Las destempladas opiniones, casi vertidas al voleo hacen un par de meses (agosto de 2012), por el actual titular del Poder Ejecutivo del Paraguay, respecto a la escasa utilización por parte del país guaraní, de los cuantiosos volúmenes de energía eléctrica que producen las dos gigantescas hidroeléctricas binacionales de las que es socio -Itaipú y Yacyreta-; más se parecieron a un discurso de barricada que a una postura de un estadista.
Posiblemente cabe evaluar la situación de aislamiento político que padece el gobierno paraguayo, a consecuencia de su origen golpista de guante blanco -obra clara de las “guerras blandas” que se libran todos los días en el tablero geopolítico mundial-; soledad política en su entorno natural -el MERCOSUR y la UNASUR- pudo haber hecho exclamar esas expresiones que más se aproximan a una bravata sin asidero que a una sabia reflexión de un gobernante criterioso. Tal vez necesitó exhibir al menos “para la tribuna” un rol nacionalista a ultranza, o producir un hecho político interno que cubra la sumatoria de candentes necesidades internas de todo tipo que en Paraguay no parecerían, bajo una conducción ultra conservadora, tener algún viso de solución.
Sin duda es de interés real de las naciones del MERCOSUR y de la UNASUR, que Paraguay transforme su economía acentuadamente primaria, y a la vez que mejore sustancialmente sus indicadores socio - económicos, dejando su anacrónico rol de enclave operativo receptor irrestricto de bienes legales de todo tipo y procedencia, a través del cual luego se filtran en las economías de sus vecinos, perjudicando las estructuras tecnológicas e industriales de sus dos poderosos vecinos, y de última dejando solo el rédito de la intermediación sin mayor generación de trabajo efectivo y bien remunerado para el hermano pueblo paraguayo.
Trabajando con visión geopolítica y criterio de grandeza, a todos nos conviene un Paraguay desarrollado, industrializado, con una economía formal, con amplia cobertura social para su población, sin analfabetismo, con mayor equidad interna y con mucho mejores y crecientes indicadores positivos en salud pública, educación y desarrollo social.
Ese Paraguay socio-económicamente desarrollado, industrializado y tecnificado, necesitará consumir más energía en todas sus formas, sobre todo energía eléctrica. Pero sin duda, semejante profunda transformación, no se construye de la noche a la mañana, pues esos complejos procesos requieren un accionar planificado, constante y bien ejecutado, todo lo cual implica TIEMPO y DECISIÓN POLÍTICA.
A Brasil le insumió varias generaciones pasar de ser una economía pequeña, muy poco relevante, a “jugar hoy en primera”, siendo hoy la sexta economía mundial, después del último logro de desplazar de esa posición a Gran Bretaña. Sin perjuicio de las acciones anteriores desarrolladas por Brasil, las grandes transformaciones pueden situarse a partir de la economía de posguerra, en la segunda mitad de los ‘40. Ya en los ‘70 la economía del vecino país pasó a ser la principal de toda América Latina, o sea que le insumió casi tres décadas para comenzar a cosechar los frutos de tantos esfuerzos, que tras otras tres décadas largas -bajo las políticas inclusivas de Lula-, permitieron ampliar considerablemente la clase media brindando mayor equidad social, sin detener el desarrollo.
Nuestro país necesitó el perseverante accionar del yrigoyenismo, que comenzó los procesos de transformaciones positivas y de desarrollo de una política exterior con criterios de soberanía; para recién retomarse las acciones en la década larga peronista (1943-1955), implementando una formidable transformación como no la habíamos concretado en toda nuestra historia. Y ese esfuerzo industrialista siguió, con altibajos, hasta 1976, cuando comenzaron los muy nefastos 25 años de neoliberalismo, económicamente destructivo y socialmente corrosivo.
Luego, una década de fuerte crecimiento desde 2002, nos permitió aumentar nuestro PBI en 90 % -casi duplicándolo-, apuntalado por muy fuertes inversiones en el campo tecnológico. En síntesis, con las interrupciones y negatividades de gobiernos ultra conservadores (siempre con las complicidades de las “izquierdas” violentas y cargadas de rencores), y por ende anti industrialistas; nos llevó casi un siglo conformar una economía bastante diversificada, con varios sectores tecnológicos “que juegan en las ligas mundiales” y en los primeros puestos, como ocurre con el Sector Nuclear, la biotecnología, las tecnologías de las producciones de alimentos, la renaciente actividad espacial, y otras.
