VEINTITRES CONDENAS POR CRIMENES COMETIDOS EN
LOS CENTROS CLANDESTINOS DEL CIRCUITO CAMPS
El ministro que
recibió perpetua
Jaime Smart, ministro de Gobierno
bonaerense durante la última dictadura, es el primer funcionario civil de alto
rango condenado por crímenes de lesa humanidad. Se ordenó arrestar al ex
ministro de Justicia Alberto Rodríguez Varela.
Por Alejandra
Dandan
“Fue una condena ejemplar, completísima; cada uno de esos nombres
me resonó en el corazón y saber que los canallas están condenados de modo
ejemplar muestra que todo esto, cada una de estas cosas se está acomodando en su
lugar”, dijo la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, apenas
se levantó de su silla, mientras la sala repleta del teatro de la ex AMIA de La
Plata, donde se celebró el juicio, cantaba: “Como a los nazis, les va a pasar, a
dónde vayan los iremos a buscar”.
Los 23 acusados por los crímenes
cometidos en el llamado Circuito Camps fueron condenados, 16 de ellos a prisión
perpetua. Los delitos fueron definidos como genocidio. La primera condena que se
escuchó fue la de Jaime Smart, el ex ministro de Gobierno bonaerense, que
atravesó el juicio sostenido por editoriales del diario La Nación a las que el
Tribunal Oral Federal 1 definió como “maniobras” destinadas a “presionar” sobre
el fallo. Los jueces Carlos Rozanski, Mario Portela y Roberto Falcone condenaron
a Smart a prisión perpetua por el homicidio de Jorge Rubinstein, abogado del
grupo Graiver, secuestrado en una trama que se desarrolló en el corazón de Papel
Prensa, y por 57 privaciones ilegítimas de la libertad. Los jueces también
impulsaron una investigación por los otros 32 homicidios probados durante el
juicio y ordenaron la detención inmediata y reclamada desde hace años del
entonces fiscal de estado bonaerense Alberto Rodríguez Varela, que luego fue
ministro de Justicia, porque los testimonios probaron que entrevistó a los
Graiver en Puesto Vasco.
“Uno de los civiles que se desempeñó como máxima
autoridad en la dictadura militar fue condenado a cadena perpetua porque está a
la par de la responsabilidad de los jefes militares y es importante que se
investigue y que tengan las mismas penas”, dijo el canciller Héctor Timerman,
sentado en las primeras filas, en un juicio en el que declaró por el secuestro
de su padre. Alrededor, la sala seguía cantando. Y salía despacio pero
“emocionada” la abuela María Isabel Chorobik de Mariani.
Apenas llegó al
teatro, con su bastón y esos anteojos negros que le protegen los ojos que ya
casi no ven, pero siguen esperando justicia, Chicha entró ovasionada. Julio
López fue homenajeado por la sala y por el Tribunal, que ordenó la investigación
de cada uno de los torturadores que nombró.
Cuando comenzó el juicio, los
acusados eran 24, entre ellos dos civiles: Smart y el ex gobernador Ibérico
Saint Jean, que murió durante el juicio. Los jueces condenaron a 16 de ellos a
prisión perpetua. Entre esas perpetuas están los jefes del circuito, de los
centros clandestinos, y de los operativos que estuvieron en la calle 30, donde
funcionó la sede de prensa de la columna sur de Montoneros y mataron a tres
militantes, entre ellos la nuera de Chicha Mariani, y de donde secuestraron a su
nieta Clara Anahí.
Entre los condenados de mayor rango estuvo Rodolfo
Aníbal Campos, ex coronel del Ejército y parte del estado mayor bonaerense,
condenado por 21 homicidios y Miguel Etchecolatz, comisario y director de la
Brigada de Investigaciones de la Plata, centro clandestino que funcionó de
ingreso para los detenidos.
Los acusados entraron a la sala en fila.
Detrás de Smart, el último fue Etchecolatz. Camisa blanca, traje con los botones
atados, una escarapela y un rosario atravesado al cuerpo como una bandera.
Cuando todavía intentaba sentarse, la sala le gritó: “¡Julio López, presente!”.
Etchecolatz fue condenado a perpetua por 15 homicidios calificados, entre ellos
los de las víctimas de la calle 30. Y por 101 secuestros. Cuando Rozanski
terminó de leerle la sentencia, Etchecolatz, con su figura escuálida, dejó la
silla y se levantó. Tres policías se le parapetaron enfrente. Le pusieron los
tres escudos adelante. Nadie sabía qué iba a hacer. La sala le dijo todo:
“¡Asesino! ¡Te vas a morir en la cárcel!”. El no se movía. “¡Violador!”, le
dijeron.
En ese momento sacó un papel, y lo desplegó en el aire tan
rápidamente como lo haría con un arma. “162 policías muertos, Justicia, donde
estás”. Y en la otra parte del cartel: “Ya llegará el juicio y castigo para la
justicia corrupta”. Rozanski lo paró: “El señor Etchecolatz va a abandonar la
sala”.
