Por Eduardo Anguita
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Martín Gras, abogado y uno de los fundadores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), habla del papel central de Sarmiento en la construcción de la identidad nacional. Hoy, a las 21 por CN23. Repite el martes a las 23.
Martín, estamos en la Manzana de las Luces, un lugar cargado de historia.
–Con una gran carga histórica de los dos lados. En este lugar funcionaba la Legislatura de Buenos Aires. Acá juró Manuel Dorrego como gobernador de la provincia de Buenos Aires y también juró Juan Manuel de Rosas, pero juró Bernardino Rivadavia su pseudopresidencia y juró Bartolomé Mitre como presidente.
–En esta manzana estaban el Real Colegio de San Carlos y la iglesia de San Ignacio, que siguen estando, con el único cambio de que el colegio se llama Nacional de Buenos Aires. Acá estuvo la primera casa de niños expósitos. Por acá nomás, durante las invasiones inglesas corrían chorros de sangre.
–Aquí en la esquina, sobre Belgrano, ahora hay un edificio que fue el consulado austrohúngaro, se llamaba Casa de de la Virreina Vieja y fue el máximo punto de avance de la segunda invasión inglesa. Cuando los invasores tratan de llegar hasta el fuerte, crean una unidad de choque y llegan hasta 200 metros del objetivo. Ahí, en la Casa de la Virreina Vieja, había un cantón de infantería de Patricios. Hay un combate durísimo a la bayoneta y los patricios paran a los ingleses. La descripción de época dice literalmente lo que vos decís: por las canaletas caían chorros de sangre a la calle. La carga inglesa es rechazada y se repliega donde está la tumba de Belgrano (la Iglesia de Santo Domingo) y se parapetan ahí. Todavía están las marcas de los cañonazos en las torres.
–Sos un estudioso de la historia militar. Antes de meternos en Domingo Faustino Sarmiento y el Facundo, me gustaría una referencia tuya a la famosa batalla de Curupaytí, de septiembre de 1966, donde muere el hijo de Sarmiento, y que fue un desastre de las tropas de la Triple Alianza.
–La batalla de Curupaytí, técnicamente hablando, es casi una masacre. Los historiadores ingleses, que creo son los más serios en el tema, consideran a Curupaytí como una suerte de récord Guinnes. La dan como una batalla moderna. Y efectivamente lo es. La guerra del Paraguay es una guerra moderna, es posterior a la guerra de secesión norteamericana. Además, es la batalla donde hubo la mayor desproporción de bajas en ambas partes. Brasileños y argentinos tienen un número no determinados de muertos, porque terminan en fosas comunes, que andan entre los cinco mil y seis mil muertos. Los paraguayos, en cambio, tienen 14 muertos. No hay antecedentes históricos, aun en la Segunda Guerra Mundial, de semejante desproporción cuando se enfrentan ejércitos regulares con armamentos modernos.
–Pero también fue una invasión. Los aliados llegaron a una fortificación del ejército paraguayo...
–Fue un asalto directo de una fuerza invasora a una fuerza que se defendía. Los resultados son ésos. Es un asalto muy mal calculado. Quedan empantanados en un ataque a una posición defensiva. Hay que prensar que el grueso de la infantería brasileña eran esclavos negros. No había una decisión de preservarlos demasiado. De parte de la infantería argentina eran, en gran medida, levas. Había alguna gente de lo que diríamos guardias nacionales, otros de lo que diríamos clase media porteña, que era mitrista, pero el grueso eran “gauchos que había que domesticar”. Por lo tanto, me animaría a decir que había una especie de uso abusivo del recurso humano. Hay que reconocer que los oficiales mitristas fueron a la cabeza de su gente. O sea, hay una cantidad de oficiales muertos importantes y el más paradigmático es Dominguito, el hijo de Sarmiento. Es una época curiosa, donde la oligarquía mandaba a hijos suyos a librar sus guerras. Después van a usar guerras vicarias. Van a usar ejércitos profesionales.
–Yendo al tema central, cómo fue que Sarmiento viaja a Argelia, estando exiliado en Chile.
