falta de fuerzas'. Quienes padecen el desgano, la falta de energías, suelen tener hipotensión, lipotimia y un estado por el que la voluntad y la energía disponible no son suficientes para la demanda."
La licenciada Guraieb agrega que "hay una característica que se llama 'adinamia', que significa falta o pérdida de la fuerza vital normal. Ausencia de dinamismo. Los síntomas son debilidad, falta de iniciativa, y puede transformarse en un estado patológico. Puede deberse a razones psiquiátricas, psicológicas o emocionales." Y subraya: "Hay una patología laboral. El Papa tiene una agenda diaria de 14 horas. Esta patología es una forma de estrés grave, con tendencia a la cronificación, y que hoy está en alza. Este burnout, o quemazón, se da cuando alguien ya no puede pensar más y comienza el abatimiento (ver aparte). Una renuncia a veces es lo más sano que se puede hacer, lo más saludable." Para los analistas, los síntomas de esta patología se ven en el plano psicológico pero también se traducen en fatiga, insomnio, dolores de cabeza, falta de deseo sexual, estado permanente de tensión o comportamientos agresivos no habituales, que pueden derivar en una depresión.
Según Guraieb, los trabajadores más expuestos a este síndrome son: médicos, enfermeras, psicólogos, asistentes sociales, taxistas y conductores de colectivos, además de empleados en relación de dependencia con horarios muy extensos o con condiciones desfavorables en su ámbito de trabajo.
"Las fuerzas me abandonan"
"Soy un hombre anciano, mis fuerzas están disminuyendo, creo que es suficiente lo que he hecho." Palabras de Benedicto XVI, según narra su biógrafo, Peter Seewald. El periodista, autor del libro-entrevista Luz del Mundo, revela que el Sumo Pontífice lucía "agotado desde hacía tiempo" y niega que su renuncia tenga que ver con el denominado escándalo Vatileaks. Hace ya diez semanas, Benedicto XVI dijo: "No puede esperarse mucho más de mí". Hace diez semanas, su biógrafo le preguntó qué más podía esperarse de su pontificado. "¿De mí? No mucho. Soy un hombre anciano, las fuerzas me abandonan. Creo que basta con lo que hice hasta ahora."
Maniobra
"Al describir la 'falta de fuerzas', lo que hacen es hablar de sí mismos y no del otro, cargando así con todo. Se lo puede entender como una maniobra para no herir a quienes tienen una expectativa en ese
lugar que ellos ocupan."
Ricardo Rubinstein, médico psicoanalista.
En carrera y todo para ayer
Según detalló a Tiempo la psicóloga Adriana Guraieb (de APA), se menciona al síndrome de burnout como "una metáfora que expresa la enorme presión que padecen muchas personas en sus puestos de trabajo, donde el mandato es estar siempre en carrera y todo para ayer". En 1974, el estadounidense Herbert Freudenberger lo definió como "una sensación de fracaso y una experiencia agotadora, que resulta una sobrecarga por exigencias de energía, recursos personales o fuerza espiritual del trabajador".
Tiempo Argentino
GB
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