La densidad que tuvo el fallo es compleja y enorme. Entre los
nombres más simbólicos recibieron perpetua Hugo Alberto Guallama, ex chofer de
Etchecolatz; Carlos “El Oso” García, por Comisaría 5ª y calle 30; Fernando
Svedas, comisario de Seguridad y segundo jefe de la Brigada de Investigaciones
de La Plata. El médico y partero Jorge Antonio Bergés recibió 25 años de
prisión, entre otros casos, por la apropiación de Pedro Nadal
García.
Antes de las condenas, el Tribunal hizo dos declaraciones que
servirán para otros juicios: 1) Sobre el tipo de responsabilidad de las acciones
penales: entendieron que todos son “autores directos” como funcionarios públicos
que integraron el aparato organizado del poder represivo y con independencia del
tipo de intervención que tuvieron, como pidió la querella de la Secretaría de
Derechos Humanos. 2) Definieron los delitos como genocidio. Todas las querellas
e incluso la fiscalía habían pedido condenas por ese delito específico y no como
suele hacerse, en el “marco del genocidio”. El Tribunal tomó el reclamo, aunque
ante posibles planteos de la defensa abrió la opción de definirlos también como
de lesa humanidad. “Considerando que las conductas de los imputados estuvieron
dirigidas inequívocamente al exterminio de un grupo nacional, importan la
comisión del delito internacional de genocidio”, dijo Rozanski y en la sala
explotó un aplauso.
Los casos
Papel Prensa fue uno de los ejes de
la causa, a través del secuestro de los Graiver, entre ellos Lidia Papeleo y
Rubinstein. Era el único homicidio por el que Smart podía recibir la perpetua.
El Tribunal lo dio por probado. Sobre este eje pronunció otras dos líneas clave
en la lectura final: 1) Ordenó detener al ex fiscal Alberto Rodríguez Varela,
que según los testimonios se entrevistó con los Graiver durante su secuestro en
Puesto Vasco, en una acción presuntamente vinculada con el traspaso de la
empresa Papel Prensa; y 2) Remitió las copias de todas las declaraciones
producidas en este juicio para que se investiguen como pruebas en la causa que
tramita en Buenos Aires de Papel Prensa.
Otro eje fueron los pedidos de
nuevas investigaciones. En línea con el pedido de Guadalupe Godoy de la querella
de Justicia Ya!, ordenó investigaciones sobre responsabilidades eclesiásticas y
judiciales. Impulsó una investigación sobre Emilio Grasselli, el ex vicario
castrense del Ejército y por primera vez sobre el Seminario Mayor San José de La
Plata. Ese lugar, evocado por los secuestrados como el espacio desde donde oían
el sonar de las campanas desde el cautiverio en la Comisaría 5ª, proveía comida
al centro clandestino, según probaron las testimoniales de este juicio. Se
ordenó además investigaciones a los “cómplices” de la justicia federal,
provincial y de Policía de la Provincia de Buenos Aires que aún siguen
pendientes. Y los jueces le pidieron a los ejecutivos de Nación y de Provincia
instrumentar los medios para desafectar los lugares que funcionaron como centros
clandestinos de detención para preservarlos como sitios de la memoria.
Especialmente enfáticos fueron con el Pozo de Arana y la Comisaría
5ª.
Pidieron que se ordene la notificación de las condenas de Smart y de
Bergés a sus respectivas instituciones de profesionales. Y como último punto, el
Tribunal en pleno hizo la denuncia sobre La Nación. Anunció que pondrá en
conocimiento a la Comisión Nacional de Independencia Judicial y de la Comisión
Interpoderes copias de dos editoriales del diario por considerar que formaron
parte de una “maniobra” destinada a ejercer presión sobre los jueces. Y
acompañarán las denuncias con sobres anónimos que recibieron dos de los jueces
antes de la sentencia.
También revocaron todas las prisiones
domiciliarias y dispusieron el traslado de Bergés y Domingo Almeida al
penal-hospital de Ezeiza.
Los condenados
- Jaime Smart, prisión perpetua
- Miguel Etchecolatz, prisión
perpetua
- Bernabé Corrales, prisión perpetua
- Rodolfo Campos, prisión
perpetua
- Alberto Guallama, prisión perpetua
- Raúl Machuca, prisión
perpetua
- Norberto Cozzani, prisión perpetua
- Carlos García, prisión
perpetua
- Miguel Kearney, prisión perpetua
- Horacio Luján, prisión
perpetua
- Domingo Almeida, prisión perpetua
- Julio Argüello, prisión
perpetua
- Mario Sita, prisión perpetua
- Roberto Grillo, prisión
perpetua
- Luis Patrault, prisión perpetua
- Fernando Svedas, prisión
perpetua
- Eros Amilcar Tarela, 25 años
- Jorge Antonio Bergés, 25
años
- Roberto Cabrera, 18 años
- Sergio Verduri, 15 años
- Daniel
Lencinas, 14 años
- Pedro Ferriole, 11 años
- Santiago Antonini, 2
años
20/12/12 Página|12
GB
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