–El viaje de Sarmiento a Argelia es una magnifica muestra de cómo ocultar las cosas. Él viaja en 1847 y escribe un libro de memorias fantástico, que se llama Viajes por América, África y Europa. Sarmiento es un escritor de primera línea, quizás el más moderno de esa época junto con Juan Bautista Alberdi. Absolutamente todos los que han trabajado el tema, han analizado a fondo el viaje y de allí surge una idea central: Sarmiento parte enamorado de Europa, luego se desilusiona de Europa y cuando conoce Estados Unidos termina comprando el modelo norteamericano. Esa es más o menos la versión clásica. En el medio está un periodo muy corto, 15 días, en Argelia. Eso todo el mundo lo pasa absolutamente desapercibido. Sarmiento, por la madre, que es Albarracín, es de una familia árabe. Sarmiento lo dice. Entonces ve el viaje como una suerte de color turístico. Sarmiento fue a buscar sus raíces. Pero, en realidad, termina estudiando técnicas militares. Hay que entender una cosa: cuando viaja a Europa parte de Chile en 1946, llega a Argelia en enero del ’47, mientras Argentina está en guerra con Francia e Inglaterra. Primer detalle: Sarmiento va a visitar un país que está en guerra con su país. Va con viáticos del gobierno chileno y su encargo era estudiar métodos de educación. Luego escribe un famoso libro que es La educación popular, que es un pedido del gobierno chileno. Otro tema es que la visión clásica del Sarmiento literario dice que es descubierto por los críticos literarios franceses en ese viaje. Efectivamente, se contacta con la revista político literario más importante de Francia en esos momento, Ambos Mundos, que es una suerte de Le Monde Diplomatique de la burguesía... A ver, Sarmiento está flojo de papeles. No ha ido al Real Colegio de San Carlos como otros prohombres, no pertenece a la elite provinciana que estudió en La Manzana de las Luces, perdió la beca que daba el gobierno de San Juan para venir a estudiar a Buenos Aires... Cuando Alberdi es el árbitro de la política y la moda joven, Sarmiento le manda poesías para que Alberdi las publique y Alberdi le contesta diciéndole que se dedique a otra cosa porque como poeta es muy malo. La poca simpatía que se tienen viene de viejo. O sea, Sarmiento es un autodidacta, que se forma a sí mismo, que está en un centro de exilio secundario como es Chile; no está en Montevideo, que es el lugar central, focal. Entonces necesita desesperadamente adquirir protagonismo: su viaje es fundamentalmente de fortalecimiento de papeles.
–Con el Facundo, pasa a ser un protagonista principal…
–En ese marco escribe el Facundo. Él paga de su bolsillo la traducción y empieza a repartirlo en la prensa francesa. La revista Ambos Mundos toma el libro y publican un larguísimo artículo, “En contra del americanismo”, que es contra Rosas y las políticas americanas. Porque Francia, en esos momentos, está tratando de reconstruir su imperio. Ha caído en 1815 Napoleón Bonaparte y está nuevamente la monarquía, que busca de vuelta la gloria para los franceses. Y aparte tiene una competencia intercapitalista con Inglaterra. Es decir, están buscando mercados. La última parte de esa aventura americana de los franceses la va a hacer Maximiliano en México. Esto de Sarmiento es parte de eso. Textualmente, cuando comenta el libro de Sarmiento, Ambos Mundos se dedica a hablar horrores del americanismo y dice: “El americanismo de este hombre, Juan Manuel de Rosas, es el mismo que enfrentamos en Nicaragua, en México y es el que aparece en todos lados...”. En otro momento dice: “Menos mal que han comenzado a aparecer autores que tienen otra visión y opinan lo que nosotros opinamos”, y ahí usan a Sarmiento como ejemplo. Mi tesis es que Sarmiento escribe su libro para que se lo lea en francés. Si fuera mi tesis sería pedante. Alberdi dice que hasta copió el nombre. Dice que Civilización y barbarie< está en un documento del cónsul francés en Montevideo. Piensa entonces que Sarmiento escribe el Facundo como un libro de propaganda para ser leído en un país (Francia) que está en guerra con el suyo (Argentina) y para ser reconocido como un interlocutor en ese país.
–Volvamos a Argelia...
–Francia lleva desde 1830 luchando para ocupar Argelia. Empezaron con una fuerza expedicionaria muy pequeña de 10 mil hombres y en esos momentos, 1847, tienen más de 100 mil hombres en Argelia.
–¿Estás hablando de soldados franceses que cruzaban el Mediterráneo o de tropas mercenarias del lugar?
–La totalidad del ejército francés tenía en esos momentos alrededor de 300 mil hombres, un tercio estaba en Argelia. Después que termina el primer período del enfrentamiento militar, que dura casi 20 años, la población argelina desciende estadísticamente en un 20%. Los informes del Foreign Office inglés, que tiene observadores en el estado mayor del ejército francés, dicen: “Pasan por la cabila (los asentamientos o poblaciones) como el ángel exterminador”. Es la guerra de arrasamiento más brutal que se desarrolla en el período.
–Hay una frase que muchos conocen y esa que Sarmiento pronunció diciendo “No hay que ahorrar sangre de gaucho, es lo único que tienen de humano estas bestias”... y tiene mucho que ver con esa experiencia de Sarmiento.
