Del Sel y el ascenso de payaso a mártir del PRO
Por Ricardo Ragendorfer
Ya se sabe acerca de la inclinación de Mauricio Macri por incorporar en el medio local ciertas cuestiones –inherentes tanto al marketing político como al manejo mismo del Estado– que observó en sus viajes de estudio por el mundo. Prueba de ello: las bicisendas. Cabe preguntarse, entonces, si en alguna escala parisina llegó a oír del payaso Coluche, quien en 1981 presentó su candidatura a presidente de Francia. De ser así, ¿fue en tal ocasión cuando decidió tener su propio payaso? Lo cierto es que, en vísperas de los comicios generales de 2011, el cómico Miguel del Sel se convirtió en la esperanza blanca del PRO para su armado nacional. Ahora es el eje de un intenso debate, tras los agravios que le dispensó a la presidenta –"vieja chota" e "hija de puta" fueron sus adjetivos–, además de ofender a otras mujeres, a homosexuales y travestis. En resumidas cuentas, un hecho digno para analizar algo hasta el momento no debidamente explorado: la dialéctica del exabrupto en la lucha de las ideas.
Del tema en sí, el tal Del Sel es un auténtico caso testigo. Los detalles de su propia construcción política fueron casi fruto de una humorada. Todo empezó a finales de 2010 en la estancia tandilense La Carlota, durante el jubileo nupcial de Macri y Juliana Awada. Fue cuando el novio sufrió un principio de asfixia mientras imitaba a Freddie Mercury, al tragarse un bigote postizo. Al rato, ya obnubilado por la mezcla de champán y clericó, le ofreció al integrante del trío Midachi encabezar la lista del PRO en Santa Fe. Y lo hizo ante la sorprendida mirada de su guía espiritual, Jaime Duran Barba. Luego, se olvidó del asunto. Días después, al volver de su luna de miel, el gurú ecuatoriano –que ya había encargado una encuesta al respecto– lo abordó con entusiasmo, y sus palabras fueron: "Miguelito arranca con una intención de voto del 20%." Ello selló el destino del cómico.
Su brinco del arte puro al "arte de lo posible" tuvo una excelente acogida, a pesar de la falta de experiencia. Hasta entonces, el único roce que Del Sel tuvo con el escarpado universo del poder fue haber sido uno de los bufos que en los '90 solía amenizar las sobremesas de su gran amigo, el ex presidente Carlos Menem. A ello se le agrega una formación política no tradicional –el tipo sólo cursó un profesorado de Educación Física– y que su única fuente informativa sea –según sus dichos– el diario deportivo Olé. Pero aquel hombre de 55 años supo aliviar las limitaciones de su intelecto con una envidiable espontaneidad, la cual fue motivo de asombro entre los dirigentes más veteranos. Sin ir más lejos, su entonces compañero de fórmula, el magnate sojero Osvaldo Salomón –al que recién conoció cuando inscribieron su lista en la justicia electoral–, le susurró a un asesor en la oreja: "Este muchacho ni siquiera está al tanto de la división de poderes del Estado." Macri no se había equivocado. Del Sel era un verdadero animal político.
¿Tuvieron incidencia los vuelcos lingüísticos del cómico en su lanzamiento como dirigente político? Desde el PRO ya lo ofrecían como un valioso objetor del régimen. "Un mártir –para el subsecretario de Inversiones porteño, Carlos Pirovano–, por la agresividad del gobierno con los que piensan distinto." Sólo había bastado que en su primer discurso de campaña el santafesino expresara su deseo de que "los negritos se bañen con agua caliente y dejen de manguear" para que se desatara contra él un implacable hostigamiento, iniciado con una denuncia en el INADI. Ello no lo amilanó. El siguiente blanco de sus críticas fue la Asignación Universal por Hijo. "Ese beneficio –dijo– ha provocado que se embaracen nenas de 12 años para tener plata a los tres meses." En medio de una encendida polémica por sus juicios de valor, la candidatura de Del Sel a gobernador de Santa fe obtuvo el segundo lugar –detrás de Antonio Bonfatti–, con el 35 % de los votos. En la actualidad –con miras a encabezar en su provincia la lista de diputados nacionales del macrismo–, el histrión apeló nuevamente al recurso del agravio. En los pasillos del PRO se cree que su falta de filtros y frenos contribuye a fortalecer su imagen.
¿Derrape o estrategia? No es improbable que Del Sel detonara sus insultos con un propósito de máxima: recibir una respuesta de la propia presidenta, tal como pasó con el actor Ricardo Darín. Hacia esa dirección habría apuntado una parte de sus esquirlas; otra, a generar críticas, denuncias y repudios por sus dichos, con la consiguiente plenitud mediática. Una plenitud avalada por cierta población. ¿Del Sel acaso dice lo que muchos callan? ¿Del Sel es la voz de la llamada mayoría silenciosa? En realidad, el tipo encarna un arquetipo político muy difundido en estas latitudes: el fascista que ignora su condición de tal; el que reclama módicas aplicaciones del horror por pura inocencia y en nombre del bien común. Pero lo suyo no es novedoso; de hecho, guarda una notable similitud con un texto teórico de la primera mitad del siglo pasado, el cual incluye un consejo: "Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos; cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es muy limitada y su comprensión no menos escasa. Y tienen gran facilidad para olvidar." La cita pertenece nada menos que al doctor Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda del Tercer Reich.
¿Del Sel, en consecuencia, fluctúa entre Goebbels y Coluche?
Este último, al menos, solía afirmar: "De todos los que no tienen nada que decir, los más agradables son los que se lo guardan."
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