A Gran Bretaña le insumió dos siglos producir su revolución industrial, desde Isabel I hasta la eclosión tecnológica de fines del siglo XVIII. Otro ejemplo más cercano en el tiempo, como Corea Del Sur, demuestra que logró transformarse de simple productor de arroz a uno de los grandes polos industriales y tecnológicos, tras un perseverante proceso de desarrollo de más de tres décadas.
En todos esos casos, y en cuantos otros puedan citarse, las Políticas de Estado activas han jugado roles preponderantes, con Estados Nacionales ejecutores de Políticas Heterodoxas (lejos de la cerrada ortodoxia que pregona el FMI), decididos a industrializar y transformar positivamente sus respectivos países, contradiciendo la falaz teoría del “dejar hacer, dejar pasar” del liberalismo, con la cual ningún país se industrializó ni desarrolló, incluyendo al “muy liberal” (hacia fuera, pero intervencionista hacia adentro) EEUU.
¡Y parecería que Franco quiere realizar en Paraguay algo similar en un puñado de meses, en un gobierno con los días muy acotados! O si quisiera prolongar esas ideas, con gobiernos progresistas que no se cierren al conservadurismo extremo, no se vislumbra claridad de objetivos ni el debido conocimiento de la realidad, pues la proclamada revolución industrial (aunque no haya usado ese concepto literal), requiere una férrea voluntad respaldada en una muy buena planificación; una amplia base de profesionales y técnicos de elevada calificación, una excelente infraestructura general (grandes puertos fluviales que conecten al mar, autopistas, ferrocarriles, amplio suministro eléctrico interno, acceso al gas natural, infraestructura sanitaria, etc.), conceptos escasos o inexistentes -lamentablemente- en el Paraguay de hoy.
Y pretender revertir el muy bajo consumo eléctrico con la instalación de un par de grandes industrias, una de las cuales no sería electrointensiva, refleja un desconocimiento total del efecto multiplicador real -muy positivo sin duda, pero a todas luces insuficiente- de una gran productora canadiense de aluminio, sumado posiblemente a una planta productora de paneles solares de capitales taiwaneses. ¿Revolución industrial total con solo dos grandes industrias? Puede ser el comienzo, positivo sin duda, pero no el gran cambio estructural sugerido con mucho de efecto “de tribuna”, o como “arenga de comité”.
Dentro de los dislates o “interpretaciones” realizadas “al voleo” por ciertos comunicadores sociales muy improvisados, o muy poco formados, o peor aún, actuando como lenguaraces a destajo de oscuros intereses, en algunos medios argentinos se habría instalado efímeramente cierto “alarmismo” por la “posibilidad” que Paraguay “venda a terceros países” sus enormes volúmenes de electricidad que hoy vende a Brasil y Argentina, respectivamente; idea que posiblemente haya sido originada en fuentes “off the record” de la hermana nación guaraní, tal vez para “hacer más creíble” sus expresiones de pirotecnia verbal.
¿Vender electricidad a terceros países? ¿Pueden desconocer que la electricidad no se almacena (solo se hace en pequeñas cantidades y a altísimos costos), que se debe vender al momento que se produce, y que para comercializarla requiere ineludiblemente que exista una conexión física?
Parecería que algunos lenguaraces a destajo o comunicadores irreflexivos, tanto de Argentina como tal vez de Paraguay, se hubieran “contagiado” de la montaña de disparates al voleo, que con tanto facilismo fueron volcados a la opinión pública en Misiones, en aquella “lejana” década del ‘90, cuando el pensamiento “energéticamente correcto” instalado, era despotricar contra las hidroeléctricas (acorde a las “directivas” de Marijú Alsogaray y otros personeros del liberalismo salvaje, siempre pro termoeléctrico); cuando entre otras barbaridades se afirmó que “podíamos comprar electricidad de cualquier lugar del mundo”, y cuando un enjundioso ultra ecologista llegó a afirmar como “verdad revelada”, que “Misiones puede importar energía solar del Sahara”. Eso simplemente es una muestra palpable de subdesarrollo… cultural.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZInvestigador de temas económicos y geopolíticos
Ex Investigador y Docente = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM
Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente - Fac. de Ing. = UNaM
Tesista de la Maestría en Gestión de la Energía = UNLa - CNEA
Docente de Economía - Esc. Normal 10 - Nivel Terciario
Docente de la Diplomatura en Geopolítica - Inst. Combate de Mbororé
AGENDA DE REFLEXION
Prof GB
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