La derecha capilar, los sectores en disputa
Dejemos de lado a esa oligarquía rancia, no tanto referenciada en su abolengo –lo que sería un prejuicio- sino en sus prácticas. Esa que se ha enriquecido haciendo trampas al país, la que ascendió al precio de la ruina del Estado y de las mayorías populares, la cómplice del saqueo, la de los grandes estudios jurídicos y contables dedicados a legalizar la elusión de impuestos, la que humilló y denigró históricamente a miles de trabajadoras y trabajadores.
Me refiero, ahora, a esos sectores medios que en muchos aspectos cultivan la rectitud en sus comportamientos (aunque muchas veces pacatos), que no roban, que han conseguido un buen pasar por razones de herencia, de movilidad social ascendente o de mérito personal, que pagan impuestos y tienen en blanco a su personal. Y que, incluso, a la hora de constatar los valores en base a los cuales educan a sus hijas e hijos, se trata de valores similares a los de quien escribe esta columna. Y que, sin embargo, a la hora de analizar la coyuntura política, lo hacen desde la perspectiva que le inculcan los medios dominantes. Sectores a los cuales, aunque muchas veces les resulte objetivamente perjudicial a sus intereses, esa Ideología prestablecida del y por el poder les resulta cómoda para que puedan vivir inmersos en ella. Sectores medios, medios bajos y hasta pobres, dispuestos a plegarse a las cacerolas del poder, en una especie de trasversalidad destituyente policlasista. Sin reparar algo tan elemental, como lo es responder a la pregunta: ¿quién hegemoiza a quién en el diseño del proyecto de país? Van a ser esos grupos medios y medios bajos los que impondrán un modelo productivo y mercadointernista a las grandes corporaciones mediáticas que difunden la convocatoria, o será el modelo financiero y de ajuste social funcional a estas últimas el que los llevará de las narices, y luego les destrozará nuevamente sus vidas cotidianas. En definitiva, el discurso del amo, recitado como propio de boca del esclavo.
La pregunta que surge a esta altura es: ¿Podrían los procesos totalitarios, de proscripción, de ajuste, haberse prolongado en el tiempo por fuera del consentimiento de una parte muy importante de la sociedad en cuyo seno esos procesos acaecen? Y, al decir “parte muy importante de la sociedad”, la expresión bien puede justificarse por su condición mayoritaria en cuanto al número, o bien en términos cualitativos, es decir, a partir de su capacidad para imprimirle a la etapa su modo de interpretar y significar esos acontecimientos. Modo, que, como he tratado de explicar, surgen de los laboratorios de los poderes fácticos permanentes.
Pasar de la anécdota a la historia
Mi planteo es que deberíamos edificar defensas para que esa historia no se repita. No podemos regalar a esos sectores, sino que debemos asumir como central el desafío de desplazarlos del campo de la anécdota al amplio universo de la historia. El campo de la anécdota es el que intenta circunscribir el rumbo de un proyecto político a la declaración patrimonial de un funcionario –información la más de las veces manipulada- en lugar de analizar las grandes tendencias del modelo y la fuerza transformadora del sujeto que lo sustenta. Desde la perspectiva de cierto discurso, y su potencia para penetrar en ciertos sectores sociales permeables a ello, pareciera ser que una sentencia de primera instancia o una columna periodística constituyen el centro de una etapa histórica, y haberle dicho que no al ALCA en conjunto con América del Sur, es un mero detalle. Haber recuperado los fondos previsionales es menos importante que la reasignación de una partida menor del presupuesto, y restituirle al país la soberanía sobre sus hidrocarburos es insignificante si se lo compara con un rumor adverso impreso en el zócalo de un programa periodístico o con la marca de una cartera. ¿Cuántos sectores sociales se arrepienten hoy de no haber estado en el lugar correcto cuando la oligarquía plasmó el golpe de 1955, y justificó proscripciones y fusilamientos? ¿Cuántos sectores se dejaron llevar por el clima de la prensa que elevó las condiciones para el derrocamiento de Arturo Illia en 1966? ¿Cuántos sectores terminaron siendo condescendientes, sin tener plena conciencia de ello en el momento preciso, con el planteo de “vacío de poder” que justificó el golpe de 1976? Finalmente, cabría preguntarse cuán intensamente debemos trabajar para que esa parte oscura de nuestra historia no se repita.