–La frase la adaptó de uno de los jefes del estado mayor francés, el mariscal Thomas Bugeaud, que dijo: “No hay que ahorrar sangre de árabe porque es lo único de humano que tienen estas bestias”. De hecho, ese mismo oficial planteaba que todo árabe, mayor de 14 años, tenía que ser ejecutado por definición, porque era irrecuperable. Es muy curioso que ciertos elementos, como la división territorial cuadriculada y el avance por columnas móviles autónomas, destinadas a barrer la resistencia local, lo que puede ser la base de la famosa doctrina represiva francesa, está en Bugeaud. De hecho los autores internacionales que estudian la guerra llaman a Bugeaud “El padre de la guerra colonial”.
–La doctrina represiva francesa se da en la guerra de Indochina, que termina en Dien Bien Phu, en 1954, y sigue precisamente en Argelia, que termina en 1962, pero en ambos casos en derrotas del ejército invasor francés...
–Bugeaud, que llega a Argelia como coronel y termina siendo general, era el gobernador general de la ocupación francesa desde 1841 y fue nombrado por la corona como duque de Isli. Había hecho sus primeras armas con Napoleón y había llegado a España en la ocupación francesa siendo experto en la represión de la guerrilla, fundamentalmente en el área en Zaragoza. Su tarea era la destrucción de población civil. La monarquía francesa, a pesar que que Bugeaud era un bonapartista empecinado, lo reincorpora para reprimir los barrios obreros de París.
–Era con los Orleans, en 1830. En general, las barricadas que se conocen fueron las descriptas por Víctor Hugo en Los Miserables, las de 1848… Yendo al Facundo, tu lectura es que se trata de un texto de un país que puede reconciliarse, entre cosas que los federales no pudieron cumplir porque el contexto mundial no permitía –en términos económicos– y que los unitarios quisieron para sumarse al curso europeo?
–Creo que es un poquito más matizado que eso. El Facundo es un libro clave. Es imposible interpretar a la Argentina sin él... es un libro seminal. La Generación del 80 usó el Facundo y los golpistas del ’55 también. Los conceptos de tirano y tiranía, segunda tiranía, es una genealogía de la historia argentina. La idea de que “todo el que trata de realizar un cambio social ataca la libertad” como una especie de valor abstracto, viene de la Generación del 37. Y el Facundo es clave de eso. Lo que pasa es que el Facundo articula tres ideas: de que la lucha contra Rosas era una lucha por la libertad; segundo, que los que enfrentan eso son barbaros; y tercero, que la libertad es la libertad de mercado. Sarmiento, en ese famoso viaje a Argelia, el día antes de viajar, se encuentra en Barcelona, donde toma el barco con Richard Cobden, el apóstol del librecambio. Adam Smith es el teórico, Cobden es el hombre que impulsa el librecambio como medida política. Sarmiento cuenta que se pasa toda la noche hablando con Cobden y que queda totalmente fascinado. Debió ser el encuentro más siniestro por la propia historia argentina. O sea, cualquier sector social ajeno al núcleo del poder que trata de entrar a la arena política es un ataque a la libertad. Segundo, por definición son bárbaros porque la lógica, la marcha del progreso, el sentido de la historia, la civilización pertenece al statu quo, pertenece a una clase social privilegiada. Y tercero, libertad y libertad de mercado son la misma cosa. Eso es el Facundo.
–Vos hablabas de la decepción que siente Sarmiento respecto de Europa y de su mirada a favor del modelo norteamericano...
–Una cosa muy curiosa es que Sarmiento es muy apasionado. Él tiene la idea de que va a haber una emigración europea pero que en la Argentina va a haber también una política de tierras. Piensa en los farmers. Ahí sí hay una influencia norteamericana.
–Él no piensa en latifundios. Además viene de una provincia donde el latifundio no tiene sentido...
–El de Sarmiento es otro mundo. Fracasa totalmente. El último libro de Sarmiento, en su amargura, incorpora el ataque a la emigración, él plantea “nos equivocamos. Pensamos una cosa y trajimos otra”, y crea la palabra bachicha, que es el italiano del sur que ha venido a distorsionar la emigración en la cual él creyó. En el fondo hay una gran queja de la oligarquía que no tiene capacidad. Y termina muriendo en Paraguay.
–Pienso que cuando se comete un genocidio, esa tierra ocupada tiene un sabor de perversiones particular.
–Él perdió a su hijo ahí. Y estoy haciendo psicología en forma absolutamente irresponsable, pero cuando uno lee el último Sarmiento lo ve profundamente amargado en su historia política, personal e individual. Ese hombre, en el ocaso de su vida, ante una serie de fracasos, va casi a asilarse en la tierra donde murió su hijo.
–Mitre, que no fue un buen militar ni un buen estadista, pero que contó la historia de la manera en que le gustaba a la clase porteña, logró dejar descendencia, dejó muchos Mitres hasta el día de hoy...
–¿Es de Jaureche la frase de que “fue un político tan hábil que dejó un diario de guardaespaldas”?
23/12/12 Miradas al Sur
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