Desafíos: El 8N, la bravata de De la Sota, el paro que realizarán la CGT de Hugo Moyano junto a la CTA de Pablo Micheli forman parte de un nuevo escenario. Un gobierno desafiado cotidianamente en distintos terrenos, incluso en la ocupación del espacio público. La movilización multitudinaria posiblemente implique un cambio en las correlaciones de fuerzas. Las huelgas siempre resienten al gobierno interpelado al que la opinión pública algo responsabiliza por las complicaciones resultantes. La diversidad del espectro opositor, su carencia de unidad y de liderazgos es un factor relevante en la proyección futura, aunque no alivia al gobierno de “pagar costos”.
La respuesta oficial debe combinar acciones homeopáticas (como la del Impuesto a las Ganancias) cuanto estratégicas. La reforma impositiva lo sería. Medidas de largo aliento como la estatización de YPF, la reforma del Banco Central o el programa Pro.Cre.Ar. apuntan a objetivos de mediano y largo plazo.
En suma, el Gobierno está signado por lo que reditúen sus políticas públicas. Atraviesa un año nada propicio económicamente, de cómo resulte el próximo dependerá una ración de su suerte futura.
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Oscuridades y silencios: Hemos hablado de actores democráticos. No son los únicos que tallan en el escenario. El procesamiento a Carlos Blaquier pone en la picota a la clase dominante. No se lo juzga por haber instigado el golpe de Estado, por haber adherido a la dictadura o haberse beneficiado por ello. Se lo persigue penalmente por el cargo, verosímil claro que no juzgado aún, de haberse implicado en la represión salvaje del terrorismo de Estado. Esa calaña de empresarios existió y existe, no son todos ni mucho menos. Pero ahí están.
Las declaraciones antidemocráticas de Bartolomé Mitre, pope del diario La Nación, son otra señal de alerta. Desprecio a las clases populares, reclamo del voto calificado, rescate valorativo de la dictadura genocida.
Esos hechos tremendos, esos personajes –tan deleznables cuan representativos de una minoría tenaz– no motivan una palabra crítica, ni qué decir un documento de los integrantes de los partidos o coaliciones de la oposición con representación parlamentaria, esto es, con votos. El cronista supone que es un error en términos tácticos. Y está seguro de que es una conducta reprobable, en términos políticos. Por motivos surtidos la oposición delimita un campo referido a derechos humanos y defensa del sistema, se coloca afuera y lo cede plenamente al espacio kirchnerista. Tal el cuadro de situación, digno de unas líneas en esta reseña semanal
GB
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