Desplegar la dimensión pedagógica de la política
Es precisamente en este terreno, el de bregar por la construcción de un mensaje alternativo al de los poderes dominantes, donde el gobierno popular y las organizaciones políticas y sociales en que se sustenta debemos desplegar toda la batería de herramientas disponibles en pos de ese objetivo. Reconocer las razones históricas que la clase media tiene para no confiar en el peso como moneda de ahorro, pero al mismo tiempo explicar las diferencias estructurales que hoy existen respecto de ese pasado. Hoy estamos en presencia de un Estado, que, gracias al desendeudamiento, ya no sufre el estrangulamiento del sector externo, y merced al crecimiento con superávit, se ha convertido en tenedor mayoritario de divisas, lo que le ha permitido sostenerse en pie no obstante los reiterados intentos de corrida financiera operados por los grandes conglomerados de poder. Y que es justamente esa cualidad de controlar las principales variables macroeconómicas, lo que torna inviable que se desmadre la evolución de los precios. Y esto, no obstante el aumento que los mismos han tenido a consecuencia de la cartelización que rige la formación de los mismos, y la puja distributiva que hizo que las empresas trasladaran a los precios la recuperación salarial operada, de modo de mantener su tasa histórica de ganancia. Y lo mismo cabe decir de la necesidad de explicar las ventajas que apareja a los sectores medios la protección de nuestras industrias por vía del modelo de sustitución de importaciones, aun cuando deben repararse sus efectos no deseados y explicarse las razones por las cuales ellos se producen. Y así también habría que explicar las ventajas de ir reconvirtiendo a pesos el mercado inmobiliario y la importante tasa de ahorro de la que hoy pueden gozar vastos sectores medios de nuestra sociedad. Reitero: así como el Canal Encuentro, Paka Paka, el canal y la radio públicas, las radios comunitarias y los cientos de nuevas experiencias de comunicación alternativa, han desarrollado un papel extraordinario durante la última década, debe aprovecharse en esta dirección el abanico de nuevas ofertas de comunicación audiovisual que se abre de la mano de la plena aplicación de la llamada Ley de Medios.
Construir nuevos paradigmas culturales
En definitiva, por primera vez, en muchos años, estamos en presencia de un gobierno que cuenta con algunas condiciones esenciales, que son favorables a un proceso de profundos cambios de paradigmas. La primera es el contexto latinoamericano, que cuenta con gobiernos populares de una densidad y fortaleza sin precedentes. La segunda es la férrea conducción política de la Presidenta de la República. La tercera es lo ya mencionado respecto al control político de las variables macroeconómicas fundamentales. Y la cuarta es la gran capacidad de las organizaciones políticas y sociales afines al gobierno, de ocupar la calle y protagonizar el debate público.
A todo esto podría agregar una última conclusión. A corto plazo, hay que trabajar sobre esa franja de sectores medios en disputa. Y conste, una vez más, que no me refiero a la derecha oligárquica, de intereses irreconciliables a vencer, sino a esa otra franja social en disputa. Aun cuando se pueda ganar una elección sin ella, se trata de la ampliación de un bloque social capaz de garantizar una gobernabilidad más pacífica, y apoyar la profundización del proceso. Eso, a corto plazo.
Pero, a mediano plazo, esos sectores cada vez más vastos que se incorporan al espacio democrático en términos políticos, económicos y culturales por vía del plan Conectar Igualdad, de la educación cooperativa, de las primeras generaciones de universitarios, y tantas otras vías de inclusión, conformarán una nueva franja social ascendente, con niveles de consumo propios de las capas medias tradicionales, pero con otra estructura o matriz ideológica y cultural. Un nuevo paradigma cultural, despojado del perverso mensaje impuesto sutil e inteligentemente por el poder, aunque no menos perverso, durante las cuatro décadas precedentes al corte que se inició en nuestro país, en 2003.
Domingo, 04 de Noviembre de 2012
* Diputado Nacional del Frente Nuevo Encuentro
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